domingo, junio 17, 2012

A estas alturas nadie esperaba encontrar tanto silencio.

Los comensales rápidamente improvisan nuevas verdades,
sentidos transitorios que den cuenta de lo inexplicable.

La cena se pretendía perpetua,
sobre el mantel los cubiertos y las viandas
brillaban perfectamente dispuestos.
Eran oficiales el apetito y la saciedad
pero increíblemente, y contra toda previsión
y cálculo de los expertos
había reventado silencioso un misterio.
Los comensales se palpaban el pecho
en busca del hambre,
para encontrarse un incómodo vacío innombrable
latiendo acuciante donde antes habitaban
las viejas ausencias familiares.

Y soplaba una extraña brisa
que se desplazaba con maneras de fantasma,
por entre tanta incómoda sorpresa,
por entre tanta escasa palabra vana
desesperadamente lanzada al viento.

A estas alturas nadie contaba con empezar de nuevo.

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