"Hacia el final de su vida, Darwin dedicó mucho más tiempo a describir la
naturaleza social de los animales e incluso los vínculos afectivos entre
ellos, algo que podría ser motivo de sorpresa para los darwinistas ortodoxos. Darwin acabó creyendo que la supervivencia del más apto se
refiere tanto a la cooperación, la reciprocidad y la simbiosis como a la
competencia, y que los más aptos también pueden ser los que más tienden a
establecer vínculos de cooperación con sus congéneres.
A pesar de que la
teoría de la ley del más fuerte, a la que Darwin dio forma en El origen de
las especies, parece dar una justificación biológica a la cultura utilitarista y egoísta de la época, en sus últimos escritos se enfrentó a John Stuart Mill y a otros utilitaristas sosteniendo que «los impulsos
[humanos] no siempre surgen de un placer previsto». Para ilustrarlo,
Darwin citó el ejemplo de una persona que se lanza a rescatar a un
desconocido en un incendio corriendo un grave peligro y sin pensar en
ninguna recompensa. Darwin decía que esta conducta surge de un impulso
humano más profundo que el impulso por el placer: el instinto
social.
Darwin vivió antes de que la conciencia psicológica llegara a
su auge, en un mundo donde la palabra empatia aún estaba por inventar. Aun
así, captó la importancia del vínculo empático. En el caso del hombre que
salva a otro de un incendio, ese hombre siente instintivamente el
sufrimiento de la víctima como si fuera suyo y acude
en su ayuda. Esto es lo
que entendía Darwin por «instinto social».
En un pasaje profético, habla
de una edad futura en la que los instintos sociales y los impulsos
compasivos del hombre, «haciéndose más sensibles cuanto más se extiendan,
acaben por aplicarse a todos los seres vivos»."
(Civilización empática, Jeremy Rifkin)
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