domingo, octubre 21, 2007
DISCRETO ENCANTO DEL DEPORTE
La pasada noche el equipo sudafricano de rugby se hizo con el mundial derrotando a la escuadra inglesa comandada por un desaparecido Wilkinson.
Se hizo justicia. Aunque con un ajustado tanteo (15-6), la victoria se decantó del lado del mejor equipo del mundial en una final en la que no hubo ensayos (por lo visto, la segunda de la historia).
Sudáfrica que acreditaba poseer el mejor ataque, demostró también tener la mejor defensa anulando por todo el campo el inagotable y generoso esfuerzo de los británicos en un partido que fue un combate perpetuo y al límite, combate del que salieron mas perjudicados los ingleses pues perdieron a jugadores como el veterano Mike Catt que estaba realizando un inteligente partido en defensa.
El partido tuvo su momento épico y definitivo en la carga brutal del ataque sudafricano sobre la defensa británica ¡a un palmo de la línea de ensayo! que los británicos defendieron de una forma épica, pero sin poder evitar un lanzamiento a palos del infalible Montgomery que supuso tres puntos más para los australes.
La contestación de los británicos fue una cabalgada espectacular de Tait esquivando los intentos de placaje de varios jugadores sudafricanos, que culminó en un ensayo de Cueto casi al límite de la línea de banda... y que los árbitros no dieron por estimar que un pie de Cueto estaba fuera del campo cuando posó el balón en el área de ensayo.
Ahí estuvo el partido.
Con el ensayo en el mercador y el talento de Wilkinson lanzando a palos, los británicos se hubieran puesto a un punto de los sudáfricanos y quizá las cosas hubieran cambiado. Pues en otros partidos como el librado contra los franceses, los ingleses se han mostrado como un equipo fajador y limitado, consciente de sus virtudes y sus defectos, sabedor de los modos de aprovechar las primeras y minimizar los últimos, siempre con la imprescindible ayuda de su jugador Jonny Wilkinson (quizá el mejor del mundo).
Pero esa es otra historia.
No hubo ensayo, Wilkinson no apareció y los sudafricanos terminieron venciendo un partido que, como casi todas las finales de todos los deportes, fue un encuentro emocionante y aceptablemente jugado.
Partido del que, como indeleble huella, queda esta milagrosa y emocionante foto final, imposible hace 15 años para el deporte favorito de los blancos del país austral, casi una religión por aquello pagos.
Sudafricanos blancos y negros abrazados y sonrientes formando una piña, un equipo.
Sobran las palabras, ante este discreto encanto que tiene del deporte.
Tres últimas cosas:
- La constatación de que el rugby quizá sea el mejor deporte de equipo que se juega en este planeta por muchas y variadas razones que merecen un propio y futuro post.
- España estuvo presente de forma indirecta al final: el sudafricano Habana es descendiente de catalanes y el inglés Cueto, desciende de asturianos (y se notaba mogollón... con doscientos como ese hechamos a pedradas a los moros en Covadonga)
- Si Italia ha conseguido un equipo de rugby competitivo, nosotros también podemos conseguirlo. Embebidos por el futbol, nos estamos perdiendo la magia total de este deporte.
sábado, octubre 20, 2007
"Sorprendido, Adorno constata que ideas cargadas de impulsos de cambio, como liberación, emancipación y progreso, han conseguido precisamente lo contrario, a saber: la cosificación del hombre, su esclavización por parte de una doctrina dogmática, o por parte de una sofisticada tecnología. Y una de las construcciones de esa sofisticada tecnología son los modernos medios de comunicación, que crean y difunden una determinada forma de cultura, sometida a los mismos parámetros que cualquier industria... el resultado es la expropiación de la conciencia de los hombres por los medios centralizados de la comunicación pública. "
2
"En la industria de la cultura ocupa un lugar importante lo que Adorno llama el arte inferior, que ha sido modificado cualitativamente por ella para conseguir la integración social no traumática y sin esfuerzo por parte del sujeto."
3
"Ese arte inferior pretende disminuir la distancia entre la obra de arte y el sujeto que la observa, distancia que a éste podría parecerle humillante, sensación que urge anular o, cuando menos aliviar"
4
"Hasta llegar esta época de total manipulación de la mercancía artística, el sujeto que miraba, oía o leía algo artístico debía olvidarse de sí mismo, serenarse y perderse en ello. La identificación a la que tenía como ideal no consistía en igualar la obra de arte con él, sino igualarse él a la obra de arte. Era la sublimación estética: Hegel llamaba a esta actitud libertad hacia el objeto"
5
"Ese movimiento y esa actitud hacía honor al sujeto, que aceptaba la distancia que la obra de arte le imponía, y que se exigía a sí mismo un estiramiento espiritual, una gimnasia, un esfuerzo que le permitiera alcanzar algo de esa obra de arte."
(Adorno y la crítica de la cultura de masas, Javier del Rey Morató)
El resultado es la dominación del individuo desde lo simbólico.
El cierre del circulo.
El espejo le devuelve la imagen de lo que él realmente es.
El circuito se cierra.
No hay posibilidad de ruptura.
Se produce el efecto de realidad de un orden que parece ser natural.
Whay you see is what you get.
La pura facticidad de un debate que hace imposible la abstracción de cualquier cuestionamiento.
La simplicación y la facilitación tiene un valor ambivalente: nos hace la vida más cómoda, pero también nos hace prisioneros.
La docilidad absoluta de una humanidad que se ha convertido en clientela de sí misma.
La sociedad de consumo de masas.
6
"Las distinciones artificiales entre los productos, sirven para clasificar, organizar y manipular a los ciudadanos, convertidos en meros consumidores de productos cuyas sutiles diferencias han sido diseñadas para ellos: cada uno debe comportarse de acuerdo con el nivel que el sistema le ha asignado previamente y para el que el sistema tiene previsto toda una serie de productos y servicios. El sistema prescribe comportamientos: el individuo debe comportarse según lo que se espera de él y consumir lo que el sistema produce para él. El Esquematismo de la producción le exime de pensar, porque todo está pensado, porque él mismo, como consumidor, es un pensamiento elaborado por el sistema."
(Adorno y la crítica de la cultura de masas, Javier del Rey Morató)
Y el sistema no es una abstracción.
Está compuesto por todos esos mismo individuos, victimas de sí mismos porque el productor necesita del consumidor para poder vivir (ganar dinero y poder convertirse en consumidor) y el consumidor necesita de productores para poder consumir (encontrar ficciones/productos que trabajándole el inagotable deseo le permitan realizarse como tal, en la facticidad de un acto de intercambio).
Máquinas productoras/consumidoras privadas de todo aquello que las hace humanas... y el arte, la capacidad de trascendencia, es uno de esos vehículos que nos devuelve la humanidad.
7
"Para Kant la Ilustración es la liberación del hombre de su culpable incapacidad para servirse de su inteligencia sin la guía del otro... El filósofo de Königsberg acusaba a los hombres de pereza y cobardía, causa de que la mayoría de ellos permaneciera a gusto en su estado de pupilos tutelados y condenados a una incapacidad que se ha convertido casi en segunda naturaleza"
Y después de tanto tiempo, nos acabamos dotando de un nuevo Dios -el mercado- que nos dice de nuevo lo que tenemos que hacer... como hacía el otro Dios contra el que se levantaron los Ilustrados.
viernes, octubre 19, 2007
lunes, octubre 15, 2007
ARGENTINA VS. SUDÁFRICA
Hubiera sido demasiado bonito... Argentina, en la final... Demasiado bonito.
El sueño terminó abruptamente, con la escuadra Argentina estrellada contra el sólido muro sudafricano.
La selección africana -aunque no lo parezca- resultó ser lo que parecía: un equipo superior en físico, con claridad estratégica y versátil en cuanto las respuestas tácticas, lleno de calidad y velocidad en las alas, lleno de inteligencia y fuerza bruta por el centro... Un inabordable rival, en definitiva, que pronto puso tierra de por medio en el marcador y que, además, apenas cometió errores. Aspecto sobre el que argentina pareció edificar buena parte del endeble edificio de su estrategia, demasiado previsible y racana, centrada en la patada a seguir y la agazapada espera de una imposible oportunidad que jamás terminó de llegar.
Además, quiénes cometieron los errores fueron los argentinos: malas recepciones, robos de balón sobre ataques jugados a mano que los sudafricanos parecían esperar tranquilamente para, acto seguido, salir corriendo como inalcanzables gacelas en busca del ensayo.
El deporte tiene estas cosas, la clara constatación del propio límite al ponerlo en juego con las capacidades del contrario.
En fin, el sueño queda en sueño. A lo sumo, en esperaza de futuro si es que se es capaz de aprender de la experiencia. Nada más que decir además de felicitar a los "pumas" por la proeza de haber alcanzado esta semifinal y quizá añadir la constatación de una certeza porteña.
En cualquier deporte y estando la selección argentina sobre la cancha, el resultado siempre es el mismo, un partido trabado y bronco en el que el contrario tiene que poner algo más que juego para ganar... cosa que los sudafricanos -aunténticas moles jurásicas de músculo- tuvieron en mayor cantidad y de sobra.
domingo, octubre 14, 2007
sábado, octubre 13, 2007
Hay bastante de autobiográfico en la historia que Paul Shrader escribió y que Martin Scorsese puso en imágenes.
Por lo visto, Scharader se encontraba en uno de esos momentos vacíos de confusión que de cuando en cuando suceden en nuestras vidas. No tenía claro si quería ser escritor o crítico de cine y las mujeres tampoco lo tenían claro con él. Sucesivamente, su mujer y su amante terminaron abandonándole.
Sin dinero y ni siquiera un lugar donde vivir, Schrader empezó a caminar hacia delante. El ritmo de cada paso era una pulsación sobre el teclado de su maquina de escribir y el esquivo futuro terminó convirtiéndose en real presente.
El resultado de todo ello fue el guión de Taxi Driver, una lúcida reflexión sobre la soledad y sus demonios.
Su protagonista Travis Bickle es un invisible ciudadano anónimo que conduce un taxi en las noche de Nueva York. Ex-veterano de la Guerra de Vietnam, su vida parece encontrarse en un "impasse", un sinsentido del que nada bueno termina por salir. Sólo una soledad auto-impuesta y sucedida casi como inevitable consecuencia de esa confusión.
En ese exilio social, Bickles se convierte en silencioso espectador de esa Babilonia que fue la Nueva York de los setentas. Y es en ese paisaje donde todos sus demonios cobran forma, se vuelven reales, convocando los fantasmas de lo peor de si mismo.
Bickles se ve parte integrante de toda esa inmundicia que algún diluvio universal debiera llevarse y ese sentimiento le conduce a un torbellino de sentimientos sádicos (armarse contra ellos) y masoquistas (desaparecer) que incrementan aún más esa confusión.
Bickles se resiste. Hay algo bueno en él como Schrader cree que lo hay en sí mismo. Ambos, a la postre, consiguen regresar de los infiernos, redimirse tras una brutal catarsis en la que las posibilidades de no sobrevivir son muy ciertas.
Disolverse buscando que exista algo sólido capaz de seguir existiendo.
Someterse a un proceso de decantación que supone la purificación de su alma, la expulsión de todos esos demonios que han terminado por apoderarse de su ser.
En el caso de Bickles, y tras el intento de asesinado del senador Palentine (suerte de figura paterna que debe pagar como principal responsable de ese mundo de escoria), la liberación de la prostituta infantil de la figura también paterna de su chulo en una orgía de sangre y violencia que hizo famosa a la película en su tiempo. Incluso, en medio de esa catarsis, Travis recoge varias pistolas disparandolas descargadas contra su cabeza.
En el caso de Schrader, varias semanas de escribir y dormir en el sofá de la vacía casa de su ex, sin calefacción y casi sin apenas comida.
El resultado para ambos: una cierta y siempre temporal salvación.
"Taxi Driver" es un ajustado relato de un caso extremo de soledad y la confusión.
El brutal esfuerzo ascético de encontrar un lugar en el mundo y un sentido a uno mismo y a las cosas cuando el corazón vive en las tinieblas.
Lo que queda después de la catarsis (si es que queda algo) sólo puede ser uno mismo.
miércoles, octubre 10, 2007
martes, octubre 09, 2007
Cortos de razones, largos de espada...
domingo, octubre 07, 2007
Termino el último capítulo de la segunda temporada de esta serie de la HBO y estoy entusiasmado con todo el espectáculo que acabo de ver.
Como en el final de la primera temporada, la decepción y la melancolía tiñen con un translúcido velo el humor de los personajes. La investigación ha terminado, pero una parte importante de los objetivos se han vuelto a escapar de entre sus policiales manos.
Una de las cosas buenas que tiene The Wire es que, y pese a la ficción administrativa y judicial que imputa crimenes a determinados individuos, nunca hay casos cerrados. Siempre hay flecos por atar, pequeñas vias de escape por la que determinados criminales evitan la larga mano de la justicia.
Los casos se cierran y casi siempre hay un culpable, pero las cosas nunca son tan sencillas.
La ciudad de Baltimore se convierte en una especie de teatro donde la vida, convertida en una lucha entre el bien y el mal, convertidos ambos -a su vez- en dos maneras de hacer las cosas, en dos caminos para conseguir un mismo objetivo que es proporcionar gasolina para que la enorme maquinaria de la ciudad continúe en funcionamiento... Un inmenso teatro donde uno puede ver que la frontera entre el bien y el mal consiste en un punto de vista, en una decisión tomada en un momentod eterminado.
La propia ciudad es el caso.
La segunda temporada termina como empezó, con un contenedor lleno de prostitutas desembarcando en el puerto de Baltimore. Las personas cambian, muchas de ellas están detenidas, pero la necesidad permanece. Como si el mal, el otro lado de la moneda, también fuera necesario y la fantasía racional de su total erradicación fuera un imposible que los policías conocen perfectamente, un imposible que convierte su trabajo en un absurdo necesario.
La ley y el orden, su mantenimiento, es el trabajo que tienen asignado, pero la ciudad de Baltimore tiene otra idea al respecto.
Tras la primera temporada sigue habiendo droga en los "ghettos", tras la segunda el contrabando y la trata de blancas siguen existiendo.
Todos sus esfuerzos siempre resultan parciales. Descubrir quién mató por asfixia a catorce prostituas en un contenedor o meter en la cárcel al asesino de un testigo federal, pero no pueden ir más allá.
Por encima hay todo un entramado de necesidades e intereses, algunos de ellos inconfesables, que es la ciudad misma. Un orden que tiene otras leyes: la del más listo, la del más fuerte, la de la necesidad... La jungla de asfalto.
Siempre hay alguien que escapa.
Siempre hay alguna ramificación que pende abierta, peligroda y tentadora, en sus investigaciones.
Al final, los policías son los estúpidos, los tontos útiles. Su sísifico esfuerzo por dotar de un impuesto orden a una ciudad que ya tiene el suyo propio jamás resulta completamente premiado. La euforia de querer saber siempre les lleva demasiado lejos.
Al final, sólo se trata de un trabajo más, un trabajo que no hay que tomar demasiado en serio. La ciudad necesita un cuerpo de policíal, pero también necesita otras cosas que el mundo del hampa le proporciona puntualmente. Ambas realidades se cruzan, conviven generando una cotianidad de compromisos en la que todo el mundo, en ambos lados, ha de tener muy claro quién es, qué papel juega y los límites establecidos para su rol.
Sólo quiénes los rebasan resultan penalizados: detenidos, asesinados o degradados a patrullar las calles de uniforme, pero, y para los demás, otra lógica rige, la del intercambio y la supervivencia, la de la tolerancia y la no agresión porque el juego imparte su propia justiciaa quienes participan en él. El fuerte devora al débil y el listo al tonto.
It's all in the game.
La ciudad se gobierna sola y los policías aún no han entendido que ellos, con mayor o menor esfuerzo, sólo se encargan de recoger los restos, los descartes, las piezas sobrantes de acreditado mal funcionamiento.
Hay mucho cine negro, mucho "blues" en "The wire".
Más que interesante el articulo que leo en el número 110 de la REIS (Revista Española de Investigaciones sociológicas).
En "La cultura del horror en las sociedades avanzadas: de la sociedad centrípeta a la sociedad centrífuga", Eduardo Bericat reflexiona sobre el papel que cumplen las emociones colectivas en el mantenimiento del orden social.
El punto de partida es el hecho de que las noticias más importantes que aparecen en los medios de comunicación sean noticias de horror.
Muy interesante la visión sociológica de algo tan eminentemente irracional como el horror:
"Pero el orden social sólo queda perfecta y nítidamente delimitado cuando establece las fronteras del mal que le separan del caos o la contingencia absoluta. Esta frontera define su identidad frente a todo aquello que pueda considerarse aborrecible, brutal, demoníaco, inhumano, bárbaro, malévolo y monstruoso. El horror es el abrupto sentimiento colectivo evocado en aquellas situaciones en las que las oscuras fuerzas del mal contenidas más allá de las murallas de la ciudad logran abrir una brecha y penetrar en su interior poniendo en riesgo su propia identidad y supervivencia."
El horror habita en las sombras que la luz de nuestra conciencia no puede iluminar dentro de nosotros mismos.
En ese continuo y mortalmente ilegal flujo fronterizo entre humanidad e inhumanidad el horror existe como señal de alarma. Nos indica que hemos alcanzado un peligroso límite y nos conmina a trabajar para suturar la grieta y reestablecer el orden."En el origen no existe ni Bien ni Mal sino una monstruosa brutalidad, un absoluto desorden, un caos primordial necesario para superar y vencer al caos mismo. Tras una intensa lucha aparece el acto creativo que establece
distinciones, que separa, que mide y que pone orden en el mundo (Ricoeur, 1967:
175). En suma, Bien y Mal constituyen dos naturalezas extrañas e inconmensurables, pero el Bien -de la misma forma que el orden social- se construye desde el horizonte del Caos, se nutre de la materia del Mal. Ambos, por estas razones, siempre andan estrechándose la mano en una compleja y aparentemente extraña unidad. Y de ahí emerge fundamentalmente el horror, pues el caos y el desorden palpitan en una especie de interior-exterior de la naturaleza erigida por el orden social"
Dicho ésto, Bericat define dos tipos de sociedades.
Las sociedades centrífugas son aquellas que se centran en un sólido núcleo moral de valores que las orientan hacia el futuro. La legitimidad y el orden de esas sociedades descansa en la adhesión
inquebrantable de sus miembros a esas creencias, a esos grandes valores que
los individuos hacen suyos y los convierten en guía de sus vidas.
Las sociedades centrípetas son sociedades que han perdido el poder de atracción gravitacional que les proporcionaba ese núcleo y por tanto tienden a la dispersión. El orden racional que las sustentaba han perdido ese fascinador poder de atracción. Es cuestionado. Ya nadie lo cree con la suficiente intensidad como para sentirse atraído por él.
El resultado es la tendencia a la dispersión moral de sus miembros.
Para mantener el orden social se recurre a engrosar esa barrera que separa el orden del desorden. Se trabaja en el horror para mantener a los individuos dentro de la muralla.
El continuo recuerdo de las brutalidades exteriores termina conduciendo a una ceremonia de afirmación de la propia identidad: Nosotros no somos capaces de éso.
Posteriormente, Bericat considera que las sociedades modernas fueron paradigma de sociedades centrífugas hasta que por una serie de circunstancias han entrado en crisis en la segunda mitad del siglo XX y se ha convertido en centripeta."Cada ritual del horror es como una piedra que se añade en la muralla que delimita el contorno de la ciudad"
Las razones de esa crisis son complejas y han sido muy bien contadas por los miembros de la Escuela de Frankfurt: Horkheimer, Adorno, ...
En esta sociedad centrípeta los medios de comunicación social cumplen esa función de escenificación continua y diaria del horror ante nuestros ojos:
"El horror que hoy nos provocan los desastres naturales no derivaSomos todos uno, los que se horrorizan.
de la absoluta devastación que causan, sino de la vergüenza que nos produce
comprobar nuestra impotencia frente a unas fuerzas que creíamos ya dominadas...
Somos la causa del mal y somos nosotros quiénes debemos transformar la
naturaleza humana y social para evitar el espectáculo del horror"
domingo, septiembre 30, 2007
(Cosmópolis, Stephen Toulmin)
El olvidado legado de los humanistas del renacimiento tardío.
La reivindicación de la preocupación práctica de la vida humana en sus aspectos más concretos olvidada por el gran proyecto de la Ilustración.
Un interesante ensayo.
sábado, septiembre 22, 2007
Algún ejecutivo de alguna cadena de televisión debería comprar The Wire... Ya van por la cuarta temporada en Estados Unidos (personalmente voy por la segunda).
El bien y el mal luchando en el dia a dia de las calles de Baltimore... aunque no necesariamente ambos están donde se les supone debieran.
Absolutamente recomendable.
SUCIEDAD
"Keela y Eddi, los perros 'olfateadores', también hallaron olor a cadáver en prendas de vestir de Kate, en el maletero del coche alquilado y en 'Cuddle cat', el peluche favorito de la niña. El muñeco estuvo en el punto de mira desde el primer día: familiares y amigos aseguraron que 'Maddie' dormía abrazada a él, pero apareció en una estantería a la que la pequeña, por su altura, no tenía acceso. Tras ser examinado por los perros, Kate McCann, que no se había separado en ningún momento de su 'Cuddle cat', decidió lavarlo alegando que «estaba sucio»".
No quiero pasarme de listo.
Todos somos inocentes si no se demuestra lo contrario y además la vida constantemente nos sorprende. Se supera a si misma para bien o para mal. Está a diez mil kilómetros de la mejor ficción y por eso, entre otras cosas, existe ésta, como un cristal o un espejo, pero siempre reaccionando ante una vida inabarcable y exhuberante que siempre lleva la iniciativa.
Dicho ésto tengo que escribir, viendo las imágenes de los McCann, la superficie apenas agrietada de sus rostros, conociendo alguno de sus gestos y sabiendo alguno de sus actos, que no se si es mejor su culpabilidad que su inocencia.
Me inquietaría mucho menos su extrema frialdad si fuera la de un asesino frio y calculador. Si fueran inocentes... simplemente... no podría entenderlo.
Es una cuestión de tripas.
A veces lo único que nos queda de las personas son los objetos y en ellos buscamos una especie de transferencia emocional. Creemos que las personas dejan algo de si mismas prendido en la materia de los objetos que más quieren y los cojemos, los manoseados, buscando extraer un poco de ese zumo.
Lavarlo sería como desactivar ese anclaje emocional... Limpiarlo definitivamente porque su magia radica precisamente en esa suciedad, en haber sido tocados y respirados por esa persona.
Las bacterias estarían entonces primero.
Stormy monday blues....
"They call it stormy Moday, but Tuesday's just as bad
They call it stormy Moday, but Tuesday's just as bad
Wednesday's worse, and Thursday's also sad
Yes the eagle flies on Friday, and Saturday I go out to play
Eagle flies on Friday, and Saturday I go out to play
Sunday I go to church, then I kneel down and pray
Lord have mercy, Lord have mercy on me
Lord have mercy, my heart's in misery
Crazy about my baby, yes, send her back to me."
Una de mis canciones favoritas...
jueves, septiembre 20, 2007
EL HOMBRE QUE MATÓ A LIBERTY VALANCE
No se puede entender el cine de John Ford sin la emoción.
"El hombre que mató a Liberty Valance" es uno de los mejores ejemplos de esa propuesta lírica. El salvaje Oeste se convierte en un mero escenario donde nacen y mueren los sueños. Los de Tom Doniphon (Wayne), anclados en un época que está condenada a desaparecer, mueren al mismo tiempo que los de Ramson Stoddard (Stewart), amarrados al futuro, nacen.
Por encima de todo, Ford se dirige siempre al corazón de los espectadores.
Su misterio empieza ahí, en la prodigiosa sensibilidad de una mirada llena de reproche como la que, en la foto y de entre los muertos, el derrotado Wayne le dirige a un dubitativo Stewart.
Por lo menos que sus sueños no mueran en balde.
No hay mucho más que decir. El destino les ha alcanzado a ambos y poco importa quién matara en realidad a Liberty Valance.
La verdad es sólo una variable más dentro de la lógica de las leyendas.
miércoles, septiembre 19, 2007
(Funcional anónimo)
Es duro volver trabajar después de unas largas vacaciones....
domingo, septiembre 16, 2007
sábado, septiembre 15, 2007
En el cerrado y críptico mundo del espionaje que el escritor británico John le Carré nos muestra a lo largo de su extensa obra literaria la moral siempre brilla por su ausencia.
El cálculo y la eficacia son los principales elementos de un inmenso e interminable juego en el que sus protagonistas pululan silenciosos y con la mirada fija en el próximo movimiento.
Sólo de cuando en cuando se detienen para comprobar con aterrada sorpresa lo lejos que han llegado. Y quizá ese sentimiento sea el que el protagonista de esta película/novela, Alex Leamas (magnificamente interpretado por Richard Burton) experimenta en el momento final que decide su destino sobre el muro de Berlin.
Es posible, pero lo único cierto es que la inexorable mecánica de este juego librado -tal y como le Carré lo plantea- entre inteligencias fagocita a los individuos relegándolos a la situación de objetos/peones movibles e intercambiales en Berlin y a través del Checkpoint 13.
No hay lugar para las emociones ni por extensión para sentimientos tan humanos como el cansancio y el egotamiento. Los jugadores no pueden permitirselas, porque se convierten en las principales fuentes de su debilidad tal y como le sucede a Leamas.
Lo importante es el movimiento perfecto, la adecuada estrategia de engaño llevada a cabo con calculada precisión, la mecánica precisa de un buen plan hurdido con pasmosa y cuidadosa habilidad.
La guerra fría era realmente fría... muy fría y John le Carré es el cronista preciso y perfecto.
El director norteamericano Martin Ritt ilustra con eficacia esta historia de espías que, de alguna forma, muestra la esencia de todas las obras de le Carré y que siempre resulta interesante tanto por si misma como por la labor magistral de sus actores.
El Gran Juego referido por Kipling en "Kim", el enfrentamiento "frío" entre Rusia y Gran Bretaña por incrementar la influencia en el Asia Central en el pasado siglo XIX se traslada a la dividida Europa de la segunda mitad del siglo XX con sus mismas reglas de cálculo y engaño.
En ese juego impera la existencialista paradoja de que la verdad siempre es el más perfecto de los engaños.
Y en absoluto lo importante es participar.
viernes, septiembre 14, 2007
Probablemente el futuro de Paul Schrader en la historia del cine que continuamente se reescribe sea convertirse en uno de los grandes guionistas del último cuarto del siglo XX. Ahí están sus trabajos con Scorsese (Taxi Driver y Toro Salvaje) o su intervención en películas menos relevantes pero con igual interés como la olvidada Yakuza, su primer trabajo profesional, o City Hall.
Escribiendo para otros... pero también escribiendo para sí mismo películas que él mismo ha dirigido. En esta faceta el éxito no le ha acompañado tanto. De hecho, y a estas alturas de la película, su carrera parece estancada, enredada en extraños proyectos que no terminan de situarle en un lugar del presente que a todas luces -y a mi entender- merece... Quizá, porque ya es historia. No lo se.
No obstante, películas como Hardcore, Mishima, Aflicción y The light sleeper (aquí llamada Posibilidad de escape) son obras tan interesantes o más que las escritas para otros. Obras que son producto del universo creativo del autor que, en el sentido europeo del término, Paul Schrader es.
Es complicado que Schrader sobreviva dentro de la industria americana ocupando un lugar que no sea el propio del escritor. De hecho no lo está consiguiendo. En lo que llevamos de siglo XXI sólo ha dirigido la dificil e incomprendida Autofocus y la maldita precuela del Exorcista, Dominion. Ninguna escrita por él.
Es complicado, pero, y por lo menos, dos obras maestras como Aflicción y, en menor medida, ésta Light sleeper que me ocupa no deberían caer en saco roto.
Cuando se habla de Schrader se suele decir que es el cineasta de la culpa y de la redención. Sus personajes siempre tienen cuentas pendientes con ellos mismos. De alguna forma se saben el producto de algún error y en algún momento son conscientes de ese origen al mismo tiempo que sienten la necesidad de expiar esa culpa intentando con todas sus fuerzas enderezar ese rumbo. En cualquier caso, todos tienen muy claro lo que no quieren ser. En este sentido, el personaje de LeTour (Willem Dafoe) es emblemático: perseguido por su pasado, sin una idea clara sobre su futuro y viviendo el presente con una cierta incertidumbre mientras se deja llevar por la corriente de la vida.
Se habla de Schrader como el cineasta de la culpa y de la redención, pero no se pone mucho énfasis en el coste que para sus personajes siempre les supone esa salvación. Un coste que casi siempre es muy elevado, como si la construcción de un nuevo destino fuera siempre un trabajo arduo y sus héroes fueran una suerte de Prometeos demasiado humanos, pero dispuestos a desafiar la voluntad de los dioses en un alarde de autodestrucción que parece no les llevará a nada bueno.
Criado en un ambiente estrictamente calvinista, Schrader siempre presenta personajes que, en un momento determinado, tiene la suficiente grandeza como para verse de otra forma con lucidez e intentar salirse de los rectos carriles de un destino que parecen tener reservado.
Bajo ningún concepto puede ser fácil alterar esa ciega mecánica de las cosas y de las gentes.
No puede ser de otra forma.
El coste ha de ser elevado.
La energía y la fuerza de sus historias está ahí, en el roce que siempre se produce en el ser (incompleto y decepcionante, resultado manifiestamente mejorable de debilidades y concesiones a una exigente realidad) y el deber ser (el cuestionador brillo idealista de una propia moral que no ha terminado de morir).
Una tensión que sus héroes en un cierto momento determinado consideran insostenible.
En este sentido, Schrader vuelve a poner de manifiesto la verdad de aquel viejo chascarrillo que considera a los pesimistas como optimistas con un alto sentido de la realidad. Después de todo, sus protagonistas, pese a todo lo que les ha sucedido, conservan la voluntad y la fuerza de cambiar para estar a la altura de sí mismos, pero también es cierto que nadie va a regalarles nada en el intento.
Como si la verdad de la propia identidad fuera algo que uno tiene que estar dispuesto a pelear en una batalla sin fin con una realidad que casi siempre tiene todas las de ganar.
Paul Schrader siempre narra la batalla final, between the devil and the deep blue sea, por el control intelectual y emocional de la propia vida en un mundo donde los sujetos cristalizan en objetos inertes en cuanto dejan morir su diferencia.
miércoles, septiembre 12, 2007
Dónde va a parar... Mola mucho más Eguibar y su actitud positiva... hacia si mismo y los suyos.
El talante dialogante y constructivo de Imaz le auguraba está muerte.
"Hay otra reflexión que no puedo pasar por alto. El nacionalismo vasco democrático ha jugado y juega un papel primordial en la construcción de nuestro país. El mundo está cambiando aceleradamente y, al igual que otras generaciones han hecho un esfuerzo ímprobo por modernizar y actualizar nuestro proyecto, también nuestra generación debe llevarlo a cabo. Conceptos como estado-nación, soberanía o independencia adquieren hoy tintes necesariamente diferentes de lo que en el pasado representaban. Las fronteras se debilitan e incluso desaparecen en nuestro entorno, y desde el nacionalismo vasco democrático tenemos que ser pioneros en las reflexiones de actualización de nuestro bagaje fundacional, de un partido que nace para preservar un pueblo que perdía su identidad y su régimen de libertades histórico."
(Apostar por el futuro)
Desde Luis Gómez Llorente hasta él hay una larga lista de escelentísimos cadáveres que harían del panorama político de nuestro país algo diferente a la constante pelea de gallos.
Definitivamente, el sosiego y el futuro no nos van demasiado.
Nuestro rollo es otro:
- La inocencia de un niño se mide por el número de veces que dice "no se".
- Los nudistas nunca son las personas más atractivas de la playa.
- El mejor día de las vacaciones siempre es el primero, cuando todo está por empezar.
- Es fácil perder la noción del tiempo si uno descansa lo suficiente... desgraciadamente el tiempo siempre se las arregla para encontrarle a uno.
- Las playas de la infancia siempre son las mejores... aunque sean las de Benidorm.
- La velocidad máxima en una autovía es siempre de 120 kilómetros por hora en torno a un vehículo de la guardia civil.
- La ingesta de enormes cantidades de atún de almadraba no engorda y es buena para la salud.
- Si al final del verano uno desea volver es que no ha descansado lo suficiente.
- Ahora el mar está mucho más cerca de lo que estaba cuando quien escribe era pequeño... muy pronto Madrid tendrá playa. Es la próxima gran obra de Gallardón.
- Todo el mundo debería seguir veraneando en las costas levantinas. Las costas de Cadiz no son nada recomendables. Repito. Todo el mundo debería seguir veraneando en las costas levantinas. Se está muy mal por Cádiz. Sólo los "frikis" le encontramos atractivo.
- Las formas que se pueden construir trazando lineas rectas imaginarias entre las estrellas son infinitas.
- El mar es el reloj. Las olas, sus mil y un agujas.
- Cada bar de carretera tiene su dulce típico.
- No hay barriga sin braga nautica.
- El verano siempre es un espejismo... a menos que te atrevas a no regresar. Entonces, se convierte en realidad... pero, y automáticamente, la ciudad pasa a ser el espejismo. Tiene que ser así. No podemos estar nunca satisfechos.
- El cielo de las "chuchos" existe y se llama Cádiz.
Lo de poder pasar curso con cuatro o menos asignaturas suspendidas es una medida que no piensa en los alumnos sino en nuestras estadísticas educativas buscando maquillarlas.
En asignaturas cuyo contenido es acumulativo como las matemáticas el resultado puede ser desastroso y en general planteará a los profesores situaciones personalizadas de enseñanza a la carta que quizá redunden en un descenso del nivel general para que los suspensos recuperen el nivel en ese nuevo curso. Así, los que aprobaron el curso anterior se verán perjudicados por intentar mantener en el colegio a un chaval que sin duda terminará desanimándose un par de años más tarde.
Como siempre, el problema se traslada a los profesores. Me gustaría saber qué medios se les va a proporcionar para sostener esas situaciones desiguales en el aula.
Y al final, tendremos bolsas de absentismo escolar que en lugar de gotear lentamente, año a año, fuera de la escuela lo hárán de una sóla vez, cuando ya no se le pueda regalar más tiempo en la escuela... si es que la ministra no decide regalar los titulos universitarios o los certificados de escolaridad.
Es una medida desastrosa que va en contra de la ética del esfuerzo... entre otras muchas cosas.
Explícale a un niño de nueve años que no es lo mismo pasar curso sabiendo la asignatura que no sabiéndola, hablale del futuro y de la conveniencia de ser un hombre o mujer preparado.
Todos los niños que hayan pasado sin estudiar serán siempre un mal ejemplo y representarán constantemente la tentación de un mal camino para los otros, los que han cumplido, que quizá tengan que escuchar en el patio de su colegio que son tontos por estudiar.
Acabamos de descubrir la "anti-pedagogía".
Otro golpe al endeble sistema educativo español donde cada paleto que ha salido fuera a estudiar o ha leído un par de libros o quiere ganar unas elecciones pretende dejar su impronta.
Lo siguiente ya es el aprobado general combinado con mayor o menor habilidad con la garantía futura de trabajo para todos con independencia de la formación y la cualificación... y añadiendo quizá, en los casos más avanzados y atrevidos, la promesa de una vida eterna sin dolor ni preocupaciones.
Lo sugiero.
Lo demás no se, pero la victoria en las elecciones estará asegurada.
Me dan mucho miedo los dos.
La absoluta ausencia de evidentes señales de dolor tanto en su ser como en su estar me parece inexplicable, incomprensible, siniestra
Ya han pasado más de tres meses y ambos siguen sin saber qué ha sucedido con su hija, si estará viva o si estará muerta.
La incertidumbre hace mucho año, destroza los rostros y revienta las almas. Antropológicamente estamos hechos para saber, para conocer, para preguntarnos por todo lo que sucede en nuestro entorno e intentar controlarlo con la finalidad de sobrevivir. Y el no saber nos mata. Es superior a nuestras fuerzas, porque por encima de todo queremos siempre conocer.
El tiempo pasa.
Desgasta.
Son ya cuatro meses de no saber, de no poder dormir, de no poder pensar... Supongo.
Y en este sentido, no me cabe en la cabeza que los McCann estén tan enteros, que no se tropiecen con las puertas, que confundan las horas o los días, que se olviden de ponerse el reloj o los pendientes, que dejen de plancharse algún día la ropa o que no quieran vestirse, peinarse o lavarse, porque en realidad lo único que desean es que todo se resuelva bien para poder abrazar a su hija, bien para empezar a olvidarla.
Como si en realidad ellos supieran perfectamente lo que ha sucedido con su hija y no sintieran esa incertidumbre picándoles interminablemente las carnes del alma.
Del mismo modo que no se puede mentir a todo el mundo todo el tiempo, uno no puede mentirse a sí mismo e ignorar la tristeza y la rabia que anidan como una arañas negras en el alma.
Cada vez más grandes, cada vez más densas.
Creciendo y creciendo hasta que, por más que queremos ocultarlo, todos pueden verlas.
Y si las sientes, por qué ocultarlas.
Ni un llanto, ni un desmayo, ni un mal momento... Como los Beckham de la tragedia sucediendo impasibles ante nuestros ojos, gestionando con quirúrjica profesionalidad deshumanizada su propia desgracia.
Todos los demás, los espectadores, somos humanos y no esperamos ver otra cosa en una madre y un padre que de pronto, una noche de verano, perdieron a una hija y aún siguen sin saber qué ha sido de ella.
martes, septiembre 11, 2007
viernes, agosto 31, 2007
Desde adentro, toda obra es un fracaso. Pero creo haber buscado algo distinto. Y esa búsqueda, desde adentro o afuera, no es un fracaso."
(Roberto Juarroz)
Hasta hace una semana no sabía nada de Roberto Juarroz... ¡Imperdonable!
miércoles, agosto 29, 2007
ROBERT MITCHUM
Era un tipo muy interesante.
Sólo los tipos interesantes son capaces de decir cosas como ésta:
"What do you want, mi life story? I told everything i know to the Los Angeles Police Department"
Mitchum tiene muchas frases y salidas de tono de la misma especie, como si el espíritu del cine negro se hiciera carne ante nuestros ojos. Y no se quedaba sólo en las palabras, como el hombre de la esquina rosada de Borges, también en los hechos a veces llegaba demasiado lejos.
Empiezo a leer una de sus biografías: "Baby, I don't care" escrita por Lee Server; y se que no voy a decepcionarme. Va ser una lectura interesante y por "interesante" entiendo cualquier cosa menos la vertiente cinematográfica de su vida.
Se que voy a descubrir un punto de vista, una mirada diferente que quizá sea la de un perro azul, aunque, y por encima de todo, Mitchum fue un beatnik que no le fue del todo mal en la vida y llegó a viejo.
Magnífico artículo de Martin Varsavsky sobre el aldo oscuro de los españoles... (que también lo tenemos o es que somo la raza elegida por los dioses o algo así).
Dos muestras:
"El español medio tiene miedo al fracaso y al ridículo y frecuentemente no se arriesga en posibles emprendimientos. Es así como en España muchos inmigrantes ya sean ingleses, alemanes o latinoamericanos, terminan ocupando nichos de mercado en la creación de empresas que los españoles no ocupan."
"La gente tiene dos problemas, uno que se queja y otro que espera que algún otro le resuelva sus problemas."
También recoiendo leer el debate posterior a la entrada de este post... Merece la pena.
sábado, agosto 25, 2007
La resonante voz de Nat King Cole sonando desde la radio del coche de Bob Hoskins forma parte de mi parque de recuerdos cinematográficos.
"Mona Lisa" es una película suave y melancólica, que se deja ver casi sin querer.
Al oido nos susurra una historia triste sobre amores desesperados hacia personas equivocadas que sucede en los bajos fondos de un Londres gris e inhóspito.
En todo momento la película se mantiene dentro del área de influencia del cine negro, tomando de él todo lo que necesita para hurdir la trama situando a los personajes en un contexto sórdido que hace aún más imposible el amor que los dos protagonistas (Hopkins y Tyson) sienten.
Como en todas las películas de su director, Neil Jordan, sus personajes protagonistas encuentran en su interior la energía suficiente como para continuar adelante en un mundo cruel.
La belleza siempre está en su interior y encuentra pocas ocasiones para manifestarse, cuando no les perjudica en el caso de que se den las condiciones para que se manifieste.
Son seres diferentes.... en bastantes casos de condicion homosexual... especiales y el mundo no suele estar a la altura de su talento vital nacido de la necesidad de existir contra toda opción y situación.
De alguna forma son seres puros, que no encajan en una realidad compleja, centrada en unos intereses más básicos directamente relacionados con la diaria supervivencia.
Perdedores natos que al final encuentran un lugar tranquilo donde tumbarse a descansar en la playa de su propia derrota y que terminan por resultarnos triunfadores una vez que han cosneguido liberarse de todo aquello que les amenazaba.
Las películas de Neil Jordan siempre nos hablan de la importancia de ser diferente y de aprovechar esa diferencia para encontrar un lugar en el mundo.
Todos sus protagonistas luchan por conseguirlo.
Nadie les entiende.
Hablan otro lenguaje.
El personaje que Nick Nolte interpreta en "El buen ladrón" monta toda una estrategia de falsos robos destinada a despertar los intereses y los bajos instintos en todo su entorno con el único fin de poder colarse en un casino y poder saltar la banca con la tranquilidad que un asunto así requiere. Después de todo lo normal es que un ladrón quiera robar... A nadie le pasa por la cabeza otra posibilidad.
El ser diferentes les salva cuando son capaces de convertir esa diferencia en un arma poderosa en la batalla decisiva por la propia causa de existir.
Son románticas caperucitas en un mundo de lobos interesados (No en vano esta fue la temática de su primera película "En compañía de lobos"), cegados por su propia animalidad, que, en cuanto consiguen aprovechar esa pureza en su beneficio, nadie puede detener.
viernes, agosto 24, 2007
Ejemplo: si un perro y una persona quieren buscar a alguien en un aeropuerto, le damos a la persona una foto del extraviado y al perro una media. Pero si lo hacemos al revés, la foto para el perro y la media para la persona, ¡seguramente nunca encontraremos al perdido! (risas).
Así, se establece un diálogo entre nuestro mundo interno y el mundo externo, por medio de los sentidos, que nos permite elaborar representaciones virtuales de los fragmentos del mundo real que necesitamos para sobrevivir. Pero no tenemos la visión íntegra de todo lo que hay allá afuera. Lo que pasa es que a través de unos quinientos o setecientos años de evolución, los humanos nos hemos puesto de acuerdo en una especie de «alucinación colectiva estándar» y vemos más o menos lo mismo. Eso es lo que nos permite ser una sociedad con referentes universales."
(Rodolfo Llinás)
Más.
martes, agosto 21, 2007
GANGSTERS
Al principio no hay límites para el propio deseo.
El niño no hace otra cosa que extender la mano, que tocar, que pedir. No tiene la sensación de que las cosas le pueden ser negadas, pero en cierto momento llega la primera prohibición. El padre se interpone entre su omnipotente voluntad y la madre.
Sucede la primera norma y tras ella vienen todas las demás limitándo y encauzando la insaciable y egoísta capacidad deseante del individuo. Empieza entonces el doloroso proceso de conocer y asumir las propias limitaciones, un proceso llamado de "socialización" y que en su final convierte al individuo en apto para vivir en sociedad.
El hombre es un ser social.
Sobrevive y funciona mejor trabajando en grupo, pero para que esta agrupación sea posible es necesario generar un entorno en el que la convivencia sea posible.
Se hace necesario fijar unas reglas, unas normas que todos deben seguir: el incesto, los diez mandamientos, los fueros medievales, la gracia de Dios y así hasta nuestros tiempos.
La individualidad se subordina al grupo. No todas las cosas están al alcance de cada uno de los sujetos que componen los grupos.
Los sujetos lo son porque están "sujetados" a todo un entramado de dictados y prescripciones que generar un espacio neutro de convivencia en el que todos los participantes son respetados y -en teoría- gozan de los mismos derechos y obligaciones
La mujer del otro, las cosas del otro... pertenecen a ese otro. No se le pueden arrebatar. Lo demás, el éxito y el fracaso, corren por cuenta de cada uno.
El animal humano es encerrado en una jaula de normas, recomendaciones, dictados, sanciones que permiten construir la sociedad y que están basadas en la razón, el cálculo y el interés. Así aparece un colectivo, una ley que limita las andanzas de ese insaciable yo deseante.
Como especie nos ha ido bien relegar a las tinieblas todos esos aspectos inconfesables... Al planeta no tanto (pero esa es otra y ecológica historia).
En este entorno de colaboración, los demás suponen cada día el esfuerzo de cumplir con nuestras obligaciones para con ellos. Con tantos deseos y tantas voluntades en juego, concurriendo diariamente, es complicado que podamos salirnos con la nuestra todo el tiempo. Hay que ceder. Hay que aceptar. Hay que asumir... Y a veces -sólo a veces- deseamos que las cosas sean más fáciles, que nada se interponga entre nosotros y su deseo... y aunque se interponga poder pasar por encima de todo aquello que se opone a nuestro esfuerzo sin sentir el menor remordimiento.
Los gangsters son la puesta por obra de esa figura, de ese imposible y disolvente deseo.
Sin remordimiento, logran sus propósitos.
Las normas que nosotros no nos atrevemos a quebrar parecen no intimidarles.
Amparados en la oscuridad del cine los vemos actuar aparentemente libres de las limitaciones que a nosotros nos constriñen. Todo es rápido y fácil. Parecen estar mucho más cerca del objeto de su deseo porque están dispuestos a alargar la mano para conseguirlo obviando las limitaciones y las circunstancias que rodean a su esfuerzo.
Ese es su inconfesable atractivo para nuestra mirada de espectador, una mirada que en mayor o menor medida encierra el destello de ese animal encerrado y desterrado.
Su destino es el de ser siempre castigados.
domingo, agosto 19, 2007
No se qué me gusta más.
La historia que se cuenta o el modo tan interesante en que Scorsese la relata. Siempre dudo. Lo único que tengo claro es que la pareja que forman Robert de Niro y Joe Pesci es una de las más importantes de la historia del cine. Entre ellos estalla siempre la verosimilitud y lo hace de una forma natural pese a los aspavientos y gesticulaciones de uno y otro.
Me gusta mucho verles en esta historia decadente, loca y brutal en la que los defectos de sus protagonistas como seres humanos se bastan y se sobran para llevarles al desastre más absoluto desde las más altas cimas del éxito (siempre que se acepte como prueba de éxito el control de una ciudad como Las Vegas).
Y todo relatado de una forma muy visual, muy cinematográfica. Haciendo un uso acertadísimo de las voice over y de la ambientación musical, del encuadre y del montaje (la escena que describe el sistema de vigilancia del Casino resulta siempre magistral a golpe de raccord).
Una obra maestra.
Las ficciones son los principales agentes transformadores de esa falacia que llamamos realidad y que siempre pertenece a alguien.
Abstrayendo la fisicidad de las cosas (esto es una silla y eso es una puerta), la realidad siempre se agota en sí misma.
No es más que otro punto de vista.
Nuestro reto no es reconocer la realidad (porque siempre tendemos a confundir realidad con deseo) sino hacer reales las ficciones.
Asumir ese antropológico defecto y convertirlo en una no menos antropológica virtud.
Tener un plan y ponerlo en práctica.
No tenemos mucho tiempo.
Nuestros deseos son más longevos, nos sobreviven cuando cristalizan en esa realidad que tanto valoramos.
Enseguida, terminamos muriendo.
Con independencia de su anclaje en la realidad del 11 de Septiembre, "Uniteds 93" ya era un estupendo "thriller" de acción con apariencia de documental.
Paul Greengrass ya mostró entonces el músculo para la acción que ahora exhibe dirigiendo esta última entrega -por el momento- de las andanzas de Bourne.
"El ultimátum de Bourne" es una buena película de acción. Sus 111 minutos pasan a la misma velocidad con la que Bourne va dejando K.O. a los agentes que le van saliendo al paso.
Me gustan los buenos actores y esta película cuenta con un estupendo reparto que ayudan a disimular algunas inconsistencias de la trama con la energía de su presencia y el poder de su palabra.
Nada más.
En cuanto termina, uno se olvida rápidamente de ella como pasa con la mayoría de las sonrisas correctas y amables que nos dirigen cuando hay dinero de por medio.
viernes, agosto 17, 2007
Es... El cerebro de Bush
miércoles, agosto 15, 2007
Aquí posan todos en una foto tomada al día siguiente.
martes, agosto 07, 2007
"Made it, ma. Top of the world", grita Cody Jarrett un segundo antes de inmolarse en un caos de fuego y destrucción.
Inolvidable.
"Al rojo vivo" es una de las mejores películas de "gangsters" de todos los tiempos e incluye - a mi entender- una de las mejores interpretaciones de toda la historia del cine. El Cody Jarrett que James Cagney construye es un prodigio de intensidad y fuerza, pero también de matices que van desde la más extrema crueldad hasta la más tremenda sensibilidad.
Si alguien quiere saber lo que es y significa una extrella cinematográfica que vea esta película y compruebe la capacidad profesional y emocional de Cagney para cargar con toda la película sobre sus espaldas. Atraído por su magnetismo, uno no puede dejar de mirarle, de preguntarse que hará el personaje en el siguiente minuto.
"Al rojo vivo" es una película de extrema violencia que cuenta la historia de un criminal psicópata con una particular fijación edípica en su madre. En ella confluyen la tradición del cine de gangsters de épocas anteriores -y de la que el propio Cagney es un más que acreditado representante- con el inicio del cine policiaco de los 50 y, dentro de él, del cine llamado "de robos" anticipándose a joyas como "La Jungla de asfalto" o "Atraco perfecto".
También hay componentes de cine negro, como la mujer fatal interpretada por Virginia Mayo, y documentales puesto que la película sucede en la calle e incluso hay un cierto tratamiento naturalista en el planteamiento de situaciones y personajes: la presentación de la mujer fatal roncando una siesta o el momento en que la bella Virginia Mayo escupe un chicle al suelo antes de besar a Cagney.
Y todo ello pasado por el talentoso tamiz de su director, el maestro Raoul Walsh. Junto con Ford y Hawks constituye la santisima trinidad del cine clásico americano.
En fin... Toda una obra maestra dirigida por el maestro Raoul Walsh con su habitual pulso brioso.
Leo los diarios de Jean Cocteau editados por la Universidad de Indiana. Es una edición antigua, de 1964, e incluye 16 dibujos del propio autor.
Es un libro muy recomendable, rebosante de fina inteligencia y también de extrema sensibilidad. Ambas son cualidades difíciles de encontrar por sí solas y mucho menos combinadas en una sola y misma persona.
Es mi lectura de diario, para ir y venir del trabajo.
Todos los días, en el paisaje gris del metro, encuentro entre sus páginas alguna joya como ésta:
"Y si me preguntas que es lo que me llevaría de una casa que estuviera ardiendo, tendría que responderte: el fuego."
La capacidad de regenerarse, de volver a empezar continuamente en un infinito -mientras el tiempo quiera- proceso circular de purificación.
No es una mala idea la del nomadismo espiritual... y enseguida recuerdo a Paul Bowles. Su estilizada figura se me aparece tras la de Cocteau en el jardín de los mil y un senderos que se bifurcan.
lunes, agosto 06, 2007
De un buen artículo sobre esta bebida rodeada de arte e historia, extraigo esta frase de Oscar Wilde que resume -a mi entender- bastante bien toda la poética -y tamb ién la retórica- que hay en torno a esta bebida alcohólica:
"Después del primer vaso, uno ve la cosas cómo le gustaría que fuesen. Después del segundo, una ve cosas que no existen. Finalmente uno acaba viendo las cosas tal como son, y eso es lo más horrible que puede ocurrir"
domingo, agosto 05, 2007
En un momento determinado, el taxista trastea con la radio buscando otra onda.
Enseguida, el pasajero le pide que no lo haga, por las comisuras de sus labios se derraman los fantasmas de viejas historias a cuya espalda había estado viviendo desde tiempo inmemorial y que creía perdidas para siempre.
Su sabor es sorprendentemente dulce.
De una forma u otra, no siempre para bien, el espíritu de la serie B sigue presente en el mundo del cine actual y "El guía del esfiladero" es un buen ejemplo de esta permanencia.
Historias sencillas, personajes esquemáticos pero interesantes siempre por su carácter arquetípico y esencial (héroes, villanos, amadas, escuderos, maestros....), narración eficaz... Este relato de un hipotético conflicto entre indígenas norteamericanos y vikingos no pasará sin duda alguna a la historia del cine, pero estoy convencido que "El guía del desfiladero" será una película que muchos acabaremos teniendo en casa y que nos acabará resolviendo el ocio de cualquier par de horas perdidas.
No hay nada más en Pathfinder que la emergencia y lucha de un héroe por reestablecer un orden inicial y arcádico cuya existencia se ve comprometida por la llegada de unos terribles y brutales invasores. La misma historia que, con ligeras o importantes, variaciones venimos escuchando los humanos desde la larga noche de las cavernas.
El mito del héroe y su titánico esfuerzo por mantener un determinado orden de vida ante la injerencia -siempre agresiva- de agentes externos.
"El guía del desfiladero" se deja ver con cierto interés, aunque uno sabe que la voluntad del héroe terminará por prevalecer. En este sentido, resulta previsible, pero esa previsibilidad nos relaja y tranquiliza. No nos produce rechazo, como si cada cierto tiempo necesitáramos reunirnos para escuchar que el bien siempre termina prevaleciendo sobre el mal.
Después de todo, cada uno de nosotros somos el héroe y protagonista de nuestra propia vida.
Necesitamos escuchar y ver, por obra de otros, que nuestros esfuerzos serán recompensados y al final prevaleceremos.