lunes, julio 08, 2013

Persona

Cada vez que la veo estoy más convencido.

Todo lo que se ha escrito sobre "Persona", todo lo que tiene que ver sobre la compleja relación entre vampírica y sádico.masoquista que se establece entre las dos actrices que protagonizan la película no es lo realmente relevante.

Dos aspectos que me parecen esenciales revelan un propósito más general y complejo que engloba todos esos significados tan estimulantes de índole psicológica y psicoanalítica que la película suscita.

Por un lado, el titulo provisional que Bergman puso al borrador del guión de ·Persona". Este nombre es "Cinematografía".

Por otro, las secuencias iniciales y finales que encierran la película como dentro de un paréntesis de sentido. Collages de imágenes en movimiento y fijas curiosamente arrancadas con el arranque de la fuente de luz dentro de una vieja cámara de proyección de cine, contenido que literalmente está en el principio y el fin del tiempo que inaugura la película significando, de manera clara y directa, un encendido y un apagado, la presencia y la ausencia de esa luz que traspasa los fotogramas y los anima.

Teniendo en cuenta todo lo anterior, cada vez tengo más claro que el concepto de "persona" que finalmente titula la película no sólo debe ser aplicado a los personajes que suceden dentro del cine sino al propio hecho del cine en si.

Después de todo el concepto de persona expresa tambien una idea de interfaz. Esa máscara que vestían los actores en el teatro griego y latino era una superficie que congelaba un determinado carácter, una determinada orientación del ser, pero bajo esa expresión congelada subyacía toda una complejidad, una verdadera y caótica espuma cuántica capaz de suscitar cientos de otras variantes de esa misma expresión congelada, convertida en definitivo significado superficial.

Abundando en este sentido es verdaderamente esclarecedora la imagen del niño intentando tocar el rostro borroso de Elisabet la protagonista, convertido en superficie, en pantalla que congela en esa superficie hierática, detenida, el misterio de toda esa variedad fluente de significados que el espectador ha podido ver a lo largo de la película.

Esta es la imagen:


Esta imagen es la clave verdaderamente reveladora de ese discurso esencial de Bergman sobre las posibilidades o imposibilidades de la imagen convertida en interfaz para vehiculizar esa compleja fragmentación que el cineasta sueco intenta mostrar a lo largo de todo el metraje de la película.

De todo modo, "Persona" es una lúcida reflexión sobre la complejidad de eso que llamamos sentido y que, en lo que atañe a los seres humanos, se cifra en el concepto de persona, porque tanto en lo psicológico y lo sociológico el concepto de persona nos permite no sólo entendernos sino ser entendidos.

En términos psicoanalíticos, el ámbito de la persona es el ámbito del yo, esa fina y frágil superficie de sentido que, precisamente por nuestro esfuerzo por entendernos y ser entendidos, entre dos abismos insondables: el de la realidad (super yo, nuestra percepción del entorno) y el inconsciente del ello.

Una superficie tan fina y frágil como lo es el fotograma y la propia pantalla.

"Persona" no es sólo una obra maestra cinematográfica sino un brillante ensayo visual sobre las dificultades y complejidades del sentido, especialmente en lo que tiene que ver con el hecho tan necesario de entendernos y ser entendidos.

Y es dentro de esta propuesta donde, creo, debe entenderse la compleja relación de dramático vaudeville emocional que se establece entre las dos protagonistas.

Preguntado sobre la película, el propio Bergman llegó a afirmar, parafraseando la famosa frase de Flaubert al respecto de su Madame Bovary, que Elisabet Vogler era él. Bergman siempre fue un talentoso y genial pesimista antropológico y a través de "Persona" Bergman no hace otra cosa que transmitirnos de una manera hermosa y genial su pesimismo acerca de la posibilidad de poder comunicarse real y verdaderamente con nosotros, su público.

Obra maestra.



sábado, julio 06, 2013

Las sesiones

Basada en la vida del periodista y poeta Mark O`Brien,"Las sesiones" nos cuenta el proceso que vivió O'Brien, paralizado de cuello para abajo por una tetraplejia, para perder la viriginidad a los 38 años.

Dejando de lado la épica personal de O'Brien que haciendo un chiste fácil demuestra lo que está dispuesto a hacer un hombre por follar y que, pese a la cínica broma que acabas de leer, considero conmovedora, "Las sesiones" es otro más de esos dramas amables, centrados en argumentos sencillos protagonizados por personajes de a pie de calle en que el en su momento llamado cine independiente norteamericano ha devenido.

En todo caso, la película es un buen ejemplo de este tipo de cine.

"Las sesiones" combina el drama con la comedia en la manera precisa y justa, presentando al uno y al otro de una manera sobria, sin excesos. No hay lugar para la carcajada ni para el llanto, sólo para la sonrisa y la lágrima en un entorno narrativo donde el humor y la ironía siempre hacen de policía de lo dramático, circunscribiendo su radio de acción y apareciendo siempre para suministrar al espectador las claves precisas para interpretarlo.

El mecanismo funciona.

En el fondo nadie parece sufrir demasiado, nadie parece tomarse las cosas demasiado a la tremenda. Nada ni nadie se sale de madre y el resultado es una película que se deja ver... Las sonrisas llegan cuando deben, las lágrimas también y el fenomenal trabajo del elenco actoral contribuye en buena medida a ello encarnando y vertebrando algunos personajes más esquemáticos de lo que, una vez vestidos, parecen.

En resumidas cuentas, "Las sesiones" hace de la emoción un efecto especial y lo hace bien. No  decepciona... Otra cosa muy distinta es si el esfuerzo épico por seguir en la vida que O'Brien realizó mereciera la suerte de algo más inolvidable.

Entretenida.


viernes, julio 05, 2013

Game of thrones

Termino de ver la tercera temporada de Game of Thrones y sigo sin entender por qué ese trono de los siete reinos es tan codiciado...

Seguramente debería leerme los libros... pero mis vacaciones ya no son tan largas.

De todos modos, y como debajo de tanta armadura y de tanta espada, funcionan los mismos mecanismos narrativos que sostienen una telenovela sería hipócrita por mi parte decir que esta temporada no resulta entretenida.

Lo es.

El mecanismo funciona a las mil maravillas, incluso adornado con algunos diálogos brillantes, casi shakesperianos, que me hacen dudar y esperar infructuosamente más excelencia en el siguiente plano, pero el resultado sigue sin entusiasmarme.

De hecho ya me he olvidado de este telenovela con espadas.

A ver si llegan los caminantes desde el Norte de una vez, ponen un poco de orden y se llevan por delante a toda esa caterva de pesados que quieren sentarse en un trono horroroso, pero imagino que la historia de Juego de Tronos no es tan buena, que en algún momento alguno de esos estúpidos reyes será el rey verdadero o algo así....

Muy pequeño burgués todo.

jueves, julio 04, 2013

La hierba errante

Siempre me pregunto cuál es la magia que hace al cine de Ozu tan especial, tan único, tan excepcional.

Hace poco leía una entrevista a Tonino Guerra, guionista de genios como Tarkovski o Angelopoulos y uno de los grandes autores del cine europeo sin haber dirigido una sola película, en la que decía que le gustaría decirle a la gente que hay muchas cosas en la vida que no tienen precio, cosas mínimas, milagrosas, que ya casi nadie ve. Y la respuesta a mi pregunta sobre Ozu empieza aqu porque creo que el principal talento del maestro japonés es conseguir que esas cosas pequeñas, que no tienen precio, se muestren.

Todas sus películas son una suerte de invocación, una llamada a esos dioses de las pequeñas cosas que habitan transparentes las existencias de sus personajes... y por extensión de las nuestras.

Las historias de Ozu proponen una superficie lisa y calmada, que destila suavidad y quietud y la magia también radica en esa ilusión de transparencia, de verdad y realidad que el maestro japonés generar; transparencia a través de la cual el espectador cree poder ver esos pequeños dioses de las pequeñas cosas, buenos y malos, actuando sobre los personajes, buenos y malos, devenidos casi a autenticas personas.

El resultado no sólo es un relato sino también una atmósfera que es propicia para la presentación transfigurada de una verdad, una sensación de totalidad proyectada en el tiempo que siempre transcurre implacable e inasequible convertido en un elemento constitutivo de esa realidad pero también en otro personaje más que arrebata o concede.

El cine de Ozu es experiencial, apela a la sensibilidad del espectador y no tanto a su inteligencia presentándose como un misterio que se ofrece en toda su complejidad para ser observado, seguramente interpretado y sólo quizá descifrado... por cierto, como la vida misma.

"La hierba errante" es otra obra maestra más dentro de la filmografía de Ozu.

Dirigida en 1959 es una de sus últimas películas y nos presenta a una compañía teatral visitando, durante su interminable gira, un pequeño pueblo costero. Allí, el primer actor de la compañía esconde una parte de su vida que ha tenido celosamente guardada para el resto de los integrantes de la misma. El descubrimiento de ese secreto significará un antes y después en las relaciones que mantienen los miembros de la compañía.

Dentro de un reparto coral de grandes actores, la magia del cine de Ozu descansa también sobre el talento de los buenos actores, destaca la presencia de la gran Machiko Kyo y de la preciosa Wakao Ayako, por lo visto (y con toda la razón) una de las bellezas del cine japonés de los sesentas del siglo pasado.

A veces, me gustaría vivir dentro de una película de Ozu

Obra maestra.


miércoles, julio 03, 2013

La Jetèe

No me voy a tirar el pisto y decir que conozco la obra de Chris Marker.

Se unas pocas cosas: que su obra se desarrolla dentro del documental, que está marcada por un radical y extremo compromiso político con la izquierda de verdad (no la que sale en las televisiones y parlamentos), que sus inicios están asociados al nombre de Alain Resnais (con quién filmó los primeros documentales en bastantes casos escribiéndolos), que La Jetèe es su única obra de ficción y que se trata de una fantástica obra maestra.

¿Es mucho? ¿Es poco?

Todo es relativo.

En cualquier caso, lo que no es relativo sino absoluto, siempre para mi gusto que para eso soy el que pienso, siento y escribo en este blog, es que "La Jetèe" es un emocionante relato de ciencia ficción lleno de poesía que describe el épico viaje de su protagonista a través de pasado, presente y futuro en busca de una imagen, de un recuerdo de la infancia que el protagonista siente marcado con hierro candente en su memoria y en el que aparece el rostro de una mujer sorprendida ante la muerte de un hombre que se acercaba hasta ella.

Ese recuerdo sucede un día antes de que suceda una Tercera Guerra Mundial y París, como el resto del mundo, sea arrasado por un apocalipsis nuclear que convierte a la tierra en un lugar inhabitable por la radioactividad. Los pocos seres humanos que quedan se ven obligados a sobrevivir ocultándose bajo tierra.

Dado que el presente es una realidad arrasada, los humanos supervivientes deciden utilizar sus conocimientos científicos avanzados para enviar personas al pasado y al futuro en busca de oportunidades y posibilidades de escape. Uno de los hombres elegidos para esos viajes en el tiempo es el protagonista y esa capacidad de viajar le permite conocer y tener un romance con la mujer que habita ese recuerdo tan vívido.

La historia que se nos cuenta en La Jetèe es maravillosa y no es menos especial el modo en que se cuenta: mediante imágenes fijas... porque La Jetèe es un mediometraje y una fotonovela, veintiséis minutos de imágenes fijas, magníficamente fotografiadas en blanco y negro, narradas desde una voz en off aséptica y neutral.

Se cita mucho a Proust con relación a "La Jetèe". Después de todo, el protagonista de "La Jetèe" también va a la busca de ese tiempo perdido, pero aquí terminan toda posibilidad de encuentro porque, mientras para Proust, los recuerdos eran una elaboración a medida del que recordaba (la realidad dejaba de importar), en esta historia el protagonista recuerda el evento exactamente como sucedió y quizás éste aspecto forma parte del discurso poético de "La Jetèe": las cosas sucedieron tal y como las recordamos.

Como un héroe de la mitología griega, como Icaro o Prometeo, el protagonista de "La Jetèe" se atreve a ir mas lejos buscando comprobar si todavía, a falta de presente y con un futuro incierto, hay algo de verdad en el recuerdo.

Maravillosa obra maestra.



martes, julio 02, 2013

Atlantic City

Dirigida en 1980 por Louis Malle, "Atlantic City" es una película que constantemente se mueve entre lo sublime y lo abyecto.

"Atlantic City" nos muestra una ciudad en trance de evolución, de cambio de piel y en este sentido las demoliciones de viejos edificios y las construcciones de nuevos se convierten en parte del paisaje donde suceden las historias de una serie de personajes que habitan los callejones y las puertas de atrás de los casinos.

De carácter eminentemente coral, la película se vertebra en torno a las historias de Lou (Burt Lancaster), un gangster de poca monta que se siente atraído por Sally (Susan Sarandon), su vecina aspirante a croupier.

Ambos representan los dos polos en que se mueve la historia: la melancolía desesperada por un tiempo pasado, no siempre recordado tal y como fue y del que el presente es una decepcionante consecuencia y la desesperación angustiosa por encontrar una posibilidad de escape hacia una vida mejor.

En cualquier caso, la desesperación es un protagonista esencial en "Atlantic City".

La desesperación por no haber existido de manera satisfactoria y la desesperación por intentar existir de la manera que se quiere. Y, en este sentido, Lou y Sally personifican ambo extremos, entre edificios abandonados o demolidos y edificios en nueva construcción como metáforas silenciosas de las desesperaciones que vemos.

Otro protagonista esencial de "Atlantic City" es el dinero convertido en mágico demiurgo capaz de transformar la mentira en verdad y el deseo en realidad, permitiendo que esa desesperación se desvanezca como un mal sueño.

El dinero es el agente desencadenante del drama que sacude las existencias de los personajes que habitan "Atlantic City".

Y es en todo este escenario que he descrito donde la película se mueve, como he comentado al principio de esta reseña, con acierto entre lo abyecto y lo sublime.

La abyección entre dejarse llevar por la pasión y lo sublime de la renuncia a la misma.

"Atlantic City" encuentra un maravilloso punto medio en su sublime final.

Brillante.



lunes, julio 01, 2013

La eternidad y un día

Seguramente no es la primera ni la segunda ni la tercera ni la cuarta vez que escribo sobre "La Eternidad y un día".

Es una película a la que siempre regreso.

Cada cierto tiempo vuelvo a esos últimos días de ese poeta griego, Alexander (Bruno Ganz), quién, aquejado de una enfermedad terminal, lidia con pasado y presente antes de ingresar al hospital del que no saldrá nunca más.

El cine del griego Theo Angelopoulos es un eterno viaje en el que, y recordando el viejo poema de Kavafis, tan importante es el camino como el llegar.

En todas sus películas hay desplazamientos, preguntas que buscan ser respondidas, necesidades que necesitan ser satisfechas y en esos desplazamientos, a través de la evocación y la sutileza, Angelopoulos compone un paisaje resonante, lleno de poesía, que sale al paso del viajero para generar un dialogo constante y transformador.

En "La eternidad y un día" el viaje de Alexander es un trayecto melancólico y complejo que le conduce, a la vez, desde la vida hacia la muerte, desde la ciudad y la montaña hacia el mar y desde al presente hacia el pasado por una Salónica metafóricamente invernal y gris,

Lo más hermoso de la película, precisamente, radica en el modo en que Alexander encuentra en los fantasmas de su pasado la energía para aceptar su destino.

Es emocionante el modo en que Alexander,a lo largo del metraje, se acerca a lo mejor de su memoria sentimental, torturado por lo que no hizo, por lo que debió hacer, y también me quita el aliento la manera en que esos recuerdos, una vez encontrados, le consuelan y arropan junto a ese mar que, como escribió Jorge Manrique, es el morir.

Obra maestra, siempre.


domingo, junio 30, 2013

THE PROWLER

Grandes nombres se congregan en torno a "The Prowler": Joseph Losey en la dirección, Robert Aldrich ayudándo a la dirección, John Huston y Sam Spiegel produciendo a través de Horizon Pictures, dos guionistas perseguidos por el Macartismo como Hugo Butler y Dalton Trumbo en el guión y el genial Van Heflin interpretando con su talento habitual al arribista que protagoniza la película.

Casi nada.

Realizada en 1951 por la Horizon Pictures y con evidente alma de modesta producción de serie B, "The Prowler" fue una de esas películas valientes que le pidieron guerra al macartismo en el mejor momento de este.

Se nota la presencia de Butler y Trumbo tras la máquina de escribir.

"The Prowler" nos cuenta desde los esquemas del cine negro la historia de un arribista que encuentra una oportunidad de encontrar su lugar bajo el sol en la playa confortable del sueño americano e intenta aprovecharla.

Web Garwood (Van Heflin) es un veterano de la guerra mundial que trabaja de policía en un opulento distrito de la ciudad de Los Angeles. La denuncia de un merodeador en torno a la casa de Susan Gilvray (Eveline Keyes) le permitirá conocerla y encontrar en ella varias posibilidades de escape, la material y la sentimental, hacia la vida mejor que anhela y que ya no sabe cómo alcanzar.

Para ello Webb sin el menor escrúpulo hará lo que sea preciso y, precisamente, "The prowler" nos cuenta el modo en que Webb seduce a Susan y elimina todos los obstáculos que están a su alcance para conseguir mujer y fortuna,

A través del personaje de Webb, magníficamente interpretado por ese estupendo actor que fue Van Heflin, "The Prowler" nos ofrece ya una visión provocadora y desencantada del sueño americano en los comienzos de la década de los cincuentas, precisamente en el mejor momento del mismo con el inicio del capitalismo de consumo.

Y no es tanto lo que sucede sino la mirada del propio Webb la que introduce ese factor crítico pareciendo que son los propios guionistas los que hablan a través de la mirada entre amargada y cínica de su personaje, un héroe universitario y héroe de guerra que, por lo civil o por lo penal, también quiere su parte del sueño americano.

“No soy bueno, pero no soy peor que los demás. Trabajas en una tienda, robas, Si eres el jefe, no declaras impuestos, millonario, compras votos, abogado, aceptas sobornos… Yo era policía: Utilicé la pistola.“, dice Webb en un momento determinado y cumbre de la película, enfrentado a las consecuencias de haber ido demasiado lejos en busca de su propio sueño.

No es de extrañar que los apóstoles del macartismo se revolvieran en sus sepulcros blanqueados hasta el punto de que el propio Losey tuviera que exiliarse en Europa, donde desarrolló una extraordinaria carrera siempre en las proximidades del cine comprometido.

Lo que se permite o no se permite y a quién se le permite lo que se permite siempre conduce a un discurso de clase.

Como película "The prowler" se deja ver, aunque a veces me resulta demasiado morosa para tratarse de  una película de cine negro. Sin disgustarme, no está entre mis favoritas, aunque reconozco que vale más por lo que calla que por lo que muestra.

Entretenida.


sábado, junio 29, 2013

AMOUR

He leído algunas de las críticas que se han escrito a propósito de esta última obra de de Michael Haneke y para mi gusto creo que se pone demasiado énfasis en temas que están presentes en la película pero que en absoluto tienen que ver con lo esencial de la misma.

Temas como la vejez o la muerte forman parte del paisaje en donde sucede esta espectacular "Amour", pero en absoluto son, para mi gusto, el sujeto protagonista de la historia.

Lo más importante de "Amour" es el modo en que los personajes se relacionan entre si como consecuencia del evento trágico que supone la entrada de la enfermedad y la posibilidad de la muerte en la vida ordenada y burguesa del matrimonio protagonista.

Lo relevante es lo que el uno pide al otro y lo que mutuamente se dan y, en este sentido, Haneke pone en juego narrativo uno de sus grandes temas, el de la incomunicación, relacionándolo de manera magistral con el concepto de amor que titula la película y que en teoría representan la pareja protagonista en su eternidad y un día juntos.

Una vez se produce la visita de esa vieja dama llamada enfermedad, el coqueto apartamento donde vive la pareja se convierte en un claustrofóbico espacio de lucha en el que tiene lugar la pugna entre dos deseos: el de ella, que implica la desaparición y el de él, que implica la conservación.

De una manera sutil Haneke conjuga a lo largo de "Amour" un doloroso y brutal episodio final de total incomunicación en el que el marido (Jean Louis Trintignant) se obstina en conservar a una esposa (Emmanuelle Riva) que sólo quiere irse.

Y siento que la pregunta Haneke formula tiene que ver con una antítesis esencial: el amor se resume en la abnegación con la que el marido se dedica a cuidar la lenta desaparición de su mujer, manifiestamente en contra de su voluntad mientras ésta puede expresarla, o si por el contrario consiste en convertirse en coadyuvante en la consecución de ese deseo, algo que está manifiestamente en contra de la voluntad de él.

Y no solo en contra de la voluntad del marido sino tambien en contra de muchas más cosas en las que ya no sólo cuentan ellos, encerrados en el pequeño universo de soledad de su apartamento parisino. Aspectos en los que intervienen los demás como la ley y la moral, aspectos que parecen entrar por la puerta cada vez que llega alguna visita inesperada y que colocarían al marido en una posición complicada de ser contradichos.

En este sentido, el concepto de sacrificio tal y como Tarkovski lo emplea en su monumental "Esculpir en el tiempo" me viene a la cabeza de manera causal y necesaria, porque el marido que protagoniza "Amour" sigue el mismo destino imposible y descastado que el marido y padre que protagoniza "Sacrificio", la última obra magna del director ruso.

Se olvidan de sí mismos.

Aman.

Vivimos desgraciadamente en una cultura que todo lo banaliza para poderlo reducir a su valor de cambio en un orden de reproducción basado en el consumo y eso que llamamos "amor" es una de sus principales víctimas.

Tanto Haneke, en esta inconmensurable y preciosa, "Amor" como Tarkovski en toda su obra nos muestran la total y completa seriedad del siginificado y las consecuencias que encierra la palabra "amor" sobre todo para el sujeto egocéntrico y caprichoso que produce la sociedad de consumo.

Nadie más alejado de la posibilidad de sentir amor que ese desdichado sujeto en el que no hay lugar para nada que sea sí mismo.

Así nos va entre tanto objeto fascinante.

"Amour" es una obra maestra.

jueves, junio 27, 2013

LA MARSELLESA

Tras la toma de la Bastilla y la proclamación de la Asamblea Nacional la situación todavía era convulsa. Por todas partes, existían elementos contrarrevolucionarios que conspiraban para devolver la situación al absolutismo anterior y para protegerse el nuevo gobierno constituyente ordena una movilización para garantizar la nueva ley y el nuevo orden.

Uno de los contingentes que arriba a Paris lo hace desde Marsella trayendo consigo una canción que curiosamente fue compuesta por un oficial del ejército del Rhin, al Norte del País..

Ese es el origen de La Marsellesa, el himno de la República Francesa, que da titulo a esta película del maestro Jean Renoir.

"La Marsellesa" es un relato coral que cuenta los primeros momentos de la revolución francesa, desde la toma de la Bastilla hasta la batalla de Valmy en donde los franceses resistieron las acometidas de las tropas prusianas que marchaban dispuestas a restaurar a Luis XVI en su trono parisino.

La película cuenta el acontecimiento histórico desde la perspectiva de los dos colectivos implicados, nobleza y pueblo, moviéndose de los palacios a las calles y de las calles a los palacios. En cualquier caso, y pese a resultarme atractiva e interesante, "La Marsellesa" no se encuentra entre mi ramillete de películas favoritas del maestro Renoir.

Soy más partidario del Renoir de las pequeñas cosas, el más habitual, que de este Renoir de la panorámica y el gran angular.

Se trata de una simple cuestión de gustos. Nada más.

En cualquier caso, y pese a este breve ataque de ego, "La Marsellesa" recuerda con acierto el por qué de la República y en este sentido, por si misma, cumple con acierto el motivo que la originó. A finales de la década de los treintas del siglo pasado, la situación política en Francia era bastante turbulenta, como en casi toda Europa, con una polarización bastante extrema entre fascismos y comunismos.Con "La Marsellesa", el Partido Comunista, con el que Renoir simpatizaba por aquel entonces, no recuerdo si militaba también, buscaba una presencia mediática definitiva que ayudase a cerrar filas en el proletariado francés recordando los orígenes y reivindicando el himno de la república como un monumento a la solidaridad entre los que son iguales.

En este sentido, "La Marsellesa" es un buen ejemplo de cine político y no sólo por recordar el origen de todo sino por presentar en el corazón de ese todo a los seres humanos que lo habitaban, seres humanos dotados de esperanza, solidaridad  y optimismo en el futuro.

Así, y con astucia, Renoir presenta dos ritmos: uno tranquilo y casi triste, como inmovilista, que es el que transpiran los palacios y otro más alegre, chispeante y positivo que es el de las calles. En este efecto subliminal que produce la comparación constante y voluntaria entre esas dos actitudes y esas dos velocidades descansa buena parte del éxito ideológico de la película.

"La Marsellesa" cumple muy bien su propósito.

La convivencia de los dos ritmos genera en el espectador una inevitable sensación de que la vitalidad y el futuro está sólo de una parte.

Por último, y a destacar, la presencia del actor, escenágrofo y director de teatro francés Louis Jouvet en uno de los papeles, el de Raederer presidente de la Asamblea Constituyente.

Interesante.


miércoles, junio 26, 2013

LA ECONOMÍA DEL HIDRÓGENO

Jeremy Rifkin es un tipo interesante.

Si conseguimos continuar sobreviviendo como especie de forma ordenada estoy convencido de que en los siglos posteriores esta época será entendida a través de su obra.

Sociólogo y economista, Rifkin orienta toda su obra a medir el impacto de la ciencia y la tecnología sobre el funcionamiento de nuestras sociedades, siempre desde el punto de vista de la viabilidad y las posibilidades de futuro de la misma.

En este sentido, toda su obra está impregnada de un maravilloso espíritu constructivo, espíritu desde él que aborda algo muy pesimista: el agotamiento de todo un modelo económico y social basado en la energía proporcionada por los derivados del petróleo.

Rifkin es grande porque, en sus libros, uno descubre que hay esperanza y que los mimbres con los que construir el futuro están presentes en el aquí y el ahora.

Un elemento esencial de su visión tiene que ver con el concepto difuso de red aplicado como criterio estructurador del sistema social. Para Rifkin la red es un elemento vertebrador de una nueva manera de entender la organización social, todo un estilo de entender la construcción de lo social que a su vez tiene su propia fuente de energía que es el hidrógeno.

Internet es sólo una parte de un todo mucho más rico y complejo. La red no es sólo una manera de comunicarse sino también una manera de organizarse y relacionarse.

Frente a los modelos pesados, unidireccionales producidos por la sociedad del petróleo, la sociedad de red se revela como un modelo alternativo, ligero, líquido, basado en la multidireccionalidad y en la intercomunicación.

Dentro de este planteamiento, "La economía del hidrógeno" ocupa un lugar central del propósito general de Rifkin de construir una alternativa a esta sociedad que se asota.

"La economía del hidrógeno" desarrolla la idea de esa fuente de energía que debería sustentar la base material del desarrollo y crecimiento de esa sociedad nueva. Junto a "La civilización empática" donde propone ese nuevo modelo de ser (y que también me permito recomendar), proporcionando la base simbólico y emocional compone la parte más core de esa alternativa.

El hidrógeno está presente en todas partes. En todas partes podrá ser generado como fuente de energía por todos, utilizado y el remanente puesto en circulación mediante un sistema de red para que puedan ser utilizado por todos.

El hidrógeno será una fuente de energía limpia y renovable, inagotable, que permitirá la recuperación de las zonas rurales como hábitat y que favorecerá un desarrollo sostenido evitando la contaminación y la acumulación de la población en grandes núcleos urbanos.

El hidrógeno puede mover coches sin producir humos ni contaminar, si acaso está por resolver el tema del almacenamiento, como sucede en casi todas las energías renovables, aunque y en términos comparativos, las soluciones de conservación del hidrógeno en pilas están más que avanzadas. También está el problema del coste, la distancia que separa al prototipo de la alternativa comercializable a gran escala.

No voy a entrar en muchos detalles. Sólo diré para terminar que, a mi entender, la principal virtud de la lectura de la obra de Rifkin, "La economía del hidrógeno" incluída, es la deducción de la esperanza.

Llevo años recomendándolo y seguiré haciéndolo.

Los verdaderos grandes temas están en sus páginas.

martes, junio 25, 2013

THE WALKING DEAD

Una vez superado el primer e inicial shock que supuso la llegada de la plaga y la aparición de caníbales caminantes voraces en descomposición, la tercera temporada de "The Walking Dead" apuesta por una razonable vuelta a la normalidad.

Nada como el ser humano para matar seres humanos.

En este sentido, no ha habido un sólo capítulo de esta magnífica tercera temporada en el que no recordase el titulo de una de las mejores novelas de Edward Bunker, uno de los grandes nombres de la novela negra de la costa Oeste... No hay bestia tan feroz.

Y en esta evolución narrativa de la serie creo ver la huella de Frank Darabont, su creador, muy interesado en mostrar en todo lo que ha escrito y dirigido hasta el momento el conflicto interno que cadas hombre vive entre su lado angélico y su lado demoníaco, entre su lado animal y su lado racional... Desde "Shawshank redemption" hasta "La Niebla" pasando por "La Milla Verde" Darabont se ha encargado de mostrarnos que no hay bestia tan feroz, tanto para lo bueno como para lo malo, como el ser humano.

En este sentido, no me extrañaría que los caminantes acabasen esquivando en su eterno vagar insatisfecho por las carreteras y los bosques los pasos de las dos tribus humanas sobre las que gira la trama de esta tercera temporada, todas y cada una de ellas viviendo el conflicto entre mantener la civilización y evitar la bestialización a la que la situación progresivamente les aboca.

Sobre todo, los caminantes terminarían esquivando a ese gobernador terrible y malvado, un auténtico vector de atracción narrativo que ya está a miles de kilómetros de la linea que separa la cordura de la locura, una suerte de Coronel Kurtz perdido en el corazón de las tinieblas, ese corazón que Conrad se atrevió a describir sin apenas atravesar el umbral.

La tercera temporada de "The Walking Dead" mantiene el nivel sobre todo en una poderosa y terrible primera parte, estos brillantes primeros ocho capítulos suponen un consecuente, magnífico y lógico climax narrativo con respecto a lo ofrecido en las dos temporadas anteriores.

La segunda parte, sin estar mal, claramente baja el nivel, abandonando la estimulante idea del abrazo del caos, la desesperación y la muerte como ciega consecuencia del azar en un mundo hostil, con el Hold on de Tom Waits incluído, por una solución de corte más clásico: el enfrentamiento entre dos grupos, el de la ciudad comandado por el gobernador y el de la prisión encabezado por el policía Rick, por la supremacía en el mismísimo infierno.

Los últimos capítulos suponen un cierto descenso en la calidad, pero no es menos verdad que la serie baja desde muy arriba.

Todavía hay crédito, pero la cuarta temporada será decisiva.


lunes, junio 24, 2013

MARLENE

Dirigido en 1984 por el actor Maximilian Schell, "Marlene" es un magnífico documental que describe un fracaso: la imposibilidad de entrevistar a la diva,  Marlene Dietrich.

Tras su magnífica interpretación en "Vencedores y vencidos" de la mujer de un oficial alemán, película en la que conoció precisamente a Schell, Marlene decidió dejar el mundo del cine.

Desde ese año, 1961, la Dietrich sólo intervino en dos películas: realizó una aparición especial en una aceptable comedia, "Encuentro en Paris" (1964), y catorce años más tarde, en 1978, intervino en la imposible "Gigoló"...

Nada más.

Marlene continuó su carrera en el show business, pero,y conforme envejecía fue alejándose de todo hasta acabar recluida en su apartamento de Paris, en la Rue Montaigne, y hasta allí llegó Maximilian Schell con la intención de romper el aislamiento de la diva.

Schell contaba con alguna ventaja. No sólo la había conocido personalmente durante el rodaje de "Vencedores y vencidos", la propia Dietrich confiesa durante el documental un cierto enganche con Schell, sino que el actor formaba parte de una familia de actores que la Dietrich conocía, de hecho la diva le compara en varias ocasiones con su madre (Margarete Schell) y no siempre para bien.

A partir de ahí, "Marlene" es la crónica precisamente de la imposibilidad de alcanzar el propósito de entrevistar a la diva.

De hecho, una de las primeras cosas que el documental presenta al espectador es la negativa de la Dietrich a ser filmada, una negativa a última hora, inmotivada (porque ya he sido fotografiada lo suficiente) y extraña por tratarse de un documental la razón de ser del encuentro; la negativa obliga a Schell a generar imágenes que documenten la voz grabada de la actriz... Y Schell lo hace con talento. En este sentido, el documental está muy bien, tan bien que quizá Wim Wenders haya encontrado alguna inspiración en alguna de las soluciones de Schell para sus propios (y magníficos) documentales.

En cualquier caso el documental consigue su propósito de manera indirecta.

A través de una Dietrich siempre caprichosa en sus afirmaciones y casi siempre hostil hacia Schell, e incluso hacia su propio pasado, se trasparenta el retrato de ese ser solitario, terrible y manipulador; un ser que recuerda mucho al que su propia hija, Maria Riva, describe en una polémica biografía ya olvidada.

Con el ímprobo esfuerzo de Schell, Marlene pasea con desapego y desinterés por algunos momentos de su pasado.

El viaje es fragmentario,seguramente por la actitud obstruccionista de la propia Dietrich; una actitud que resulta evidente y transparenta la existencia de un ser terrible que, tal y como su hija la describía, está a diez mil kilómetros de la luz y del amor.

A la luz de Dietrich nada ni nadie de su pasado parece tener la menor importancia, la menor fuerza, el menor atractivo como para ser recordado con un mínimo cariño. Las menciones a Jean Gabin, su supuesto gran amor, son escasas, casi frías descripciones taxonómicas que sobrecogen por la crueldad que transparentan.

Da un poco de miedo la Dietrich, sobre todo si uno en un momento dado no pudiera evitar amarla como quizá le sucediera a Josef von Sternberg, su mentor en Hollywood.

Marlene tiene todo el aspecto de ser capaz de hacer mucho daño.

Al final, el fracaso no es tal... Intentando esconderse, Marlene rebela muchas cosas de sí misma y muy pocas de ellas buenas.

Fascinante.




WERT..GÜENZA

Respecto a la ley Wert, estoy de acuerdo en que hay que exigir unos determinados niveles de excelencia a las personas con un bajo nivel de renta, pero no sólo a ellos. Habría que exigirselos a todos.
En este sentido también se debería exigir a los que tienen un alto nivel de renta unas determinadas condiciones de acceso a la universidad pública ya que existe la opción de la universidad privada y pueden pagársela... Por ejemplo una nota media determinada para los que estén por encima de un determinado nivel de renta de modo que, si no alcanzan ese nivel, se vayan el tirar el dinero a la privada. Entre otras cosas porque el precio de la matricula también está subvencionado para ellos.
Es en esta diferencia donde reside el asqueroso clasismo de la Ley Wert.
Las restricciones siempre son para los mismos y los que ponen esas barreras no se las aplican a ellos mismos
Así, no hay problema si un gilipuertas de clase alta está diez años para aprobar medicina en una universidad pública. Nadie le exige nada, ningún nivel de excelencia si puede pagárselo... pero lo que puede pagarse es el 20% del total del coste de los estudios por lo que puede darse el caso de que el padre del hijo que no puede acceder a la universidad pública por no poder pagar ese 20% y no cumplir los requisitoso le estém pagando al hijo del que sí puede pagar ese 20% el resto de la matrícula durante diez años.
Las exigencias son para los pobres y se centran sobre un precio que no es el precio real.
Ellos una vez más juegan con cartas marcadas, sacan ventajas desde el interés y el desdén y no entender ésto es como mínimo ser un poco capullo.

EL HOMBRE DE ACERO

Es curioso.

"El Hombre de acero" es una película que deja de interesarme conforme avanza.

Tras un nuevo y bastante loco Krypton, que resulta entretenido sólo por el alarde visual que supone la recreación de la vida en el planeta original del superhéroe, aparece lo que es, para mi gusto, la parte mejor de la película: la forja de la conciencia de héroe en el hijo de los Kent.

En este sentido, recurriendo al flashback, la película se las arregla para contar la misma historia de una manera no previsible y, lo que es más importante, consigue ser emocional cuando se lo propone. En esta parte, la del conflicto y la identidad en el superhéroe, radica lo más atractivo de una película que consigue emocionarme con alguna de sus mentiras verdaderas con el mismo arte con que lo haría un experto timador.

Me gusta mucho la presencia del Jonathan Kent que interpreta Kevin Costner, en su novedosa muerte radica uno de los picos emocionales de la película, y me gusta mucho más la Martha Kent que interpreta Diane Lane con su habitual encanto mágico de siempre...

Habría mucho que decir de Diane Lane... Si lo de Sugar Man es un escándalo, no es menor asombro el poco partido que el cine ha sacado de esta estupenda actriz a quién, desde su maravillosa aparición en "Rumble Fish", allá en los ochentas del pasado siglo, estos ojos que la contemplan no han dejado de encontrar preciosa.. pero esa es otra historia.

Centrémonos.

Nos habíamos quedado con el héroe viviendo el conflicto de su propia condición, dudando si salir o no del armario de los superhéroes, rodeado de actores estupendos como Russell Crowe, Kevin Costner o Diane Lane para insuflar emocionalidad a sus estereotipados papeles, pero luego todo se complica.

Llegan los malos, el ruido, la furia y el relato se desviste de toda su tramposa pero eficaz emocionalidad para mostrarnos su verdadera realidad de frío espectáculo de efectos especiales a granel, una enloquecida montaña rusa en la que uno termina mareado con tanta explosión y cuyo exceso lleva a "El Hombre de Acero" a pisar la peligrosa línea que separa lo serio de lo ridículo. En algún momento, creí ver al Coyote y al Correcaminos entre tanta caída, golpetazo, explosión, pero quizá sólo fueron imaginaciones mías.

En cualquier caso, y pese a sus excesos (que son también su principal defecto), "El Hombre de acero" es un buen producto del cine como entretenimiento, un producto que consigue deslumbrar al espectador con sus luces largas mientras éste cruza despreocupado la carretera  y se lo lleva por delante antes de que le de tiempo a pensar qué diablos está haciendo ahí.

Y luego está esa partitura coral y sinfónica que más de una tarde de lectura me va a arreglar.

Entretenida mientras no empiecen a pelearse esos broncas de Krypton.



domingo, junio 23, 2013

LE DIABLE PROBABLEMENT

Hay un momento determinado en "El diablo probablemente" en que uno de los personajes protagonistas exclama que "ya es demasiado tarde para hacer la revolución".

Esta frase resume de manera perfecta el tono que tiene esta penúltima película del maestro francés Robert Bresson. "El diablo probablemente" es una película melancólica y nihilista sobre la falta de sentido y el efecto que esta carencia tiene sobre sus protagonistas, todos ellos jóvenes parisinos de diferentes y variados posicionamientos ideológicos y sociales.

Llama la atención que esa película filmada en 1977 por un entonces octogenario Bresson tenga este tono tan negativo, un tono que contrasta con buena parte de su cine que hunde sus raíces en el humanismo cristiano y que suele presentar a personajes en el trance de encontrarse y de encontrar un camino de salvación.

El joven Charles, en torno al que se centra buena parte de la película, no tiene la misma suerte que el carterista de Pickpocket o el resistente contra la ocupàción nazi de "Un condenado a muerte se ha escapado".

Es todo lo contrario.

No es que no pueda escapar sino que tampoco parecen existir posibilidades de escape siendo demasiado tarde para todo lo que no sea adaptarse.

En este película preclara, y no demasiado bien entendida -pos lo visto- en su momento, el viejo Bresson vehiculiza su decepción con una nueva sociedad, la de consumo, que en su opinión no ofrece real y verdadera felicidad a los jóvenes (como metáfora de calidad de todos los seres humanos desde el punto de vista de la posibilidad de futuro) que, socializados en ella, casi desesperadamente intentan buscar un sentido que no existe en el amor, la amistad, la religión, la revolución.

Como comento para el viejo Bresson ya no hay esperanza ni posibilidad de escape... Ya es demasiado tarde. Y por ello pone en marcha ante los ojos del espectador la historia de Charles.

Lo que Bresson nos cuenta son los últimos días de Charles y los acontecimientos que le llevan a aparecer muerto en un cementerio de Paris, que es la primera información relevante que el espectador recibe en "El diablo probablemente".

El maestro francés convierte a Charles en un personaje especial, un ser con cualidades que le distinguen del resto, alguien inteligente y preclaro, que suscita la admiración, la amistad y el amor entre sus compañeros y que quizá en otro estilo de vida y orden de cosas hubiera sido capaz de llegar muy lejos, pero que sin embargo se encuentra perdido en un laberinto de tristeza y confusión motivado por lo que escucha y ve.

En este sentido, el Charles de un Bresson siempre fiel a sus creencias firmes cristianas recuerda en su apariencia, maneras y formas a una especie de Jesucristo, una suerte de profeta carismático que, al contacto con el mundo del consumo, el dinero y el deseo, no puede procesar de manera positiva el melancólico extravío que siente a su alrededor.

Sólo puede manifestar un desapego y falta de interés que le lleva a desear desaparecer físicamente de un mundo que ya le da por desaparecido, que le tiene preparado una serie de roles que desempeñar, una serie de tareas que realizar y, lo que es más importante, una serie de deseos que sentir.

Y lo peor es que esa clarividencia de Charles le lleva a no intuir ninguna posibilidad de escape, ninguna salida que no sea ese deseo de morir que va creciendo en él conforme se van desarrollando las circunstancias de los últimos días de su vida.

No es que la sociedad desaproveche a alguien como Charles, es que lo termina matando en un mundo en el que, al entender cristiano de Bresson, la luz de Dios ha dejado de estar presente en esta sociedad siendo la luz negra del diablo la que probablemente esté manejando los hilos de un mundo cruel carente de autocrítica, de masas.

Asi de negra es la visión de Bresson.

Obra maestra.

sábado, junio 22, 2013

BEING THERE

Siempre es un placer volver a ver "Being There".

Dirigida en 1979 por Hal Ashby, un cineasta a recuperar, "Being there" cuenta la historia de un jardinero de pocas luces, quizá disminuido psíquico, que por azares del destino termina siendo consejero del presidente de los Estados Unidos y heredando un imperio económico.

La película está basada en la novela "Desde el jardín" escrita por Jerzy Kozinski, autor norteamericano de origen polaco también a recuperar.

Muy en la línea satírica de historias como las de Kurt Vonnegut, otro novelista a recuperar, "Being there" (que aquí se llamó "Bienvenido Mr. Chance") es un cuento alegórico sobre la dominación y lo simbólico.

Cuando se escribe sobre esta película se escribe mucho sobre la televisión que es una presencia constante a lo largo de todo el metraje, pero nunca me ha parecido que sea lo más relevante dentro de la historia.

"Being There" sigue sin parecerme una sátira sobre la televisión y lo que significa en sí misma sino sobre la sociedad que ha generado a la televisión como una de las cadenas esenciales que utiliza para ejercer su imperceptible pero férrea dominación.

La caja tonta es la única ventana que tiene Chance, el protagonista, para asomarse al mundo.

Nada más. Lo relevante a mi entender de la historia son las personas que conocen a Chance y el modo en que éstos interpretan las elementales nociones de jardinería con que Chance responde a sus preguntas.

No hay animo metafórico en Chance.

Simplemente habla de lo que conoce, Chance no recurre a la televisión sino a la jardinería para explicar y explicarse, pero son el magnate Rand, su mujer y el presidente de los Estados Unidos los que ven en sus palabras, convertidas en una suerte de grado cero barthesiano de la expresión sentidos que en realidad están en ellos mismos.

Así, Chance, sin quererlo, deviene en espejo que objetiva subjetividades que le interrogan, pero que sobre todo se interrogan a sí mismas en busca de un sentido.

Chance es aceptado y promovido porque todos se reafirman en sus maneras de pensar y ser a través de él, convertido en una especie de interpretante revelador de un sentido que ya estaba ahí.

Como escribo, Chance tiene la virtud de convertirse en un espejo donde todos los que se asoman encuentran lo que en el fondo desean buscar y convertirse en espejo, tal y como expresa tan brillantemente Baudrillard en su ensayo "De la seducción": la seducción como pura apariencia que se impone a la verdad anulándola.

En este sentido, Chance es la seducción pura: algo vacío, insoluble, arbitrario, fortuito, en donde el seducido se encuentra a sí mismo:

"La persona seducida encuentra en la otra lo que la seduce, el único objeto de su fascinación, a saber su propio ser lleno de encanto y seducción, la imagen amable de sí mismo (va más allá de la idea
narcisista de la seducción). Seducir es morir como realidad y producirse como ilusión"
(De la seducción, Jean Baudrillard, pp 69)

Y Chance es ese espejo donde el otro encuentra esa imagen adorada de sí mismo y ese es además el irresistible poder que le lleva a dominar emocionalmente a todos los que se encuentran a su alrededor demostrando que la seducción es más fuerte que el poder que representan el magnate Rand y el presidente de los Estados Unidos.

La seducción que Chance representa no es otra cosa que la puesta por obra del dominio de lo simbólico sobre lo real, aspecto de gran importancia en estos tiempos donde tanto burro nos quiere hacer creer que es lo real lo que tiene la última palabra.

En este sentido y para terminar, Chance representa metafóricamente la dominación que la sociedad de consumo ejerce sobre todos y cada uno de nosotros y no hay mejor manera que escenificar esa dominación mostrando el modo absoluto y total con que Chance toma el control de las vidas de esa élite del poder que representan el magnate y el político.

Imprescindible obra maestra.


viernes, junio 21, 2013

SEARCHING FOR SUGAR MAN

Me pregunto si este fascinante Rodríguez, este Sugar Man que es buscado desesperadamente en el documental, quería ser realmente encontrado.

Y digo ésto porque lo que más me interesa de "Searching for Sugar Man" es el aparente distanciamiento con el que Rodriguez vive el hecho de ser resucitado de entre los muertos.

No habla demasiado Rodríguez en un documental más interesado en tratarle como un objeto a encontrar que como un sujeto dueño de un pensamiento y de una palabra. Pero no pasa nada. Sugar Man sabe bien cuál es su papel y se limita a interpretarlo con desgana y desapego, como quien soporta una presencia molesta con el máximo de educación que le permite la situación.

No habla demasiado y tengo la impresión de que Sugar Man tiene sus propias ideas al respecto, unas ideas que intuyo interesantes y afiladas contra el mundo que le vomitó treinta años atrás y que ahora de repente quiere recuperarle para colocarle en el aparador donde antes no quiso situarle y luego volver a vomitarle... porque estoy seguro de que nadie se acordará de Rodriguez dentro de un año.

Y tengo también la impresión de que lo más interesante es lo que Rodriguez calla mientras, por las abandonadas y arruinadas calles de Detroit, se deja filmar sin demasiado interés por los autores del documental, autores que no parecen tampoco demasiado interesados en la verdad de su historia.

Estoy convencido de que, si el artista se tomase en serio ese interés que todos parecen sentir por él y hiciese uso de su turno de palabra, no sería un documental ni tan emocionante ni tan bonito, pero Rodriguez sigue siendo un genio y sabe que no merece la pena, que cualquier esfuerzo por producir un poco de verdad resulta a estas alturas de su vida innecesario cuando no estúpido.

Es mejor esa mentira tan auténtica, esa historia de amor casi en technicolor y con encuentro final de un público con su artista mientras, y como parte del espectáculo, el espectador se pregunta con asombro cómo diablos ha sucedido éso, cómo es posible que un músico tan poderoso haya pasado desapercibido durante tanto tiempo cuando, y para saberlo, sólo habría que preguntárselo al interesado en una entrevista de diez minutos ante la cámara... pero nadie hace las preguntas pertinentes, preguntas que generarían unas respuestas en la que todo tendría un verdadero, real e incómodo sentido.

Desaparecerían los encendidos colores del technicolor y aparecería el duro blanco y negro sin concesiones del blues

¿Cuánto dinero se dedicó a la promoción del disco? ¿Se empleó una cantidad por encima o por debajo de la media? ¿Cuál fue la actitud de los ejecutivos de las discográficas ante la promoción de un cantante mejicano con evidente aspecto indígena en los Estados Unidos de finales de los sesentas?

No tenemos respuestas a preguntas como esas... o peores a lo largo del documental.

Tampoco tenemos demasiadas preguntas, preguntas de esas, de las buenas y mucho menos se formulan esas preguntas al protagonista. Priman más los discursos hipócritas de los ejecutivos de las discográficas que desvergonzadamente se encojen de hombros o fingen no entender nada que la palabra de la víctima, el propio Rodríguez, reducido casi a un objeto perdido que el público termina por encontrar, que sabe mejor que nadie lo que sucedió.

A final de la década de los años 60, un misterioso músico casi vagabundo fue descubierto en un bar de Detroit por dos productores que quedaron prendados de sus melodías conmovedoras y de sus letras proféticas. El cantante grabó dos discos pero el éxito nunca le acompañó. Azarosamente, uno de los discos encontró entre los blancos sudafricanos opositores al apartheid su lugar en el mundo convirtiendo a este músico llamado Rodríguez en toda una estrella, un auténtico fenómeno que sustentó con su música la lucha por la libertad en el África Austral.

El documental nos cuenta el largo camino en el que sus fans, desde el interés por su misterioso idolo, se empeñaron en saber hasta finalmente encontrarle

"Searching for Sugar Man" es un fascinante documental que vale más por lo que calla que por lo que cuenta.

"Searching for Sugar Man" publica con brillantez la leyenda.

Imprescindible.

jueves, junio 20, 2013

"Entonces, hace unos 10.000 años, en diferentes partes del mundo, el trabajo humano empezó a incluir el cultivo y la domesticación de animales. Pero la organización del trabajo aún no implicaba que un grupo social ganduleara inactivo mientras todos los demás trabajaban. Aún existía una cierta igualdad entre todos los hombres y mujeres, con una redistribución de la comida, el refugio y la ropa de acuerdo con las necesidades de la gente, una situación que se mantuvo en muchas partes del mundo hasta las conquistas coloniales del siglo XIX.
En esas sociedades no encontramos ningún rastro del "egoísmo", la "avaricia" y la "competitividad" de la "naturaleza humana" que damos por hecho bajo el capitalismo. Así, un observador del siglo XVIII de los cultivadores iroqueses explicó: Si una cabaña de iroqueses hambrientos encuentra a otra con las provisiones no totalmente exhaustas, los últimos comparten con los recién llegados lo poco que les queda sin esperar a que se lo pidan, aunque así se estén exponiendo ellos mismos a los mismos riesgos de morir que aquellos a quienes ayudan.
Sobre otro grupo, los Montagnais, un jesuita escribió: La ambición y la avaricia no existen en los grandes bosques (...) se contentan con el mero hecho de vivir, ninguno de ellos se ha vendido al diablo para conseguir riqueza.
Y un estudio clásico de los ganaderos Nuer de África del Este informaba que "En general podemos decir que nadie muere de hambre en un poblado Nuer a no ser que todos se estén muriendo de hambre"."
(La locura del mercado, Chris Harman)

martes, junio 18, 2013

DOS CONCEPTOS DE LIBERTAD

Nacido en Letonia, Isaiah Berlin es uno de los grandes teóricos del pensamiento liberal del siglo XX y uno de los intelectuales más relevantes de la época.

Profesor de teoría política y social en Oxford, su obra es fundamentalmente dispersa y se compone de artículos, disertaciones, conferencias en los que analiza el tempestuoso siglo XX desde el punto de vista de la historia de las ideas y la ciencia política.

Su texto más relevante es "Dos conceptos de libertad", el contenido de una clase inaugural en la que Berlin proporciona dos conceptos clave mediante los cuales entender el pasado, el presente y futuro de nuestra sociedad desde la perspectiva liberal.

No es mi fuerte la teoría política, pero lo que Berlin hace en "Dos conceptos de libertad" es identificar dos modos de entender la organización de los individuos dentro de la sociedad.

Por un lado está la libertad positiva que hasta cierto punto es una libertad estratégica, basada en la existencia de un valor absoluto cuya realización implica la movilización de todo el colectivo, la organización del mismo y la cesión de libertades individuales para la generación de una unidad de destino.

La libertad positiva implica la generación de un ordenamiento, de una serie de leyes que organizan y regulan la vida de ese colectivo dirigido a la realización de un valor absoluto y, lo que es más importante, implica siempre un mayor o menor grado de coacción de la otra libertad, la negativa.

La libertad positiva presupone la existencia de la razón en el sentido caartesiano, de una razón que puede llegar al sentido último de las cosas y definir de manera objetiva qué es lo esencialmente bueno y justo y ante ésto no hay argumento que pueda oponerse, En torno a la libertad positiva se organizan los grandes relatos, la sociedad sin clases, la modernidad y el progreso, que dieron sustento y sentido a naciones y colectivos.

Frente a la libertad positiva que implica siempre una realización al mas alto nivel, el control del propio destino, Berlin opone un concepto de libertad más modesto, más táctico: el concepto de libertad negativa.

La libertad negativa es menos compleja, simplemente supone la ausencia total de coacción externa para que el individuo realice lo que considera debe hacer.

La libertad negativa presupone la existencia de tantos valores absolutos como individuos y niega la posibilidad de existencia de un valor absoluto que esté por encima de los otros valores y que, por tanto, obligue a todos a reconocer su verdad y generar un modo de libertad positiva que implique priorización y coacción.

Para Berlin, y como liberal que es, la libertad positiva encarna toda la capacidad coercitiva que puede tener una organización política y, de hecho, está en la base de ese contrato social rousoniano por el que se crea un estado: los individuos deciden ceder una parte de sus derechos y libertades como individuos para la consecución de un todo conjunto que, por un lado, les limita, pero, por otro, les permite llegar más lejos.

Este concepto de libertad permite la coacción por el propio bien del coaccionado, coacción en nombre de esa verdad última que se considera buena para todos los hombres

La libertad negativa obedece más al concepto de libertad expresado por los teóricos liberales, es decir, la libertad que se ejerce sin injerencias de ninguna autoridad con el suficiente poder como para impedirla.

En la libertad negativa no hay coacción más que el propio autocontrol del individuo a la hora de tomar decisiones de lo que es justo y bueno, e incluye la presunción contraria a la presunción sobre la que se funda: que nadie se equivoca al desear lo que es bueno y justo para él mismo.

Esta categorización de Berlin suministra una nueva munición al pensamiento político liberal de la segunda mitad del siglo XX en su polémica frente a las modalidades de pensamiento que defienden la existencia de un intervencionismo estatal sobre la sociedad, desde el keynesianismo hasta las visiones de los países socialistas.

Asimismo, la libertad negativa proporciona sostén ideológico a todos los planteamientos ideológicos que hermanaron el cortoplacismo político de Clinton o Blair con la sociedad de consumo trasladando la metáfora del mercado, en donde cada persecución individual del bien propio es positiva y redunda en el bien común, al mundo del consumo.

De polvos como aquellos vienen los lodos en los que actualmente estamos enfangados.

sábado, junio 15, 2013

LEONERA

El melodrama carcelario es un subgénero mestizo e  interesante.

En él confluyen aspectos propios del cine negro, especialmente todos esos matices grises que liman las aristas de los discursos afilados y maniqueos sobre el bien y el mal (nadie es completamente inocente ni completamente culpable), con aspectos del melodrama, que casi siempre tienen que ver con el proceso de superación/transformación que vive el personaje protagonista como consecuencia de una dificultad que interrumpe el transcurrir normal de su vida.

Dentro de este subgénero, la cárcel actúa de interpretante, de lugar de transformación y traducción, espacio que pone a prueba la calidad de héroe o anti-héroe del protagonista ofreciéndole la posibilidad de la redención en un entorno opresivo y animalmente exigente donde aquella parece más imposible que nunca.

En todo éste sentido, "Leonera" es una magnífica muestra de melodrama carcelario, pero también, y con independencia de los corsés de los géneros y subgéneros, una magnífica película, una de las mejores del cine argentino reciente, siempre desde mi conocimiento y para mi gusto.

Además, Leonera está protagonizada por una mujer, Julia, brillantemente interpretado por Martina Gusmán, personaje que una mañana despierta a un crimen, el de su novio, del que la justicia termina por hacerla máxima responsable.

Embarazada de la pareja muerta, Martina deberá adaptarse a la difícil vida carcelaria de las prisiones argentinas, una vida que el director, Pablo Trapero, ha querido mostrar rodando en prisiones reales del sistema penitenciario argentino.

Y como en todo melodrama carcelario que se precie, el espectador asiste a la forja de un carácter, proceso del que será un aspecto esencial el nacimiento de su hijo dentro del sistema penitenciario..

En las cuatro paredes de la prisión, la protagonista encontrará un metafórico interlocutor que con sus continuas y constantes pruebas la ayudará a entenderse de una manera distinta, seguramente más auténtica y real (aunque con el material humano nunca se sabe qué es lo real).

En cualquier caso, hay millones de años luz entre la Julia del principio, que se intuye consentidora y débil, aspecto que seguramente es su principal contribución al crimen por el cual sufre condena, al fuerte carácter de la Junlia del final capaz de arriesgarlo todo en un maravilloso final en el que la cámara decide dejar de seguirla y se vuelve para atrás, como si ella hubiese entrado a un territorio donde hay que ganarse el derecho a poder pisarlo y seguirla. el terreno de la verdadera libertad.

Extraordinaria.




lunes, junio 10, 2013

RESAC3N

Tuvo gracia la primera, un poco la segunda y ésta la tercera y última parte... ninguna.

Más que nunca esta tercera parte de Resacón en Las Vegas es un exploit desvergonzado de la primera película, buscando vampirizar al máximo, hasta el agotamiento las virtudes de la primera.

En este sentido personajes y situaciones se repiten hasta... exacto, el agotamiento de una fórmula en donde, en la mejor línea de los productos que tienen segundas y terceras partes, se busca hacer los cambios suficientes como para que, alguien con menos vergüenza de la habitual, pueda decir que no es la misma historia.

Minimos cambios que esencialmente justifiquen la posibilidad de un nuevo producto para que, sin que el público se sienta engañado, pueda explotar al máximo las posibles virtudes de una fórmula que en algún momento contó con el favor del espectador.

No hay mucho más que decir.

Por eso las segundas partes nunca son buenas, porque en realidad no existen como ente independiente, porque en realidad son imposturas, productos farsantes que fingen tener una identidad propia, productos que, apelando a un pasado mejor, buscan el momento de debilidad para ser comprados... androides que ni siquiera tienen la elegancia de soñar con ovejas eléctricas.

Y supongo que estaba allí porque soy carne de cine...

Hubo un momento en que desconecté y me pregunté qué diablos hacía allí, en aquel cine, viendo una sucesión de reflejos de otros reflejos que a su vez reflejaron otros reflejos, imágenes que se encontraban a millones de kilómetros de siquiera el menor atisbo de verdad.



En definitiva, Resac3n es un subproducto para sub... perdón, para un público poco exigente y despistado, un público que espero tenga mejor criterio a la hora de elegir cosas más importantes.

Se me ocurren mejores formas de perder el tiempo... y encima no es una peli corta...

domingo, junio 09, 2013

FANTASMAS EN ROMA

Dirigida en 1961 por el italiano Antonio Pietrangeli, "Fantasmas en Roma" es una de esas películas que no consiguen gustarme pero que me encantaría que lo hiciera.

También, y para mi gusto, es un claro ejemplo de buena idea desgraciadamente estropeada en su desarrollo.

La historía que nos cuenta es la de un viejo príncipe, magnificamente interpretado por el dramaturgo, director y actor Eduardo dei Filippo, que vive en su destartalado palacio romano rodeado literalmente por los fantasmas de alguno de sus antepasados.

En paralelo, y ante la mirada del espectador, el mundo real y el mundo fantasmal desarrollan sus propias dinámicas con algún momento de interconexión... Conocemos la historia de cada uno de los fantasmas: un fraile glotón, un casanova de tres al cuarto.... y también la historia del propio principe, la historia de una decadencia viv ida con sentido del humor y sin dramáticas trascendencias.

Porque fundamentalmente "Fantasmas en Roma" se mueve dentro de los esquemas convencionales de una narración que contrapone el pasado que se pierde con el presente que llega, con una inclinación bastante clara en favor del pasado y presentando el presente como un mundo descarnado donde prima el dinero y el valor económico.

Desgraciadamente, y aun con algún hallazgo reseñable, "Fantasmas en Roma" resulta una película demasiado espesa, demasiado marmórea, excesivamente fría, como mirada desde muy lejos, lo que hace que cualquier encanto posible se diluya en un espectáculo lánguido, sin pulso y  meramente teatral... en el peor sentido de la palabra, que linda peligrosamente con el cartón piedra del aburrimiento en varios momentos..

Le falta chispa y encanto a "Fantasmas en Roma"... y lo peor es que siempre he tenido la impresión, y sigo teniéndola de que hay material para hacer algo mejor.

Y uno de esos encantos es la presencia de Marcelo Mastroianni y Vittorio Gassmann, juntos y en la misma película.

No quiero pensar lo que habría hecho el maestro Fellini con semejante material.

Una pena... una vez más.




sábado, junio 08, 2013

LOOKING FOR ERIC

Llevo ya unos cuantos años escribiendo este blog.

Y unas de las principales consecuencias de las acumulación de tiempo es que se incrementa la probabilidad de la repetición.

En este sentido, estoy seguro de que hablo de películas de las que ya hablé en su momento y este es el caso de "Looking for Eric".

No quiero leer lo que escribí hace cuatro o cinco años.

Lo que tengo claro ahora es que "Looking for Eric" es la historia de un obrero, aficionado al futbol y al Manchester United, que recupera la autoestima y encuentra equilibrio en su existencia merced al mismo fútbol, en concreto, por obra y gracia de las apariciones entre fantasmales e imaginaria de Eric Cantona, fantástico jugador e historia viva del Manchester United.

Y esta relación entre fútbol y política... de izquierdas es difícil de entender en España, donde históricamente ha predominado precisamente lo contrario: la asociación entre el fútbol y la política de derechas, pero, y dejando aparte la famosa frase de Marx que convertía el fútbol en el opio del pueblo, ésto no es así en el resto de países del mundo.

Porque si hay un deporte asociado a la clase obrera, este deporte es el fútbol.

El fútbol es una consecuencia cultural de un dominio político, el del Imperio Británico a finales del siglo XIX y principios del XX.

Es en Inglaterra donde en las décadas de 1880's y 1890's el futbol cuaja como deporte, siendo adoptado por los obtreros ingleses como vía de escape, lo de opio del pueblo no va desencaminado por supuesto, y, lo que no es menos importante como elemento en torno al cual construir una identidad.

En el futbol los obreros británicos encuentran ese vehículo en torno al cual generar todo un espacio simbólico de significados colectivos. En este sentido, el fútbol era la lucha de una fábrica contra otra dentro de la misma localidad o región:  los partidarios del “Sheffield United” y los del“Sheffield Wednesday”o “Notts County” y del “Notts Forest”.

Y a ese diferencia se unían, para añadir más complejidad, la división religiosa y nacional. Los supporters del Liverpool o del Celtic no sólo se diferenciaban de los aficionados deñ Everton o del Rangers por pertenecer a diferentes fábricas o zonas de la ciudad; también se diferenciaban por ser católicos o protestaantes, ingleses o irlandeses o escoceses.

En definitiva el futbol encarnaba toda la complejidad social, etnica y religiosa de las Islas Británicas proporcionando una valvula de escape, una via de expresión de lo normalmente innombrable. Y en este sentido el futbol contribuyó a mantener una paz social que permitió a Inglaterra extender su poder político y económico por todo el mundo... y con ella, el futbol, que casi siempre llegaba de la mano de inmigrantes, profesionales o estudiantes británicos a cualquier lugar del mundo.

Y es aquí donde retomo la película de Loach, que nos presenta a Eric, un atribulado y frustrado cartero, con el rumbo perdido y la autoestima herida, en su pequeño mundo de clase baja, con su familia desestructurada y sus hijastros al borde de la delincuencia.

Lo único bueno que Eric tiene en su vida es el futbol.

El deporte rey es lo único que es capaz de sacar lo mejor de Eric y precisamente será a través de la imagen soñada del futbolista Eric Cantona como el protagonista irá encontrando el camino de la salvación hacia el sentido y la autoestima.

De todo modo, Loach cierra ese circulo abierto hace ya más de un siglo en la historia del proletariado británico y los trabajadores que protagonizan su película encuentran la autoestima, el sentimiento de cohesión, de paridad y de pertenencia a un grupo, en un hermoso final en el que todos se unen para ayudar al héroe, Eric, a resolver sus problemas.

"Buscando a Eric" recupera el futbol como parte esencial de un imaginario sentimental, el lugar para soñar de todos aquellos que apenas ganaban lo suficientemente para sueños y lo hace de una manera inteligente y preciosa, llena de sensibilidad.

Viviendo los tiempos que vivimos, tiempos en los que esos "working class heroes" apenas tienen donde agarrarse, el fútbol sigue estando ahí´, como fuente de belleza y sentido, puerta de regreso a todo un universo que quizá no esté del todo perdido.

En algún momento resulta demasiado obvia, en otros demasiado ñoña, pero en general merece la pena ver "Buscando a Eric"... La idea que la inspira es preciosa.






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martes, junio 04, 2013

No es tarea fácil la de regresar.
Tiene también su complicación
el ponerse, antes, a trazar un mapa.
Construir con precisión una imagen
de este mundo abyecto y difuso
donde las cosas tienen por lo menos dos nombres
y no se conoce la exacta localización de los justos y los injustos,
ni mucho menos el lugar donde está dibujada la línea que los separa.
No es tampoco sencillo imaginar un camino,
entender un rumbo de regreso
uniendo hitos y puntos
que aparentemente no guardan ninguna relación
y que ni tan siquiera resultan vagamente familiares.
No es sencillo orientarse entre tanto desconcierto,
encontrar sin saber exactamente lo que se busca
pero, y una vez logrado el milagro
de encontrar aquello que no se sabía se buscaba,
tampoco es tarea fácil la de rodear
el misterio de su desconocida forma en busca
de un mecanismo, de un resorte,
que abra alguna pequeña posibilidad de entrada.
a ese otro lado del espejo,
a ese país de nunca jamás
donde aguarda tendida a la oscuridad
la memoria de cientos de olvidos
que una vez fueron ciertos instantes eternos,
radiantes al sol, la arena y el agua
No señor.
No es tarea fácil recordarse allí
siquiera alguna vez,
posible e intacto,
antes de todo este tiempo estéril y polvoriento.
desnutrido y escuálido
que otros, con mirada triste
y sin el menor pudor,
se atreven a llamar “vida”
sin que el cielo se desplome
sobre su impostura que no conoce límites.
QUE VIVA MÉJICO

Hollywood también tentó al maestro del cine soviético, de orígen letón, Serguéi M. Eisenstein.

A finales de la década de los treintas del siglo pasado, Eisenstein estuvo trabajando en Hollywood con su operador de cámara favorito, Eduard Tissé, bajo contrato de la Paramount..

Ninguno de los proyectos cuajó entre otras cosas por la presión contraria que ejerció el Comité de Actividades Antimaericanas del estado de California... y el contrato de Eisenstein con la major terminó por ser denunciado unilateralmente por la productora

Decepcionado con su aventura americana, decidió aceptar la invitación del novelista Upton Sinclair para visitar Méjico. Allí, tras un inicial episodio de encarcelación de él y todo su equipo, Einsenstein estuvo rodando material durante dos años bajo el patrocinio económico de Sinclair.

Cuando el dinero terminó, la película estaba inconclusa.

Eisenstein se había propuesto contar una suerte de historia simbólica y emocional de Méjico a partir de varios episodios que versan sobre diferentes aspectos de la cultura mejicana.

El prólogo presenta imágenes alegóricas al México prehispánico. El episodio "Sandunga" recrea los preparativos de una boda indígena en Tehuantepec. "Fiesta" desarrolla el ritual de la fiesta brava, "Maguey" escenifica la tragedia de un campesino victimado por rebelarse en contra de su patrón. "Soldadera" (episodio no filmado) presentaría el sacrificio de una mujer revolucionaria. El epílogo, también conocido como "Día de muertos", se refiere al sincretismo de las distintas visiones que coexisten en México alrededor del tema de la muerte.

Einsenstein había rodado casi sesenta mil metros de película y la paradoja es que, siendo reconocido como un maestro del montaje, el cineasta letón jamás pudo realizar el montaje final del material filmado que pasó a manos de Sinclair. En este sentido, "Que viva Méjico" ha tenido más de cinco montajes y en ninguno de ellos Einsenstein, enfrentado al productor, ha estado implicado.

Siempre se pone énfasis en el montaje cuando se habla de Eisenstein, pero tengo que decir que su capacidad para crear imágenes impactantes y poderosas está, por lo menos, a la misma altura que su habilidad para relacionarlas mediante el llamado montaje de atracciones. "Que viva Méjico" es un magnífico ejemplo del talento de Eisenstein para revelar un mundo desde la fotografía, un mundo visual que luego serviría de inspiración a grandes maestros del cine mejicano como Gabriel Figueroa y el Indio Fernández.

En el transcurrir de "Que viva Méjico" el espectador encuentra una imagen maravillosa detrás de otra, imágenes fascinantes, casi sagradas, en las que se revela ese peculiar talento que Einsenstein tenía para jugar con la profundidad de campo, el picado y el contrapicado a la hora de mostrar.

Puede decirse que Eisenstein consigue en su incompleto proyecto la transfiguración de esa idea llamada Méjico a través de un incomparable espectáculo visual, lleno de imágenes poderosas, elocuentes y verdaderas; un espectáculo que se escenifica sobre puras anécdotas y muy pocas palabras, pero que no necesita más para resultar atractivo y convincente.

Puro cine mudo en la época del sonoro.

En un momento en que tan de moda están las marcas nacionales, hay que decir que buena parte del imaginario de la marca de eso que llamamos Méjico fue codificado en imágenes por un sabio letón de pelo rebelde y mirada vívida.

Fascinante obra maestra.