Puede resultar extraño, pero la I Guerra Mundial, librada entre 1914 y 1918 principalmente por todo el territorio europeo, fue, desde un punto de vista estrictamente militar, un conflicto mucho más sangriento que su siniestra sucesora la II Guerra Mundial. De hecho, murieron más soldados británicos en el frente Oeste, sobre territorio francés o belga, que durante toda la II Guerra Mundial.
Este carácter especialmente sangriento tiene que ver con el hecho de que en los embarrados y demolidos campos de batalla colisionaron una manera tradicional de hacer la guerra con las nuevas maneras industriales de matar. Los ejércitos se acometían cara a cara pero en esta ocasión lo hacían amparados en novedades tecnológicas como la ametralladora o las barreras de artillería que multiplicaban la capacidad de fuego de cada bando.
El resultado fue una carnicería que, en un contexto de equilibrio de fuerzas, obligó a los contendientes a cavar agujeros en la tierra en los que hacerse fuertes y pelear hasta el agotamiento por cada centímetro de terreno reventado y baldío.
Este modo de luchar y de morir se cebó especialmente sobre franceses, británicos y alemanes que literalmente enviaban a sus hombres a estrellarse a centenares contra posiciones defendidas con una tecnología letal.
Los veteranos oficiales de ambos bandos tardaron en reaccionar y siguieron entendiendo el uso de los ejércitos de una manera decimonónica conduciendo literalmente a sus hombres al matadero, aspecto que refleja muy bien "Senderos de gloria" de Stanley Kubrick.
El resultado fue el agotamiento y también un nihilista desesperación que en su caso más exitoso, y en el frente Este, condujo a la revolución rusa con la caída del autocrático régimen del zar, mientras que en el frente Oeste produjo una serie de amotinamientos bastante importantes, especialmente de las tropas francesas que se negaron a obedecer las órdenes de los oficiales.
Dirigida por el norteamericano Joseph Losey en 1964, "King & Country" es una producción británica que se sitúa en este contexto para contarnos la historia del soldado Hemp (Tom Courtenay). Tras cuatro años de guerra, Hemp llega a su límite y colapsa, abandonando su batallón e iniciando un imposible y delirante paseo de regreso a su casa.
Hemp es apresado y sometido a un juicio castrense en el que el Capitán Hargraves (Dirk Bogarde) es su defensor.
Buena parte de la película se centra en este juicio en el que Hargraves hace todo lo posible por declarar a Hemp mentalmente incapacitado, mientras que, por otro, lado el ejército británico impone sus argumentos ejemplarizantes de necesidad de disciplina, sacrificando, del mismo modo que en el frente, la casuistica individual a las necesidades colectivas.
También la película muestra una interesante segunda trama en la que se nos muestra el universo nihilista y desesperado de los soldados que viven en las trincheras a la espera de una probable muerte. Situación que les lleva a emprenderla con las ratas casi del mismo modo en que los oficiales la emprenden con Hemp.
Por encima de todo "King & Country" es una película de denuncia de la guerra que pretende mostrar la sórdida realidad que se esconde tras la leyenda que conmemora el monumento que la cámara recoge con detenimiento al principio de la película.
Llama la atención por último la manera en que Losey sintoniza su película con los modos alternativos y novedosos de narración que por aquella época incorporaba el free-cinema en sus películas: imágenes fijas, uso dramático del sonido, planos cámara en mano.. Hasta el punto de que "King & Country" podría pasar como parte de la filmografía de los rebeldes Lindsay Anderson o Tony Richardson.
Interesante.
Este carácter especialmente sangriento tiene que ver con el hecho de que en los embarrados y demolidos campos de batalla colisionaron una manera tradicional de hacer la guerra con las nuevas maneras industriales de matar. Los ejércitos se acometían cara a cara pero en esta ocasión lo hacían amparados en novedades tecnológicas como la ametralladora o las barreras de artillería que multiplicaban la capacidad de fuego de cada bando.
El resultado fue una carnicería que, en un contexto de equilibrio de fuerzas, obligó a los contendientes a cavar agujeros en la tierra en los que hacerse fuertes y pelear hasta el agotamiento por cada centímetro de terreno reventado y baldío.
Este modo de luchar y de morir se cebó especialmente sobre franceses, británicos y alemanes que literalmente enviaban a sus hombres a estrellarse a centenares contra posiciones defendidas con una tecnología letal.
Los veteranos oficiales de ambos bandos tardaron en reaccionar y siguieron entendiendo el uso de los ejércitos de una manera decimonónica conduciendo literalmente a sus hombres al matadero, aspecto que refleja muy bien "Senderos de gloria" de Stanley Kubrick.
El resultado fue el agotamiento y también un nihilista desesperación que en su caso más exitoso, y en el frente Este, condujo a la revolución rusa con la caída del autocrático régimen del zar, mientras que en el frente Oeste produjo una serie de amotinamientos bastante importantes, especialmente de las tropas francesas que se negaron a obedecer las órdenes de los oficiales.
Dirigida por el norteamericano Joseph Losey en 1964, "King & Country" es una producción británica que se sitúa en este contexto para contarnos la historia del soldado Hemp (Tom Courtenay). Tras cuatro años de guerra, Hemp llega a su límite y colapsa, abandonando su batallón e iniciando un imposible y delirante paseo de regreso a su casa.
Hemp es apresado y sometido a un juicio castrense en el que el Capitán Hargraves (Dirk Bogarde) es su defensor.
Buena parte de la película se centra en este juicio en el que Hargraves hace todo lo posible por declarar a Hemp mentalmente incapacitado, mientras que, por otro, lado el ejército británico impone sus argumentos ejemplarizantes de necesidad de disciplina, sacrificando, del mismo modo que en el frente, la casuistica individual a las necesidades colectivas.
También la película muestra una interesante segunda trama en la que se nos muestra el universo nihilista y desesperado de los soldados que viven en las trincheras a la espera de una probable muerte. Situación que les lleva a emprenderla con las ratas casi del mismo modo en que los oficiales la emprenden con Hemp.
Por encima de todo "King & Country" es una película de denuncia de la guerra que pretende mostrar la sórdida realidad que se esconde tras la leyenda que conmemora el monumento que la cámara recoge con detenimiento al principio de la película.
Llama la atención por último la manera en que Losey sintoniza su película con los modos alternativos y novedosos de narración que por aquella época incorporaba el free-cinema en sus películas: imágenes fijas, uso dramático del sonido, planos cámara en mano.. Hasta el punto de que "King & Country" podría pasar como parte de la filmografía de los rebeldes Lindsay Anderson o Tony Richardson.
Interesante.