lunes, septiembre 18, 2006

NO PITY (IN THE NAKED CITY)

Mientras repaso un capítulo del relato que estoy escribiendo, escucho a Jackie Wilson cantar con su prodigioso desgarro vocal una de sus mejores canciones: "No pity (in the naked city)".
Ahora mismo no me interesa escuchar otra canción.
Estoy pinzado, con el reproductor en bucle continuo, drogándome con las emociones que me despierta escucharla interminablemente...

Ain't no pity in the naked city ... La fotografía pertenece a una estupenda película norteamericana de principios de la década de los cincuentas... "The naked city", cine negro del puro, Jules Dassin, Nueva York, un golpe casi perfecto, pero ahora no toca hablar de cine.

Ain't no pity in the naked city...
Siempre me lo he preguntado: ¿Por qué ya no se hace la música soul que se hacía en los 50, 60 y principios de los 70?; y nunca he encontrado una buena respuesta: ¿Por una cuestión generacional o socio-cultural? ¿Por qué ya no hay un Berry Gordy o un Phil Spector o unos Temptations o una Motown?
No tengo ni pajolera idea...

Lo único cierto son dos cosas: que ya no se componen -ni cantan- canciones como esta y, por supuesto que no hay piedad en la ciudad desnuda.
Nunca la ha habido ni la habrá.

A veces la desnudez puede ser terrible, especialmente si lo que se desnuda es la realidad para mostrarnos su verdad.
El personaje que aparece en la imagen lo sabe perfectamente.
La erótica del poder es comprobar que se puede.

viernes, septiembre 15, 2006

EL NUEVO MUNDO

Termino de verla con la certidumbre de que la última película de Terrence Malick es una auténtica obra maestra, una obra hermosa rebosante de pureza y sensibilidad.

La película se sitúa en los primeros años del siglo XVII y tiene lugar en Virgina, en uno de los primeros intentos colonizadores británicos de la Costa Este del territorio que todavía llamaban Indias. En este marco se sitúa la historia de amor entre la princesa Pocahontas y el capitán John Smith, ambos respectivamente interpretados por la desconocida Q'orianka Kilcher y el más que conocido -y un poco cargante- Colin Farrell.
Este es el punto de partida de una historia intensa y bella que Malick cuenta a su particular y poética manera.

El cine de Malick no es fácil.
Evocador y envolvente, lleno de matices y momentos inolvidables. Uno no puede degustarlo con prisa porque es tan extenso y narrativo como intenso o poético. Para Malick cada imagen y cada segundo del metraje de la historia que está contando importan porque son elementos de un todo armónico construído con un determinado propósito.

Su forma de narrar puede parecer morosa, planos de animales, de árboles, de veredas recorridas en cámara subjetiva, pero tiene su razón de ser. Malick se detiene en el entorno para que éste se convierta en un personaje más, una especie de coro de tragedia griega que simplemente se limita a existir.
La naturaleza envuelve a los personajes y uno puede detectar en este planteamiento ecos del panteísmo de los grandes poetas americanos como Whitman o Frost a cada momento que se va sucediendo conforme la historia avanza.
A Malick le interesa tanto la historia que cuenta como la inserción de la misma en el entorno natural. El resultado es un cine que busca trascender las dos dimensiones del formato cinematográfico en una tercera y profunda que busca el imposible de hablar a los cinco sentidos.
Con Malick más que con ningún otro autor, uno tiene la impresión de que aquel no se dirije al espectador como tal sino que está buscando conmover e impresionar al ser humano colocado momentaneamente en la situación de espectador con la belleza de un mundo en el que sucede la historia que está relatando, un entorno natural ascendente y gótico en el que todo merece un segundo de atención:

"Toda pulgada cúbica de espacio es un milagro"
(Walt Whitman)

Y el hombre por tanto, como parte integrante de ese espacio, también merece atención.
En el cine de Malick aparece el ser humano en todo su esplendor para brillar en una absoluta y continua contradicción antropológica, siempre debatiéndose entre la oscuridad y las sombras.

En muchos casos, los personajes de Malick son seres que sufren en medio de un paraíso que a veces no están capacitados para ver y apreciar. Y esa es la principal contradicción, como si a los ojos de Malick el hombre no supiera nunca qué es realmente lo importante... lo que sucede con el personaje de John Smith, que comprenderá demasiado tarde dónde estaba lo esencial, que suele estar lejos de la cultura, de la sociedad y cerca de la naturaleza, de un carpe diem de buenos salvajes entregados a los dictados de su yo interior.

En el cine de Malick, la cultura y las obligaciones sociales se convierten en peligrosos enemigos cuando el ser humano se deja llevar por la locura de ser él mismo. La pareja que formaban Martin Sheen y Sissy Spacek en "Badlands", su primera película, el complicado y antibelicista personaje de Jim Caviezel en "La delgada línea de roja" o la pareja que forman Q'orianka Kilcher y Colin Farrell en "El nuevo mundo", todos se mueven en una difícil cuerda floja muy complicada de atravesar y uno tiene la impresión de que serían felices si estuvieran solos, sin tener que dar cuentas a nadie sobre su conducta.
El drama siempre está en la elección y en aguantar hasta el final las últimas consecuencias de esa elección, que en la mayoría de los casos suponen la muerte y la aniquilación directa o indirecta del sujeto por parte de esa sociedad... y todo, como ya he comentado, dentro de un mundo maravilloso, regalo de Dios, que sin embargo, el ser humano parece antropológicamente incapacitado para disfrutar.

"Creo en ti, alma mía, el otro que soy
no debe humillarse ante ti,
ni tu debes ser humillada ante el otro.

Retoza conmigo sobre la hierba, quita
el freno de tu garganta,
no quiero palabras,
ni música,
ni rimas, no quiero costumbres
ni discursos, ni aún los mejores,
sólo quiero la calma, el arrullo de tu
velada voz.

Recuerdo cómo yacimos juntos cierta
diáfana mañana de verano,
cómo apoyaste tu cabeza en mi cadera
y suavemente te volviste hacia mí,
y apartaste la camisa de mi pecho, y
hundiste la lengua hasta mi corazón
desnudo,
y te extendiste hasta tocar mi barba,
y te extendiste hasta abrazar mis pies.

Prontamente crecieron y me rodearon
la paz y el saber que rebasan todas
las disputas de la Tierra,
y sé que la mano de dios es mi prometida,
y sé que el espíritu de Dios es mi propio hermano,
y que todos los hombres que alguna
vez vivieron son también mis
hermanos, y las mujeres mis
hermanas y amantes,
y que el amor es la sobrequilla de la creación,
y que son incontables las hojas rígidas
o lánguidas en los campos,
y las hormigas pardas en los pequeños
surcos,y las costras de musgo en el cerco
sinuoso, las piedras apiladas, el saúco,
la hierba carmín y la candelaria"
(Walt Whitman)

Y si a todo ésto se le añade la maravillosa partitura de James Horner siempre moviéndose entre la delicadeza romántica y el esplendor fulgurante de una obertura wagneriana es como para ponerse a escribir y no parar.

"El nuevo mundo" es una obra mayor, una experiencia poética y estética no apta para paladares con prisa y sin la necesaria pausa que la contemplación de una verdad -la de Malick en este caso- siempre requiere.

Ha pasado más de un lustro desde su último trabajo, "la delgada línea roja", y ha merecido la pena esperar.

miércoles, septiembre 13, 2006

LA JOVEN DEL AGUA

Uf!

Cleveland Heep (interpretado por el estupendo Paul Giamatti) es el portero de una comunidad de vecinos que una noche es rescatado por una jóven mujer de la piscina a la que cae inconsciente. Poco a poco irá descubriendo que ella es un ser procedente del mágico mundo azul y que tiene un importante cometido. Portero e inquilinos se encargarán de protegerla e intentarán devolverla al lugar de donde ha venido.

Lo primero que tengo que decir es que el resultado final no está a la altura de los planteamientos de su director, el indio M. Nighy Shyamanlan, si bien estos tienen su interés:

- contar un cuento de hadas que cuenta la historia de un cuento de hadas que se hace real según va siendo contado por los personajes.
- la inserción de un mundo mágico en el mundo no tan mágico y anodino de una comunidad de vecinos.

Pero todo se queda en deseo...
La película es aburrida y fallida. No voy a entrar en muchos detalles... Me da mucha pereza pensar en ella:

- los personajes no consiguen en ningún momento resultan interesantes, porque no terminan de ofrecer lo que prometen... pese el esfuerzo que Paul Giamatti hace para que su personaje no sea decepcionante
- todo resulta demasiado anodino y frio... falta intensidad y emoción en una historia que en ciertos momentos requiere de estas emociones para resultar creíble
- shyamanlan es un actor pésimo... alguien debería decirselo. Me presento voluntario.
- la historia se hace demasiado complicada principalmente porque no despierta en el espectador el suficiente interés como para que este siga con el necesario cuidado la interminable lista de cargos y procedimientos necesarios para devolver a la doncella de agua a su país azul... que espero no sea la Valladolid de los años 40.

En definitiva, una película más y otras dos horas de vida menos.

martes, septiembre 12, 2006

"Queda un olor de tiempo abonado de versos,
para brotes de mármoles consagrados que hereden
la aurífera canción
de la alondra que se pudre en mi corazón"
(Cesar Vallejo. Oración del camino, fragmento)
BREAKFAST ON PLUTO

De entrada vaya por delante que me declaro un fan absoluto del cine de Neil Jordan. Fundamentalmente, por la heterodoxa sensibilidad con que relata historias que protagonizan personajes especiales siempre persiguiendo sus sueños por el paisaje árido de un mundo lleno de seres que se han dejado de perseguir los suyos. Desde "Mona Lisa" (1986) donde el chófer interpretado por Bob Hoskins se enamora perdidamente de una call girl hasta la infravalorada "The good thief" (2002), revisión del clásico de Jean Pierre Melville "Bob Le Flambeur, donde el ladrón interpretado por Nick Nolte busca realizar su posibilidad de escape pergeñando un plan perfecto contra todo y todos. En las películas de Jordan hay magia, pero siempre una magia terrenal procedente de las miradas y actitudes de sus personajes

"Desayuno en Plutón" es su último trabajo y, desde luego, está a la altura de las mejores dentro de su no muy extensa filmografía, lo primero es ya decir mucho y lo segundo es una auténtica lástima porque siempre me ha gustado escuchar lo que un autor como Neil Jordan tiene que decir.

La película cuenta la historia de Patrick "Kitten" Brady, un travestido irlandés empeñado en encontrar a su verdadera madre. Es la historia de un viaje que llevará a Brady por la convulsa Irlanda hasta Londres de mediados de la década de los 70, donde está seguro que ella se encuentra.

Lo que más me llama la atención es el recalcitrante optimismo con que Brady vive un destino que en la mayor parte de las ocasiones le resulta adverso. Pese a todo, Brady jamás se rinde siendo su principal arma la capacidad de fabulación sobre su propia vida. Así, ésta se convierte en una especie de ficción oral que Brady continuamente se cuenta a sí mismo y a cualquiera que quiera escucharle, una ficción en la que él es un extraño héroe en busca de imposibles fantasmas. Así, y pese a que el tono de la película es amargo, curiosamente resulta dulce en muchos momentos sobre todo por la capacidad que el personaje protagonista tiene de distanciarse y aislarse, contra todo y todos, de una realidad que casi siempre le es esquiva.

En este sentido, Brady se convierte en una suerte de David Copperfield moderno en busca de si mismo y de su futuro... Al final, y como siempre, importará mucho más el viaje que el propósito desencadenante de su comienzo... entre otras cosas porque el viajero que sale del punto de partida jamás es aquel que llega al lugar propuesto.
El viaje siempre cambia al viajero... Todo lo demás es turismo.

El trabajo de Cillian Murphy como Patrick Braden es estupendo y, junto a él, otros grandes actores como Liam Neeson, Stephen Rea, Brendan Gleeson, Ian Hart o, incluso, los cantantes Gavin Friday y Brian Ferry (tan estupendo como siempre) hacen aún más interesante con sus presencias el camino de la gata por el espacio y el tiempo por una Gran Bretaña demasiado "seria", inmersa en pleno conflicto del Ulster, y con demasiado poco tiempo para entender a alguien tan diferente como Brady.

Y no me olvido de los petirrojos... Todo un hallazgo...

"- Petirrojo 1: Ella no se parece en nada a Mitzi Gaynor!
- Petirrojo 2: Y qué sabes tú de Mitzi Gaynor?
- Petirrojo 1: Nada. Pero como dijo Oscar Wilde, "Me encanta hablar de nada en concreto. Es la única cosa de la que se algo."

Un gran diálogo para tratarse de dos pájaros.

lunes, septiembre 11, 2006

UNITED 93

Pensando en esta más que interesante película me viene a la cabeza la famosa frase pronunciada en la película de Jhon Ford, "El Hombre que mató a Liberty Valance":

- "This is the west, sir. When the legend becomes fact, print the legend."

Aunque los papeles oficiales dicen lo contrario seguramente el vuelo número 93 de United Airlines fue derribado por los aviones del mando de defensa áerea para evitar males mayores... Siempre existirá esa sombra, pero -y para cada sombra- siempre existe una leyenda que con su brillo arrasador intenta -y casi siempre consigue- empalidecerla.
"United 93" nos cuenta entonces la leyenda.
Siguiendo al pie de la letra el informe oficial del congreso de los Estados Unidos sobre el 11-S, la película relata en un muy acertado tono semi-documental tanto la generalidad de ese acontecimiento histórico como la particular peripecia del quinto y último vuelo secuestrado por los terroristas islámicos.

El resultado resulta muy, muy atractivo y termina constituyendo una obra sorprendente y llena de ritmo que mantiene el interés hasta el último instante.

Uno de los retos más complicados de un narrador es contar a la audiencia algo que, en mayor o menor medida, ya conoce y "United93" sale airosa de ese trance. Desde el pequeño detalle de un avión que no responde a las llamadas de su controlador aéreo hasta la esencia de las torres gemelas ardiendo, "United93" es un magnífico "crescendo" de tensión en el que asistimos, casi como privilegiados "voyeurs", a la constatación del inevitable desastre en los rostros de todos sus protagonistas.

Mención especial para el perfecto trabajo de los actores, en los que se mezclan individuos no profesionales reviviendo aquel día y el papel más o menos crucial que jugaron durante aquellos momentos que sacudieron al mundo. No se distinguen unos de otros y ello principalmente merced al talento de unos y de otros para transmitir sensación de vida y realidad.

El resultado es la interesante y bien contada crónica de una leyenda.
"Llegará un día que ya habremos vivido"

Con esta frase casi termina "Mala Sangre", la inolvidable película de Leos Carax que a mediados de los 80 dió a conocer a la maravillosa y preciosa Juliette Binoche al resto de Europa... Han pasado veinte años, pero la fuerza poética de esta pequeña joya del cine difícil mantiene intacto su poder conmovedor.
En "Mala sangre" se transparentan viejos y agradables fantasmas pertenecientes a los eternos esquemas narrativos del cine negro.Modos de narrar historias que con su loco romanticismo nihilista siguen atrapando con su fascinante abrazo de paraíso artificial hoy, más que nunca, cuando la nada está cada vez más presente en un mundo donde lo peor que se puede preguntar es el "por qué" de cada cosa.

"Llegará un día que ya habremos vivido"
Me enamoré de esa frase a los veinte años, en cuanto la escuché brotar como una rara flor del mal de los labios moribundos de Alex y aún sigo queriéndola, cuando ya he vivido algún día que ya viví y soy veinte años más viejo que entonces.

domingo, septiembre 10, 2006

Mil y una esperanzas se encienden con cada amanecer,
con cada nuevo día que sucede,
que comienza a arder inexorablemente
desde el primer segundo de luz incierta.

sábado, septiembre 09, 2006

"El pasado y el futuro se parecen como dos gotas de agua"
(Ibn Jaldoun)
CORRUPCION EN MIAMI

La película lleva a la gran pantalla las aventuras de los inspectores de la policía de Miami, Sonny Crockett y Ricardo Tubbs, protagonistas de la serie del mismo nombre que tuvo gran éxito en la década de los 80; principalmente por lo cuidado de la producción y de las historias mostradas a lo largo de sus siete temporadas.
El resultado fue un producto muy diferente de las series policiales al uso por aquel entonces, destacando por ofrecer una experiencia visual y narrativa muy cercana a la cinematográfica.

Michael Mann -en mi opinión uno de los directores más interesantes del parque de profesionales actualmente en activo- es el responsable de este proyecto revividor y nadie debería estar más capacitado para hacerlo puesto que Mann fue el productor ejecutivo de la serie durante sus primeras cinco temporadas, las mejores por cierto.
De ahí, Mann pasó al cine para no volver más a la televisión, dirigiendo "El último de los Mohicanos" en 1992.
No obstante ya había escrito y dirigido en 1986 "Manhunter", la primera adaptación cinematográfica de las aventuras del entrañable Hannibal Lecter.

La adaptación cinematográfica de "Corrupción en Miami" tiene poco que ofrecer en lo que se refiere a la historia.
El contenido no se diferencia mucho de un viejo capítulo de la serie: traficantes chungos, interiores espaciosos y luminosos, vida nocturna, deportivos a mil por hora por las avenidas, malos que deben morir, relamidos agentes del FBI, amores imposibles que se balancean en la cuerda floja que separa el bien del mal, justicias y venganzas... Nada nuevo bajo el sol de Miami quince años después.

Lo diferencial -para mi gusto- está en la forma en que Mann cuenta esa sucesión de tópicos pertenecientes a la propia serie.
Me refiero a su talento para rodar, su sensibilidad para el encuadre componiendo imágenes de gran belleza y su maestría para narrar cinematográficamente combianado esas imágenes estupendas.

"Corrupcíón en Miami" es una película de director en la que Mann muestra todo lo que su inmenso talento puede dar y que de no ser por esas sobresalientes capacidades naufragaría en la mayor de las mediocridades.
Mención especial para esos primeros planos en gran angular directamente extraídos del western clásico en el que, por ejemplo, uno puede ver el rostro atormentado de un personaje mientras un relámpago estalla al fondo. En este sentido, Mann utiliza mucho el gran angular para dar a la película una inmensa profundidad de campo que en pocas ocasiones tiene un sentido dramático y que en la mayor parte obecece a motivos -mas que fundados- de carácter estético.
El resultado es visualmente fascinante.
Recuerdo un primer término de Colin Farrell despidiendo un amor imposible con un fondo de palmeras agitadas por el viento...

Por otor lado, uno de los grandes temas presentes a lo largo de la filmografía de Michael Mann, la fascinante reinvindicación del profesional que sabe hacer bien su trabajo, también está presente en "Corrupción en Miami".
La forma en que Mann aborda las peligrosas andanzas de Crockett y Tubbs no es otra que ésta, la del profesional que sabe hacer bien su trabajo. En esta película, la mayoría de los personajes se preocupan por su negocio y lo hacen hasta las últimas consecuencias y sólo el mejor termina venciendo.
En el mundo de Mann no hay nada más importante que cumplir la función que uno tiene asignada o que se ha asignado a si mismos... hasta los guardaespaldas que van a ser tiroteados dan la impresión de tener un trabajo que hacer y, lo que es más importante, de saber hacerlo.
En el mundo de Mann, las intenciones no son suficientes. Lo importante son los resultados siendo en todo momento las palabras "resultados" y "éxito" términos sinónimos.
En el mundo de Mann las emociones son peligrosas. Si sus personajes se dejan llevar por ellas terminan volviéndoles vulnerables. Se convierten en un lastre de cara a la consecución del objetivo. Enamorarse, sentir envidia o estar simplemente cansado no es profesional y el resultado jamás será satisfactorio.. Recordemos "Collateral", el cansado personaje que interpretaba Tom Cruise.

En cuanto a los actores, Jamie Foxx está eficaz y creíble como Ricardo Tubbs, tampoco el papel da para más.
Colin Farrell está a la altura de su compañero si bien en ciertos momentos resulta demasiado sobrerevolucionado, un poco del método rayaslawsky, haciéndose acreedor -como bien sugiere mi amigo G.- de una buena e interminable mano de bofetadas.
Los demás están correctos con menciones especiales para la estupenda Gong Li (tan buena actriz como bella como siempre por más que los años hayan pasado sobre ella) y para Luis Tosar cuya primera aventura en Hollywood no pasará a la historia. Su visión bergmaniana del traficante colombiano resulta demasiado minimal y monótona ¡incluso cuando tiene a Gong Li en la cama!

En definitivas cuentas, una película mas y dos horas de vida menos.
Por una vez el hombre del tiempo tiene razón.
Los vientos racheados de velocidad superior a los noventa kilómetros por hora ya han llegado,
inflexibles le azotan el rostro,
le revuelven los cabellos,
chocan con la opacidad de su cuerpo
ofrecido a su invisible capricho de par en par.

(Espera,
no pierde la esperanza.
Si no es la ráfaga recién pasada,
será la siguiente...)

Sonríe,
abiertos los brazos
como un crucificado auténtico.
Desea que le arrebaten de una vez
la maldita tristeza que siente
y se la lleven lejos, muy lejos.

jueves, septiembre 07, 2006

ALATRISTE

Me gustó Alatriste.
Es una película desgarrada, oscura y melancólica.
La crónica de una decadencia, la de nuestro siglo de Oro.
La historia de un hundimiento en el que, y al final, al valiente soldado protagonista no le queda otro remedio que hundirse con el propio barco.

Le perdono sus defectos -que son unos cuantos y alguno de ellos bastante notable-, porque lo que me interesa de la película es la evolución de unos personajes que parecen atrapados en la telaraña de la historia y en los laberintos de sus propias pasiones.

Alatriste es una película de actores, de diálogos, de pasiones vividas hasta sus ultimas consecuencias.... que suelen ser momentos desesperados y desgarrados en los que los personajes terminan por perderse a sí mismos para siempre.
Este es para mí el corazón de una película que es mucho más deudora del melodrama romántico que de las grandes superproducciones de acción... aspecto sobre el que, por cierto, ha puesto demasiado énfasis la comunicación mediática de la película haciéndo a ésta un flaco favor: la generación en el público de unas expectativas que Alatriste ni por planteamiento ni por presupuesto puede satisfacer.

No hay más cera ardiendo que esa a lo largo de los aproximadamente 140 minutos de película

La película asume muchos riesgos que en absoluto la benefician:

- por un lado, el tratamiento de la historia.
En lugar de la simple aventura de capa y espada -que por lo visto es el contenido esencial de las novelas firmadas por Pérez Reverte- se opta por un contenido más oscuro buscando hacer una crónica de la decadencia de la españa del siglo de oro a través de las vivencias de Alatriste.
Este abandono de la aventura de capa y espada tiene también repercusiones en la propia trayectoria del personaje. En este sentido la historia de Alatriste es la historia melancólica y épica de un derrotado en el campo de batalla y en el amor que el personaje, magnificamente interpretado por Viggo Mortensen, lleva con seductora gallardía.
No es una película luminosa.
La oscuridad es total.

- por otro, se ha puesto excesivo énfasis en su carácter de superproducción del cine español y, como consecuencia, en una espectacularidad a la altura de las grandes superproducciones cinematográficas... y ésto no es así.
Alatriste es una película ambiciosa, pero intimista en la que las grandes escenas de acción se ven lastradas por la falta de presupueto.
Las grandes secuencias de acción de la película como el asalto al galeón flamenco o la batalla de Rocroi no están a la altura de la espectacularidad que se le supone a una gran superproducción.

Por ejemplo, en la batalla de Rocroi faltan las grandes panorámicas y planos generales que nos muestren que estamos en una gran batalla, con grandes movimientos de tropas y el derroche de polvora y sangre que uno espera ver en una supreproducción.
La secuencia empieza con el pelotón de Alatriste resistiendo desesperadamente a los franceses y uno tiene la sensación que Rocroi fue una escaramuza entre unos cuantos españoles y unos cuantos franceses, sin que la narración de la pelea de Alatriste y los suyos esté insertada en el contexto general de una gran batalla de la Guerra de los 30 años como fue la de Rocroi.
De todos modos, la secuencia está resuelta admirablemente.
Tiene mucha épica y uno olvida rápido esos defectos... quizá otros, que esperan ver una superproducción, no lo hagan.

Otro ejemplo.... La secuencia del asalto al galeón resulta demasiado teatral.
Se supone que el barco flota en el agua, pero ésta no aparece por ninguna parte.
Faltan planos que contextualicen la escena y la sitúen en el mar... un olvido "gordo" de planificación... Resulta poco creíble por ésto y también por una iluminación demasiado plana y sin matices. La luna llena no brilla tanto...
Rodar un combate nocturno y en el mar como dios manda es demasiado caro para una "superproducción" como Alatriste y se ha optado por soluciones, parches, que no terminan de funcionar.

Por último, y en las escenas costumbristas de Madrid o Cadiz, faltan grandes panorámicas de calles y vida.
La cámara se cierra mucho en torno a los personajes... Para ser la gran superproducción que dice ser, las escenas de vida en la calle no se diferencian mucho de cualquier otra que hayamos visto en series para televisión o en cualquier otra película que no va por la vida de superproducción: Planos de calles más o menos atestadas y la cámara siguiendo a los personajes. Un contenido rutinario.
Falta algo más, un extra de espectacularidad propio del cine.
En la mayor parte de las secuencias, y como ya he escrito, la cámara no abre campo. Se cierra en torno a los personajes pareciendo temerosa de mostrar más de lo necesario.

Así pues, Alatriste en teoría se ha presentado como una superproducción de acción en la que precisamente sus puntos flacos de cara a una razonable verosimilitud son precisamente las propias escenas de acción y de grandes multitudes.
Se lo ha puesto difícil y si uno va a verla buscando el tratamiento original del texto escrito, una gran superproducción de acción o las dos cosas terminará por sentirse decepcionado.

Pero, y aún así, yo me quedo con la épica desgarrada de los personajes, la trágica y desesperada intimidad de unos seres todos ellos abocados de una u otra forma a un concreto fracaso que será definitivo en sus vidas... y alrededor de todos ellos el aroma corrupto del fin de una época.
Esta y no otra cosa es la maravilla que encierra Alatriste.
No apreciarla es, desde luego, perderse algo muy importante.
Por sus indudables virtudes, yo le perdono sus defectos.

Y entre esas virtudes figura también el trabajo de la mayoría de los actores.

Viggo Mortensen está impecable... incluso uno le echa de menos cuando no sale y hasta llega a pensar que la película pierde gas.
Su composición de Alatriste es inteligente y desde la estólidez de un alma que ha visto y hecho ya demasiadas cosas, Mortensen se las arregla para transmitir el justo y minimal matiz que la situación o escena requieren. Un sutil trabajo de miradas y voz que me recuerda mucho al realizado por Alfredo Landa en Los Santos Inocentes.
Magnífico, sin estridencias, sobrio y medido en el hacer y el decir exactamente como el hidalgo pobre que Alatriste hubiera sido de existir.

Otros actores que están memorables son Javier Cámara, Antonio Dechent y Eduard Fernández.
Aprovechan ambos sus escasas escenas para transmitir con inteligencia y sensibilidad la particular homogeneidad de sus respectivos personajes.
En particular, Fernandez compone un personaje que está a la altura de los grandes secundarios de la época dorada del cine americano. Inolvidable.

Los demás están correctos... o debieron ser corregidos y sacados de la lista definitiva del casting... pero no voy a dar nombres. No fui educado en la delación.

Si hablaré por último de la travestida caracterización de Blanca Portillo como el inquisidor Bocanegra. Es cierto. Es perfecta... y lo es hasta que abre la boca. Entonces escucho su voz de mujer y no me la creo.
Bocanegra resulta demasiado femenina y los curas son afeminados, no femeninos.

Resumiendo y para terminar, Alatriste no es una película redonda, pero sus virtudes incuestionables me hacen perdonarle sus defectos.
Es una película valiente que me gusta.

lunes, septiembre 04, 2006

¡CAMPEONES DEL MUNDO!

Un partido soñado.
La furia española como forma, como vehículo utilizado para expresar una inmensa calidad. En absoluto como la inútil furia española del fútbol.
El toro que torea y mata al torero.
Desde el primer momento salieron con el cuchillo entre los dientes.
Grecia es un equipo que en todo momento intenta controlar el partido y lo hace con una defensa aplicada y rocosa, con ataques largos y pacientes. Evita la velocidad y el contrataque... España le planteó el partido infernal.
Defensas alternativas, potentes e inteligentes, ataques rápidos, presión en todo momento.
Cada canasta era una pesadilla imposible para los griegos.
La defensa les dejaba tan tocados que encontraban muy pocas posiciones buenas de lanzamiento y, de encontrarlas, fallaban muchos de ellos por la propia incomodidad generada por España en su juego.
Y por encima de ello carácter, fuerza y voluntad del equipo español.
El resultado entra en la historia de los resultados de las finales.
Los griegos se quedaron en 47 puntos.
Ya al final del segundo tiempo sabían que no podían ganar. Se podía leer en sus caras,en la comunicación no verbal de sus cuerpos.
La suerte estaba echada para ellos.

viernes, septiembre 01, 2006

EL SECRETO

Panagiotis Yiannakis es historia viva del baloncesto griego, europeo y mundial.
Junto con Nikos Gallis formó una terrible e histórica línea exterior de tiradores letales en la selección griega a finales de los 80 y principios de los 90. Sus triples -algunos tirados desde muy lejos, eran siempre oportunos y determinantes para el destino de su equipo dentro del partido. Formó parte del equipo heleno que hizo historia consiguiendo el campeonato de Europa frente a la última Unión Soviética... Gallis, Fassoulas, Christodoulou, Kambouris, Ioannou, ... Nombres y hombres inolvidables que, en una inolvidable noche calurosa ateniense dieron buena cuenta de la Unión Soviética de Volkov, Homicius, Sabonis, Valters o Tikhonenko.

Cuando jugaba, Yiannakis ya parecía un entrenador. Controlaba el ritmo del partido, gritaba, motivaba, aconsejaba, tranquilizaba e incluso protestaba como un coach.
Como no podía ser de otra forma, y con el paso del tiempo, acabó por hacerse cargo de la dirección técnica de una titubeante selección helena en transición.

En su haber está el mérito indiscutible de haber sacado partido a una brillante generación de deportistas helenos: Kakiouzis, Papaloukas, Chatzivretas, Dikoudis,... Con ellos volvió a ganar como entrenador el campeonato de europa de selecciones y ahora ha colocado a su equipo en la final del mundial.
Giannakis es el único profesional en activo que ha conseguido el europeo como jugador y como entrenador.
Todo un record.

Ahora en la rueda de prensa posterior al partido en que su equipo ha dado el pasaporte a una voluntariosa selección americana que aún tiene unas cuantas cosas que aprender, nos cuenta el secreto que ha llevado al triunfo a sus hombres:

"Esperaron, creyeron en sus posibilidades y nunca perdieron la confianza."

Y no se cuál de las tres cosas es más difícil: saber esperar, creer en uno mismo o mantener la esperanza.
Trás ellas viene siempre todo lo demás: la estrategia y la táctica, los fundamentos y las jugadas entrenadas; pero lo primero es lo primero y el carácter siempre manda.
BALONCESTO

Por fin.
Han pasado más de 20 años, pero recuerdo perfectamente aquellos agónicos partidos que la selección española jugó en el mundial de Cali (1982) y en los juegos olímpicos de Los Angeles (1984). Aquella fué una gran generación de baloncestistas: El talento de Corbalán, la estrategia de Solozábal, la muñeca de Epi, la fuerza de Fernando Martín, la raza de Andrés Jimenez, la puntería de Margall, los tapones de Fernando Romay, los puntos de Sibilio, los contraataques de Iturriaga, la pelea de Fernando Arcega y, por supuesto, la dirección de Antonio Díaz Miguel en el banquillo.

Era un equipo de mucha calidad, pero muy limitado en cuanto a altura, físico y número de jugadores disponibles para el entrenador. Y durante aquellos años el equipo jugó un gran baloncesto que muchas veces se resolvía en finales agónicos contra grandes rivales: la yugoslavia de Kikanovic y Radovanovic, la italia de Meneghin y Riva, la Unión Sovíetica de Valters o Tachenko. Unos los ganaron y otros los perdieron, pero uno siempre tenía la sensación que, cuando llegaba la hora de la verdad y se avanzaba la competición, las cosas siempre se complicaban más y más. Los rivales siempre disponían de más físico, más altura y más jugadores.
Hoy nos hemos clasificado para la final de un mundial.
Hemos ganado un partido con final agónico y puede parecer que nada ha cambiado, pero la gran diferencia está ahí, sobre la cancha: España se ha convertido en uno de esos grandes equipos contra los que la vieja generación de los 80 jugaba. Tenemos físico, altura y jugadores de sobra para hacer contínuas rotaciones... No es una garantía ganar, pero es el triunfo de 20 años de duro trabajo en el país del fútbol.
Y aunque se nos ha lesionado nuestra gran figura y no estará en la final, estoy convencido que vamos a ser un rival duro de roer.
Es una cita con la historia... y con Grecia.

miércoles, agosto 30, 2006

UN SUEÑO DE BUÑUEL

"Sueño con mi padre. Está sentado a la mesa, con cara seria. Come despacio, muy poco, casi sin hablar. Yo sé que está muerto y susurro a mi madre o a una de mis hermanas que está sentada a mi lado: 'Sobre todo, que nadie se lo diga' "
(Mi último suspiro, Luis Buñuel)

martes, agosto 29, 2006

"El sol de los sueños le derritió las alas
y cayó desde el cielo donde volaba
al ras del suelo de la vida,
a un mar sin olas donde navegar,
a una paz rastrera nunca disturbada...

Más en esta hora dolorida,
y no teniendo bastante con la llanura,
el alma ya le pide, impenitente,
la gracia urgente
de una nueva aventura"
(Miguel Torga, Icaro)

El portugués Miguel Torga, toda su vida médico rural en lo más profundo y perdido de su tierra, es un escritor esencial y profundo que nos proporciona la gracia urgente en cada nueva lectura.

lunes, agosto 28, 2006

Termino de ver "La cruz de hierro" de Sam Peckinpah.
Nada ha cambiado.
La película sigue gustándome y continúo pensando que Peckinpah es un artista mayor, un genio. Su obra es una sonora bofetada sobre el rostro de Descartes.
La reivindicación del delirio y la locura como un elemento constituyente de nuestra naturaleza, como un factor decisivo incluso en la construcción de nuestras vidas y de esa quimérica abstracción llamada futuro.
Ese animal del que tan poco nos gusta hablar pero que existe en cada uno de nosotros.
Refugiados en nuestros pulcros y cuidado salones de la racionalidad hablamos de él con asco y pavor, pero siempre está ahí. Dispuesto a hacernos decir "por qué" no antes de cometer la mayor de nuestras locuras, la que puede que nos destruya o nos haga conseguir lo que más deseamos.

Peckinpah constantemente nos recuerda que también hay ruido y furia, confusión y caos, sinsentido y bestialidad y -lo que es peor para los formales- que también hay poesía y belleza en el brutal fragor de los cuerpos que inutilmente pelean por medio acre de infierno: La inacabable herida abierta de la más terrible de las contradicciones y entre sus dos orillas que jamás se encontrarán el hombre mismo como principal víctima de sus propios e insolubles conflictos.
De esa lucha constante siempre acaba surgiendo el "por qué no" en algún momento tan igual a tantos otros, pero que, en ese instante y por obra de esas pocas palabras -siempre pronunciadas con frívolo desprecio- resulta determinante.
El absurdo ha llegado demasiado lejos.

domingo, agosto 27, 2006

"Creo que el cine ejerce cierto poder hipnótico en el espectador. No hay más que mirar a la gente cuando sale a la calle, después de ver una película: callados, cabizbajos, ausentes. El público de teatro, de toros o de deporte, muestra mucha más energía y animación. La hipnósis cinematográfica, ligera e imperceptible, se debe sin dudar, en primer lugar, a la oscuridad de la sala, pero también al cambio de planos y de luz y a los movimientos de la cámara, que debilitan els entido crítico del espectador y ejercén sobre él una especie de fascinación y hasta violación"
(Mi último suspiro, Luis Buñuel)