Confieso que me encuentro entre esos "acólitos" a quienes, y según algún critico, esta última película del irlandés Neil Jordan ha gustado con seguridad.
Y también confieso que no puedo entender cómo han pasado desapercibidas para público y crítica tanto esta "Byzantium" como la maravillosa anterior "Ondine".
Seguramente no lo entiendo porque soy acólito, pero, y en cualquier caso, este imperdonable descuido me reafirma en la idea de lo jodido que está todo.
Tanto "Byzantium" como "Ondine" se sumergen con la elegancia de una sirena en las procelosas y profundas aguas de la relación entre fantasía y realidad.
Si "Ondine" nos cuenta la historia de un pescador que pesca precisamente una sirena, mientras "Byzantium" nos relata desde la cotidianidad la vida errante de una madre y una hija que son vampiros.
En ambos casos, lo relevante a mi entender para Jordan no es la propia línea argumental fantástica sino los efectos que esta tiene dentro del contexto realista y cotidiano en el que se inscribe y es relevante para mostrar precisamente la dificultad que lo fantástico ya tiene de engarzarse con lo real para precisamente hacerlo trascender.
Aunque vampiros y sirenas puedan ser tocados y vistos continúan siendo increíbles dentro de un mundo que vive inmerso en su propio delirio basado en el exceso de pragmatismo y realidad.
Centrándonos en "Byzantium", la creatividad de Jordan como autor otorga a esta historia de vampiros aspectos muy interesantes y diferenciales.
Por un lado, la visión diacrónica de la propia criatura convertida poco menos que en criaturas errantes y marginales capaces de camuflarse en el presente, sufriendo siempre una soledad y una necesidad de comunicar una verdad propia que es precisamente el feeling principal de la hija, magnificamente encarnada por una deliciosa Saorsie Ronan
Y por otro, una reconfortante y hasta cierto punto divertida visión feminista del tema puesto que las protagonistas son perseguidas por una sociedad secreta de vampiros hombres que no ven con buenos ojos que el privilegio de la vida eterna sea poseído por una mujer, pero que al mismo tiempo no ven tan mal que le sea arrebatada la vida de toda la vida.
Todo ello integrado, como ya he comentado, dentro de esa preocupación que preside las últimas películas de Jordan centrada en mostrar la precariedad de la fantasía dentro de un mundo que ha aprendido a mirar hacia otro lado
Me gusta más "Ondine" que Byzantium", pero estas dos películas europeas de Jordan se encuentran dentro de lo mejor de su filmografía.
Merece la pena descubrirlas.
Son dos buenas historias.
Y también confieso que no puedo entender cómo han pasado desapercibidas para público y crítica tanto esta "Byzantium" como la maravillosa anterior "Ondine".
Seguramente no lo entiendo porque soy acólito, pero, y en cualquier caso, este imperdonable descuido me reafirma en la idea de lo jodido que está todo.
Tanto "Byzantium" como "Ondine" se sumergen con la elegancia de una sirena en las procelosas y profundas aguas de la relación entre fantasía y realidad.
Si "Ondine" nos cuenta la historia de un pescador que pesca precisamente una sirena, mientras "Byzantium" nos relata desde la cotidianidad la vida errante de una madre y una hija que son vampiros.
En ambos casos, lo relevante a mi entender para Jordan no es la propia línea argumental fantástica sino los efectos que esta tiene dentro del contexto realista y cotidiano en el que se inscribe y es relevante para mostrar precisamente la dificultad que lo fantástico ya tiene de engarzarse con lo real para precisamente hacerlo trascender.
Aunque vampiros y sirenas puedan ser tocados y vistos continúan siendo increíbles dentro de un mundo que vive inmerso en su propio delirio basado en el exceso de pragmatismo y realidad.
Centrándonos en "Byzantium", la creatividad de Jordan como autor otorga a esta historia de vampiros aspectos muy interesantes y diferenciales.
Por un lado, la visión diacrónica de la propia criatura convertida poco menos que en criaturas errantes y marginales capaces de camuflarse en el presente, sufriendo siempre una soledad y una necesidad de comunicar una verdad propia que es precisamente el feeling principal de la hija, magnificamente encarnada por una deliciosa Saorsie Ronan
Y por otro, una reconfortante y hasta cierto punto divertida visión feminista del tema puesto que las protagonistas son perseguidas por una sociedad secreta de vampiros hombres que no ven con buenos ojos que el privilegio de la vida eterna sea poseído por una mujer, pero que al mismo tiempo no ven tan mal que le sea arrebatada la vida de toda la vida.
Todo ello integrado, como ya he comentado, dentro de esa preocupación que preside las últimas películas de Jordan centrada en mostrar la precariedad de la fantasía dentro de un mundo que ha aprendido a mirar hacia otro lado
Me gusta más "Ondine" que Byzantium", pero estas dos películas europeas de Jordan se encuentran dentro de lo mejor de su filmografía.
Merece la pena descubrirlas.
Son dos buenas historias.