miércoles, marzo 30, 2011

EL DESENCANTADO

Fitzgerald, Dos Passos, Hemingway, Faulkner y Steinbeck... La llamada "Generación perdida" de escritores norteamericanos que a principios del siglo XX que vivieron el inicio de sus carreras literarias en el Paris de la década de los veintes, entre el final de la I Guerra Mundial y los inicios de la Gran Depresión.

Esta generación se debate entre la preocupación social y un nihilismo provocado por la visión de los desastres de la guerra en Europa, muchos de ellos participaron en ella de forma directa, que llevó a la mayoría de ellos a una actitud vital hedonista, extrema, que incluso llegó a acabar de forma prematura con la vida de alguno de ellos como es el caso de Scott Fitzgerald.

El protagonista de "El desencantado", Manley Halliday, es una especie de presentación hiperbólica de la actitud de toda esa generación hacia la vida y hacia su trabajo... y sobre todo es una presentación de las dramáticas consecuencias que acarrea ese estilo de vida enloquecido, que vive el presente enredados en la zarza punzante de sus propias pasiones y con la intensidad del que ha dejado de creer en la posibilidad de un futuro.

En la mayor parte de sus capítulos la novela transcurre a finales de la década de los treintas, en un Hollywood industrial al que los escritores han de recurrir para continuar viviendo de su pluma escribiendo por encargo historias que no sienten, pero también presenta una serie de excursos situados en la década anterior en los que se explican las causas vitales que conducen al Manley Halliday que vemos estrellarse contra sus propios demonios intentando escribir un guión que detesta.

Nada es gratis en la vida. Todas las decisiones que se toman tienen sus consecuencias. Y en este sentido "El desencantado" se revela como un preciso libro de contabilidad que explica las abrumadoras facturas que Halliday tiene que pagar.

"El desencantado" no sólo es una novela sobre Hollywood. La industria del cine es el paisaje donde sucede el naufragio de Halliday de una manera inevitable y, lo que resulta aún más conmovedor, necesaria.

Para Halliday la fiesta ha terminado, esa fiesta en que se convirtió Paris para toda esta generación que este personaje representa, y "El desencantado" no es otra cosa que la hermosa y melancólica crónica de una mañana de carnaval.

Imprescindible.

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