No he hablado mucho de The Shield... y eso que puntualmente he devorado sus seis temporadas en cuanto he tenido la menor ocasión.
La serie cuenta las historias de los policias destinados en The Barn, una de las comisarías mas conflictivas de la ciudad de Los Angeles. Pero sobre todo ha acabado centrada en las peripecias, no siempre muy decentes, del Grupo de Asalto comandado por el duro y ambivalente Vic Mackey.
El Grupo de Asalto es una unidad especial que combate la violencia entre bandas y los hombres de Mackey siempre están metidos hasta el cuello en incidentes violentos entre grupos rivales. Esa continua lucha ha hecho que para los policias del Grupo de Asalto la línea que separa el bien del mal se difumine.
Los dos pies de Mackie nunca están en el mismo lado de la línea. En algunas ocasiones porque, para Mackie, el fin justifica los medios y está dispuesto a hacer cualquier cosa con tal de resolver un problema... y las que garantizan una solución rápida y eficaz no siempre son muy legales. En otras, porque la humana condición de Mackie no está libre de tentaciones y mucho menos de caer en ellas.
El resultado es una trama de causas, azares y deudas que ha acabado con el Grupo de Asalto mucho más lejos, y desde el lado del mal, de la línea que separa a los buenos de los malos. Y en la sexta temporada las cosas empiezan a ser insostenibles.
The Shield es un de las mejores series de policías que se han hecho nunca. Su estilo es directo, casi documental, casi siempre con encuadres apurados, vibrantes, rápidos y su fondo está a la altura de la forma.
No hay retórica ni rodeos en The Shield.
Las calles que pisan Mackey y sus hombres respiran un presente acuciante y escaso que puede terminar en cualquier momento.