THE AVENGERS
Ni se discute que una película como ésta, la gran apuesta de este año de la industria cinematográfica estadounidense, va a ser espectacular. "The Avengers" cumple magníficamente esa función de pórtico de entrada para lo que se quiere sea una larga y exitosa franquicia de productos cinematográficos.
La cuestión es la de siempre... si el producto, además de funcionar como tal, va a trascender ese elemental (y en absoluto fácil de conseguir) estado de valor de cambio (tiempo por entretenimiento) para convertirse en algo más... en una historia, en una narración que aporte un verdadero valor de uso al espectador que protagoniza ese intercambio.
Y ésto ha sido siempre la espuma de la dificultad a la hora de producir una obra tanto desde el punto de vista artístico como desde el comercial.
Ya he dejado de exigírselo a esta clase de productos. Seguramente, la experiencia del cine como lugar donde presenciar las películas ha cambiado. Se ha convertido en una experiencia multicanal y multiplataforma en la que la intensidad de la experiencia se ha cambiado por la extensión de su duración... cine, dvd, pay per view, juego, libro... Importa menos el producto en sí como las diversas facetas y momentos en que puede ser disfrutado.
La amabilidad de la compañía intrascendente es suficiente.
Y en este ámbito un producto dotado de la profundidad de una historia puede funcionar mejor, pero ya no es requisito sine qua non. La publicidad y el Marketing intentan reemplazarlo generando el suficiente arsenal de confesables e inconfesables fascinaciones, mucho más previsibles y controlables que el talento, como para que el producto sea consumido o comprado. Y eso es lo que ahora mismo importa: el sonido de la caja registradora.
La duración y calidad de la experiencia, ese valor de uso, es secundario.
Nuevas fascinaciones llegarán que harán olvidar a las anteriores.
Esa es la apuesta... y parece funcionar.
No obstante, y en lo que respecta a "The avengers", el hecho de que el originalmente guionista Joss Whedon esté dirigiendo el producto es toda una garantía de que se ha hecho todo lo posible por controlar ese aspecto tan incontrolable del talento.
Whedon no es Tolstoi, éso está claro, pero tampoco es William Goldman, Lawrence Kasdan o Robert Towne. No es un genio de la literatura ni tampoco es un escritor de películas propiamente hablando. Procedente de la televisión, su principal talento es la capacidad de mantener un cierto equilibrio entre argumento y acción, su capacidad para generar tramas y delinear personajes con la intensidad mínima como para que la historia no sea un menor y esquemático juego de arcade.
Y en este sentido, Whedon justifica hasta el último centavo que se ha pagado por él.
Por debajo de la espectacularidad masiva que se presume a un producto de este tipo, Whedon es capaz de perfilar una historia que no es nada del otro mundo pero que permite poner en juego las fichas de unos personajes a los que consigue dar una cierta entidad mínima... pero suficiente.
Así Whedon consigue dotar a "The avengers", pese a su condición de previsible producto cuyo destino y trayecto está ya más que amortizados, de un cierto atractivo basado en la interacción entre los personajes que consigue que el viaje trascienda del mero trámite a la condición de entretenido.
No es de extrañar que, entre tanto talento muscular, la mayor parte del peso del entretenimiento caiga sobre actores de talento como Mark Ruffalo o, especialmente, Robert Downey Jr cuyo personaje de Tony Stark parece vivir su propia y personal "screwball comedy" en medio de una película de acción aportando ese pequeño plus que permite ese pequeño despegue con respecto a esa elemental condición del producto como valor de cambio.
Y que entre otras cosas hace que no me produzca tanta pereza escribir una reseñar sobre esta película.
Entretenida.
Ni se discute que una película como ésta, la gran apuesta de este año de la industria cinematográfica estadounidense, va a ser espectacular. "The Avengers" cumple magníficamente esa función de pórtico de entrada para lo que se quiere sea una larga y exitosa franquicia de productos cinematográficos.
La cuestión es la de siempre... si el producto, además de funcionar como tal, va a trascender ese elemental (y en absoluto fácil de conseguir) estado de valor de cambio (tiempo por entretenimiento) para convertirse en algo más... en una historia, en una narración que aporte un verdadero valor de uso al espectador que protagoniza ese intercambio.
Y ésto ha sido siempre la espuma de la dificultad a la hora de producir una obra tanto desde el punto de vista artístico como desde el comercial.
Ya he dejado de exigírselo a esta clase de productos. Seguramente, la experiencia del cine como lugar donde presenciar las películas ha cambiado. Se ha convertido en una experiencia multicanal y multiplataforma en la que la intensidad de la experiencia se ha cambiado por la extensión de su duración... cine, dvd, pay per view, juego, libro... Importa menos el producto en sí como las diversas facetas y momentos en que puede ser disfrutado.
La amabilidad de la compañía intrascendente es suficiente.
Y en este ámbito un producto dotado de la profundidad de una historia puede funcionar mejor, pero ya no es requisito sine qua non. La publicidad y el Marketing intentan reemplazarlo generando el suficiente arsenal de confesables e inconfesables fascinaciones, mucho más previsibles y controlables que el talento, como para que el producto sea consumido o comprado. Y eso es lo que ahora mismo importa: el sonido de la caja registradora.
La duración y calidad de la experiencia, ese valor de uso, es secundario.
Nuevas fascinaciones llegarán que harán olvidar a las anteriores.
Esa es la apuesta... y parece funcionar.
No obstante, y en lo que respecta a "The avengers", el hecho de que el originalmente guionista Joss Whedon esté dirigiendo el producto es toda una garantía de que se ha hecho todo lo posible por controlar ese aspecto tan incontrolable del talento.
Whedon no es Tolstoi, éso está claro, pero tampoco es William Goldman, Lawrence Kasdan o Robert Towne. No es un genio de la literatura ni tampoco es un escritor de películas propiamente hablando. Procedente de la televisión, su principal talento es la capacidad de mantener un cierto equilibrio entre argumento y acción, su capacidad para generar tramas y delinear personajes con la intensidad mínima como para que la historia no sea un menor y esquemático juego de arcade.
Y en este sentido, Whedon justifica hasta el último centavo que se ha pagado por él.
Por debajo de la espectacularidad masiva que se presume a un producto de este tipo, Whedon es capaz de perfilar una historia que no es nada del otro mundo pero que permite poner en juego las fichas de unos personajes a los que consigue dar una cierta entidad mínima... pero suficiente.
Así Whedon consigue dotar a "The avengers", pese a su condición de previsible producto cuyo destino y trayecto está ya más que amortizados, de un cierto atractivo basado en la interacción entre los personajes que consigue que el viaje trascienda del mero trámite a la condición de entretenido.
No es de extrañar que, entre tanto talento muscular, la mayor parte del peso del entretenimiento caiga sobre actores de talento como Mark Ruffalo o, especialmente, Robert Downey Jr cuyo personaje de Tony Stark parece vivir su propia y personal "screwball comedy" en medio de una película de acción aportando ese pequeño plus que permite ese pequeño despegue con respecto a esa elemental condición del producto como valor de cambio.
Y que entre otras cosas hace que no me produzca tanta pereza escribir una reseñar sobre esta película.
Entretenida.