domingo, agosto 05, 2012

Prometheus

Y yo que pensaba que el mestizaje era bueno!

Estando Brandywine de por medio, la productora de David Giler y Walter Hill que puso en marcha la saga Alien y que aparece en los créditos de todas ellas, no cabe la menor duda de que "Prometheus" es una precuela de la saga (de la que aviso soy fan total). Y en este sentido no entiendo las declaraciones de Ridley Scott previas al estreno en las que no lo reconocía abiertamente y más viendo la película, pero, en fin, los designios del marketing son inextricables.

"Prometheus" fundamenta su guión en algunos planteamientos en los que ha cristalizado todo este negocio de la paraciencia y los extraterrestres, en concreto en la teoría -más bien hipótesis- de los alienígenas ancestrales que sostiene que en algunos momentos del pasado de la humanidad los extraterrestres nos han visitado y no contentandose con eso han contribuido al desarrollo de nuestra civilización con el saber superior que se les supone...

No es un mal punto de partida, porque desde el punto de vista meramente narrativo el tema de los alienígenas ancestrales da para mucho, incluso para una serie de televisión que va por su tercera temporada y que recomiendo aunque sólo sea por lo bien hecha que está, siendo capaz desde la forma de elevar la anécdota a categoría durante el tiempo justo.

En este sentido, "Prometheus" es un relato que despierta el suficiente interés en este espectador que les escribe... Una nave viaja a la otra punta del espacio en busca de un planeta situado en una constelación a la que han hecho referencia diferentes civilizaciones milenarias terrestres. La idea es viajar al encuentro de esos extraterrestres con los que nuestros antepasados parecen haber tenido una relación estrecha.

Una vez en destino, el viaje de la nave "Prometheus" y de sus tripulantes se convierte en un viaje en pos de las sombras de esos seres, de los extraños vestigios que han dejado en las extrañas instalaciones que los recién llegados encuentran en el planeta.

Se despliegan las preguntas de manera ordenada y gradual...

¿Qué diablos querían esos seres? ¿Qué planeta más extraño? ¿Puedes aterrizar ahí? ¿Para qué sirve esa enorme construcción tan rara? ¿Qué oscuro está todo? ¿Qué hay detrás de esa puerta? ¿Y al final de ese oscuro pasillo? ¿Qué diablos querían esos seres?

En definitiva, y como canta el viejo Tom Waits... What's he building? We have the right to know... O para ser más correctos What they built? We have the right to know...

No hay más.

"Prometheus" plantea con corrección las preguntas, pero fracasa completamente en su segunda parte, a la hora de responderlas con una mecánica narrativa de resolución absolutamente delirante en la que se acumulan las imágenes, los gritos, las carreras, las explosiones, en un "crescendo" enloquecido que sin deberse a ningún sentido, se agota en si mismo mientras consume despiadadamente la capacidad del espectador para preguntarse qué diablos le están contando.

Ya decía el director argentino Leopoldo Torre Nilsson que lo difícil no era plantear una historia, lo complicado era estar a la altura y terminarla. Y está claro que "Prometheus" es una muesca más en el revolver de Nilsson... en el que hay bastantes películas suyas por cierto.

Y eso que éste que les escribe desea como nadie, como fan de la saga, amar a esta historia que pretende pavimentar de sentido las anteriores películas que narrativamente sucederán cientos de años después, cuando la empresa Weyland se fusione con la Yutani  y quieran seguir construyendo mundos mejores, pero "Prometheus" me pide que le firme un cheque en blanco.

La sencillamente boba cuarta entrega de la saga acabó con toda mi capacidad de crédito.

Entretenida sin más... pero les recuerdo que soy fan.

Ojo al dato.

sábado, agosto 04, 2012

Bobby Fischer against the world

Tuvo su momento Bobby Fischer.

Su presencia fue más importante de lo que parece en el desenvolvimiento de la Guerra Fria certificando una aplastante victoria sobre un aspecto sobre el que los soviéticos desarrollaban una gran autoestima. Para los soviéticos el ajedrez era mucho más que un juego, por encima de todo era la demostración de la superioridad del hombre soviético y resulta sorprendente la enorme cantidad de recursos que destinaron al ajedrez.

La lucha por la imagen frente al mundo capitalista también se ventilaba en este milenario juego. No sólo en el deporte.

En este sentido, la Unión Soviética desarrolló una superioridad aplastante en el mundo del ajedrez... hasta que llegó Bobby Fischer para humillar totalmentee a Spassky, uno de sus más grandes campeones.

La aparición de Bobby Fischer certifica a nivel simbólico la derrota del ideal del hombre soviético, una derrota escenificada a nivel global en la lucha por el titulo mundial en Islandia. De hecho, Fischer ha sido uno de los pocos campeones mundiales de ajedrez no soviéticos, si no el único... No estoy seguro.

Poco importa que tras Fischer los soviéticos volvieran a dominar con Karpov o Kasparov... El daño moral ya estaba hecho... El mundo capitalista educaba intelectos que eran capaces de derrotar a lo mejor del talento intelectual soviético.

Y éste carácter épico de héroe triunfador en un terreno ignoto, donde nadie antes había triunfado le otorgó a Fischer un carácter de héroe que terminó desequilibrándole. Probablemente Fischer habría tenido un destino similar. En su personalidad se daban las características necesarias para que alguna enfermedad mental se desplegase, pero el interés que las terminales incipientes de la sociedad de la información tuvieron en Fischer suscitaron en él la sensación, bastante real, de ser perseguido que terminó acabando con él. Porque Fischer fue en realidad un paranoico que realmente era perseguido. No desde luego por las mismas razones y de las mismas maneras que él imaginaba, pero desde luego perseguido por una sociedad que quería saber más de él conforme su propio e incontrolable misterio se desplegaba.

Los resultados, la pérdida y la destrucción de su talento ya se conocen, pero la historia de Fischer ha sido la historia de una enfermedad mental mediaticamente transmitida en el tiempo.

Apenas una delgada línea separa la genialidad de la locura y uno puede pisarla casi sin quererlo. Las dos cualidades humanas cruzan la línea y se introducen en la oscuridad de lo nuevo, en ese corazón de las tinieblas del que escribía Conrad y del que no siempre se regresa intacto.

Escribe el poeta portugués Miguel Torga que la razón es "la más presuntuosa y menos fecunda de nuestras facultades. No tiene el don de imaginar ni el coraje para transgredir", pero tampoco tiene los inconvenientes de ir demasiado lejos.

Fischer es un ejemplo más.

jueves, agosto 02, 2012

En los oscuros lugares del saber

Peter Kingsley es un filósofo británico experto en todo el pensamiento filosófico griego que precede a los tres grandes nombres de la filosofía griega clásica: Sócrates, Platón y Aristóteles.

Todo ese conjunto de filósofos y pensadores se engloban bajo el nombre de presocráticos y en ellos se encierra el lento viaje desde el pensamiento mágico, mítico y salvaje del hombre primigenio neolítico, que tan bien describe Levi-Strauss, hasta el pensamiento analítico, científico y racional que caracteriza al hombre moderno.

Dentro de los Presocráticos el papel que ocupan Parmenides (o Parmeneides como le llama Kingsley) y pitagóricos es bastante crucial. En concreto, la obra de Platón y Aristóteles, y en general cualquier filósofo griego posterior, es en extremo deudora de la obra de Parménides.

Del mismo modo que Descartes, con su método analítico-deductivo, Parménides crea por decirlo así un primer método, una primera "via de verdad", que indaga por lo esencial del ser y del ente y que se contrapone a una "via de opinión", centrada en aspectos más físicos y menos metafísicos.

En tanto en cuanto ningún arqueólogo encuentre ninguna nueva inscripción o tablilla, Parménides fue el primero en sentir la necesidad de sistematiza rla manera de conocer las cosas... y, fundamentalmente, lo que hay detrás de ellas.

Y en este sentido Parménides ocupa un lugar central en la historia del pensamiento occidental, pero quizás esta no fuese la principal preocupación y ocupación de Parmenides.

En el modo de abordar está evolución desde lo mágico a lo racional ha primado siempre la puesta del acento en lo racional, caracterizando a todo vestigio o presencia de pensamiento mágico como de impureza distorsionante susceptible de no consideración, cuando no de directa eliminación especialmente en lo que respecta a la configuración del pensar de estos presocráticos.

La heterodoxa aparición de Kingsley viene a invertir esta tendencia, por lo menos a lo que Parménides y a todos los demás filósofos de la ciudad de Elea, llamados Eleatas, incluyendo a Zenón su discípulo y continuador.

En "Los oscuros lugares del saber", Kingsley realiza una génesis de un otro Parménides diferente al Parménides cuya figura nos ha venido definida desde la perspectiva Ateniense, potencia colonial y dominante de la época entre cuyos privilegios se encontró el de poder escribir la historia a medida de sí misma.

A lo largo del libro, Kingsley desarrolla paso a paso una investigación arqueológica que nos descubre a Parménides como un chamán, un sacerdote de un culto místico que se desarrolla bajo la mirada del dios Apolo y cuyo principal mecanismo de conocimiento no era el analítico-racional sino el sintético basado en la intuición de la esencia de las cosas mediante el trance.

En este sentido, Kingsley pone de manifiesto algo que se daba por supuesto, el caldo de cultivo del pensamiento racional que no es otro que un pensamiento religioso-mágico que precisamente buscaba ir más allá de esa realidad que se aparece ante los ojos y que está a disposición de las diferentes capacidades de conocer que tiene el ser humano. Entre ellas se encuentra el modo analítico-racional pero para Parménides, un sacerdote y místico que recurría al trance y a la intuición para conocer, no era la manera esencial de conocer distinguiendo claramente lo que permite conocer para comprender y lo que permite conocer las cosas para poder influir sobre ellas y operar en el mundo.

Pero Kingsley no se queda ahí.

En la última parte del libro dibuja el esfuerzo ateniense por disfrazar y ocultar, cuando no vilipendiar, aspectos esenciales de Parménides para destacar otros, centrados en su perspectiva de conocimiento racional, que sirve de base para los filósofos de la gran ciudad-estado, más centrados en un saber práctico y operativo.

Y en este sentido, Atenas demuestra una vez más la capacidad del poderoso para construirse una realidad a medida dentro de la cual hay un Parménides que no encaja y que queda borrado, especialmente en lo que respecta a la importancia que tiene el otro conocimiento, el que se basa en la intuición y la comprensión global de las cosas y sus misterios. Un conocimiento que precisamente busca conocer y que tanto caracteriza al modo de pensar oriental. Un modo de pensar que no analiza, descompone en partes usando la razón, sino que sintetiza, trata de captar globalidades desde un mínimo de contemplación.

Esta revisión ateniense de Parménides implica no sólo el nacimiento del modo de pensar occidental sino la obvia y consecuente separación con respecto del modo de pensar oriental del que hasta el momento los presocráticos eran parte integrante.

"En los oscuros lugares del saber" es un libro que se lee bien, casi como una historia de detectives en la que prueba a prueba, hallazgo a hallazgo, vamos conociendo tanto la verdadera identidad de una victima, Parmenides, como la identidad de sus asesinos y sus posibles razones, los atenienses.

Interesante.




miércoles, agosto 01, 2012

El mapa y el territorio

Es el primer libro de Huellebecq que leo y puede que sea el último.

Entre el libro como objeto de consumo y la literatura como necesidad que te consume hay un espacio intermedio que de manera voluntaria o involuntariamente ocupan autores como Auster... y ahora, creo, Huellebecq. Ambos tienen el sorprendente talento de producir libros que se parecen mucho a obras literarias, pero que en realidad no lo son... o para ser más precisos, a mi no me parece que lo sean.

Lo peor de "El mapa y el terrritorio" es que me deja frío.

Nada me ha aportado su lectura que no vaya más allá de algún comentario a pie de texto más o menos agudo sobre la realidad francesa o europea que resulta más periodístico que literario. El resto es una amena revisión del tópico del artista desconcertado ante su misterio con algún alarde narrativo, como la de la aparición del propio escritor como personaje, que deviene de gracioso truco a puro e intimo acto masoquista de exhibicionista justicia retributiva consigo mismo.

Desde luego, Huellebecq sabe construir una historia y escribirla, sabe narrar pero lo que el escritor cuenta no pasa de una especie de reportaje superficial demasiado extenso para que se lo incluyeran en las páginas de un dominical. Se le escapan vivos temas como la relación entre arte y negocio (un tema que por el tipo de productos que produce debería conocer muy bien) o la relación entre arte y artista o entre padre e hijo.

"El mapa y el territorio" es una superficie reflectante y plana que refleja su propio vacío sin la menor profundidad, perfecta para el consumidor que quiera verse y definirse como consumidor de literatura con mayúsculas (sin tener que visitar a Tolstoi, Dickens o Conrad) y quizá quiera darse el lujo de mirar por encima del hombro a los lectores de novela histórica o rosa... pero el rey Huellebecq está desnudo.

¿Cómo reconocer a esa clase de libros?

Me he quedado igual que estaba al empezar el libro... Esa es la señal.
Ya se me ha olvidado... Esa es la segunda señal.

Repetid conmigo... eso es contrario a cualquier experiencia del arte y lo esencial. Todo lo contrario. Es una pura experiencia de consumo, que aspira a la rapidez y a lo efímero, al olvido instantáneo que haga posible una nueva necesidad.

Con la de libros de verdad que hay por ahí, esperando ser leídos....

martes, julio 31, 2012


Nostalgia y mar

Desvisteme luz,
desnúdame de tanta noche
y llévame contigo
hacia la espumante puerta
que, conforme avanzas, revelas.

Permiteme que sacie mi hambre
con el reflejo esquivo
de revoloteantes sonrisas
que pacientes esperaban sobre las olas.
Permiteme que riegue mi sed
con el deslumbrante destellar
de todas aquellas miradas
que ahora de nuevo me alcanzan.

Deja que sean desde la oscuridad reveladas,
certezas extraviadas y de nuevo encontradas
al lento paso de tu misterio,
a tu milenaria manera de silencio.

lunes, julio 30, 2012

The best exotic Marigold Hotel

Vaya por delante que es complicado que no encuentre atractivos a una película en la que salen actores como Judy Dench, Tom Wilkinson, Maggie Smith o Billy Nighy... Soy muy fan de los actores ingleses y de los argentinos... no se por qué... pero también tengo que reconocer que "The best exotic Marigold Hotel" es una oportunidad perdida, una historia con posibilidades que pudiendo ahondar en algún que otro tema relevante como la vida, la muerte y la vejez decide permanecer sobrevolando la superficie con maneras de mariposilla de colores.

Un grupo de jubilados británicos (no todos tienen por qué ser ingleses) deciden pasar su jubilación en la India, en un hotel para el que su joven propietario tiene el plan de convertirlo en lugar de retiro de los jubilados de todo el mundo.

Cada uno de esos jubilados arrastra su propia idiosincrasia personal y todos comparten la esperanza o la necesidad de reconducir su vida en un nuevo contexto y paisaje que les desafía con su diferencia radical.

Desde tiempos inmemoriales el cine inglés ha tenido siempre una especial inclinación por el melodrama sentimental en el que la realidad y el deseo se entrelazan para construir historias agridulces para las que lo sentimental se convierte siempre en el interpretante del sentido final.

"The best exotic Marigold Hotel" es la nueva entrega... y en este sentido esta misma historia de siempre no ofrece ni más ni menos que sus avatares anteriores desde las comedias sentimentales de la Ealing en la década de los cincuentas del siglo pasado. Y en este sentido, vestido con los fascinantes colores de la India, no deufradará a los incondicionales (y no tan incondicionales) del género. De eso estoy seguro.

Yo no me encuentro entre ellos... siempre pienso que sus personajes empiezan a reír, a llorar,a pelearse, a abrazarse o a follar un segundo antes de que se produzca la posibilidad de un poco de verdad... pero no me voy a hacer el duro, también reconozco que a nadie (incluído yo) le amarga un dulce.

Aceptable.

domingo, julio 29, 2012

Game of thrones. Temporada 2

Sin duda creo comprender el éxito de la saga de "Juego de tronos"

Por un lado es una historia muy bien escrita tanto en cada una de sus partes, las líneas narrativas que constantemente crecen y se bifurcan, como, y es lo más importante, en la construcción de un todo donde estás líneas suceden y que permite la generación de lo más seductor que un lector puede encontrar: un universo cerrado.

Por otro, y esto es algo que he descubierto en esta segunda temporada, hay momentos de buena literatura... Algún personaje dice algunas cosas interesantes para justificar acciones y posiciones, cosas que podrían pasar por shakesperianas en una noche loca.

Pero sobre todo "Game of thrones" expresa muy bien el espíritu de nuestra época. Esa obsesión por el triunfo a cualquier precio que tiene a todos los personajes moviéndose como hormigas alrededor del trono de hierro... El triunfo por el triunfo y el poder por el poder, el paraíso de la pura táctica en la ausencia de un gran relato que organice esa necesidad que todos tienen de ocupar un trono -o de ayudar y oponerse a ocupar ese trono- cuya necesidad se da por sentada, su sentido nunca se justifica.

No hay nada fuera de ese juego de tronos convertido en una especie de Wall Street en el que todos se afanan por conseguir lo máximo para su parte sin plantearse preguntas de más alto calado.

Y en este sentido mi modo de pensar no se ve modificado en lo esencial... sigo sin entender el encanto magnético de ese trono por el que todos se matan... se que es importante porque se matan por él, pero contar el otro lado es lo que precisamente diferencia a la saga de "Juego de tronos" de "El señor de los anillos" o de cualquier obra mayor.

Lo difícil no es construir la fascinación sino revelar el mecanismo de lo que es fascinante, la fisicidad de esa fascinación que justifica y da sentido a ese deseo que los hombres sienten por ese trono y que les lleva a hacer cualquier cosa por poseerlo. Y aquí la historia me falla. El trono de hierro solo tiene dos dimensiones, careciendo de esa profundidad que lo justifique como objeto deseo.

Y mientras ésto no cambie lo que veo en tanta disputa es una rutina de oficinistas carente de la menor grandeza, una disputa que en nada se diferencia de las disputas por el poder dentro de la familia Ewing en "Dallas". Así, "Juego de tronos" es una buena historia que lo tiene todo menos lo que a mi entender es esencial. No obstante, es posible que ese salto de calidad exista en los libros y no haya traspasado a la serie... tendré que averiguarlo, pero por el momento a este que escribe el muro y lo que hay al otro lado y el personaje de Tyrion, siguen pareciendole lo más interesante de un espectáculo que sólo le resulta...

Entretenido.

El caballero oscuro: la leyenda renace

Debe ser duro ser un critico de cine oficial y tener que escribir de esta tercera entrega de las aventuras de Batman, según Christopher Nolan.

Vaya por delante que "El caballero oscuro: la leyenda renace" es la peor de las tres con diferencia, una completa y compleja fantasmagoría basada en la acumulación de ruido y espectacularidad, y en la que la historia es apenas una alucinada contradicción destinada a justificar la sucesión de escenas espectaculares, que funcionan en sí mismas, pero que en absoluto componen un todo homogéneo y coherente.

Hay un exceso de cajas chinas que se abren para mostrar figuras más grandes o de tamaños y formas diferentes. Nada es lo que parece, todo cambia y puede convertirse en cualquier otra cosa con tal de sorprender al espectador que atado por el talento para componer verosimilitud del director Christopher Nolan y una brillante partitura de Hans Zimmer termina dejándose llevar por un torrente incontenible de imágenes que se le dispara con precisión durante casi tres horas, siempre con la esperanza de terminar arrojado en la playa de un conveniente final feliz.

Estoy convencido que "El caballero oscuro: la leyenda renace" no resiste una segunda visión. Su trampa y su cartón terminará apareciendo a los ojos del espectador una vez que el efecto emocionalmente arrasador de su puesta en escena pierda ese factor sorpresa que reduce al espectador a la condición de animalejo sorprendido por las luces largas de un coche en medio de la noche.

Y en este sentido, y más que una película, "El caballero oscuro" parece más un experimento de laboratorio de psicologia destinado a demostrar que la pura forma convenientemente presentada no necesita del fondo para contar con la aquiescencia del espectador.

Porque todo vale con tal de que la historia avance y cualquier planteamiento es bueno con tal de sorprender al espectador con un nuevo giro argumental que culmina en el absurdo narrativo de la historia del pozo como ejemplo paradigmático de que el narrador cuenta con la falta de memoria del espectador para contar -eso sí, con talento- cualquier cosa de cualquier manera.

Lo que más se parece a "El caballero oscuro" es un centro comercial, una acumulación planificada de imágenes, gestos, diálogos, estímulos desmemoriados cuya una única misión es resultar interesantes por si mismo, en su eterno presente.

No obstante, y entre la espectacularidad de muchas secuencias, la vacilona labilidad de los andares y gestos de Anne Hathaway (los años pasan y uno sigue sin ser de piedra) y el asombro del "pero qué me están contando", la película termina pasando por entre mis ojos sin hacerse pesada, lo cual también tiene su mérito, porque una de las cosas más difíciles del mundo es hacer películas largas que no se hagan largas (sólo David Lean tenía ese talento y quizá Christopher Nolan pueda ser su heredero)

Aceptable.





viernes, julio 27, 2012

Los 47 Ronin

La historia de los 47 Ronin es una de esas hazañas ejemplares que resumen en teoría el canon del carácter de una sociedad. En este caso la sociedad es el Japón anterior a la segunda guerra mundial, el tradicional y no globalizado.

Se trata de una historia compleja pese a su aparente sencillez.

Todo empieza con una disputa entre un señor, Asano, destinado en labores diplomáticas por el shogun Tokugawa en el palacio del emperador y otro señor Kira, experto en la compleja etiqueta de la corte del emperador. De éste, Asano esperaba una formación que Kira pretendía se le compensase económicamente mientras que Asano entendía que no tenía que haber compensación por tratarse de una inevitable consecuencia de la posición.

El pinzamiento entre los dos a la japonesa se prolonga durante un tiempo hasta que Kira toca la tecla adecuada y provoca a Asano de manera definitiva, haciéndole cometer el inmenso delito de desenvainar la katana dentro de palacio. Asano intenta matar a Kira, pero sólo consigue herirle.

La decisión que toma el emperador, a quién seguramente no llegan las disputas personales e internas entre ambos señores, se basa únicamente en la valoración del imperdonable gesto de Asano, lo que le acarrea la muerte física, la indicación de cometer seppuku (abrirse las tripas de izquierda a derecha y luego de arriba hacia abajo si es que a uno le daba tiempo) junto con la muerte social, la desaparición de su casa y propiedades.

Esta noticia cae entre los suyos que conocen mejor que nadie las tensiones con Kira como una bomba.

Tras un proceso contradictorio y pulsional de intenciones, acaba predominando la mesurada visión del chambelán Oishi, quién decide planificar cuidadosamente la venganza. Sabiendo que el código de honor samurai obligaba a tomar venganza inmediatamente y sabiendo que Kira les estaría esperando con superiores fuerzas haciendo imposible el éxito de su venganza, Oishi decide esperar. Los samurais sirvientes de Asano deciden perder el honor y se convierten en ronin.

El problema de ser ronin tiene que ver con el carácter ferreamente estamental de la sociedad japonesa, lo que implicaba para cada estamento una posición con su consiguiente estructura de deberes y obligaciones. Así, un samurai era un guerrero que se debía a su señor. A cambio toda la manutención le venía a través de la casa de su señor, por lo que si un samurai tenía la desgracia de sobrevivir a su señor se convertía en un paria en un doble sentido: porque se veía obligado a preocuparse de su manutención desempeñando oficios o realizando tareas no aceptables para un guerrero y, lo que era más importante, porque seguía vivo y su señor no... un samurai con honor cometería "seppuku" o se haría matar siguiendo a su señor hasta la muerte.

Asi, todos optan por su suicidio social siendo el propio Oishi la sublimación de ese suicidio optando por una vida de alcohol, prostitutas y juego que incluye el abandono de su mujer, hijos y posición.

Y en este sentido, y aunque no sea un ejemplo de comportamiento canónico de samurai según el bushido, la historia de los 47 ronin si muestra un compendio de cualidades que el buen samurai debe poseer, cualidades como la firmeza, la serenidad, la determinación, la fuerza abundan en la actitud de Oishi y los suyos... El objetivo era conseguir que Kira los subestimase y se olvidase de ellos y de su venganza haciendo más fácil el éxito.

Y es aquí donde creo que está el atractivo de un personaje como Oishi. En su conducta también prima el cálculo, cosa que un samurai nunca debe valorar. Lo importante es la ejecución que en cada momento corresponde sin pensar en su resultado final.

Pero Oishi no sigue el bushido cuando en la decisión que toma prima la necesidad de triunfar por encima de todo.

Oishi quiere triunfar, no sólo hacer lo que corresponde según el código de honor, y en este sentido se convierte en un personaje puente entre la tradición Tokugawa con la restauración Meiji, preocupada en conseguir un imposible equilibrio entre la tradición y la industrialización.

Y en este sentido Oishi es el protagonista adecuado para el mito inspirador de una sociedad japonesa abierta a la modernidad, ejecutando la imposible mixtura entre el honor y el cálculo para conseguir un beneficio.

El resultado final del plan del chambelán es el éxito. Un año y medio después Kira ha bajado la guardia haciendo posible el asalto de la casa y la muerte del causante de la desgracia cuya cabeza fue llevada a la tumba de Asano.

Las consecuencias fueron el "seppuku" para los 47 participantes, pero también la rectificación del emperador y la restauración del nombre y propiedades de los Asano.

La elocuencia cristalina del gesto hizo que el propio dios revisase una decisión anterior y la rectificase, convirtiéndose también estor ronins en héroes desde el punto de vista de guardianes de la justicia dentro de un orden divino que parece producir la justicia por si mismo.

En la década de los treintas del siglo pasado, Kenji Mizoguchi era uno de los grandes nombres del cine japonés y ningún director era más adecuado que él en opinión del gobierno militar nacionalista del general Tojo para poner en imágenes este mito en una producción cinematográfica acontecimiento con la que alimentar con sentido a las masas.

Asi, Mizoguchi dirigió en 1941 esta superproducción de casi 4 horas de duración en la que curiosamente apenas hay acción sino una sucesión de tremendas secuencias en que los personajes se expresan, toman postura y deciden.

A Mizoguchi parecen interesarle más lo que hay dentro de los personajes implicados en la historia que sus acciones, que a fin de cuentas no son más que efectos resultado de causas, de formas de pensar y de decisiones que se toman.

En este sentido, "47 ronin" no es una película recomendable si uno no está acostumbrado al ritmo del cine japonés, abundan las palabras (muchas de ellas formando parte de diálogos brillantemente escritos), pero también los silencios.

No obstante, Mizoguchi tiene tiempo para mostrar su talento para la composición casi pictórica de imágenes y la utilización de la grua para componer planos sucesivos en magistrales vuelos de cámara.

Obra maestra.



miércoles, julio 25, 2012

1972, Verano

Hubo un espacio
y también hubo un tiempo...

Transfigurados por la distancia
que apenas abarcan
unos ojos de mirar cuarteado y reseco,
resultan mucho más ciertos
todos aquellos gestos de fugaz paso
por entre el sol
y por debajo del cielo.

En la silenciosa revista
de los espacios y ámbitos
que antes ocuparon
con su inagotable alegría,
a espaldas de las mudanzas y rigores
que tarde o temprano
impone la deuda del tiempo
brillan perdidos, rotundos y eternos.

Invitan,
sonríen,
llaman al agua
desde donde cubre,
desde muy lejos.

En el mar quedaron
y en el mar siguen igual de ciertos.

Importa poco si es una certeza soñada.
Están ahí,
puede escuchar cómo le llaman,
puede ver que necesitan a uno más
para continuar con el juego.

Le legión invencible

John  Ford era un tipo complejo.

Casi todas las películas lo son también. En ellas, suele ser tan importante como la historia que se nos cuenta todas las pequeñas anécdotas y detalles que suceden mientras el gran relato se despliega. En el cine de Ford uno tiene la sensación de que cada personaje, por nimio que sea, tiene su momento y el resultado siempre suele ser la sensación de universo cerrado y completo, de que los ojos del espectador se encuentra ante un pedazo de la vida misma que sucede ante el espectador con asombrosa naturalidad.

En casos como el de "La legión invencible", y si uno se pone a pensar, no se acaba de tener muy claro qué es lo que Ford está contando. En el contexto de las guerras indias de finales del siglo XIX, las campañas contra los sioux y en su peor momento, tras la derrota de Custer en Little Big Horn, Ford se dedica a hacer un retrato costumbrista de la vida en la frontera con la presencia del veterano capitán Nathan Brittles (un magnífico John Wayne que demuestra que cuando quería podía actuar) como elemento vertebrador en torno al que las pequeñas historias, las anécdotas, la interacción entre los personajes suceden de manera cristalina y natural.

Ese es para mi gusto el gran talento de Ford, la capacidad de insuflar vida, autenticidad a las imágenes que con gran cuidado construía en sus legendarios rodajes en los que prácticamente todo el equipo estaba pendiente de sus bipolares cambios de humor de alcohólico y su brillante y pasmosa intuición y capacidad de improvisación.

Los rodajes de Ford eran toda una aventura en la que Ford era el líder indiscutible, un incierto camino de creación en el que hasta el propio guión podía ser sacrificado y en el que todo el equipo trabajaba a la espera de que la inspiración les sorprendiese trabajando... y todo siempre sin salirse del plan de rodaje, porque todo estaba en la cabeza de Ford.

Un ejemplo para la película que nos ocupa son las brutales escenas de la columna de caballería cabalgando por la pradera y una tormenta de gran aparato eléctrico sucediendo en la distancia. Ford en los rodajes, atento como un shamán, esperaba la ocurrencia de ese tipo de detalles que elevaban sus historias por encima de las posibilidades del propio guión.

De aparente sencillez, en el cine de Ford aflora siempre un algo auténtico que brilla con un irresistible valor de verdad y cuya expresión siempre descansaba en los rostros y la expresión de los actores, muchas de esas imágenes que Ford perseguía tenían que ver con los primeros planos de los actores y para su perfecta ocurrencia el director planificaba cuidadosamente cada escena .

Para Ford los rostros y las miradas eran esenciales, la distancia corta en la que la historia se jugaba el todo por el todo de ese complicado y volátil entramado de verdad que en cada rodaje quería construir.

Quizá se esté quedando un poco antiguo buena parte de su cine, especialmente por su pasión por la milicia y por el folklore popular pero sus películas siempre son experiencias emocionantes.

"La legión invencible" es la segunda película de su famosa trilogía de la caballería compuesta además por "Fort Apache" y por "Rio Grande". Quizá sea la más floja de las tres, especialmente por su media hora final en la que Ford abusa de sensiblería (uno de sus grandes defectos) en una sublimada y un poco interminable despedida del héroe Brittles.

Pero Ford es uno de los grandes maestros y la peor de sus películas ocuparía un lugar relevante en la filmografía de cualquier otro director.




martes, julio 24, 2012

Crónica de un complot llamado crisis

Ya se nos ha olvidado cómo empezó todo ésto...

Primero de todo, y tal y como expone Jeremy Rifkin en sus últimos libros, hay un agotamiento del modelo económico basado en la segunda revolución industrial que se manifiesta a partir del último cuarto del pasado siglo. Ésto activa un plan B del sistema consistente en el calentamiento de la economía especulativa y crediticia.. Si ya no se produce tanta riqueza real el objetivo es apoderarse de la riqueza privada acumulada en épocas anteriores mediante los mecanismos del crédito y de la deuda.

Así se matan varios pájaros de un tiro: se mantiene la rueda del capitalismo de consumo permitiendo mediante el crédito obviar el descenso del peso de las rentas salariales y por otro permite poner en juego lo ahorrado por varias generaciones en el tiovivo de la cadena de valor del sistema capitalista de consumo.

Además se produce la caída del bloque socialista y la consiguiente victoria del bloque superviviente, con la consiguiente exacerbación al calor del fuego de la victoria de los postulados del estilo de vida vencedor, lo que entre otras cosas supone el pistoletazo de salida para el neoliberalismo sin complejos.

Una manifestación de esa falta de complejos es la distorsión del mecanismo del crédito y la deuda y su transformación en la dinámica monstruosa de lo especulativo en lo financiero; otra es la necesidad, casi por derecho de conquista, de apoderarse de lo que el sector público controlaba buscando roturar nuevas tierras y disminuir esa crisis de rentabilidad en la explotación de las existentes.

El resultado es un monstruo de cara amable que crece y crece.

Sobre este contexto, y del mismo modo que hizo Greenspan como responsable de la Reserva Federal, máxima autoridad monetaria en los Estados Unidos, se reducen en Europa los tipos de interés (el precio del dinero que se presta) a niveles por debajo de la inflación, como manifestación de ese monstruo especulativo y financiero que busca poseer ese ahorro público y privado.

Esto hace estúpido no endeudarse en un mundo sumido en una dinámica optimista y alcista.

El resultado es que el crédito se tira por los suelos y se produce una cadena de endeudamiento donde las personas piden dinero a los bancos y los bancos piden dinero a otros bancos.

El resultado es un sobrecalentamiento del endeudamiento.

En este proceso nadie guarda la menor tranquilidad y el menor control, tantos deudores como acreedores reciben y prestan dinero sin ton ni son, como si el victorioso capitalismo frente al socialismo necesitase reafirmar su superioridad entre sus filas con una perpetua orgía de consumo sin fin.

En lo que a Europa respecta, Alemania es el mayor propietario de dinero y por tanto el mayor prestador tanto a los clientes de sus propios bancos como a bancos de otros países que acuden a por más dinero.

Al mismo tiempo, y dentro de esta orgía (pero en el entorno más privados de los parquets de las bolsas y los consejos de administración), se dan todos los elementos necesarios que conllevan a la crisis especulativa que afecta a todo el sistema financiero, bancos incluidos.

Este impacto virtual de este evento termina por desequilibrar un sector financiero que ya de por si vivía bastante desequilibrado.

De repente los bancos deben muchísimo más dinero del que tienen y necesitan aportaciones de capital para no quebrar.

Y es aquí cuando el denostado por los neoliberales sector publico acude para socorrer a un sector privado bancario que por su mala cabeza privada se ha metido en un lío enorme.

Los estados se dedican básicamente a echar paladas de riqueza real intentando tapar ese agujero virtual, pero los estados también habían formado parte de esa que se pretendía orgía financiera perpetua.
También tienen su deuda, sus desequilibrios, pero heroicamente asumen su responsabilidad -cosa que los bancos no han hecho- y acuden a resolver la "cagada" de un importante sector de las economías de los países que estructuran. El resultado es un mayor y tremendo desequilibrio de las cuentas públicas a cambio de un saneamiento de las cuentas de los bancos.

Todo sea por el bien general.

¿Qué sucede?

Pues como en todo.

En el caso de Europa, los países más fuertes como Alemania pueden soportar mejor ese impacto que países con economías más débiles como Grecia, Portugal e Irlanda.

Lo cierto es que Alemania ha metido mucho, mucho dinero en sus sistema bancario. La única diferencia es que no se la ha acabado el dinero y no ha necesitado acudir a financiarse a los mercados y si se le acaba es una economía con garantías, pero para los otros, los débiles las fuentes de financiación propias se acaban y deben acudir a los mercados dando comienzo a el baile de los mercados presidido por la prima de riesgo.

Los países más débiles ofrecen mayores dudas que los fuertes y esas dudas se materializan en un incremento del interés que lógicamente se pide por el dinero que se presta. A mayor interés, más desconfianza.

¿Qué sucede?

Dos cosas...

Por un lado, la construcción económica europea es imperfecta: hay moneda única pero no unión fiscal ni un banco central propiamente dicho. Fue realizada desde la superioridad y en años de bonanza. No se pensó en la posibilidad de malos años y se prefirieron evitar los problemas que presentaría una profundización en la unidad económica.

El resultado es un euro vulnerable porque no hay un banco central que respalde la deuda pública de los países de la eurozona. Por lo tanto esos países cuando las cosas vienen mal dadas quedan a merced de las contradicciones de su economía y sometidos al rigor inclemente de los mercados que sólo piensan en el beneficio económico sin pensar en otros efectos como pueden ser los sociales.

La situación de economías como la británica no es mejor que la situación de economías como la española, la única diferencia es que los británicos tienen su propio banco central que garantiza cubrir la deuda pública del país; cosa que los países de la zona euro no tienen.

Por otro, el acreedor entra en pánico y fija al deudor unos imposibles plazos y ritmos para devolver esa deuda que en su momento se generó tan alegremente.

En lo que respecta a Europa, Alemania el acreedor principal solo piensa en sí misma, en recuperar ese dinero perdido lo antes posible y poniendo los intereses de sus bancos por delante de los intereses europeos fija una hoja de ruta asfixiante a los estados sumiéndoles en una política de ajustes que estrangula sus economías y que como efecto irónico final endeuda aun más a Alemania, en contra de su voluntad, porque se generan situaciones dramáticas de salvamento de las economías.

Así van cayendo Grecia, Irlanda, Portugal... España...Italia en una huida hacia delante que no tiene sentido.

Y el problema no es tanto que Alemania adopte esa política egoísta en favor de sus bancos sino la contumacia en el error que la ha llevado ya a poseer ochocientos mil millones de euros en deuda y ayudas a distintos países europeos cuyas economías están colapsadas.

Pero lo peor es que la dureza en los ritmos de adecentamiento de las cuentas públicas de esos estados les obliga a políticas restrictivas de recorte que hacen inviable nada que no sea devolver la deuda, lo que de paso hace inviable cualquier posibilidad de estado de bienestar.

Y esta es la realidad que los miserables y cobardes consideran palabra de Dios.

El resultado de una opción, de un error de cálculo, especialidad en la que los alemanes son unos auténticos maestros teniendo dos guerras mundiales y esta guerra económica a sus espaldas... todas causadas por errores de cálculo y lo que es peor contumacia en el error.

En la primera guerra aceptaron dos frentes porque pensaron que derrotarían a Francia rápidamente, en la segunda Hitler no contempló que Francia e Inglaterra aceptasen el envite y le declarasen la guerra tras la invasión de Polonia y ahora... pues esto, el timing.

El problema es que el timing mismo dificulta el objetivo de devolución de deuda que se pretende. El acreedor no asume la consecuencia de su decisión de regalar el dinero y pretende hacer que el deudor cargue con todo. Y ésto se está mostrando, además de una respetable aspiración, un error estratégico de primer orden porque de mantenerse firme en su error puede llevar a la ruina al propio acreedor... porque, y entre otras cosas, el deudor tiene que existir para poder pagar su deuda.

Y de paso, y aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, se desmantela el estado de bienestar porque, y como no puede ser de otra manera, no hay dinero para pagarlo... Y se liberan cientos de hectáreas de economía a la roturación privada.

La duda es si el objetivo es simple, la devolución rápida de la deuda, o doble, la devolución de la deuda y de paso generar en las democracias una situación de shock que haga que los ciudadanos de esas democracias acepten perder el estado del bienestar a cambio de poder seguir viviendo.

No olvidemos que hay mucho neoliberal tras las mesas que están manteniendo con firmeza esta hoja de ruta.

No olvidemos que ya no tienen nada que temer, que ganaron la guerra fría y no hay un estilo de vida alternativo al que proponen. Ahora sólo les queda depurar las propias filas eliminando concesiones como el estado del bienestar mantenidas con el objetivo táctico de evitar la contestación aburguesando trabajadores entre sus propias filas.

Y necesitan extenderse a aspectos que controla el sector público de los estados, aspectos que en bastantes casos implican una demanda cautiva y un negocio seguro.

¿Complot?

A mi me huele bastante mal todo ésto, sobre todo una contumacia en la adopción errónea de una hoja de ruta que no me puedo creer que sea ignorancia.

Lo único cierto es que se va en serio, pasando por encima incluso de sociedades enteras, adoptando decisiones manifiestamente extrañas y cada vez más incomprensibles... quizá porque el futuro de todo un modelo económico basado en el motor de combustión interna, la electricidad y el petróleo está en juego.

lunes, julio 23, 2012

Con independencia de lo complicado de la situación no se han hecho las cosas bien:

"España está sentenciada por los inversores internacionales y la dinámica lleva al rescate completo. La única duda es la fecha del mismo, lo cual es un ejercicio con mucho morbo político pero es irrelevante económicamente. Lo más fácil siempre es buscar un enemigo externo, dentro la herencia recibida y fuera el BCE. La realidad es que en diciembre nuestra prima de riesgo era 200 pb inferior a la italiana y ahora supera los 100 pb y hemos conseguido que nadie hable de Italia, que tiene muchos más problemas que en diciembre. El Gobierno ha gestionado el país mirando al retrovisor hasta estrellarlo contra el muro del rescate.
La afloración del déficit fue surrealista. En primer lugar, cuando un país que quiere ser leal con sus compromisos y con sus socios europeos aflora un déficit mayor de lo esperado, debe inmediatamente sentarse para renegociar el programa de estabilidad y suavizar el ajuste fiscal para que sea creíble. Algo que se ha producido en junio y a propuesta de la Comisión, hecho sin precedentes en la historia comunitaria."
(Leer más)

Y si es cierto que el gobierno presente no tiene toda la responsabilidad en el problema que se intenta resolver, si la tiene completamente en una gestión del mismo que ha redundado en una falta de credibilidad que no nos ha beneficiado en nada con los mercados.

Aspecto que culmina con un ministro de economía del Reino de España, procedente de esos mismos mercados, que se lleva las manos a la cabeza con la irracionalidad de estos que es lo mismo que si un militar se sorprendiera de que una guerra ocasionase muerte y destrucción.

Mal asunto.

THE FRIENDS OF EDDIE COYLE

Dirigida en 1973 por el británico Peter Yates, "The friends of Eddie Coyle" es una de las mejores películas de cine negro de la década de los setentas del siglo pasado.

Localizada en un glacial pero soleado Boston invernal y basada en la novela homónima de George V. Harris un miembro de la carrera fiscal de esa misma ciudad y perfecto conocedor de los bajos fondos de la misma, "The friends of Eddie Coyle" pasa por ser una de las más perfectas descripciones del mundo del hampa, especialmente de ese descarnado y cruel mundo fronterizo que viven delincuentes y policías.

La historia se centra en Eddie Coyle, un soberbio como casi siempre Robert Mitchum, un viejo delincuente que tiene una causa pendiente con la justicia y que saca adelante a su familia con pequeños trapicheos con los pocos conocidos que aún le quedan dentro del hampa de la ciudad.

La necesidad de escapar de ese asunto legal que tiene pendiente  le llevará a frecuentar ese territorio intermedio que habitan policías y delincuentes en busca de la menor oportunidad y en el que impera una economía de trueque basada en el intercambio de información a cambio de favores.

Coyle pensará que puede manejar su situación intercambiando la posibilidad de un tratamiento benevolente por parte de la fiscalía en su caso a cambio de proporcionar información que no afecta al núcleo esencial de sus lealtades personales dentro de los bajos fondos de la ciudad, pero una vez más las cosas no saldrán como piensan para Eddie Coyle resultando la historia, además de esa descripción del mundo del hampa, el patético retrato de un perdedor en toda la regla.

El resultado final es la ajustada descripción de un ecosistema despiadado en el que el débil, en cuanto da muestras de tal condición, no tarda en ser devorado/utilizado por los fuertes, aspecto que se reflejará en un duro, descarnado y nihilista final que deja al espectador sin ninguna duda acerca de la verdadera naturaleza de esos amigos de Eddie Coyle.

"The friends of Eddie Coyle" constituye junto a "Bullit" y "The hot rock" los tres mejores trabajos de su director, el olvidado Peter Yates y se beneficia de la estólida y cascada presencia de un Robert Mitchum siempre dispuesto a cruzar los límites tanto fuera como dentro de la pantalla...


Resumiendo "The friends of Eddie Cole" es una película descarnada, dura y polar sobre la jungla de asfalto.

Brillante.




domingo, julio 22, 2012

Pues claro que hay dinero...

 "Y ahí está el problema más silenciado en los medios y en los debates. Fue una lástima que ninguno de los que participaron en el debate en las Cortes Españolas hiciese las siguientes preguntas al Presidente Rajoy: ¿Por qué el Estado español decidió congelar las pensiones a fin de conseguir 1.200 millones de euros, en lugar de revertir la bajada del impuesto de sucesiones, con lo cual habría obtenido casi el doble de ingresos ( 2.552 millones). O, ¿por qué en lugar de recortar nada menos que 7.000 millones en sanidad, el gobierno no eliminó la reducción del Impuesto de Sociedades a las empresas que facturan más de 150 millones de euros al año, lo que significa menos del 0,12% de todas las empresas, con lo cual hubieran obtenido más de 5.600 millones de euros? O, ¿por qué quiere ahora establecer el copago sanitario en lugar de aumentar los impuestos de los fondos SICAV y las ganancias especulativas? O, ¿por qué quiere aumentar el IVA, en este momento de recesión, que afectará a las clases populares, en lugar de aumentar el impuesto de Sociedades al 35% para empresas que ganen más de un millón de euros al año, con lo cual ingresaría 14.000 millones de euros más? O, ¿por qué quiere destruir puestos de trabajo en los servicios públicos en lugar de establecer un impuesto a las transacciones financieras, con lo cual, tal como ha señalado el sindicato de técnicos del Ministerio de Hacienda, se conseguirían 5.000 millones de euros? O, ¿por qué en lugar de forzar reducciones de los Estados del Bienestar gestionados por las CCAA no reduce la economía sumergida diez puntos, con lo cual aumentaría 38.500 millones de euros?"
 (¡Si que hay dinero!, Vicenç Navarro)

Amor a quemarropa

Los referentes de "Amor a quemarropa" están claros.

La preciosa Gassenhauer del compositor alemán Karl Orff sirve de punto de anclaje entre "Malas tierras", la maravillosa e inolvidable opera prima de Terrence Malick, y esta "Amor a quemarropa" escrita por Quentin Tarantino y digida por Tony Scott.

Del mismo modo que en la película de Malick, esta composición es la verdadera banda sonora que acompaña a los dos protagonistas en su loca cabalgada carretera adelante, persiguiendo la siempre esquiva línea del horizonte.

Las comparaciones son un poco odiosas... mejor dicho, bastante.

"Malas tierras" es la obra maestra de un autor mayor mientras que "Amor a quemarropa" es una de esas copias auténticas, como la Holly Golightly de "Breakfast at Tyffany's", que el sobrevalorado Tarantino tiene la incuestionable capacidad de producir siempre desde un talentosa capacidad de construir brillantes escenas dialogadas que son siempre el centro de sus películas. Tarantino no es un autor, es un divulgador de un género que admira desde su incuestionable talento para el diálogo.

Y las comparaciones terminan ahí.

Mientras Malick construye un relato entre épico y nihilista de unos adolescentes que juegan a ser adultos mientras va creciendo al paso de su loca escapada el inevitable peso de las consecuencias de sus actos en un mundo de adultos, Tarantino construye una historia de menor calado donde ya se detectan los rasgos que definen la personalidad de sus productos: la construcción de las historias desde la sucesión de escenas basadas en duelos físicos o verbales entre los personajes, la inspiración admirada en géneros como el exploit que conlleva la conjugación nada pudorosa de estilemas y elementos narrativos repetidos hasta la saciedad en las catacumbas de este género, siempre centrados en la violencia, la codicia y el sexo.

Desde su talento para componer brillantes diálogos el único honor de Tarantino radica en haber sacado de sus catacumbas los personajes y claves narrativas de un género ínfimo para ofrecerlo con un cierto talento a la luz del día del gran público. Y ésto, hay que reconocerlo, lo hace muy bien siempre amparado en la ignorancia del gran público sobre sus fuentes de inspiración, que en bastantes casos son mucho más que eso... y hasta aquí sigo leyendo.

"Amor a quemarropa" se rueda entre "Reservoir dogs" y "Pulp fiction" y es el único guión de largometraje que Tarantino no ha rodado él mismo.

Como comento, y por encima de todo, destaca en ella el talento de Tarantino para los diálogos como en la maravillosa secuencia que protagonizan Dennis Hopper y Christopher Walken (los sicilianos son negros...), que por si sola justifica toda la película, pero todo dentro de una historia que transcurre entre lo previsible y lo confuso y en la que brilla la presencia maravillosa de Patricia Arquette con la suficiente fuerza como para mantener el interés de esta historia incapaz de volar.



Tampoco resulta beneficioso para "Amor a quemarropa" que la dirija Tony, el hermanísimo de Ridley Scott, quién vuelve a mostrar su legendaria incapacidad para sacar partido a las historias multiplicando por mil el sentido esteticista tan propio en el cine de su hermano, pero que se convierte en el suyo en un acusado exceso que termina deviniendo a defecto.

Aceptable.



sábado, julio 21, 2012

Un condenado a muerte se ha escapado

Sin duda alguna la concepción que el director de cine alemán Wim Wenders tiene del cine como instrumento capaz de captar imágenes auténticas y verdaderas sin duda le viene directamente de Robert Bresson.

En su libro "Notas sobre el cinematógrafo", Bresson se sitúa del lado de los hermanos Lumière dentro de la tensión conceptual que acompaña al cine desde su nacimiento. Tensión que define dos polos: por un lado el del cine como fantasmagoría que protagoniza Meliès y por otro el cine como invento capaz de mostrar imágenes reales, verdaderamente reales, inalcanzables de otra manera para el ojo humano.

Asi, y mientras Meliès en su estudio parisino se dedicaba a recrear mil y un imposibles fascinaciones, los hermanos Lumiére se empeñaron en lanzar por todo el mundo un ejército de operadores cinematográficos con el objetivo de captar imágenes de la propia realidad, imágenes no imposibles como las de Meliès sino sencillamente inalcanzables.

Pero Bresson no tiene suficiente con concebir el cine como una herramienta reveladora de realidades, capacitada como ninguna otra para hacer presente mediante imágenes en movimiento la carne y el hueso que la distancia arrebata.

Sin duda influído por su sensibilidad cristiana, Bresson opta por una dirección contraria.

En busca de lo inalcanzable, Bresson no va hacia la realidad sino hacia el interior del individuo.

El objetivo de Bresson es la presentación de una intimidad y a través de ella ofrecer mediante la capacidad de registro del cinematógrafo, como el gustaba llamar al cine, la posibilidad de vislumbrar ese alma humana que él presumía existiendo, animando esa intimidad.

Y en este sentido todas las películas de Bresson se construyen desde un único personaje al que la cámara sigue de una manera obsesiva y dentro de una historia que a veces parece importar menos que el modo en que el personaje es afectado y se enfrenta a ella.

La aspiración de Bresson es brutal... revelar desde la sinceridad de unas imágenes transparentes y puras una verdad única y transferible. Así, su cura en "El diario de un cura de campaña", su carterista en "Pickpocket" o este encarcelado perteneciente a la resistencia francesa frente a la ocupación alemana durante la segunda guerra mundial que protagoniza la película que nos ocupa aspiran a ser mucho más que meros personajes al servicio de una historia. Aspiran a ser una verdad que se muestre incontrovertible a través de lo elocuente que tiene su propia autenticidad mostrada de manera transparente. Casi nada...

El que les escribe, que no participa en demasía de la sensibilidad de Bresson, no tiene muy claro que ese propósito final sea conseguido, que lo que se muestra no sea más que una fantasmagoría por así decirlo "indoor" pero muy similar a la de Meliès, pero lo que no puede negar (porque ni quiere ni puede ni debe) es que todas las películas de Bresson son sobrecogedores espectáculos basados en la puesta en imágenes de la pura vivencia, del ser humano absorbido en la tarea de ocuparse de su propia existencia.

Y en este sentido el cine de Bresson es único e inigualable.

"Un condenado a muerte se ha escapado" es para mi gusto una de sus mejores películas.

Nos cuenta la aparentemente sencilla historia de un resistente encarcelado por las tropas de ocupación alemanas durante la Segunda Guerra Mundial. Con detenimiento meticuloso Bresson nos narra el esfuerzo de este individuo en llevar a cabo el plan de su fuga y termina mostrándonos un tremendo retrato de la fe, la decisión y la perseverancia necesaria para llevar a cabo ese proyecto, que prácticamente el protagonista lleva a cabo con sus propias manos y con su ingenio.

Y también con la solidaridad de sus compañeros de cárcel, porque para Bresson el sentido de esas existencias ocupadas cuya intimidad esencial pretende mostrarnos en busca del alma (quizá con la secreta intención de que nos convirtamos) está en los demás, ámbito donde esa existencia encuentra el apoyo decisivo para su proyecto ya sea de forma material o emocional.

El resultado además es una película que, pese a su evidente carga metafísica, está a la altura de las mejores dentro del cine de fugas aunque para Bresson la aventura más decisiva sucede de piel para dentro.

Y por supuesto Mozart...

Obra maestra.

viernes, julio 20, 2012

No hay democracia que valga en una sociedad compuesta por individuos cuyas vidas carecen de estabilidad en lo esencial y que no cuentan con la tranquilidad de una vida decente para poder construir un punto de vista sobre las cosas.

No sólo se trata de un tema económico... Es más, fundamentalmente no es un tema económico. Se trata de un tema eminentemente político.

Las políticas neoliberales generan sociedades desiguales basadas en la concentración de la mayor parte de la riqueza en manos de unos pocos. Esa utopía solo tiene un problema: en política, y en democracía, el voto de cualquier hombre vale lo mismo. Y los desheredados constituyen una mayoría política que en una situación de normalidad no va a ceder bienestar a cambio de inseguridad.

La única solución es desequilibrar esas sociedades, sumirlas en un caos que les lleva a tener que decidir entre el susto o la muerte.

O se hace ésto o no habrá dinero para pagar vuestras nóminas, porque ésta es la realidad, dicen los miserables capataces mientras sus dueños, las bestias humanas, asienten.

No hay otro camino para neoliberalizar: destruir y aprovechar la inseguridad para generar una espiral de miedo que salve las barreras democráticas.

Y si no hay crisis se producen con políticas basadas en los recortes y el estrangulamiento.

No es una crisis económica, es un complot contra las libertades.

El neoliberalismo es un vestigio del siglo XX.

La última de sus doctrinas totalitarias, más poderosa por haber sido perfeccionada tras aprender de los errores cometidos por sus predecesoras.
El gran problema de esta crisis es un asunto de timing.

Lo que está construyendo esa estupenda realidad a la que los miserables nos remiten como algo incuestionable es el tiempo en que el acreedor, pensando sólo en el interés de sus propios bancos (y no en el de los Europeos) son los tiempos brutales para conseguir estar en el nivel definido como aceptable en los indicadores.

Reducir tantos puntos de déficit público en tan poco tiempo obliga a recortar y hace inviable el estado del bienestar... y lo hace inviable porque ese es el verdadero objetivo.

El verdadero objetivo es el estrangulamiento de los estados via exigencias de corrección de dificit basada en timing brutales que se intentan conseguir mediante políticas de ajuste que no contemplan acciones de crecimiento.

El resultado es un circulo vicioso, una espiral de estrangulamiento que incrementa el estado de shock de los ciudadanos que puestos entre la espada y la pared por los políticos serán ellos mismos quienes renuncien a unos derechos luchados por generaciones anteriores.

Ya se está viendo... Aprobemos ésto que no hay dinero para las nóminas.

¿Cómo va a haberlo si se está siguiendo un curso de acción que deprime la actividad económica?

Por supuesto que otra realidad es posible.


Y también que hay mucha bestia humana suelta. 

La delicadeza

Vaya por delante que el que les escribe no es un fan de las películas románticas. Como ya he escrito alguna vez, me gustan las historias en las que el amor es un componente esencial de las mismas, pero no el aspecto principal de la historia. Al igual que en la vida misma, el amor surge de pronto, cuando estás ocupado haciendo otra cosa... Resumiendo mi ejemplo de película de amor es "Abyss" de James Cameron, con eso lo digo todo.

También me ponen los pelos de punta los libros que la gente lee mucho... suelen ser historias absurdas que no me gustan nada, clichés y pastiches que intentan conseguir el aprobado en literatura...

Asi que, en principio, está película, sin duda existente a mayor gloria de Audrey Tatou pues le permite conjugar todo su encantador y eficaz repertorio de morritos y guiños, lo tenía bastante difícil conmigo, pero... la verdad es que la delicadeza tiene su punto.

Nos cuenta la historia de Nathalie (Audrey Tatou), una mujer joven que de manera inesperada queda viuda volcando toda la energía de su vida en el trabajo. Allí conocerá a Markus (François Damiens), alguien que parece estar en las antípodas del hombre que podría enamorar a una mujer como Nathalie, pero del que poco a poco, de una manera delicada, terminará enamorándose.

Tras una primera media hora un tanto extraña, sobre cuya manera de narrar sobrevuela el imposible fantasma de Wes Anderson (cuántos crímenes empiezan a cometerse en su nombre), la película adquiere una tranquila velocidad de crucero a través de la que se nos narra esta historia no sin bastantes altibajos, pero que cuenta en su haber con algún que otro momento con encanto cuya sabia situación a lo largo de la historia ha permitido al que les escribe llegar al final de la misma... como ese maravilloso en que Nathalie coge la mano de Markus y enseguida se duerme llena de paz.

La delicadeza tiene algunos momentos así... delicados, que emocionan

Además, sobre toda ella brilla el nada dudoso encanto delicado de Audrey Tatou que está estupenda en un papel que le va como anillo al dedo.

Entretenida.

The killing

Uno de los grandes temas del cine y la novela  negra es la ciudad en sí misma.

La ciudad concebida como un peligroso mecanismo integrado por una trama de intereses cuya existencia resulta invisible para una mayoría que vive en la ignorancia, confiada bajo el cielo azul de un sistema de garantías y libertades que hace posible su vida cotidiana.

No obstante, de cuando en cuando, se producen puntos de contacto entre esa superficie y la corriente profunda, inconsciente de intereses que realmente sustenta el mecanismo que, a su vez, sustenta esa superficie cotidiana.

De cuando en cuando alguna circunstancia de esa superficie interfiere en el desenvolvimiento natural de ese mecanismo casi animal de intereses y se produce el acto fallido, el crimen, un evento que debe ser investigado y es aquí cuando interviene la figura trágica del policía, quién como Sísifo está entregado a reestablecer el orden y el sentido de la justicia en una ciudad que en realidad está sostenida por ese mecanismo ciego, pura voluntad, para el que el bien y el mal no pasan de ser en el mejor de los casos incómodas etiquetas para definir actos que resultan necesarios por sí mismos.

En este sentido, resolver un crimen se convierte en una tarea peligrosa que lleva la luz del día a lugares que jamás han sido tocados por ella, una tarea que pone en peligro muchos intereses y que moviliza a ese sistema en la necesidad de evitar la molestia de tener que rendir cuentas a alguien que por su fuerza de voluntad a llevado demasiado lejos ese relato de ley y orden que sólo existe para mantener unido al rebaño,. allá en la superficie.

En cualquier caso, el esforzado gesto del héroe exige un precio, lo que pone de manifiesto en su esfuerzo por saber de esa profundidad ignorada exige un gesto como contrapartida que cierre la incómoda grieta abierta y devuelva la situación a su status quo inicial.

Hay un escenario que mantener, un escenario que precisamente justifica su existencia para ocultar la existencia de esa parte trasera.

La relato de la ley y el orden debe ser escenificado y un culpable debe ser ajusticiado para que la ciega maquinaria de intereses creados siga existiendo.

La segunda temporada de "The killing", sin ser nada del otro mundo, participa claramente de este estilema descrito: el hombre -en este caso mujer- contra esa ciudad que ha inmolado la vida de una inocente joven cuyo destino, en el instante y lugar equivocados, se ha puesto en el camino de un rizo de acción de esa mecánica.

Profundizar en el asesinato de Rosie Larsen es profundizar en esa descarnada trama de intereses que convierte la ciudad en un lugar desasosegador y peligroso, donde abundan personajes que resultan tan culpables como el que se revela como el asesino "de facto" de la adolescente, el eslabón más débil y prescindible de una interminable cadena de intereses que no cesa de moverse en un movimiento perpetuo basado en la voluntad y la necesidad.

The killing no es The wire, no es una obra maestra, pero merece la pena sumergirse en esa atmósfera gris y lluviosa de Seattle siguiendo los pasos de los agentes Linden y Holden en busca del misterioso asesino de Rosie Larsen.



miércoles, julio 18, 2012

VIDA DE OHARU, MUJER GALANTE

Seguramente influido por circunstancias desgraciadas de su propia vida el cine de Kenji Mizoguchi pivota sobre el melodrama para construir un retrato agrio de la vida y sus exigencias.

Por entre las imágenes de un cine que Mizoguchi construye con una maestría casi pictórica destellan historias en las que sus protagonistas viven sus existencias sometidos a la precariedad de un destino cruel que tarde o temprano acaba pronunciando su agria sentencia.

La alegría, la estabilidad, la paz, la tranquilidad son aspectos pasajeros que distraen con sus aconteceres episódicos a sus personajes de una realidad compleja y desconsiderada con el deseo, rebosante de desgracias y sin sabores que constantemente amenazan todos los esfuerzos de los protagonistas de sus historias por construir un espacio de calma en el que detenerse y descansar.

Y en este aspecto, Mizoguchi está muy cerca de Kurosawa, otro gran maestro de la época clásica del cine japonés. Para ambos la vida es un animal hermoso que siempre se termina volviendo para morder la mano que distraída la acaricia. Luego llegan las diferencias que en absoluto logran borrar ese punto esencial común entre ambos maestros y en este sentido Kurosawa va mucho más allá que Mizoguchi en la profundización dentro de ese caos sinsentido en el que los seres humanos se descubren un día arrojados.

Mizoguchi es más constructivo.

En todas sus películas siempre hay un personaje que se resiste, que es portador de una esencia de hermosa nobleza cuyo destino siempre encaminado a la derrota Mizoguchi gusta mostrar. La mujer a quién el marido no escucha en "Los cuentos de la luna pálida" o la bella y desgraciada Oharu en la película que nos ocupa... Casi siempre mujeres... Seguramente un retrato de la madre que con gran esfuerzo y sacrificio, en contra de una realidad exigente y cruel, sacó adelante a la familia del propio Mizoguchi.

Por eso, buena parte de las películas de Mizoguchi se mueven dentro de las claves del melodrama como género cinematográfico. Porque el melodrama siempre describe el enfrentamiento autodestructivo y destructivo de un personaje protagonista contra un mundo.

Sus protagonistas resumen lo mejor del temperamento romántico en un sentido amplio: la inevitable escucha de la voz interior frente a las otras voces que se escuchan desde fuera y el consecuente enfrentamiento contra el mundo buscando imponer a toda costa un criterio individual, una manera heterodoxa de entender las cosas.

Y en este sentido, la historia de Oharu es un melodrama tremendo, con todas las de la ley, en el que Mizoguchi pone por obra el rigor cruel de un destino trágico, el de una cortesana de la corte del emperador que por amor se verá desterrada y alejada del exitoso plan de vida que todos tenían previsto para ella.

Así, ese acontecimiento marcará su vida que se verá en un constante encuentro con el infortunio, pero en la que también brillará la poderosa la entereza del personaje protagonista quién, pese a todo, se las arreglará para mantener intacta esa manera de ser a la que no puede hacer otra cosa que deberse.

"Vida de Oharu"  es una de las obras maestras de Mizoguchi.

martes, julio 17, 2012

Lo he encontrado...

"Dos años después de las declaraciones de Williamson sobre la idoneidad de avivar las crisis, Michael Bruno, economista principal del Banco Mundial en el ámbito de la economía del desarrollo, se hizo eco en público de esa misma línea de argumentación sin atraer la atención tampoco ni la atención ni el escrutinio de los medios. En una conferencia impartida ante la International Economic Association en Túnez, en 1995, que luego se convertiría en una publicación del Banco Mundial, Bruno informó a los quinientos economistas allí congregados (y procedentes de 68 países distintos) que cada vez existía un consenso más extendido en torno a la idea de que una crisis lo suficientemente amplia podría conseguir impresionar a los decisores políticos hasta tal punto que éstos se decidieran finalmente por instaurar reformas destinadas a potenciar la productividad. Bruno señaló a América Latina como ejemplo destacado de crisis profundas que aparentemente han resultado beneficiosas y, en particular, a Argentina donde, según dijo, el presidente Carlos Menem y su ministro de economía Domingo Cavallo, estaban haciendo una gran labor de aprovechamiento del ambiente de emergencia que allí se respiraba para imponer un hondo y amplio proceso privatizador."
(La doctrina del shock, Naomí Klein)

Este es el modelo que el totalitarismo neoliberal ha seguido en las democracias... como sus planteamientos generan desigualdad social y la gente no va a votar para tener una vida peor, optan por soluciones "out of the box" basadas en la crisis y generar un shock en la sociedad lo suficientemente grande como para que la gente, puesta entre la espada y la pared, opte por la pared.
La espiral de estrangulamiento de las políticas de ajuste constantes tiene ese sentido perverso y estratégico.
Y además como solución es perfecta porque es autoexplicativa ya que los objetivos de déficit nunca se consiguen, por supuesto, porque la economía se deprime aún más.

En el siguiente giro de la espiral irán las pensiones... y por supuesto unas cuantas vidas pequeñas tiradas a la basura pero ya se sabe que en la sala de operaciones de los grande diseños abundan también las victimas sacrificables y los daños colaterales.

lunes, julio 16, 2012

Pues claro que los que desde el poder proponen únicamente políticas de ajuste son conscientes del circulo vicioso de estrangulamiento al que las sociedades son sometidas.
Claro que lo saben.
Y ya va siendo hora de decir las cosas claras.
No son tontos, algunos de ellos puede que sean incompetentes, pero lo que son, sobre todo, es malos... entendiendo por maldad el perseguir el interés de parte hasta el extremo de comprometer a la mayoría.
El objetivo es someter a las sociedades a un punto de estrés en el que puedan hacer lo que quieran poniendo a las personas en el umbral de elección entre el susto y la muerte. Enfrentados a la posibilidad del caos, el ser humano prescindirá de cualquier cosa: sanidad pública, pensiones... y cualquier cosa que se ponga por delante.
Y no es nuevo.
La mecánica del interés y el terror está perfectamente descrita en "La doctrina del shock" por Naomi Klein.
El poder produce una realidad y sus voceros se limitan a reconocerla como inevitable e incuestionable.
Es la manera que tiene el neoliberalismo de gestionar su proyecto en las sociedades democráticas. Para ellos, una crisis siempre es una oportunidad para conseguir muchas más cosas.
¿Porque quién puede ir en contra de la realidad?
Pero lo que se olvida es que la realidad es un producto, siempre pertenece a alguien y aceptando según qué realidades, en realidad se acepta algo que es propiedad privada de alguien.
Y esta realidad que nos piden aceptar... nos piden... en realidad nos están exigiendo que la aceptemos de manera indirecta... Esa realidad no nos pertenece.
Y además hay realidades que el ser humano no se puede permitir aceptar por dignidad.
Se trata de rebelarse.
La solución está fuera de la caja, porque dentro todo es inevitable.

La realidad se produce.
Socialmente siempre es un efecto, no una causa.
No dejes que los miserables te engañen.

ALEGRÍA

No se podía medir en metros
la distancia que le separaba de todo aquello.
Podría acercarse, sonreirles, abrazarles, tocarles,
pero seguiría estando lejos, muy lejos
de aquella radiante alegría
que reventaba los rostros
insinuando el fantasma de la felicidad
con trazo nervioso y grueso
sobre una superficie cubista de abrazos y besos.

No se trataba sólo de una cuestión de espacio,
también intervenía el tiempo,
mejor dicho todo lo que sucedía
era una pura cuestión que concernía a su reflejo,
al instante que presenciaba.
Porque, en realidad, nada contemplaba.
Se interponía translúcido el peso de una ausencia,
la presencia del vacío
de todas las alegrías pasadas ya extintas,
alegrías que ya ni siquiera recordaba,
si habían sucedido en vano o no,
si en alguna ocasión fueron o no de provecho.

Desde el otro lado del espejo
el veneno de la memoria empezaba
a ser un viejo conocido que una vez más
le arrebataba al instante su condición de eterno.
Lo sabía, pero aún no estaba todo perdido.
Todavía no había olvidado que era un veneno
más poderoso el de la alegría
y que era inevitable que se acercase,
que empezase a construir su personaje
desde fuera, abrazándose, besándose,
cantando, bebiendo,
con la secreta esperanza de que esa ficción
llegase lo suficiente adentro como para convertirse,
el tiempo que durase, en algo cierto.

domingo, julio 15, 2012

Los paraguas de Cherburgo

Todo un descubrimiento para el que les escribe el cine de Jacques Demy.

Una característica de la generación de cineastas que empiezan a hacer cine a finales de la década de los 50 es el cuestionamiento del modo clásico de hacer cine. Los hijos de los padres que se devoraron vivos en los campos de batalla de la Segunda Guerra Mundial plantean una diferencia general que se materializa a lo largo de la década de los 50's de maneras muy distintas y el cine, el entretenimiento por excelencia de aquella sociedad, no podía quedar fuera.

En Europa este fenómeno fue mucho más acusado: Nouvelle Vague, Free Cinema Inglés, Nuevo cine alemán; pero en los Estados Unidos, la llamada generación de la televisión (Peckhinpah, Lumet, Paddy Chayefsky, Bogdanovich o Penn), realiza una función similar en el desarrollo generacional de la industria... Utilizando las ventajas de la tecnología, nuevos equipos de rodaje más ligeros que convertían al hecho de rodar cine en una experiencia más flexible e inmediata buscaban por un lado introducir temáticas, propuestas de pensamiento y vida, maneras de contar más acordes con el sentir de una nueva era y por otro revisar las esquematizadas estructuras narrativas de los géneros para, haciendo coincidir fondo y forma, vehiculizar esos nuevos contenidos y maneras.

Parte de esa revisión implicaba el cuestionamiento, la traducción al escepticismo de esos mismos cánones narrativos.

En este sentido, es un magnífico ejemplo la revisión que Sam Peckinpah hace del western, un género conservador por excelencia, introduciendo claves nihilistas y sentidos existencialistas en historias que tienen siempre un importante punto de enloquecido enfrentamiento de ese individuo, que el western ensalzaba, contra un mundo que de pronto se muestra poderoso e invencible.

Y cito a Peckinpah porque, en mi opinión, Demy desempeña ese mismo papel deconstructor dentro del musical, el otro género cinematográfico por excelencia.

Hasta Demy el musical es un género que escenifica por excelencia el relato sentimental de un estilo de vida, de una ideología que el cine ha vehiculizado a espuertas  y, del mismo modo que Peckinpah, Demy introduce el mismo tipo de claves nihilistas y existencialistas propias de la época, de manera más acusada si cabe que Peckinpah en el western, claves que desarticulan el carácter circular de ese relato.

Y en este sentido el musical escenifica como ninguno narrativas más o menos subliminales que buscan reforzar el deseo del individuo. Con su constante glorificación del amor romántico, el musical escenifica el mito capitalista de la oportunidad y el éxito que espera a todos los que perseveren y lo hace en una especie de equivalente del mundo Disney en el mundo de los adultos.

Nada puede oponerse al deseo del individuo, si ese deseo es verdadero.

Sobre esa circularidad, Demy trabaja para imbricar el cuestionamiento, la ruptura... El amor como muchas otras cosas en la vida no tienen por qué llegar y si lo hace tampoco tiene por qué hacerlo de la manera en que se le espera.

El individuo no tiene la última palabra. Su destino se escribe y reescribe constantemente en el tiempo.

"Los paraguas de Cherburgo" muestra precisamente esa levedad que afecta al destino del humano. Nos cuenta la historia de un amor imposible, el de los adolescentes Genevieve (Catherine Deneuve) y Guy (Nino Castelnuovo) a quienes la vida terminará separando.

Dividida en tres partes, partida, ausencia y regreso, "Los paraguas de Cherburgo" es la crónica melancólica y amarga de una perdida que se termina apareciendo como inevitable y contra la que nada pueden hacer ninguno de los dos amantes.

La vida manda, tiene otros planes para ellos y el resultado final termina siendo algo muy distinto a lo inicialmente planeado por ellos en un final melancólico y amargo, de los más grandes que el que les escribe recuerda, una verdadera magdalena de Proust que el maestro Demy moja en el interior de la mirada de cada espectador.

Obra maestra.





"Me escuchó, sentado con las piernas cruzadas. A veces su cabeza desaparecía por completo en una gran erupción de humo, y un gruñido de simpatía surgía de entre la nube. Cuando terminé, descruzó las piernas,dejó la pipa, se inclinó hacia delante, hacia mí, con avidez, con los codos en los brazos de su sillón, las yemas de los dedos juntas.
-Entiendo muy bien. Es romántico.
Me diagnosticó el caso, y al principio me sobresalté al descubrir cuán sencillo era. Y en verdad, nuestra conferencia se parecía mucho una consulta médica: Stein, de aspecto erudito, sentado en un sillón,
delante de su escritorio; yo, ansioso, en otro, frente a él pero un tanto un costado... y me pareció natural preguntar:
-¿Qué es bueno para eso?
Levantó un largo índice.
-¡Hay un solo remedio! ¡Una sola cosa puede curarnos de nosotros mismos! -El dedo descendió al escritorio con un golpe vivaz. El caso que había hecho parecer tan sencillo, hacía un momento, se volvió
más sencillo aún, si eso era posible... y desde todo punto de vista desesperado.
Hubo una pausa.
-Sí -dije-, hablando en términos estrictos, el problema no es cómo curarse, sino cómo vivir.
Aprobó con la cabeza, en apariencia con cierta tristeza.
-¡Ja! ¡Ja! En general, para adaptar las palabras de su gran poeta: ese es el problema... -Continuó asintiendo con simpatía: - ¡Cómo ser!¡Ach! Cómo ser.
Se puso de pie, con las yemas de los dedos apoyadas en el escritorio.
-Queremos ser en tantas formas distintas –continuó. -Esta magnifica mariposa encuentra un montículo de tierra y se queda inmóvil en él. Pero el hombre nunca permanece inmóvil en su montículo de barro.
Quiere ser así, y después quiere ser de otra manera... -Movió la mano hacia arriba, luego, hacia abajo...- Quiere ser un santo, y quiere ser un demonio... y cada vez que cierra los ojos se ve como un individuo
espléndido... tan espléndido como jamás podrá serlo... en un sueño..."
(Lord Jim, Joseph Conrad)

sábado, julio 14, 2012

"Al frente de la infantería estaba el teniente Zúbarev, que antes de la guerra había estudiado canto en el conservatorio. A veces, por la noche, se acercaba con sigilo hasta las líneas alemanas y entonaba «Oh, efluvios de la primavera, no me despertéis» o el aria de Lenski de Eugenio Oneguin. Cuando le preguntaban qué le empujaba a subirse a un montón de cascotes para cantar, aun a riesgo de poner en peligro su propia vida, Zúbarev eludía dar una respuesta. Quizás allí, donde el hedor de los cadáveres flotaba en el aire día y noche, quería demostrar, no sólo a sí mismo y a sus camaradas sino también a los enemigos, que las fuerzas destructoras, por poderosas que fueran, nunca podrían borrar la belleza de la vida."
(Vida y destino, Vasili Grossman)