Brancaleone de Norcia, ese caballero tan pobre en fortuna como voluntarioso en sus sueños, es el espléndido Vittorio Gassmann.
Punto.
Como consecuencia del inmenso éxito que en 1966 tuvo "La armada Brancaleone", película que desde la sátira nos cuenta la delirante reclamación de los derechos de propiedad de un ducado por parte de un caballero de poca monta, llamado Brancaleone de Norcia, y su estrambótica tropa de pillos y desheredados, el mismo equipo firmó cuatro años después esta secuela, "Brancaleone en las cruzadas" que busca reeditar el éxito anterior.
Para esta secuela el aforismo que sentencia que las segundas partes nunca son buenas reza al cien por cien.
La película reproduce las pautas narrativas de su predecesora: en torno a la delirante voluntad de Brancaleone se constituye una tropa de extraños personajes que se convierten en compañeros de aventura del caballero.
En este caso, con el objetivo es llegar a Tierra Santa y participar en la cruzada la nueva armada de Brancaleone vivirán toda una serie de variopintas peripecias que harán, en la mejor línea Kavafiana, más interesante el camino que la llegada a Itaca.
Desgraciadamente "Brancaleone en las cruzadas" no está a la altura de la predecesora, especialmente en su segunda parte, la que sucede precisamente en Tierra Santa, que supone un perceptible descenso en la calidad de la historia con respecto a la primera que mantiene bastante el tipo con respecto a los niveles de excelencia definidos en la "La Armada Brancaleone".
Es cierto que "Brancaleone en las cruzadas" no está a la altura de su predecesora, que es una de las obras maestras de la comedia italiana, pero eso no quiere decir que la película, un par de escalones por debajo, no funcione y resulte un estupendo divertimento.
Y, en cualquier caso, siempre nos queda el inmenso talento de Vittorio Gassmann para vestir con su carisma la piel de este caballero valeroso hasta la cobardía y temerario hasta llegar a la victoria más imposible e inesperada, incluso en su enfrentamiento con la propia muerte, aspecto en el que la película supone un divertido contrapunto mediterráneo a la bergmaniana "El séptimo sello".
"Brancaleone en las cruzadas", comedia italiana en estado puro.
Punto.
Como consecuencia del inmenso éxito que en 1966 tuvo "La armada Brancaleone", película que desde la sátira nos cuenta la delirante reclamación de los derechos de propiedad de un ducado por parte de un caballero de poca monta, llamado Brancaleone de Norcia, y su estrambótica tropa de pillos y desheredados, el mismo equipo firmó cuatro años después esta secuela, "Brancaleone en las cruzadas" que busca reeditar el éxito anterior.
Para esta secuela el aforismo que sentencia que las segundas partes nunca son buenas reza al cien por cien.
La película reproduce las pautas narrativas de su predecesora: en torno a la delirante voluntad de Brancaleone se constituye una tropa de extraños personajes que se convierten en compañeros de aventura del caballero.
En este caso, con el objetivo es llegar a Tierra Santa y participar en la cruzada la nueva armada de Brancaleone vivirán toda una serie de variopintas peripecias que harán, en la mejor línea Kavafiana, más interesante el camino que la llegada a Itaca.
Desgraciadamente "Brancaleone en las cruzadas" no está a la altura de la predecesora, especialmente en su segunda parte, la que sucede precisamente en Tierra Santa, que supone un perceptible descenso en la calidad de la historia con respecto a la primera que mantiene bastante el tipo con respecto a los niveles de excelencia definidos en la "La Armada Brancaleone".
Es cierto que "Brancaleone en las cruzadas" no está a la altura de su predecesora, que es una de las obras maestras de la comedia italiana, pero eso no quiere decir que la película, un par de escalones por debajo, no funcione y resulte un estupendo divertimento.
Y, en cualquier caso, siempre nos queda el inmenso talento de Vittorio Gassmann para vestir con su carisma la piel de este caballero valeroso hasta la cobardía y temerario hasta llegar a la victoria más imposible e inesperada, incluso en su enfrentamiento con la propia muerte, aspecto en el que la película supone un divertido contrapunto mediterráneo a la bergmaniana "El séptimo sello".
"Brancaleone en las cruzadas", comedia italiana en estado puro.