sábado, octubre 24, 2015

El nuevo imperialismo americano

“Las presiones inflacionarias resultantes del intento de EUA de tener al mismo tiempo “cañones y mantequilla” en medio de la Guerra de Vietnam se volvieron muy intensas, a la vez que los niveles de lucha de clase en muchos de los países centrales comenzaron a erosionar las ganancias. EUA trató entonces de erigir un sistema distinto, basado en una combinación de nuevos acuerdos internacionales y financiero-institucionales que contrarrestaran las amenazas económicas de Alemania y Japón y que volvieran a centrar el poder económico como capital financiero operando desde Wall Street. La connivencia entre el gobierno de Nixon y los sauditas para llevar el precio del petróleo a niveles siderales en 1973 hizo mucho más daño a las economías europeas y japonesa que a la estadounidense, ya que esta última no era en ese momento demasiado dependiente de la oferta petrolera de Oriente Medio30. Los bancos estadounidenses ganaron el privilegio de reciclar los petrodólares en la economía mundial. Amenazado en la esfera de la producción, EUA contraatacó imponiendo su hegemonía a través de las finanzas. Pero para que este sistema funcionara efectivamente, los mercados en general, y los mercados de capital en particular, debían ser forzados a abrirse al comercio internacional –un proceso lento que requirió de la presión intensa de EUA respaldada por el uso de factores de influencia internacional tales como el FMI y del compromiso igualmente intenso con el neoliberalismo como la nueva ortodoxia económica”.

Principios de verano

No descubro nada si digo que Yasujiro Ozu es uno de los grandes nombres del cine como expresión artística.

No sé como se las arregla pero siempre consigue liarme, conmoverme, emocionarme con sus historias sólo en apariencia mínimas.

"Principios de Verano" es otro soberbio y magnífico ejemplo de la gran capacidad del maestro japonés para construir poesía y belleza con la palabra y la imagen.

Porque, y aunque pueda parecer lo contrario por las maneras mesuradas de su cine, Ozu va directamente al grano, a la esencia de lo que más puede conmover a un ser humano: el inevitable paso del tiempo y sus inevitables consecuencias concebidos ambos como actos meramente de naturaleza.

En general, todas las historias que Ozu filma siempre son iguales.

Poco a poco, y a base de puras pinceladas de cotidianidad, el maestro japonés construye un presente y lo que es más importante un nosotros, un entramado de seres humanos que se relacionan entre sí. Ese grupo suele ser una familia extensa en el que cada personaje tiene su entidad y su momento.

Dentro de ese momento que Ozu construye con paciente talento, poco a poco van apareciendo los elementos que precisamente están generando las condiciones para que se produzca un cambio, una evolución que permita cristalizar ese, para Ozu, necesario, por natural, paso del tiempo.

Los abuelos mueren, los padres envejecen y ven marchar a los hijos, los hijos quieren vivir y deben marchar.

Como la vida misma!

Porque parece mentira la sensación de pura vida en toda su inmensa intensidad que tienen las imágenes de Ozu una vez se posan como alas sobre el alma del espectador.

En "Principios de Verano" tenemos una familia cuyo presente se verá transformado por la necesidad de casar a Noriko, una de sus hijas.

Ozu no necesita más.

Ni galaxias que explotan ni mutantes que vuelan.

Y si bien lo piensas tampoco hace falta mucho más.

Sólo el tiempo sucediendo sobre la hermosa y elegante presencia de Setsuko Hara, una de sus actrices habituales.

Obra maestra absoluta... como es habitual.

domingo, octubre 18, 2015

The Martian (detalle)

Una de las escenas que más he disfrutado de "The Martian" es aquella en que la tripulación tiene que tomar una importante decisión.

Es en ese momento cuando la capitana Lewis les hace un discurso sobre los costes que puede tener la toma de esa decisión.

La capitana  Lewis se dirige a hombres adultos y responsables.

No quiere manipularles.

Sólo por respeto a ellos, quiere que tomen esa decisión con la mayor información posible y esa información incluye un discurso de costes.

Sentí una inmensa nostalgia viendo esa escena, nostalgia por lo que podríamos ser y hacer, pero también sentí tristeza, tristeza por lo que efectivamente hacemos.
Ya, de regreso a casa, me pregunté que les habría dicho el capitán si este hubiera sido Artur Mas o Mariano Rajoy o cualquiera de nuestros políticos que nos venden ideas para que las consumamos. 

Y por supuesto en esa venta no puede existir un discurso de costes. 

Todo tiene que ser ventajas porque lo importante es vender.

Ya se cruzará el puente de comprar y consumir una idea que no viene bien cuando se llegue a él.

Encontré emocionante esa escena del discurso de costes porque pone en evidencia el cortoplacismo y carácter consumista de toda nuestra actividad política,

En el discurso de costes está la diferencia entre consumir una idea y vivirla.

Nos lo pone difícil en el corazón y el pensamiento poniendo a prueba nuestra voluntad de seguirla.

The Martian

Viendo las últimas películas de Ridley Scott siempre he terminado pensando en el gran talento que tenía otro británico, David Lean, para construir épicas y espectaculares películas de larga duración que transcurrieran de manera fluida y redonda.

Porque viendo el cine de Scott mi mirada no tardaba en tropezar en algo, una carencia o una ausencia, que me hiciera pensar que estaba viendo un gran y estupenda película.

El atropellado final de "Exodus" o el no menos loco final de "Prometheus" son ejemplos que me vienen a la mente.

En cualquier caso, tengo que decir que este no es el caso de "The Martian", que es para mi gusto esa película épica y redonda que Scott viene queriendo hacer desde... GLADIATOR!.

Nada me ha chirriado viendo las aventuras y desventuras de este astronauta que, dado por perdido por sus compañeros, tiene que buscarse la vida en el Planeta Rojo.

Y quizás lo mejor que tiene "The Martian" es el tono positivo y optimista con el que se nos cuenta una historia que si se piensa bien tiene su rollito.

Nada de desgarrados dramas.

El voluntarioso optimismo de Whatney se convierte en el espíritu de una narración que está más interesada en contar cómo vivir en lugar de cómo no morir.

Quizás estos matices no signifiquen nada para tí, oh, tú, sujeto consumista que haces cola a la espera de que abran un nuevo Primark, pero no dejan de tener su importancia convirtiendo a "The Martian" en una epopeya no demasiado al uso pues la salvación del héroe no descansa sólo en la fuerza física sino también en la inteligencia.

Y seguramente lo que más me gusta de "The Martian" es esa reivindicación del pensamiento aunque paradojicamente se haga dentro de un producto que se exhibe ante un público que precisamente y en su mayoría no quiere pensar sino estar sedado mientras quienes pueden se juegan a los dados su destino.

Espero que alguno pille la idea.

En cualquier caso, y a la ruinosa altura en la que nos encontramos, encuentro hasta contracultural todo lo que sea convertir el pensar en sexy y por ello la visión de "The Martian" me produce un regusto placentero, casi orgásmico, en mi habitual soledad de persona culta y civilizada.

Muy recomendable.

La Gran Guerra olvidada

Al final el relato del Siglo XX puede reducirse a la lucha de la democracia contra los totalitarismos de izquierda y de derecha. Esa lucha finalmente ha terminado en una victoria que se concreta en una democracia política que sirve de marco para el desenvolvimiento de una sociedad de consumo que se extiende en mayor o menor medida por todo el mundo.

En ese relato conveniente para la legitimación de un sistema capitalista de dominación no hay lugar para lo ecológico ni tampoco para todos aquellos que se quedan fuera de la fiesta y a los que, como mínimo, se culpa de su propia desgracia.. Por no hablar de lo que les pasa cuando deciden hacer algo más que callar y morirse en un rincón.

La fiesta capitalista, la siniestra fiesta de esta máquina de movimiento perpetuo que se pretende independiente de la naturaleza, debe continuar y precisamente para prolongar esa continuidad se ha construido una coartada histórica a medida.

Esa coartada precisamente descansa en ese relato que convierte todo lo que tenemos en el fruto de una sagrada lucha en favor de la libertad y de lo mejor del ser humano.

En este sentido, lo totalitarismos han asumido ese papel de "malo", un papel que no sin esfuerzo es posible achacarles puesto que sus desmanes han sido inmensos.

Pero el interesado error consiste en considerarlos causa, olvidando que ellos mismos son el más puro efecto de una situación desequilibrada provocada por una historia anterior.

No obstante, el relato se detiene aquí sumiendo en el olvido la primera parte del siglo XX y especialmente la Primera Guerra Mundial, que sigue siendo la Gran Guerra.

Y el olvido es entendible porque es mucho más difícil construir un relato de buenos y malos sobre ella.

Después de todo, la Gran  Guerra fue la consecuencia de un complejo entramado de alianzas e intereses que se venía librando entre los grandes imperios europeos desde la segunda mitad del siglo XIX, intereses siempre económicos que tenían que ver con el reparto del mundo con vistas a consumirlo en un voraz proceso de producción industrial desencadenado por un capitalismo que en su segunda fase se convertía en monopolista.

Cada imperio europeo era una sociedad desigual en la que una élite obtenía la mayoría de las ganancias de ese reparto, quedando reservadas las migajas para una inmensa mayoría sobre la que recayó sin embargo la responsabilidad de lanzarse a la masacre en los campos de batalla europeos.

El resultado fue una guerra mucho más brutal que la posterior segunda, sólo que esta contó con la siniestra guinda que puso el horror nazi.

Y no se habla mucho pero una de las consecuencias de esa Gran Guerra fue toda una sucesión de revueltas y revoluciones por casi toda Europa de las que sólo salió triunfante la Revolución Rusa, un acontecimiento histórico que no hubiera sido posible sin el tremendo shock de hambre y muerte que para la sociedad rusa supuso  la guerra.

Los desencadenantes de la Primera Guerra Mundial no son bárbaros totalitarios sino estados y gobiernos europeos algunos de los cuales aún mantienen una continuidad en el tiempo como sistema político.

Y el caldo de cultivo para las ideas socialistas y comunistas fue ese entorno desigual que culminó una denunciada situación de explotación con un autentico genocidio de clase social en los campos de batalla.

No es una casualidad que tras esa Gran Guerra y una vez sofocados los intentos revolucionarios por toda Europa apareciesen el sufragio universal y la sociedad de consumo.

Las masas de las potencias europeas no debían tener la sensación de haber luchado por nada.

No obstante, los desequilibrios ya estaban ahí.

El inmenso esfuerzo económico que supuso la guerra dejó tocadas a las economías europeas quienes decidieron con el mejor estilo animal y salvaje del capitalismo, subirse sobre la cabeza de lo que quedaba de la derrotada Alemania para sobrevivir.

Y este fue otro gran error, de estados y naciones como las nuestras.

Son las terribles consecuencias económicas de la paz sobre las que Keynes escribiera.

Desengáñate.

El siglo XX no empieza con los fascismos y totalitarismos, continúa con ellos.

Pregúntate por qué Hitler llegó al poder y descubrirás que por debajo de ese espléndido relato de buenos y malos funciona la realidad de un bárbaro y egoísta entramado de intereses que, de manera directa o indirecta, condujo a cientos de millones de personas a la muerte.

Y eso no es lo peor.

Envalentonado por ese relato que además culmina con la derrota del comunismo, el totalitarismo que mas frontalmente se le oponía, no ha dejado de matar y lo ha venido haciendo mostrando su verdadero rostro a través de neoliberalismo.

Incluso ahora, en su locura de crecimiento infinito y ganancias aún más infinitas está dispuesto a matar no sólo a los seres humanos sino también a todos los seres vivos que habitan el planeta comprometiendo el equilibrio ecológico de este.

Ni comunismo, ni facismo... el capitalismo es el verdadero y más peligroso "ismo".

Todo el siglo XX, desde el final de esa Gran  Guerra, ha sido un inmenso proceso de control y sedación de esas masa de humillados, masacrados y ofendidos que irrumpieron en la política cabalgando sobre su propia sangre derramada.

Masa que tenía otra ética, otra cultura, un orgullo de no ser como ellos y que ahora ya no existe.

La derrota es total y no se arregla ganando unas elecciones o convocando un refererendum.

Porque estamos tan jodidos que ni siquiera sabemos que nos han vencido, que ni siquiera sabemos que no somos como ellos que nos siguen lanzando a la muerte en otros campos de batalla menos cruentos.

sábado, octubre 17, 2015

Ida

Si consigo superar la indigestión de encuadres preciosistas que presenta Ida, tendré que decir que es una película que me gusta.

Porque en lo visual Ida se me antoja como un monólogo absolutamente lleno de chistes graciosos, en el que no hay un segundo para respirar y no dejar de reír.

Así, el efecto que se consigue siempre es el contrario.

Y confieso que he acabado hasta las narices de encuadres de primero de curso de fotografía, con la línea del horizonte en la parte inferior del cuadro. Por no hablar del abuso de la profundidad de campo cuando esta no aporta nada a la historia.

No tengo la menor duda de que el director de fotografía ha querido follarse al público desde lo visual y que en él prima el fotógrafo que el director de fotografía, cosas que pueden parecer lo mismo pero en realidad no lo son.

Pero, si no tengo en cuenta el desequilibrado protagonismo que las imágenes tienen en Ida, digo que se trata de una magnífica película que conecta directamente con el corazón atribulado de la Europa del Este.

Porque si nosotros, en España, con la Guerra Civil, estamos como estamos con el tema de la memoria histórica, no os voy a contar cómo están en el Este de Europa que prácticamente ha sido un campo de batalla ininterrumpido desde que Europa es Europa.

Por eso, es épica la aventura que llevan a cabo las dos protagonistas, una jueza de la Polonia comunista y una inocente novicia a punto de tomar sus votos.

Ambas buscan desenterrar los cadáveres de unos familiares asesinados por ser judíos por sus propios vecinos no judíos durante la guerra mundial.

La acumulación de tragedia que se concentra bajo la tierra, una tragedia que les salpicará con su veneno con cada palada de suelo removido,  conducirá a ambas a la misma solución pesimista, la de abandonar un mundo que parece no tener arreglo en una constante afluencia de drama que se acumula como sucesivas capas freáticas sobre una realidad que ya nada tiene de hermosa..

Eso sí, cada una de ellas abandonará el mundo a su manera.

Magnífica pese al desequilibrio visual hacia el preciosismo que la convierte en un poco insoportable de ver.

lunes, octubre 12, 2015

The Yakuza

Esta es otra de las películas que de cuando en cuando me gusta ver.

Aunque está dirigida por Sidney Pollack, sobre "Yakuza" planea el espíritu atormentado de Paul Schrader que escribió la película junto a su hermano Leonard.

Aunque no funcionó bien en taquilla, "Yakuza" posicionó a Schrader para ser uno de los escritores de películas de la década de los setentas con obras de arte como "Taxi Driver" o "Raging Bull".

En cualquier caso, las tres películas comparten la presencia de protagonistas marcados por un pasado que condiciona de manera dramática su presente, personajes en busca de una catarsis que siempre pasa por un inevitable sacrificio.

Jake la Motta y Travis Bickle ya están presentes en el Harry Kilmer que interpreta Robert Mitchum en "Yakuza".

Y en cierto sentido, su drama puede ser expresado por aquellos versos de Omar Jayam en su maravilloso Rubaiyat: "Pero el dedo implacable sigue y sigue escribiendo. Seducirlo no podrás con tu piedad o tu ingenio para lo escrito tachar o con tus lágrimas borrar ni una coma ni un acento” .

Para todos ellos, el dedo del destino ha escrito. Lo hecho, hecho está. Hay un pasado que inamovible prolonga su alargada sombra hasta el presente, un pasado del que sólo será posible la liberación mediante un acto catárquico de expiación y ese acto es la historia que Schrader siempre nos cuenta.

En el caso de "Yakuza", hay una compleja historia de amistad y amor centrada en un americano, Harry Kilmer, y dos hermanos japoneses, hombre y mujer.

Los líos en que un amigo de Kilmer se mete con Tono, un importante Yakuza, servirá de gatillo dramático que dinamitará ese triangulo mostrando una increíble historia de amor y honor sostenida a varias bandas.

Y como en todas las películas de Schrader, el resultado será la expiación y la redefinición de un sentido que unirá a los personajes de una manera más autentica.

Educado en un severo ambiente calvinista, Schrader siempre busca a través de sus personajes la realización sublimada de la expiación de sus propios pecados, una realización que siempre tiñe sus historias de un marcado carácter trágico y dificil de entender para un espectador que sólo vaya al cine a pasar el rato.

No obstante, su cine siempre ha tenido para mi gusto un marcado carácter iniciático muy centrado en la inevitable necesidad de encontrar la paz y en el importante coste que suele traer esta consigo ya que nada de lo que el destino ya ha escrito se puede cambiar.

Hay algo titánico en los protagonistas de Schrader, siempre buscando la manera de desdecir a los dioses reescribiendo su propio destino.

"Yakuza" es una película oscura y violenta en la que lo que no se dice es tan o más importante que lo que se dice.

Obra maestra.

domingo, octubre 11, 2015

La vieja política está en todas partes

Dedicar un programa a las últimas elecciones griegas y emplear sólo diez segundos en el crucial tema de la abstención, para luego concentrarte en lo mucho que ha hecho tu amigo Tsipras y lo difícil que lo tiene es pura vieja política.

Poner la victoria por encima de todo, incluso de la verdad, es también purisima vieja política.

Pero, y por increíble que parezca, Pablo Iglesias, el apóstol de la nueva política, dedicó su último programa de "Fort Apache" a todo esto.

Insisto en que lo que le está pasando en intención de voto a Podemos en las encuestas no sólo tiene que ver con la hostia griega sino con el modo tan desastroso en que se está gestionando esa hostia. Honestamente creo que no se puede hacer peor si lo que quieres es algo más que alcanzar el poder.

Y algo eso hay porque al final lo que mola de Tsipras es que haya ganado.

Parece primar el mensaje de que lo que importa ganar pero, y por contra, no parece importar tanto para qué se gana.

Entonces ya se verá.

Haremos lo que podamos contra los malos pero el margen es pequeño, recuerdalo.

Porque, y de repente ahora todo es complicado y difícil. Hay que pensar las cosas dos veces y como consecuencia Iglesias desarrolla un discurso ridículo de realismo y responsabilidad de gobierno para desacreditar a aquellos de la izquierda que consideran a Tsipras un traidor.

Un discurso que tácitamente le reconoce una superioridad al enemigo desde una posición victimista dispuesta a culminar todo análisis desde el clásico de la chapuza española: se hace lo que se puede.

En este sentido, nada le diferencia de un Felipe Gonzalez y un Rajoy, los príncipes de la vieja política, salvo que él dice que va a hacer las cosas diferentes al mismo tiempo que reconoce como inevitables elementos a tener en cuenta aspectos de una realidad que precisamente le van a impedir a hacer muchas cosas que dice que va a hacer.

Se trata de un enfoque que no tiene un pase si vienes de donde vienes y querías hacer lo que querías hacer.

Un enfoque derrotista coronado con la podrida guinda de planteamientos directamente emanados de la programación de la sociedad de consumo, planteamientos que tienen que ver con el sentimiento de seguridad obtenido a través del dinero.

¿Cómo llevar a la revolución a la gente si se van a quedar sin dinero en los cajeros y pueden perder su casa?

Mucho mejor la utopía de pretender cambiarlo todo sin sufrimiento, como si se pudiera comprar un nuevo mundo en el supermercado y pudiéramos llevarnos lo mejor de éste al nuevo... Por ejemplo, un mundo consumista y sostenible.

Mucho mejor la utopía de no perder lo bueno de nada y evitar lo malo de todo.

Pablo Iglesias llama a la responsabilidad a la izquierda, pero no dice qué es lo que va a hacer, en qué consiste su sentido de la responsabilidad, dónde están las líneas rojas que no se deben cruzar y el pájaro negro que sobrevuela en su discurso es que hará lo que pueda o le dejen hacer.

Así, a lo que estamos asistiendo, es a un mero cambio de guardia en la izquierda, dentro del reformismo, manteniendo lo peor de la política.

El objetivo es ser la primera fuerza de eso que se llama izquierda y luego intentar cambiar las cosas desde la responsabilidad y el realismo, exactamente lo que ha intentado la izquierda reformista desde la Segunda Guerra Mundial... Esperar a cambiar el mundo mientras ese mundo te cambia terminando el proceso con la incontestable y emblemática figura de Felipez González en su yate, con su puro y su rubia en bikini como colofón.

Es una pena que Iglesias, sin duda cegado por su ego de mesías, no entienda la importancia de perder y tampoco tenga la modestia de entender su Podemos como parte de un proceso colectivo que empieza desde muy abajo y que lo tiene muy crudo.

Mejor es prometer como tantos otros que el voto en unas elecciones lo puede cambiar todo.

Mejor es ignorar el poder silencioso de la abstención y comprender que la política no es causa sino efecto.

Las sociedades generan las políticas y los sistemas de gobierno. Primero tiene que haber una nueva sociedad para que exista una nueva política y una nueva manera de gobernar.

A estas alturas. la lucha está en otra parte.

El camino es largo y ni siquiera aun nos hemos dado cuenta del grado de la derrota.

Alguien. cuanto antes, debería decir que en realidad no hay nada que hacer mientras nadie esté dispuesto en realidad a poner en riesgo la seguridad de la que disfruta.

La libertad que se compra fácilmente y en los supermercados siempre está adulterada.

Mientras sigamos engañandonos a nosotros mismos no seremos jamás una amenaza... Sólo tienen que cerrarnos los cajeros.





El desconocido

He tardado un poco en ir a verla porque confieso que me daba un poco de miedo.

El trailer me sugería una serie de fantasías de simulación de trillados clichés del cine comercial americano por las calles de A Coruña... Todo un planazo, pero lo cierto es que estaba equivocado y eso me gusta porque si me equivoco es porque todavía la realidad me puede sorprender.

El caso es que para mi gusto "El desconocido" se inscribe, dando continuidad, dentro de una línea de calidad que dentro del "thriller" se inició con títulos como "El niño" o "La isla mínima".

Títulos que en mayor o menor medida se erigen sobre planteamientos de carácter social y político y sería fantástico que en España pudiéramos tener un cine político como el que apareció en la corrupta Italia de la década de los sesentas y setentas... Al país y al cine español no le vendría nada mal, pero esto son ensoñaciones mías.

La verdad es que no espero demasiado de este país. Los toros, las gambas, el sol, la santa transición y el flamenquillo ya no me llenan.

En cualquier caso, y evitando más disgresiones, "El desconocido" es un estupendo "thriller" que sucede en su mayor parte dentro de un coche. Y tiene mucho mérito hoy en día mantener al espectador hora y media pegado a la pantalla con imágenes que no sean planetas que explotan superhéroes que vuelan o cuerpos que follan.

Pero "El desconocido" lo tiene.

Un mérito sin duda atribuible al debutante Dani de la Torre quién como mínimo sabe de la importancia de los primeros planos para anclar emocionalmente el relato cinematográfico, asi como la importancia de los buenos actores para poder dar la adecuada profundidad y la correcta dimensión a esos primeros planos.

Pero además tiene claro la importancia de la historia, una historia que debe estar bien codificada y construida como mecanismo pero que al mismo tiempo debe tener puntos de contacto con la mirada del espectador en el sentido de facilitar el proceso de transferencia, la gran reacción química que el cine genera en el espectador en el oscuro y solitario espacio de la sala.

"El desconocido" tiene de todo ésto a paladas, siendo además relativamente muy atrevida en el planteamiento de su historia que se centra en la corrupción general del sistema de intereses que nos vive.

La banca y sus vicios privados que ya ni siquiera pueden ser virtudes públicas se ventilan con planteamientos que bien pudiera firmar la nueva contracultura que se está generando desde los estratos de la sociedad que ya no pueden aguantar más, bien por necesidad, bien por ética, bien estética o bien por una diferente combinación de alguna de estas tres cosas.

Y lo mejor que para mi gusto tiene "El desconocido" es que esa victima cuya venganza genera la historia termine siendo victima dos veces.

Así de jodidas están las cosas mientras constantemente buscamos maneras de permanecer sedados el suficiente tiempo.

Y lógicamente el límite más allá del cual "El desconocido" dejaría de ser un producto para convertirse en algo más está ahí: en el trágico destino de una victima, un destino que al final sólo puede ser explicado desde el orden público, desde el perder la razón por las formas.

Una victima a cuya soledad no le queda ya otra que ofrecer su propia vida como acto de verdad (tal y como habla Baudrillard en "El intercambio simbólico y la muerte").... pero, esa línea narrativa no interesa a una historia que decide ser producto en ese momento.

El producto a favor de sistema no puede poner en valor ese gesto de la victima que enseguida pasa a un segundo plano en favor de un personaje más posible, el que interpreta Luis Tosar, que comprende cuánto mal ha hecho y al que le espera un futuro incierto sin familia ni trabajo... algo que por cierto a la historia tampoco parece importar demasiado.

En cualquier caso, "El desconocido" se las arregla para extraer con inteligencia la suficiente energía emocional de la tragedia nuestra de cada día como para emocionar e, incluso, concernir al espectador aunque, y como siempre, lo importante pasa de puntillas y de lado.

Con otro enfoque y nivel de atrevimiento estaríamos hablando de puro cine político.

En cualquier caso, "El desconocido" es un magnifico y brillante producto.

El cine español demuestra que también puede ser americano.... Y ahora que lo pienso, tan equivocado no estaba.

sábado, octubre 10, 2015

E la nave va

Es ésta una de esas películas que tengo que ver cada cierto tiempo.

Sólo por volver a ver la maravillosa escena de la brisa llevándose poco a poco las cenizas de la diva Edmelda Tetua ante la isla de Erimo ya merece la pena.

"E la nave va" es sin duda una de mis películas favoritas del maestro Fellini cuyo talento se vio beneficiado y multiplicado sin duda por la presencia en el guión del grandioso Tonino Guerra, uno de los grandes nombres del cine europeo más importante y relevante para no olvidar su desdibujada condición de séptimo arte.

La película es en sí misma una metáfora de un momento crucial de la historia de Europa.

Su relato reproduce el viaje en barco de una serie de personajes de al alta sociedad y de la cultura europea. El viaje tiene como destino la isla de Erimo. Allí serán lanzadas las cenizas de la diva Edmelda Tetua.

Sin duda en este viaje brilla el talento excesivo de Fellini para la creación de espacios y personajes. A través de Orlando, una suerte de maestro de ceremonias, la mirada del espectador se desliza sobre toda una rica e interesante galería de personajes en cuya creación Fellini da lo mejor de sí mismo.

Todo este conjunto de personajes reproduce el estilo de vida de la Belle Epoque, la brillante guinda que se erigía sobre la base de una sociedad conflictiva y desigual, esa sociedad a la que según Piketty regresamos a pasos agigantados.

Principes, condesas, institutrices, profesores de canto, mariscales de campo condecorados, niños comiendo pasteles de nata.... Durante la primera parte de la película la historia se detiene en todos y cada uno de los personajes mostrando un afinado espectáculo de vanidad y riqueza que súbitamente es interrumpido por la aparición de la I Guerra Mundial.

Esta aparición se materializa en la irrupción de un grupo de refugiados serbios que el capitán recoge seguida de un leviatánico acorazado austrohúngaro reclamandolos tras el conmovedor funeral de la diva Tetua.

Y que me aspen si toda esta maravillosa parte final, lo mejor de la película, no lleva el inconfundible sello entre poético y político de Tonino Guerra.

En resumidas cuentas, "E la nave va" resume de manera genial y hermosa el final de toda una época.

Imprescindible obra maestra.



miércoles, octubre 07, 2015

Birdman

Revisando por segunda vez "Birdman" el nombre de Kurt Vonnegut no se me va de la cabeza.

Sin duda la idea que vertebra la película es algo que al gran pope de la contracultura norteamericana bien hubiera podido cruzar por su cabeza y también con toda seguridad estoy convencido de que Vonnegut habría sido capaz de desarrollarla con más rotundidad y talento puesto que hay un cierto contrasentido en el hecho de que lo contracultural se vehicule en un producto con aspiraciones mayoritarias.

Y bien pensado también puede ser la reducción al absurdo de una dominación completa, de una derrota total precisamente de todo aquello que significaba lo contracultural.

En cualquier caso, y pareciendo esta una estimulante línea de pensamiento, no voy a ir por ahí. Prefiero quedarme en la idea de "Birdman" como sátira excesiva sobre los rigores y las exigencias del éxito.

En este sentido, "Birdman" se me antoja mucho más que una película de esas del cine dentro del cine. Se trata de una historia del arte dentro del arte entendido este como producto de consumo.

Así, su protagonista, Riggan Thomson, es la excesiva y satirica encarnación de ese individuo a la desesperada búsqueda del éxito que ahora cada artista mainstream es.

Y la película nos cuenta, sin perder detalle, en perfectos planos-secuencia, ese agónico y desesperado viaje cuyo destino es continuar ahí, esta vez intentando

Creo por eso Vonnegut con esa precisa mirada quirúrgica que, usando el bisturí de la ironía, era capaz de desentrañar el loco misterio de nuestro mundo, hubiera disfrutado "Birdman".

Una cara nueva bien vale su precio a cambio de ese tan deseado trofeo que es el éxito.

Todo es posible ya para ese superhombre en que Riggan Thompson se ha convertido.

Incluso volar.

martes, octubre 06, 2015

Regresión

Seis años ha tardado en regresar Alejandro Amenabar, uno de los directores más internacionales del cine español.

Tras el sonoro fracaso de "Agora", una película para mi gusto que hay que recuperar, Amenabar vuelve a su zona de confortabilidad, al thriller para presentarnos una historia que se pretende oscura y desasosegadora sobre las sectas satánicas.

Pero desgraciadamente el resultado deja demasiado que desear.

En este sentido, "Regresión" tiene la difícil propiedad de decepcionar al espectador varias veces durante su desarrollo.

Por un lado, y en su primera parte, la historia de la investigación del detective Kenner no está a la altura de su planteamiento cayendo enseguida en una serie de lugares comunes, mil y unas veces vistos, componiendo una suerte de Frankenstein narrativo que nunca resulta ni demasiado inquietante ni demasiado interesante.

Por otro, el "loco" giro final que convierte a la previsible historia en una historia de denuncia resulta esencialmente atrabiliario por no estar sustentado nada que más por la voluntad del director y guionista por sorprender al espectador.

El problema es que el mencionado giro se vuelve en contra de la película  convirtiendo muchos momentos de la misma en momentos tramposos, claramente injustificables a la luz de lo que finalmente se quiere contar al espectador.

En definitiva, la película no se sostiene como concepto y lo peor es que viendo la película tuve la impresión de que los actores lo saben y lo materializan en una importante falta de convicción a la hora de encarar sus personajes.

Y este es el gran error porque ese giro final no suma sino que resta, teniendo el que escribe la incómoda impresión de que contradice y desautoriza todo lo que ha visto anteriormente.

Desgraciado regreso desangelado el de Alejandro Amenabar.

domingo, octubre 04, 2015

Repulsion

Desde el principio de la película sabes que algo extraño pasa con Carol, una joven belga que trabaja en un salón de belleza londinense.

El modo abstraído en que sostiene la mano de su cliente es el punto de partida para la sutil descripción de un personaje que se encuentra al borde del desequilibrio, de la disolución en el abismo oscuro de la locura.

Porque lo que "Repulsión" describe con una sobrecogedora minuciosidad quirúrgica es el brote psicótico que terminará con lo poco quedaba de la Carol que la propia Carol a duras penas conseguía mantener cohesionado.

En "Repulsión", la segunda película de Roman Polanski, está lo más inquietante de su cine, que siempre tiene que ver con lo que sucede en las personas, de ojos para dentro y que las convierte en poco fiables puertas abiertas al abismo negro de esa salvaje irracionalidad que la psicología freudiana intentó cifrar.

El cine de Polanski siempre se desarrolla en dos niveles: uno, más superficial y narrativo, donde sucede una historia que se nos cuenta, similar al papel que juega lo consciente en la personalidad individual y que sirve de soporte para la aparición del segundo nivel, el de los detalles y matices, que siempre vehicula un significado sugerido, difícil de medir, equivalente a lo inconsciente y que siempre resulta inquietante para la mirada del espectador precisamente por esa incomensurabilidad que precisamente dimana de su carácter fragmentario y poco definido.

Sus imágenes son siempre superficies para la duda.

El valor de la realidad de las imágenes se resquebraja para mostrar la posibilidad de otros significados que parecen existir sólo en los momentos de oscuridad en los que sucede el parpadeo.

La inquietud está en la total ausencia de seguridad que debieran ofrecer los lugares comunes.

No en vano, el hogar,a la propia habitación o la comunidad de vecinos son uno de los lugares preferidos de Polanski para desatar sus infiernos. Recordemos, "La semilla del diablo" o "El quimérico inquilino".

Por definición su cine es perverso porque busca volver inseguro lo más seguro y, de entre todo, nuestros mecanismos de percepción de la realidad, los que nos hacen ver una silla cuando vemos una silla; mecanismos que se muestran frágiles y traicioneros cuando la locura y lo irracional aparecen,

En este sentido, Carol es un personaje arquetípico del cine Polanski sometido siempre a los rigores de un macabro juego en el que lo subjetivo se vuelve objetivo y viceversa.

Porque el lugar de la desconfianza y la inquietud está en "eso" tan complejo que llamamos "percepción".

Por eso hay tantos primeros planos de ojos en "Repulsión".

El ojo es la interfaz donde supuestamente subjetividad y objetividad se encuentran.

En unas ocasiones, el exterior penetra hacia el interior y en otras el interior llega demasiado lejos en el exterior, proyecta, se engaña... Ese es el drama.

Obra maestra.

Machos alfa, hostias alfa

He leído la carta abierta que sobre las elecciones catalanas Errejón e Iglesias nos envían.

Tampoco me ha gustado y me reafirma en la idea de la terrible y desgraciada gestión que la cúpula dirigente de Podemos está haciendo de su fracaso, un fracaso que ellos mismos se han marcado imponiéndose la necesidad imperiosa de ganar las próximas elecciones.

Los machos alfa cuando se pegan la hostia se suelen pegar una hostia alfa.

Porque si algo me queda claro de los resultados de Podemos en las pasadas elecciones catalanas es su carácter de anticipo de los resultados de las elecciones generales.

Ya lo he escrito unas cuantas veces: Cuando una formación como Podemos reduce su discurso y posicionamiento político a la necesidad de ganar, lo desvaloriza.

Las sociedades no se cambian ganando unas elecciones.

El cambio político no se compra en el supermercado.

Y en eso parecen haber convertido los líderes de Podemos las próximas elecciones: en un supermercado en el que, a cambio del cómodo y poco comprometido acto de votar, uno va a poder comprar una sociedad diferente.

Y ya hemos visto lo que ha pasado en Grecia con la voluntad popular.

Con la lección de Grecia bien aprendida, ahora, para los líderes de Podemos, todo es más complicado cuando se trata de definir su posicionamiento político pero sin embargo se mantiene contra viento y marea se mantiene la sencilla fórmula de ganar las próximas elecciones.

No tengo la menor duda que el deseo de los líderes de Podemos es el deseo de alguien programado por la sociedad de consumo: obtener el objeto del deseo y obtenerlo ya.

Pero las cosas no son así.

Y llegan las elecciones catalanas y tu mensaje, cojonudo según tú, no conecta con un electorado al que no se le puede sacar de un posicionamiento maniqueo de 30 años en una campaña electoral de 15 días.

En este sentido, alguien que llega con algo nuevo no puede sorprenderse de perder cuando aparece con un mensaje diferente y rupturista para una sociedad amoldada a pensar su realidad de una determinada manera.

Lo que me sorprende es que ellos no se sorprendan  a sí mismos cuando piensan que pueden llegar y ganar.

Y esto es lo que me hace dudar de la estrategia de Podemos y de sus verdaderas intenciones, una estrategia que les lleva a escribir una carta abierta en la que describen los puntos pero no los conectan los unos con los otros.

Para Errejón e Iglesias, algo que es blanco y viene en una botella con una vaca pintada no es leche.

Y deberían preguntarse por qué es un drama perder, por qué han tenido que enviar esta carta para dar explicaciones a unos fieles que ya deberían tener claro lo difícil que es ganar.

Y la respuesta está clara.

Son ellos mismos los que están matando las posibilidades futuras de Podemos imponiendose publicamente la necesidad de ganarlo todo en el presente.

Los fieles no bastan,

Hace falta tiempo para que una mayoría se reúna en torno a la bandera de Podemos; un tiempo que ellos mismos se niegan

Mientras tanto la carta abierta que sin duda tendrán que escribir tras las elecciones generales ya está escrita en un 80% dentro de esta carta abierta tras las autonómicas catalanas.

Si no pueden ver lo que les impide ganar, no están capacitados para gobernar este país.

Porque, al igual que Tsipras, están jugando irresponsablemente con la esperanza de la gente y a algunos es lo único que ya les queda.

Y si algo ya sabemos del ejemplo griego es que puede que no sea suficiente con ganar las elecciones.

Y deberíamos estar atentos de que en el fondo sólo se trate de un cambio de guardia dentro de la socialdemocracia.

Cambiarlo todo `para que todo siga igual. Sin aprender la principal lección que la socialdemocracia puede ofrecer a la historia: el sistema te cambia mientras esperas a ver la manera de cambiarlo,


sábado, octubre 03, 2015

The water diviner

La Primera Guerra Mundial es el gran acontecimiento histórico desconocido del siglo XX y es increíble que así sea puesto que sus consecuencias aún las estamos padeciendo.

La Segunda Guerra Mundial sólo fue un inevitable spin off de este primer gran conflicto, pero sin embargo hablamos más de ella y no tengo la menor duda de que la principal razón es la posibilidad de atribuir todos los desmanes a los totalitarismos, a unos malos reconocidos sobre cuya maldad ha sido posible construir un relato de buenos y malos que todavía funciona.

Sin embargo, en la Primera Guerra todo es más difuso. Los estados defendieron sus posiciones, estuvieron a la altura de sus intereses, cumplieron con las obligaciones a las que estos intereses les obligaban... Casi como ahora...

 Y por encima de todo quedó en evidencia la sociedad desigual que culminó en la Belle Epoque, unas desigualdades que se materializaron en la propia guerra tanto en sus causas (intereses políticos de las naciones) como en su desarrollo (el absoluto desprecio por la vida del soldado en cualquier ejército en cualquier bando que concretaba esa desigualdad en la aristocrática y autosuficiente actitud de la oficialidad hacia la tropa).

De la Gran Guerra se habla poco porque las banderas en las que se envuelven los patriotas se disolvieron en la sangre de quienes fueron a luchar por ellas.

De la Gran Guerra se habla poco porque millones murieron por nada o casi nada.

De la Gran Guerra se habla poco porque hablar de ella supondría hablar de desigualdad y lucha de clases, una narrativa complicada para una historiografía oficial al servicio del poder de los estados.

Porque de esa guerra surge la Revolución Rusa, pero también las identidades nacionales de las colonias de las potencias europeas experimentan un importante y definitivo impulso.

En este sentido, la masacre de Gallipolli (una más dentro de esa guerra) es un hito esencial dentro del sentir nacional australiano y neozelandés y sobre ella, con bastante ego, el fenomenal actor Russell Crowe, fundamenta se primera experiencia en la dirección cinematográfica.

Está claro que Crowe busca la épica, la gran película que enlace a lo David Lean el gran acontecimiento histórico con las pequeñas historias de los personajes que los padecen y lo alimentan y el resultado es "The water Diviner"

En ella se nos cuenta la tragedia de un australiano que pierde tanto a su mujer como a sus hijos como consecuencia de la guerra. Buscando contentar al fantasma de su desaparecida mujer, el personaje viaja a la península de Gallipolli para buscar los cuerpos de sus tres hijos, fallecidos el mismo y devolverlos a casa.

Allí tendrá ocasión de conocer de primera mano, las consecuencias de la guerra tanto para los suyos como para los turcos derrotados.

Hay terreno para construir una historia tremenda, de esas que tan bien sabía cocinar David Lean con música de Maurice Jarre, pero el principal problema que tiene la película es que quiere tocar muchos temas quedándose a medias de casi todo.

El resultado es una película correcta que sin la presencia de Crowe, y significando lo que significa dentro de su carrera, no habría llegado tan lejos.

Como digo hay terreno, pero falta talento en el punto de vista para amalgamar los elementos de manera que sea posible una historia en el que todas las partes ocupen su lugar de manera armónica.

Falta enfoque en una historia que, cuando vienen problemas, tira por lo fácil (y por lo bajo) de lo sentimental.

Lo peor de "The water diviner" es que, pudiendo aspirar a ser otra cosa, se empeña en ser un producto. Y esta mediocre aspiración, la perjudica de manera esencial y definitiva porque hay una evidente falta de armonía entre lo que se puede ver entre frames y lo que la historia definitivamente nos cuenta

"The water diviner" no quiere ser diferente ni desafiar la mirada del espectador.

Pasa de puntillas sobre lo que importa para terminar resultando un drama que ofrece el amor romántico como única y universal respuesta/salida ante los rigores de la vida convertidos en eventos incuestionables, inevitables y casi naturales.

Desaprovechada.

jueves, octubre 01, 2015

Sonambulos. Christopher Clark

Belle Époque…

“Montenegro era el estado balcánico más pequeño, con una población de sólo 250.000 habitantes diseminados por un terreno hermoso pero implacable, de picos negros y barrancos profundos. Era un país en el que se podía ver al rey, vestido con un magnífico uniforme dorado, plateado, rojo y azul, fumando al anochecer delante de su palacio con la esperanza de conversar con algún viandante”

lunes, septiembre 28, 2015

Autonómicas Catalanas: Reflexiones de urgencia

Al final, salió el voto oculto unionista corrigiendo la intención de voto expresada en las encuestas en la dirección centrífuga.

El resultado es claro.

Con la participación más alta de la historia las opciones que se declaran independentistas no han llegado ni al 50% de los votos y, en un mundo cabal, una minoría por grande que sea no puede marcar el destino de la mayoría.

Para empezar las independencias no se declaran, suceden desde la base de la existencia de una mayoría real que recoge la incontestable evidencia de un hecho diferencial.

Esto, y por mucho que disguste a los independentistas, no es una realidad ahora mismo en Cataluña.

El voto oculto vuelve a traicionar un delirio inducido por la estructura mediática que controla el poder autonómico catalán.

Igual algún día lo será, pero desde luego ahora no lo es.

Como un boomerang, sus propias mentiras les han alcanzado y les han dado en toda la cabeza.

En cualquier caso, y escuchando las declaraciones de algunos, el delirio continúa y no descarto ver a Mas impidiendo algún desahucio que el mismo ha respaldado desde la Generalitat.

Y dicho esto, debe quedar claro que España debe quitarse el bigotito de Framco que aun se pone a la hora de abordar el tema territorial. Ya es hora de declarar y tangibilizar la realidad plurinacional de España.

Y dicho esto debe quedar claro que me gusta lo que dicen las CUP. Para mí son todo lo que Podemos debiera ser: obsesionados por la pureza de sus ideas, poniendolas por encima del cortoplacismo politico de la victoria.

Yo también estoy a favor de desobedecer a Madrid cuando sus leyes ponen a la gente en la calle.

Y aún a riesgo de equivocarme estoy convencido de que ha habido mucho trasvase de voto de Podemos a las CUP.

Podemos ha unido al hostión que se ha llevado con el tema de Grecia, el inmenso error de la manera en que lo ha gestionado. Ahora, de pronto, se hace lo que se puede y todo es complejo. Mucho Gramsci, mucho Laclau pero sobra ego y faltan huevos para poner la defensa de las propias ideas por encima de la victoria o la derrota.

Como no se pongan las pilas van a caer tan rápido como han subido.

Ya lo están haciendo.

La gente ha resultado no ser tan tonta como en la miseria personal de las ruinas de mi inteligencia creo que es.

Una mierda para mí.


domingo, septiembre 27, 2015

Everest

La película recrea la tragedia que en 1996 vivieron un grupo de alpinistas en su ascenso a la montaña más alta del mundo, el Everest.

Como no podía ser de otra forma, y al tratarse de un producto para el consumo rápido, la historia pasa de puntillas sobre los aspectos más interesantes y se limita a demostrar que las capacidades técnicas del nuevo cine industrial le permiten abordar con soltura un argumento como éste.

En este sentido, "Everest" sigue fielmente el esquema del cine de catástrofes: Primero presenta a un grupo de personajes desarrollando para cada uno de ellos una pequeña historia que luego servirá para posicionar emocionalmente al espectador ante el destino que seguirán cada uno de ellos en el desastre y luego presenta la catástrofe, convertida en una especir de némesis divina que pone a cada uno en su lugar, en este caso una tremenda tormenta que asola la montaña cuando el grupo de alpinistas aún se encuentra en lo más alto.

Como película de catástrofes, "Eeverest" funciona, si bien en algunos momentos resulta demasiado confusa pareciendo que el propio director también ha seguido el destino de sus personajes perdiéndose en la tormenta.

La ausencia de algunos necesarios primeros planos hace que en el momento culminante las líneas narrativas se confundan y uno no sepa muy bien qué diablos está pasando con tantas idas y venidas, con tantas subidas y bajadas, pero en general el espectáculo funciona pese a ese pequeño gran desconcierto narrativo que sin duda el director debería hacerse mirar.

No obstante, me interesa más lo que se lee entre líneas que lo que efectivamente "Everest" nos muestra.

Y se me antoja que "Everest" habría sido perfecta para mostrar una historia con un contenido más denso centrado en la manera en que nuestra sociedad se acerca a algunas cosas que no pueden ser compradas pretendiendo precisamente comprarlas. Me refiero al consumo de la montaña como experiencia, la banalización del alpinismo convirtiendo las montañas en productos que se pueden consumir mediante un servicio.

En definitiva, una faceta más de la loca sociedad en que vivimos y cuyos desastres experimentamos con la naturalidad con la que un orco querría regresar a ese lugar llamado Mordor, su precioso hogar.

Todo esto, lo más interesante, queda relegado al contexto, al paisaje en donde se desarrolla la historia. Los campamentos atestados, las colas para escalar, el dopado de los alpinistas, están ahí revelando la esencial falta de autenticidad que trae consigo la actitud del que consume las cosas y no establece un dialogo con ellas.

Y es una pena porque sin ese todo "Everest" es sólo una película más.

Entretenida.

sábado, septiembre 26, 2015

Vida y muerte del Coronel Blimp

Rodada en 1943, "Vida y muerte del Coronel Blimp" es otra de las brillantes contribuciones del genial duo creativo formado por Michael Powell y Emeric Pressburger al cine británico en su esfuerzo por aportar su granito de arena al esfuerzo bélico de los británicos durante la II Guerra Mundial.

Mi favorita es "Los Invasores" de la que escribí no hace demasiado tiempo en este blog, pero esta "Vida y muerte del Coronel Blimp".

Si algo caracteriza al cine de Powell y Pressburger es la inteligencia a la hora de la construcción de los relatos, una inteligencia que además siempre va acompañada del acierto en la traslación de la idea a la realidad, un acierto que siempre va acompañado de un talento visual para la construcción de imágenes de primer orden.

Para mi gusto Powell y Pressburger son dos grandes del cine y su "Vida y muerte del Coronel Blimp" un ejemplo más de esa grandeza.

Con una duración de más de dos horas y media, algo muy poco usual para los estándares de la época y generalmente reservado a la épica de las grandes historias, esta película realiza un alarde de inteligencia y sensibilidad para hacer grandeza de lo pequeño.

La historia se desarrolla en los cuarenta años que van desde el principio del siglo XX a una época contemporánea a la Batalla de Inglaterra durante la II Guerra  Mundial y nos cuenta la entrañable relación de amistad entre un militar británico Clive Candy (Roger Livesey) y un militar prusiano  Theo Kretschmar-Schuldorff.

Se enamorarán de la misma mujer, se enfrentarán durante la I Guerra Mundial, envejecerán, generando una suerte de atmósfera emocional en la que el espectador ya al final de la película sentirá la misma nostalgia que ellos sienten por un pasado definitivamente pasado.

Para mi este es el gran poder de "Vida y muerte del Coronel Blimp", un poder que la hace una de esas películas inolvidables de las que tanto hablo.

En este sentido, se trata de un texto en el que lo narrativo termina siendo superado y trascendido por lo emocional que se convierte en una brecha por la que se expresan emociones muy poéticas relacionados con la nostalgia y el paso del tiempo.

Así, uno tiene la sensación que raras veces de produce en el cine de estar ante la presentación de la vida misma

Por otro lado, "Vida y muerte del Coronel Blimp" cumple su labor dentro del esfuerzo de guerra vehiculando las mejores virtudes de lo británico encarnadas por Clive Candy, su personaje principal. Y en este sentido se ejecuta una triunfo de lo británico sobre la prusiano en el que no se derrama apenas sangre (sólo la del duelo que pone en contacto a Candy con Kretschmar) y que se resuelve con la admirada amistada que al final de todo, el prusiano siente por el británico.

Así, "Vida y muerte del Coronel Blimp" resuelve la victoria de los británicos en el ámbito intangible de los valores y maneras de ser porque el personaje de Candy entronca con toda esa corriente victoriana de lo británico que contaría Kipling de manera hermosa.

Desde lo ideológico, hay siempre una superioridad moral de Candy sobre el prusiano, tanto en la victoria (cuando le acoge como prisionero de guerra) como en la derrota (cuando acepta de buen grado que la mujer que ama se vaya con el prusiano); un espectáculo que tiene al prusiano reservada la grandeza de terminar reconociendo la superioridad de esa manera de ser y entender la vida.

Una manera elegante de librar, de ganar o perder, las guerras de la que soy muy partidario.

Pero la magia de esta pelicula no sería posible sin el talento de los actores que interpretan ambos personajes, Anton Walbrook y Roger Livesey. Ambos son habituales del cine de Powell y Pressburger y demuestran aqui que por algo lo son.

En definitiva, y aunque no sea mi favorita, "Vvida y muerte del Coronel Blimp" es una obra maestra.




Realidad. virtualidad e independencia

Una de las principales características de las democracias de mercado en que vivimos es su carácter superficial y con esto quiero decir que no son otra cosa que un entramado narrativo-discursivo que envuelve como un celofán el rudo core del más inclemente mundo capitalista de intereses.

Es algo así como esa metáfora del azul con el cielo que, según el escritor Paul Bowles, nos ahorra la visión de ese inmenso abismo negro y no por que no queramos mirarlo sino precisamente por lo contrario, para evitar la terrible posibilidad de que ese abismo nos mire.

Ese entramado narrativo-discusivo sustenta la experiencia de un sujeto de derechos y libertades que vivimos cada uno de nosotros, que somos y que nos hace ser.

Y ese entramado es absoluto y total como realidad en su nivel, pero siempre es parcial y relativo con relación a ese subyacente mundo de intereses que nos necesita trabajando y consumiendo, alimentado la maquinaria, con el necesario entusiasmo y confianza.

Y en este sentido no hay derechos y libertades que valgan cuando estos se encuentran entre un interés y su oscuro objeto del deseo.

La legitimidad del sistema precisamente se encuentran en los mecanismos que espesan ese tranquilizador color azul y sin duda la política es uno de ellos.

La política precisamente es el espacio clave y estratégico de legitimidad porque es precisamente en ese espacio donde se espesa el azul, se ejecuta el engaño mediante todo un repertorio de discursos de derechos y libertades que, a su vez, se genera un espacio para la realización del individuo según los intereses del sistema. Es decir, realizándose como sujeto productor-consumidor.

Y la cosa funciona porque en realidad todo es real mediante se desee lo que hay que desear o se haga lo que hay que hacer. Los problemas siempre vienen cuando uno quiere hacer o decir cosas que no se hacen ni se dicen y lo que es más importante, cuando hay un interés de por medio.

Es entonces cuando se dan las condiciones para entender la realidad de otra manera puesto que lo que se muestra como real e independiente en realidad se revela como virtual y dependiente,

El referendum griego que Tsipras convocó es el último ejemplo, pero el proceso independentista catalán va a ser el siguiente hito.

Ambos eventos son hijos del mismo padre, de la creciente incapacidad del capitalismo para mantener esa superficie azul quieta e inalterable como consecuencia de sus cada vez más apremiantes contradicciones.

Porque precisamente y de manera contradictoria la política fuerza los límites de ese azul buscando precisamente mantenerlo como ficción.

La política como factor aglutinador de ese efecto de realidad que permite la dominación se ve obligada a llevar hasta el extremo las ficciones de libertad individual y soberanía popular que en Grecia se manifestaron mediante un referendum como voz de la voluntad de un pueblo mientras que en Cataluña adoptan la parecida forma de unas elecciones que son algo más.

En ambos casos, la virtualidad de la voluntad popular se arroja desarmada contra el abismo de lo real, el de los intereses que, como dueños de la realidad que son efectivamente, enseguida desencadenaran la cabalgada despiadada de sus propios jinetes del apocalipsis: realidad, responsabilidad, sensatez.

Y como hizo en Grecia básicamente enfrentará a esa voluntad popular a la posibilidad de la desconexión de un mundo en cuyo contexto y valores esa voluntad popular está programada para ser y nadie querrá estar fuera porque ese ámbito exterior ni siquiera existe.

Por eso la victoria es segura porque al otro lado no hay nada.

Una nada que se manifiesta constantemente.

El último ejemplo: la satisfacción con que un independentista catalán manifiesta con la posibilidad de que el estado español no pueda arrebatarles las nacionalidad española a su gusto.

No haremos nada que no quieran que hagamos.

Y habrá independencia catalana no porque lo quiera el pueblo catalán sino porque convenga... pero desgraciadamente no conviene.

La derrota es total porque ni siquiera hemos pensado un lugar a donde ir con el que consolarnos cuando nos amenacen con los horrores que esperan a los que quieren salir.

Y en el fondo, lo que hay detrás del proceso independentista catalán, es esa necesidad torpe, sin estructurar, casi pulsional, que tenemos de salir, pero desde una virtualidad que es hija de una relación de poder que se manifiesta en la necesaria y segura servidumbre a eso que se llama realidad.

Y en el fondo, deberíamos preguntarnos si lo que estamos haciendo es consumir la libertad en lugar de vivirla y pensarla.

Deberíamos sospechar de lo que se nos ofrece por la via rápida, como si se nos ofreciera en el estante del supermercado y bastara con cogerlo, con votar y echarlo al carro.

Y no hay una via rápida para las cosas que verdaderamente importan.

Y lo que siempre compromete la via rápida es el discurso de los riesgos y de los costes.

Y como pasó en el referendum griego, en las elecciones catalanas el discurso de los riesgos y los costes brilla por su ausencia. Y precisamente esto forma parte del mecanismo de la dominación porque una vez más, el algún momento y más adelante, la realidad nos pillará por sorpresa a todos.

El objetivo será cambiarlo todo para que todo siga igual.

Ahí tenéis a Ttsipras, haciendo lo que puede, esperando la oportunidad, mientras lentamente el sistema le cambia.

Y será otro el que se haga la foto delante de la bandera.

O quizás estemos aun mucho peor de lo que pienso y siga siendo el mismo.

Al tiempo, pero lo que unos llaman independencia yo lo llamo cambio de cadenas.