La fuerza de la película procede del texto en que está basada. "Bajos fondos" está basada en la obra teatral homónima del ruso Maximo Gorki.
Y puedo entender las razones de Kurosawa para llevar al cine esta genial obra teatral... además de las obvias.
Por un lado, es una película coral. Los personajes malviven en una especie de establo en ruinas, van y vienen con sus vidas miserables.
Por otro lado, cada personaje tiene una historia que contar. Una historia que les explica y, de alguna forma, les justifica ante el espectador y ante sí mismos.
Finalmente, cada historia es un imposible relato de imperfección y locura. Porque para Kurosawa la vida es un lugar cruel donde apenas hay lugar para una existencia de cordura. El cineasta japonés es un pesimista antropológico que concibe al individuo como un territorio donde las pasiones constantemente se enfrentan a la razón, siempre sin un resultado claro al final del día... Aunque, y en realidad, ese mismo individuo siempre sea la principal víctima, como las frondosas arboledas que terminaron siendo un inmenso barrizal de destrucción y muerte en los campos de batalla de el Somme durante la primera guerra mundial.
No obstante, y por increíble que parezca, siempre hay un lugar para la esperanza. De algún modo, en algún momento, la capacidad para la esperanza sobrevive, termina por manifestarse casi siempre de un modo ciego y desesperado. Y el resultado de todo ello, siempre es un conflicto, un drama de intereses y pasiones que chocan en la lucha por un bien escasísimo y preciado, casi inexistente, que es la consecución de lo deseado... la paz en la reunión casi nirvánica con lo que nos completa. Una pequeña muerte que se abraza con dulzura mientras dura.
Y de algún modo, los estratos más bajos de la sociedad que viven en los oscuros finales de las calles más perdidas, se convierten en una suerte de retrato fauvista de una realidad que está presente en todas las vidas quizá con un trazo menos grueso.
Donde apenas hay nada, la manifestación de lo hermoso que late en todos los seres humanos y que, de todo modo, les inspira tiene un inmediato efecto poético basado en el contraste entre una realidad escuálida y un deseo desesperado, casi ciego, que envuelve a los personajes en una sábana oscura con la que se lanzan una y otra vez a atravesar el fuego que les consume, la candente llama de su propio fracaso.
Donde apenas hay nada, la belleza siempre se manifiesta en la irredente manifestación inconsolable de un hermoso deseo que todavía, y pese a todo, alienta el cada vez más apagado brillo de una mirada.
Todo esto está en "Los bajos fondos" y Kurosawa lo subraya con su mano elegante firme de guerrero samurai.
No es una película fácil, agradable, como casi toda la obra del genial japonés. Pero es otra gran obra maestra.