martes, agosto 04, 2009
2046
De estructura compleja, "2046" es eminentemente una película sobre el desamor.
El mundo literario de Chou Mo wan (Tony Leung), su protagonista, se entrecruza con la realidad de su vida, una realidad que a su vez transita continuamente desde su pasado hasta su presente. Entre estas idas y venidas pronto vamos conociendo el misterio que le imposibilita para el amor, un misterio que curiosamente tiene que ver con el propio amor que Chou sintió por una mujer hace ya demasiado tiempo.
La clave para entender la complejidad de una personalidad dañina para cuantas mujeres se acercan a ella procede del mundo literario cuyas claves anclan sus raíces en la propia realidad desarraigada de Chou.
2046 es el número de una habitación donde vivió plenamente su amor. Se convierte en la metáfora de la habitación cerrada donde los amantes pueden dar rienda suelta a su pasión sin que el tiempo pase. El espacio privado de tiempo. Un eterno presente donde mientras dura los amantes viven el amor que sienten el uno por el otro.
Abrir la habitación supondrá permitir la entrada del tiempo y la posibilidad del cambio que este siempre trae consigo, un cambio que puede llevar al desamor... y tarde o temprano hay que hacerlo porque en realidad esa habitación cerrada es la metáfora de un momento en el tiempo convertido en eterno mientras dura.
Asi, y en el mundo literario de Chou, la habitación 2046 se convertirá en un misterioso lugar donde todos los amantes quieren regresar y del que, cuando llegan, jamás regresan. Todos los dias parte un no menos misterioso tren hacia ese extraño lugar que nadie conoce porque jamás ha regresado... seguramente porque jamás terminan de llegar.
La película comienza con la partida de uno de esos trenes con un único pasajero, un enloquecidamente enamorado japonés que en realidad es la máscara tras la que se esconde Chou... Y las secuencias que se desarrollan en ese tren son maravillosas. Para mi gusto son lo mejor de la película.
Plano a plano, las amo.
En realidad, en ese tren viaja el desamor de Chou en busca del imposible recuerdo, de la imposible recuperación de ese momento, pero tambien el amor, quienes corren en busca de ese momento y persiguen como sea entrar en esa habitación.
Cosa que descubrirá Chou cuando, casi sin quererlo, se enamore de Wang Jing Wen (Maggie Leung), la hija del propietario del hotel donde Chou vive, y esta le rechace al estar enamorada de otro.
Ella terminará convirtiéndose en la fascinante e imposible camarera androide que jamás contestará a su requerimiento de escapar juntos.
Chou comprenderá que los dos viajan en el tren y debido a su condición de estar en el mismo tren no son el destino el uno para el otro. Son otros quienes les esperan en la habitación 2046. Son otros el objeto de su respectivo deseo. Pero Chou hace tiempo que perdió el rumbo y quizá olvidado los motivos que le llevan a estar en ese tren o, lo que es lo mismo, en su habitación de hotel en Singapur...
Wong Kar Kwai convierte a todos sus personajes en viajeros que habitan trenes individuales que corren eternamente disparados hacia ese mitico y misterioso lugar llamado 2046 que, en realidad, quizá solo exista en su memoria de tiempos mejores, de amores perdidos o negligentemente echados a perder o en un futuro de amores que parecen posibles, siempre al alcance de la mano, pero que jamás terminan por dejar atraparse.
"2046" es una película hermosa y fascinante, romántica y melancólica, en la que el amor parece ser una momentánea explosión de luz cuyo brillo aún existe y guia los pasos de su protagonista aunque quizá, y como las estrellas, no exista ninguna realidad que sustente la existencia de ese brillo... mientras la vida sucede y pasa a su alrededor.
Los personajes se cruzan, se encuentran y se desencuentran pero jamás en el momento justo que les permita encontrarse subitamente recién llegados a 2046.
A rastras con el pasado o ilusionados por un futuro jamás terminan de ser el uno para el otro, jamás terminan de llegar a 2046.
Maravillosa.
domingo, agosto 02, 2009
VIDA Y DESTINO
A punto estuvo el régimen soviético de conseguir su objetivo de impedir la publicación de esta monumental obra literaria. En la década de los ochentas del pasado siglo, pasó el telón de acero convertido en un microfilm cuidadosamente fotografiado de un olvidado manuscrito por el físico disidente Andrei Sajarov. Posteriormente, y en Suiza, las fotografías fueron también cuidadosamente mecanografiadas y convertidas en el texto que nunca debió dejar de ser.
Y uno, cuando lee las más de mil páginas que componen esta inmensa obra épica, entiende el por qué de su prohibición... El propósito de "Vida y destino" es global. Su objetivo es contarnos desde Stalin y Hitler hasta el último de los soldados alemanes y rusos un momento crucial en el desarrollo del frente Este europeo y de la segunda guerra mundial en general: la derrota total del sexto ejército alemán en Stalingrado.
Su propósito es contarnos a través de decenas de personajes el esfuerzo de carne y sangre que supuso esta victoria, pero también relatarnos la monstruosidad del régimen al que se derrota y, lo que es más importante, la monstruosidad también del régimen vencedor encarnado en el estalinismo.
Y le principal atractivo del libro a mi entender es el punto de vista desde el que se hace, un punto de vista estrictamente humano, íntimo, emocional y profundo. Pese a su carácter total y monumental, el libro de Vassili Grossman está lleno de momentos conmovedores de enfrentamiento entre la pequeña y débil fuerza de voluntad del individuo frente a la todopoderosa capacidad de dominación de los regímenes totalitarios. Momentos en que determinados seres humanos se ven enfrentados a los crueles designios de un poder que en absoluto les tiene en cuenta como tales sino como piezas necesarias, que hay que usar, o defectuosas, que hay que retirar, dentro de una mecánica desalmada y calculadora.
La mayor parte de los personajes que aparecen en el libro de Grossman se encuentran solos ante la crueldad, la injusticia o el absurdo y luchan con desigual suerte por no verse aplastados, por mantener un cierto sentido y un determinado nivel de cordura.
Cuando el libro termina uno tiene la impresión de que, a pesar de haberse producido una victoria que llevará al Ejército Rojo hasta Berlin, hay una derrota general del ser humano, una especie de muerte global de la belleza de la que la guerra es una simple manifestación exterior, la punta del "iceberg" de algo mucho más terrible y oscuro: la aniquilación del ser humano.
Algunos de los personajes como el comisario Krímov o el científico Shtrum intentan mantener una integridad en contra de esa dinámica, pero terminan, de diferente manera, arrastrados por una fuerza que es superior a ellos y que encarna esta dinámica global de aniquilación. Ambos, personajes ejemplares en su presente y en su pasado, de repente, se convierten en impotentes víctimas de tramas de intereses palaciegos y espúreos. Ambos encarnan lo mejor de los ideales del estado soviético y, subitamente, terminan convertidos en parias obligados a traicionarse a si mismos, a pervertirse, por un sistema que no puede tolerarles en su pureza.
Mención especial merecen todos los capítulos dedicados a los campos de concentración, rebosantes de oscura belleza y en los que la presencia de esa dinámica anuladora y trituradora no necesita esconderse, resultando más que evidente la indefensión y debilidad del individuo ante instituciones dimanadas de un poder omnímodo y destinadas a dominarle, a anularle, cuando no a eliminarle fisicamente.
En general, es emocionante el modo en que algunos personajes mantienen su entereza, la capacidad de ser fieles a si mismos aun cuando fuerzas muy poderosas les empujan hacia el abismo y a uno no le queda más remedio que amarles en su granítica pureza. En este sentido, resultan muy emocionantes el modo en que Sofia Osipovna se dirige a la cámara de gas o la manera en que el comisario Krímov resiste los crueles interrogatorios en la prisión de Lubyanka. Todos resultan emocionantes en el espectáculo de la fortaleza con que enfrentan la propia debilidad de individuos sometidos a un poder omnímodo que les declara culpables.
Para Grossman, hay un derrotado y es el hombre.
Su critica al estalinismo no se realiza desde la política sino desde el máss puro humanismo filosófico.
Sobre el Stalingrado real, sobre la sangre de los héroes reales, el estalinismo edifica su propio Stalingrado con héroes a medida, adaptando el hecho real e incontrolable de la batalla a sus propias necesidades y convirtiéndolo en una pieza más dentro de su engranaje de intereses. Los comisarios políticos ajustician a los soldados, los héroes son depurados...
Así, la pequeña ciudad industrial a orillas del Don se convierte en el lugar donde un monstruo derrota a otro. Cambian las palabras y las banderas, pero las maneras desde el poder son las mismas... y aun así la mirada de poeta de Grosmann tiene tiempo para conmoverse con todas esas vidas pequeñas y hacer que nos emocionemos con todas sus pequeñas y grandes tragedias, como la de ese inolvidable soldado alemán que todas las noches cantaba opera desde su trinchera para recordarse y recordar que, además de toda aquella muerte y destrucción, también había en aquel mundo de barro y sangre un lugar para la belleza.
"Vida y destino" es un libro lleno de verdad y vida.
No es un libro cualquiera.
CALABUCH
"Me levantaré y me pondré en marcha, y a Innisfree iré,
y una choza haré allí, de arcilla y espinos:
nueve surcos de habas tendré allí, un panal para la miel,
y viviré solo en el arrullo de los zumbidos.
Y tendré algo de paz allí, porque la paz viene goteando con calma,
goteando desde los velos de la mañana hasta allí donde canta el grillo;
allí la medianoche es una luz tenue, y el mediodía un brillo escarlata
y el atardecer pleno de alas de pardillo.
Me levantaré y me pondré en marcha, noche y día,
oigo el agua del lago chapotear levemente contra la orilla;
mientras permanezco quieto en la carretera o en el asfalto gris
la oigo en lo más profundo del corazón."
Es perfectamente posible sentir nostalgia por algo que jamás ha sucedido. Es más, y desde una determinada concepción del pasado, resulta bastante ajustado pensar que siempre se siente nostalgia por acontecimientos o momentos que jamás sucedieron... al menos, tal y como los recordamos. Después de todo, el pasado y la interpretación que hacemos de él sólo existe en función del presente que vivimos. Recordamos en función del presente, de lo que el momento actual nos plantea y exije... pero ésta es otra historia.
Dirigida por Luis García Berlanga en 1956, "Calabuch" nos cuenta la historia de un prestigioso científico norteamericano (Edmund Gwenn) quién, huyendo de los rigores y exigencias de su mundo moderno, termina en un pequeño pueblo de la costa mediterránea española llamado Calabuch. Allí, el científico encontrará una especie de utópica arcadia de hombres y mujeres, la magia de una comunidad que es también familia en la que el profesor Hamilton encontrará un lugar en el que encajar y descansar.
"Calabuch" tiene mucho que ver con "El hombre tranquilo" de John Ford. En ambas, sus protagonistas acaban en dos arcadias rebotados de un mundanal ruido que, como mínimo, les ha infringido el daño suficiente como para querer escapar buscando el cálido abrazo de una comunidad-familia en la que puedan reponerse de sus heridas. En ambas el sentimiento protagonista es la nostalgia por una comunidad de seres humanos en toda la extensión de la palabra sentida desde los rigores de un deshumanizado mundo moderno e industrial, un mundo donde imperan unos valores nuevos y es fácil perder el rumbo, dejar de escuchar esa voz que, como escribia Yeats, nos habla desde lo más profundo del corazón y que como una baliza nos marca el camino de regreso:
"Me levantaré y me pondré en marcha, y a Innisfree iré,
y una choza haré allí, de arcilla y espinos:
nueve surcos de habas tendré allí, un panal para la miel,
y viviré solo en el arrullo de los zumbidos.
Y tendré algo de paz allí, porque la paz viene goteando con calma,
goteando desde los velos de la mañana hasta allí donde canta el grillo;
allí la medianoche es una luz tenue, y el mediodía un brillo escarlata
y el atardecer pleno de alas de pardillo.
Me levantaré y me pondré en marcha, noche y día,
oigo el agua del lago chapotear levemente contra la orilla;
mientras permanezco quieto en la carretera o en el asfalto gris
la oigo en lo más profundo del corazón."
(La isla del lago de Innisfree, Yeats)
Si John Wayne regresa en el "El Hombre tranquilo" a un pueblo llamado Innisfree, el profesor Hamilton acaba en Calabuch, una suerte de Innisfree mediterráneo en el que encontrará la paz que busca.
Allí, donde los medios de comunicación apenas llegan, nadie reconocerá a Hamilton y todos le verán como realmente es aceptándole, sin dudar y sin dobleces, como miembro de una comunidad en la que todos sus miembros parecen expresarse de forma auténtica y directa, sin miedos ni hipocresías.
"Calabuch" reproduce esa idealizada nostalgia sentida hacia un lugar que sólo existe en el deseo, un lugar utópico y ucrónico en el que poder descansar de los rigores que nos imponen los espacios y los tiempos en los que por necesidad estamos inscritos y en el que los otros, que constantemente nos rodean, dejen de ser el infierno del que Sartre hablaba para pasar a convertirse en cielo.
Una obra menor de Luis García Berlanga llena de encanto, con grandes momentos y personajes como ese cabo de la guardia civil (Juan Calvo) que ordena a la flota norteamericana que no se mueva o ese torero (Jose Luis Ozores) preocupado por la salud fisica y estabilidad emocional de su toro.
Deliciosa.
sábado, agosto 01, 2009
viernes, julio 31, 2009
"La gran mayoría de las personas -tanto hombres como mujeres- son integrados hoy por medio de la seducción y no der la imposición de un orden, de la publicidad y no del adoctrinamiento, necesitan creación y no regulación normativa. La mayoría de nosotros estamos, social y culturalmente, entrenados y formados como buscadores y recolectores de sensaciones y no como productores y soldados... La época en que las fábricas y las tropas eran las instituciones decisivas para el mantenimiento del orden ha llegado a su fin (al menos para nuestra parte del mundo)"
(La sociedad individualizada, Zygmunt Bauman)
miércoles, julio 29, 2009
"Las instituciones políticas siguen siendo locales, mientras que los poderes reales que deciden cómo van a ser las cosas presentes y futuras han adquirido una genuina extraterritorialidad; como dice Manuel Castells en su monumental estudio en tres volumenes La Era de la Información, el poder en la forma del capital y especialmente del capital financiero fluye, mientras que la política sigue atada al terreno, cargando con todas las limitaciones impuestas por su carácter local. Se puede decir que el poder ha sido emancipado de la política"
(Moral privada, mundo inmoral. Zygmunt Bauman)
Hierve la claridad
bajo el omnipotente pesar a plomo del sol,
se desmenuzan las sombras
en invisibles jirones de imperceptibles silencios
que flotan ingrávidos
en el espeso e irrespirable caldo de la tarde.
Lentamente los ojos se vacían,
la esperanza sin nombre se calcina
convirtiéndose en oscura y olvidada ceniza
arrastrada por la espesura de las horas
hacia el hambriento agujero de oscuridad
que aún no se adivina
en la decepcionante y desierta línea del horizonte.
Ha sonado la hora,
y persiste una ausencia
que convierte a su espera
en un solitario oficio de tinieblas
entre tanta radiante claridad.
martes, julio 28, 2009
MARGOT Y LA BODA
Sin lugar a dudas el tema de las familias disfuncionales y todo el vertedero de emociones que las rodea es un asunto de absoluto interés para Noah Baumbach, el director de "Margot y la Boda". Ya lo hizo en su película anterior "The squid and the whale" (que aquí llamamos "Una historia de Brooklyn"), centrada en la descripción de un divorcio y evidentemente inspirada en las propias experiencias personales de Baumbach.
"Margot and the wedding" es mucho más ambiciosa. Hay divorcios, pero también hay bodas que no terminan de celebrarse. Y siempre relaciones complicadas entre personajes que no terminan de entenderse a sí mismos y tampoco, y como consecuencia, entenderse entre ellos.
Todo es complicado.
El pasado flota como una negra nube tóxica que todo lo contamina y los momentos de felicidad son escasos, efímeros, pequeños momentos en que el oscuro cielo se abre y penetra alguna delgada línea de luz.
Las cuentas pendientes, los reproches y, lo que es más interesante, la expresión sádica e inmisericorde de la propia personalidad que Margot (Nicole Kidman) constantemente exhibe ante todos y que no es otra cosa que la incontrolada y proteica manifestación de sus propias frustraciones y temores hacen imposible cualquier posible reconciliación. A este respecto resulta clave la escena en que Dick (Ciarán Hinds), el amante de la escritora Margot, le sugiere que quizá ciertos personajes sadicos y brutales puedan ser expresión de sí misma.
La boda de su hermana Pauline (Jennifer Jason-Leigh) con el desastroso Malcolm (Jack Black) será una ocasión que Margot no podrá desperdiciar para expresarse de forma desconsiderada trayendo consigo el desequilibrio y la tristeza para todos. Y este aspecto para mi es el aspecto más interesesante de la película: la expresión desconsiderada y sin límites del yo convertido en acto de agresión social y egoísmo.
La candorosa Margot es en realidad, y no siempre de forma consciente, un terrible monstruo despiadado cuya necesidad de control y reafirmación no tiene límites. Una de las modalidades más peligrosas que un ser humano puede adoptar para hacer daño a sus congéneres, una especie de ego-predador que no consiente una discrepancia con respecto a lo que considera correcto o incorrecto. Con ella es imposible llegar a ningún acuerdo.
Me gustó esta última película de Noah Bumbach. Hay bastante de Rohmer y un poco del Bergman de la década de los sesentas del pasado siglo en su cine siempre centrado en las personas y en el fracaso inevitable que casi siempre surge cuando se relacionan entre ellas.
En este sentido, el pequeño Bumbach inspira al gran Bumbach: los dos quieren saber por qué la gente deja de quererse, por qué se enfrenta y se pierde... Tarea difícil, tanto como meter todo el agua del oceano en un agujero.
domingo, julio 26, 2009
THE BOAT THAT ROCKED
"El Rock'n Roll salvó mi vida. Porque fue esta clase de música la que, por primera vez en toda mi vida, me dió un sentido de identidad, el sentimiento de que tenía el derecho de disfrutar, imaginar y hacer algo. Si no hubiera sido por el Rock'n Roll, ahora sería un abogado."
No me equivocaba al intuirla. Por encima de todo "The boat that rocked" es una película radiante, adolescente, despreocupada, llena de vida, una especie de comedia musical sin canciones pero llena de maravillosas canciones, de la música en si misma y de lo que ésta significa.
A este respecto, el genial director alemán Wim Wenders escribió lo siguiente:
Y es en torno a esta capacidad liberadora, transgresora, energética y vital que tuvo la música rock a mediados del pasado siglo donde se articula "The boat that rocked", si bien centrándose en los apóstoles de esa palabra, los primeros DJ's debatiéndose entre la legalidad y la ilegalidad en la puritana sociedad británica.
Citando al poeta Jose Martí: "El color tiene limites; la palabra, labios; la música, cielo", el rock'n roll se convirtió para los adolescentes de las clases medias y bajas en el escenario perfecto para descubrir y presentar las propias emociones, un firmamento despejado donde el propio sentir liberador dibujaba los aspectos más intimos que terminaban constituyendo la primera imagen del "uno mismo", el primer punto de partida desde el que empezar a equivocarse en busca del acierto.
Ahora quizá el mercado con su domesticadora lógica repetitiva y adocenadora haya matado esa capacidad del rock para liberar transformándolo en un estereotipo de sí mismo, lo ha vampirizado hasta agotarlo... Seguramente, la libertad esté ahora de la mano de la música electrónica (la que no es Ibiza Chill out ni Buddah Bar) todavía no demasiado contaminada. No lo se... Lo único cierto es que hubo una vez en la que el rock fue parte esencial de la sagrada liturgia de la adolescencia, una ceremonia llena de significado en la que tarde o temprano, y como le sucedió al joven Wenders, llegaban las visiones de lo que en algún momento bajo ningún concepto no podía ser.
En homenaje a todo ésto, se erije "The boat that rocked" como brillante y despreocupado monumento que rebosa de la misma actitud inconformista que pretende conmemorar y la película funciona organizando su narración en torno a la anécdota de un barco-emisora de radio que, desde aguas internacionales, envía su mensaje musical a todos aquellos que quieren escucharlo. Un barco tripulado por un fantástico y entrañable grupo de personajes que, a simple vista, parecen siquiera ser capaces de salvarse a sí mismos.
También flota por las imágenes de "The boat rocked" el espíritu inconformista del free-cinema británico especialmente pienso en "If" de Lindsay Anderson o en cualquiera de las películas que dirigiera Richard Lester ("The Knack", "Help" o "How I won the war") especialmente irradiado desde la maravillosa y afinada interpretación que Kenneth Branagh hace de un político conservador, el principal enemigo de las emisoras piratas y, en general, en todas las escenas en que éste aparece, escenas que rebosan de un sentido del humor inteligente y vitriólico que retrata de forma esperpéntica la vida que eligen todos aquellos cuyos oidos escuchan otros tipos de musicas.
La película discurre en una sucesión de divertidas anécdotas que presentan a los personajes mientras el gobierno británico intenta desesperadamente cerrar la emisora pirata y lo hace de forma divertida, despreocupada, siendo coherente en la forma con el fondo que trae consigo.
Se disfruta y la sonrisa permanece cuando uno ya ha llegado a casa.
Interesante, adolescente y divertida.
sábado, julio 25, 2009
Y me dirás que todavía no es demasiado tarde,
que todavía hay camino de sobra,
que no faltarán las vueltas y los recodos,
que abundarán las despedidas y los encuentros,
prendido del aquel espacio,
de aquel tiempo,
en que todo era posible
y el tiempo era, en toda su misteriosa
e inabarcable extensión,
un esperanzado territorio tuyo y nuestro.
No te importará que ya no sea el mismo que solías ser.
Cumplirás con tu sagrada obligación de impulsarme
através de todas las conspiraciones de espejos,
por los nuevos espacios,
por los nuevos tiempos,
latiendo indeleble en el recuerdo.
viernes, julio 24, 2009
Obtiene un morboso placer extraño
ofendiendo continuamente la rotunda inocencia
que a cada momento revienta en sus palabras.
Como si ella tuviera que pagar por ello.
Como si no pudiera soportarlo.
Todos lo saben.
Escondido tras el humo gris de su cigarrillo todo parece molestarle.
Nada escapa a la ciega trituradora de su ironía,
al seco brillar de su mirada aguda.
Pero ella permanece indeferente al agresivo poder disolvente de su magia negra
mientras, atentamente, le mira tomar otro sorbo de su dry martini
como si en aquel momento nada importara más en el mundo,
blindada de luz contra el creciente esfuerzo de su oscuridad,
intacta y perfecta,
esperando su piña colada.
También todos lo saben.
CALIFORNICATION
Me gustan los personajes que tratan de tú a tú con su propia moral, que no se sienten inferiores a sus propias creencias y que siempre están dispuestos a contrastarlas porque es, en realidad, el mundo y la relación que tenemos con él lo que realmente importa... Y en este sentido, en el final de la segunda temporada de "Californication", Hank Moody se muestra tan especial y heterodoxo como debió mostrarse al final de la primera... Teniendo en sus manos todo aquello por lo que ha peleado, decide renunciar en el mismisimo umbral ante la existencia de un bien superior súbitamente detectado.
Llega el momento de cambiar, de tomar una decisión inesperada que, ante la nueva configuración de la realidad detectada, se descubre como la mejor a su entender. Y todo sin pestañear... como haría un auténtico y perfecto personaje de Peckinpah... aunque ello implique distancia y pérdida, pero lo primero siempre ha de ser lo primero.
A estas alturas de la película, y viendo lo que hay, nada hay más heterodoxo que asumir responsabilidades y consecuencias desde una propia moral de la que uno no es esclavo sino señor.
Mención especial merece Lew Ashby, el fantástico personaje que empieza y termina en esta segunda temporada, construido de la misma materia de la que está hecho Moddy y quizá siendo un espejo extremo de lo que Moody siempre está a punto de ser
Ahora Moody no está solo... Su cinismo sonriente puede verse en la sonriente desesperación de Ashby que parece tenerlo todo... pero sólo aparentemente...
It's all about her at the end of the day...
jueves, julio 23, 2009
MIENTRAS NUEVA YORK DUERME
No es extraño que el director alemán considerase a esta película como una de las mejores de su extensa filmografía. "Mientras la ciudad duerme" es una película cuya principal virtud es el absoluto interés que despierta desde el primer momento.
Un asesino psicópata despierta el terror en la ciudad, pero también despierta una loca cerrera por el poder dentro de un gran grupo mediático.
La amoralidad que es evidente en el comportamiento del psicópata tendrá su paralelismo en la falta de escrúpulos con la que tres periodistas (Thomas Mitchell, George Sanders y James Craig) pelean entre si por el puesto de director general. Poco a poco, las sucesivas exclusivas que va produciendo la investigación policial alrededor del asesino se convertirán en elemento decisivo en la resolución de ese cruel juego de poder.
De forma evidente, "Mientras Nueva York duerme" nos muestra el lado oscuro del sueño americano.
La sociología que nos presenta la película no es nada habitual en el Hollywood de la época. Familias desestructuradas en las que el hijo del magnate de la prensa odia al magnate de la prensa o el hijo psicópata odia a la la madre, hombres con una actitud evidentemente cínica y corrosiva hacia el matrimonio y la familia, mujeres que engañan a sus maridos sin el menor sonrojo, maridos que engañan a sus mujeres o que se dejan engañar, periódicos en los que la busqueda de la noticia no es lo más importante, amigos que se traicionan, policias que favorecen a sus amigos....Y todo junto, compartiendo el mismo espacio dramático con perfecta precisión narrativa.
En este sentido, "Mientras Nueva York duerme" es una película muy moderna que en la mejor vocación del cine negro muestra la oscuridad de un mundo en el que el hombre apenas es algo más que un animal vencido a sus instintos.
Casi todos los personajes cojean moralmente y cuando no están realizando acciones reprobables mantienen una actitud cínica y nada positiva tanto hacia sí mismos como hacia el mundo que les rodea.
Hay como una especie de vocación documental propia del mejor cine negro como "La ciudad desnuda" de Jules Dassin, de riguroso inventario de las debilidades humanas que abarca a toda la sociedad, desde sus estratos más bajos hasta los más altos y de las que nadie está libre puesto que incluso el apolineo protagonista interpretado por Dana Andrews es capaz de socavar la sacrosanta institución del noviazgo traicionando durante unas horas a su perfecta novia.
Y todo ello dentro de una historia que combina con éxito dos niveles aparentemente muy diferentes: la parte criminal del asesino psicópata con la parte laboral de la lucha por el poder dentro del grupo mediático; una historia que el genial Fritz Lang dirige con su habitual brio y maestría para producir las images justas y necesarias.
Mientras la ciudad duerme, que es el título real de la película, las pesadillas de esa sociedad que se sueña mejor y perfecta cobran vida y el genial maestro alemán nos las presenta servidas sobre una sucia bandeja de metacrilato.
Magnífica.
miércoles, julio 22, 2009
martes, julio 21, 2009
HARRY POTTER Y EL PRINCIPE DE MESTIZO
Lo confieso... No esperaba mucho de esta sexta entrega de la saga del mago gafotas.
Y tampoco es que en la película sucedan muchas cosas, salvo la muerte final de uno de los personajes que han sido clave en el desarrollo de la saga. Vida cotidiana en Hogwarts casi como de instituto adolescente, la oscura sombra de Draco Malfoy constantemente airado, planeando su venganza y la ladina y taimada presencia de Severus Snape cuya presencia se revelará más y más importante... De algún modo, esta quinta entrega ocupa una posición intermedia entre el resto de la traga y su final, algo así como "El imperio contrataca" en la primera trilogía de "La guerra de las galaxias". Su sentido es dependiente de lo que vendrá y por ello no es posible ningún cierre, ningún punto y aparte que permita cerrar un sentido de una forma general.
Pero, y ciento cincuenta minutos despúes, la película termina y uno tiene la sensación de que apenas han pasado veinte minutos. "Harry Potter y el principe mestizo" funciona. Es la primera vez que no tengo esa incómoda sensación de aburrimiento "porenmedio" que me ha acompañado en la visión de las cinco predecesoras... y curiosamente es la película que menos cuenta de todas. Casi nada termina de pasar. La mayor parte del tiempo de la narración se dedica a presentar líneas y argumentales y situaciones que se desarrollarán más adelante. Y, sin embargo, y como sucedía en "El imperio contrataca", esta característica no es un "handicap".
También es cierto que cada momento de la saga es más ocuro que el anterior y esta sexta entrega lo es aún más... Y hasta cierto punto toda la historia de Potter, sus siete novelas, están convirtiendose en un largo viaje desde el radiante día que, para J.K. Rowling, es la infancia hasta la oscura noche que es la madurez.
Ahora ese viaje está a punto de terminar.. y ya nada queda en los tres personajes principales de la brillante ilusión con que encaminaban sus pasos a Hogwarts. Algo han perdido y ese algo está directamente relacionado con el descubrimiento de un mundo adulto con su juego de intereses y cuentas pendientes en el que sin saberlo tienen un lugar asignado como adultos.
La responsabilidad de ocupar un lugar en una adulta lucha por el control del mundo de la magia en la que el principe mendigo cuya identidad que descubrimos al final de la película seguramente tendrá reservado un importante papel.
La imposibilidad de continuar al margen del mundo y sus circunstancias heredando un papel que por derecho les corresponde.
Poco a poco, el niño ha ido quedando sepultado bajo una totalidad de exigencias, responsabilidades, obligaciones, que son la principal materia de la que está hecho el mundo de los adultos. Y descubrir quién es uno supone entender el lugar que se debe ocupar en la inflexible lógica de esa mecánica. La identidad definida por el roce con un mundo que pide y da.
No es tan divertido como navegar con cien cañones por banda, viento en popa a toda vela... y a veces duele, porque, entre otras cosas, cuando hay sangre, es de verdad.
Por fuerza el final tiene que ser oscuro.
En este sentido, y por todo, "Harry Potter y el príncipe mestizo" se me antoja una entretenida obertura que nos prepara para el próximo gran final en el que, quizá, a nuestro querido Harry se le rompan las gafas.
lunes, julio 20, 2009
"Le estaba diciendo que en aquel sótano, mientras le besaba los pies, había entendido por primera vez qué era el amor, y no con las palabras de otros, sino con la sangre del corazón. La amaba más que a su pasado, más que a su madre, más que a Alemania, más que a su futura vida con María... Se había enamorado. Los muros levantados por los estados, la furia racista, la cortina de fuego de la artillería pesada no significaban nada, eran impotentes ante la fuerza del amor... Daba gracias al destino porque, a las puertas de la muerte, le había permitido comprenderlo."
(Vida y destino, Vasili Grossman)
domingo, julio 19, 2009
LA INVASIÓN DE LOS LADRONES DE CUERPOS
Dirigida por Don Siegel en 1958, "La invasión de los ladrones de cuerpos" es uno de los máximos exponentes de una de las épocas doradas del género de ciencia ficción, la década de los cincuentas del pasado siglo XX.
En ella, y mediante un flashback contado por su desesperado protagonista, se nos narra los primeros momentos de una invasión extraterrestre que elije como lugar el pequeño pueblo californiano de Santa Mira. Allí algunos de sus vecinos comienzan a desconocer a algunos de sus familiares más allegados. Lo que parece ser un episodio de histeria colectiva comienza a revelar su verdadera condición ante los incrédulos ojos del doctor Miles Bennel (Kevin McCarthy) y su antigua novia Becky (Dana Winter). Muy pronto la ciudad estará en manos de los extraterrestres y sólo quedará la opción de escapar para alertar al resto de humanos de la amenaza que se cierne sobre sus despreocupadas vidas.
"La invasión de los ladrones de cuerpos" es puro cine. Una historia de intensidad creciente que emerge desde la cotidianidad de la vida en comunidad para convertirse en una pesadilla de la que, y en su magnífico final abierto, quizá ya sea demasiado tarde despertar. En este sentido, resulta pasmoso el modo en que, contraponiendo escenas y personajes, se va dibujando un escenario que, de pronto, revelará su siniestra condición.
Es uno de los grandes trabajos de Don Siegel, un gran dominador del lenguaje cinematográfico y bajo cuya tutela comenzaron las carreras de dos grandes genios del cine como Clint Eastwood y Sam Peckinpah
Mucho se ha escrito sobre la oculta intención crítica contra el macartismo de una historia que, en realidad, juega con el ancestral miedo de convertirse en un extranjero dentro de la propia tierra. De la noche a la mañana los que son tuyos se convierten en otros y el individuo se ve privado de una intimidad que le es vital. A ese eje básico, que apela casi a lo pulsional, se añade otro que vertebra las características de esa nueva comunidad: la ausencia de cualquier clase de emoción y afecto y su sustitución por una absoluta racionalización de la existencia que reprime aquello que de esencial tiene el individuo y que, para los guionistas, no es otra cosa que la capacidad de sentir.
El mensaje, suponiendo que exista (y no lo ponga la mente de algún espectador que necesita algo más que entretenerse para justificar una visita al cine), es bastante básico y simplista, pero se basta para inspirar una historia que tampoco es un prodigio de complejidad y que fudamentalmente brilla por el modo magistral en que nos es contada.
"Qué horrible es el éxito,
peor que ver tu casa en llamas,
y las vigas cayendo, una tras otra,
mientras asistes, sin testigos, a tu condena.
La fama, como una borrachera, consume lo mejor de ti mismo
y, sórdida, te muestra que sólo trabajaste para ella.
Ojalá que nunca me hubiera besado esa puta,
y haber seguido siempre en las sombras de la destrucción y el fracaso"
(Después de la publicación de Bajo el Volcán.
El trueno más allá del Popocatépetl, Malcol Lowry)
"El anciano parecía haber superado los ochenta años, pero frágil y canoso no eran las primeras palabras que uno emplearía para describirle. Su paso seguía siendo firme y seguro y la energía brillaba en sus ojos, exhibiendo más de un vestigio de la fuerza que había tenido en otro tiempo. Estaba en medio de un gran número de oficiales de Marina y del Cuerpo de Infantería de Marina, relajándose después de un extenso programa de reuniones. Bebían y contaban anécdotas de sus días de servicio.
De pronto, alguien le vio y una voz grave y profunda se oyó claramente por encima del intenso murmullo de los presentes.
--- ¡Atención! ¡Marine de la Isla de Wake en cubierta!
--- Todo el mundo dejó de hablar --- dijo el oficial naval que presenció el incidente. --- Nos pusimos en posición de firmes, miramos al marine y saludamos"
(Pacific Alamo, John Wukovits)
sábado, julio 18, 2009
TOUS LES MATINS DU MONDE
Seguramente, la vida no sea una cuestión de duración sino de intensidad. Probablemente se trate de llegar a la clara convicción de un "algo" crucial, lo que sea, a cuya luz todo queda justificado...
"Tous les metins du monde" comienza con el rostro atormentado de un anciano Marin Marais (Gerard Depardieu) y casi termina con el desencajado rostro de ese mismo hombre incapaz de contener el asombro que siente ante la revelación de una verdad cuya huidiza esencia siempre se le había negado.
Al final, el viejo Marais comprende el misterio que para siempre y durante toda su vida fue el huraño y genial Saint Colombe, inolvidablemente encarnado por Jean Pierre Marielle. Un misterio directamente relacionado con la música a la que ambos han entregado sus vidas.
El misterio de Saint Colombe es el encierro de su inmenso talento para la composición y la interpretación entre las cuatro paredes de su casa, un talento del que un joven Marais querrá aprender para entregarlo al mundo y que siempre le será negado. Por siempre, y hasta el final, Saint Colombe será celoso guardián de un inaccesible secreto que Marais ni siquiera llegará a sospechar.
Marais se conformará con las migajas y, aun así, éstas, acompañadas de su propio talento, le servirán para llegar lejos en el mundo, hasta ese maravilloso final en que el músico comprende con los ojos llenos de lágrimas la primera lección de todas, el sentido de la música como un acto de expresión intima y privada, alejado del mundo, en el que el artista se convierte en una hoja abandonada al viento de las propias emociones, de la propia verdad. Y esa capacidad, esa actitud no es algo que se pueda aprender, es algo que se lleva dentro, que se tiene o no se tiene.
Solo en el final de su vida, atormentado por las punzantes resonancias del recuerdo del trájico destino de Madeleine y por primera vez en su larga vida, Marais interpretará al gusto de su maestro comprendiendo que nadie le quiso como aquella mujer.
Entre lágrimas habrá comprendido y éso será suficiente.
El instrumento hará el resto convirtiéndose en mera caja de resonancia de ese sentimiento.
"Tous les matins del mundo" es una entrañable joya que nos habla entre renglones, acompañándola de la maravillosa música de Saint Colome y Marin Marias, del asombroso milagro del descubrimiento de la propia autenticidad, un milagro para el que jamás hay palabras y que sucede para justificar con plenitud una existencia.
Sin ella no hay música.. ni nada... que merezca realmente la pena.
En todos los sentidos de la palabra, el viejo Saint Colome está en lo cierto... una certeza de la que forma constituye parte esencial el callado y hermoso fantasma de su mujer.
"Peckinpah often told interviewers that all his dramas were morality plays. But his films and television shows were not simpleminded lectures on right and wrong or good and evil, for he knew that such comforting black and white demarcations were an illusion. Instead they were open-ended existential inquiries, a search for morality in a land where it appears to have evaporated. In each episode Blassingame is confronted with a difficult, ambiguous situation that calls for tough decisions without the presence of God or a set of tangible social laws or values to guide him. He must choose who he is, what he stands for, what he can live with and what he can't, and through te decisions he makes he defines himself."
("If they move... kill'em!. The life and times of Sam Peckinpah", David Waddle)
PERDICIÓN
Cuando los talentos se juntan es difícil que resten. "Perdición" es un buen ejemplo. Basada en la novela de James M. Cain, sobre un guión de Raymond Chandler y Billy Wilder, quién la dirigió, y protagonizada por grandes actores como Barbara Stanwyck, Fred McMurray o Edward G. Robinson... El resultado es una intensa historia de muerte, engaño y traición en la que las bajas pasiones se hacen con el control de altas pasiones como el amor o la honradez.
En cierto modo, la intensidad dramática que hace grande al cine negro procede de ese contraste entre el ambicioso ser deseante de sus protagonistas y la moral del deber ser que aquellos quiebran una y otra vez persiguiendo la escurridiza sombra de su deseo. Sus protagonistas son los anti-héroes que se atreven ir más lejos, incluso más allá de lo que está socialmente aceptado y permitido, para conseguir aquello que buscan o quizá no sepan lo que quieren pero, y como decía Johnny Rotten, no saben lo que quieren pero saben cómo conseguirlo.
El personaje de Phyllis Dietrichson, magnificamente encarnado por Barbara Stanwyck, es un magnífico ejemplo de esa calculada escalada en pos de ese oscuro ideal que hace ya tiempo ha dejado atrás el punto de no retorno, de la consecución del ideal burgués de felicidad sin reparar en los medios. Primero seducirá a su marido y, psoteriormente, seducirá a Walter Neff, un avispado vendedor de seguros, también magnificamente encarnado por Fred McMurray, para eliminar al marido y cobrar una doble indemnización de un seguro de vida.
Como siempre las cosas se complicarán porque basta sólo con mostrar el heterodoxo espectáculo del ser humano en el apogeo de su oscuridad, entregado a su individualidad más allá de aquello que el buen sentido de lo social aconseja.
Lo que se desea siempre pertenece a otro y uno no puede cogerlo sin encomendarse a Dios... pero ¿y al diablo?
La sala de máquinas de lo negro está ahí.
Sus autores nos cuentan historias en donde viven personajes que se atreven a ir mucho más lejos, que no tienen tiempo que perder y a quienes les estorba la moral para poder llegar a ser y estar donde quieren. Y su tragedia es no poder ganar porque la supervivencia del orden social depende de su fracaso.
Hay un límite siempre para el deseo... pero la tentación siempre está ahí, latiendo en las tinieblas de lo inconfesable. Forma parte de la materia que están hechos nuestros sueños.
Y este carácter trágico se remarca en el modo en que comienza la película. Un herido Walter Neff conduce por las calles vacías de Los Ángeles hasta su oficina donde nos relatará la historia de su fracaso...
Y conocer el final no le quita valor a la historia. Esa es una de las genialidades de los guionistas... Lo importante es el cómo, el modo en que las cosas no han salido. Porque el espectador ya sabe que los protagonistas no pueden salirse con la suya.
A diferencia de las historias de misterio o de detectives en las que prima el espectáculo racional de deducción que lleva al descubrimiento de un ladrón o un asesino, en "Perdición" importa mucho más el sombrío caldo emocional en que las cosas se ponen en marcha y casi siempre terminan por fracasar. No hay razones. Sólo inexplicables emociones como ese sexto sentido, encarnado en el estómago, que le dice al sabueso Keyes (Edward G. Robinson) que algo anda mal en la muerte de Dietrichson.
De todo modo, lo que perdición saca a la luz a lo largo de sí misma como historia es el funcionamiento del mecanismo del fracaso. El espectáculo de la duda, el amor, la desconfianza, los celos, la culpa... El factor humano que convierte el más perfecto de los planes en imperfecto.
viernes, julio 17, 2009
INOLVIDABLE
Network...
Uno de los grandes momentos del cine de los 70, el genio del guionista Paddy Chayefsky y el talento de William Holden para interpretar este monólogo-diálogo de despedida a una mujer y de bienvenida a toda una nueva época de la que somos hijos... la banalidad de la sociedad de consumo en la que todo tiene el mismo valor de cambio en un interminable sistema de modas, gustos y preferencias de la que el mundo de la televisión es perfecta metonimia.
En el mismo minuto se habla de un tsunami catastrófico y de un bebe panda que ha nacido en el zoo de la ciudad.
Y aunque lo estamos pasando muy bien, esa banalidad nos está haciendo un daño irremediable a todos.
El fugaz encuentro.
Lo que alguna vez pudo ser,
lo que definitivamente ha sido
y la inmensa distancia que separa
en apenas unos pocos centímetros.
Irremediable nostalgia de aquel futuro
que se desvaneció en el aire
como enrevesados jirones de blanco humo.
Fisica insuficiente en los espacios,
nostalgia inevitable en los tiempos.
jueves, julio 16, 2009
El nuevo día es una silenciosa conspiración,
una larga marcha hacia la noche
que lentamente avanza,
a su espalda,
escondida tras la recta línea candente del horizonte.
La oscura palabra de los prodigios y presagios
le habla por primera vez con claridad:
bandadas de pájaros negros sobre el panteón,
palomas con las entrañas muertas,
recién nacidos que no dejan de llorar,
extrañas sombras abrazando su estuatua...
Su significado es adverso,
como casi siempre.
No es la primera vez
ni tampoco será última
en que todo parece en contra,
como en Farsalia o Alesia.
Por eso César da la espalda al destino,
confía en sus fuerzas,
en su capacidad para dominarlo,
para reconducirlo,
mientras su engendro le susurra al oido
que sigue siendo humano,
inutilmente.
miércoles, julio 15, 2009
"Lo que está mal en la sociedad en que vivimos -dijo Cornelius Castoriadis- es que ha dejado de cuestionarse a sí misma. Es un tipo de sociedad que ya no reconoce ninguna alternativa a sí misma y por ello se cree exenta del deber de examinar, demostrar, justificar (y no digamos probar) la validez de todo lo que da por sentado expresa y tácitamente"
(La sociedad individualizada, Zygmunt Bauman)
martes, julio 14, 2009
"Indudablemente, el mensaje transmitido hoy con gran poder de persuasión por los medios culturales más eficaces, el mensaje que leen fácilmente sus destinatarios con el trasfondo de su propia experiencia, es el mensaje de la esencial indeterminación y blandura del mundo: en este mundo puede pasar cualquier cosa y se puede hacer cualquier cosa, pero no se puede hacer nada de una vez y para siempre, y sea lo que fuera que sucede viene sin anunciarse y se va sin avisar. En este mundo, los lazos humanos están divididos en diferentes encuentros, las identidades en máscaras que uno lleva sucesivamente, la historia de la vida en una serie de episodios que duran solo en una memoria igualmente efímera. Nada se sabe con seguridad, y lo que se sabe puede saberse de maneras diferentes; una manera de saber es tan buena o tan mala (y desde luego tan precaria o volátil) como cualquier otra. La apuesta es ahora la regla donde antaño se buscaba la certidumbre, mientras la asunción de riesgos reemplaza a la obstinada persecución de objetivos. Y así hay en el mundo pocas cosas que podamos considerar firmes y fiables, nada que recuerde un grueso lienzo en el que podíamos tejer el itinerario de nuestra propia vida."
(La sociedad individualizada, Zygmunt Bauman)
domingo, julio 12, 2009
"Qué sensación penosa y tremenda era levantarse de cuerpo entero ante la muerte, no esconderse ya de ella sino correr a su encuentro. Qué espantoso es morir joven.¡Vivir, ganas de vivir!. No existe en el mundo deseo más intenso que el de salvar una vida joven, una vida apenas vivida todavía. Ese deseo no vive en los pensamientos, es más fuerte que el pensamiento; existe en la respiración, en las aletas de la nariz, en los ojos, en los músculos, en la hemoglobina de la sangre que devora ávida el oxígeno. Es un deseo de tal magnitud que no se puede comparar con nada, cualquier medida es inadecuada. El miedo. El miedo antes del ataque..."
(Vida y destino, Vasili Grossman)
(Vida y destino, Vasili Grossman)
sábado, julio 11, 2009
WALL-E
Una de las imágenes más tristes que recuerdo en una película proviene de "Naves misteriosas" (1971). Es la primera película del director de efectos especiales Douglas Trumbull, y en ella, se nos habla de un futuro en el que la vida vegetal ha desaparecido de la tierra y lo poco que queda se mantiene en tres naves-invernadero que se mantienen en órbita alrededor de Saturno. Estas naves son mantenidas por unos pocos humanos y unos robots, parecidos a Wall-e.
Al final, y por una serie de circunstancias achacables a los humanos, dos de las tres naves se destruyen y la tercera es proyectada al espacio quedando a su cargo el único robot sobreviviente que continúa realizando ciegamente la labor para la que ha sido programado.
La imagen de ese robot realizando sus labores rutinarias, alejandose más y más de la humanidad y como consecuencia de ello del sentido que motiva todas sus acciones, pero obedeciéndo aunque los humanos ya no estén más a su lado para mandarle, me llena de melancolía.
Aún hoy lo hace.
La palabra, la acción, separada de los labios que la pronuncian, prolongándose en el tiempo, eternamente. El impulso manteniéndose fiel, siguiendo la dirección hacia la que ha sido disparado. Desempeñando la tarea por muy absurda o muy imposible que esta sea. Esperando una orden de detención que jamás llegará.
En"Wall-e" hay mucho de esa pequeña joya triste y melancólica de la ciencia-ficción cinematográfica llamada "Naves misteriosas". Pero la diferencia más importante es que el pequeño robot amarillo es capaz de salvar a sus creadores. No hay final abierto. El circulo se cierra por el lado más débil y pequeño, el que representa este pequeño y entrañable robot-limpiador que todos los días y desde hace cientos de años acomete en solitario la imposible tarea de limpiar un planeta tierra convertido en un basurero y que todas las noches desea la humana capacidad de amar.
De algún modo, las máquinas conservan la humanidad del individuo que las ha creado, aunque sólo sea el simple y mero cumplimiento de unas órdenes cuya ejecución motiva su existencia misma. Son nuestros instrumentos y mientras existen nosotros y nuestros propósitos continúan existiendo.
Hay poesía en Wall-e, la de una luz que se enciende todas las noches a la espera de unos improbables ojos que puedan verla.
Fantástica.
viernes, julio 10, 2009
LA AMENAZA DE ANDRÓMEDA
En 1969, Michael Crichton publicó esta novela cuyo asunto giraba en torno a una crisis biológica generada por un microrganismo del espacio exterior. Fue su primer éxito. Posteriormente, en 1971, Hollywood llevó al cine el libro. Dirigida por el veterano (en aquella época) todo terreno Robert Wise e interpretada por un sólido elenco de actores de carácter, "La amenaza de Andrómeda" vió la luz como película y sigue siendo uno de mis thrillers de ciencia-ficción favoritos.
En el pasado año 2008, algún productor aburrido decidió hacer un remake en forma de miniserie.
El resultado es penoso.
La historia principal se pierde entre una serie de intrigas secundarias, tópicas e intrascendentes, necesarias para justificar las tres horas de una duración para una historia que con noventa minutos tuvo suficiente. Además, la propia trama principal se complica innecesariamente convirtiendo a Andrómeda no en un organismo procedente del espacio del exterior sino procedente de la tierra y de su futuro... En definitiva, un horror al que ni los propios actores parecen dar crédito mientras intentan desplegar con la habitual ineficacia de siempre su escaso talento.
La versión televisiva de "La amenaza de Andrómeda" es un magnífico ejemplo de lo innecesario, de lo que es hecho sin talento, por burocrática necesidad y con la única razón plausible de continuar alimentando la máquinaria de nuestro ocio siempre insaciable.
Aparte de tener miedo...
qué hacen un taxista y su pasajero,
a las cuatro de la mañana,
detenidos ante un semáforo en rojo,
en una avenida con visibilidad en todas las direcciones
y sin tráfico contra el que colisionar...
qué hacen además de conjugar a tiempo
el santo sacramento del orden,
protegiéndose de lo improbable,
de la excepción,
delirando obediencia,
escenificando la perfecta dominación...
AIRBAG
Supongo que debería ser lo contrario, pero, y conforme más mayor me hago, más me gusta Airbag.
Bajo la apariencia de una locura iconoclasta, llena de violencia y mala leche se esconde una magnífica historia, lleno de personajes estupendos y diálogos brillantes, que es como una piedra lanzada contra esa fábrica de tullidos llamada "familia", personificada en la malvada Aurora (Rosa Mª Sardá) y que a punto está de arruinar la vida de Juantxo (Karra Elejalde).
Una vez cada cinco años no viene mal una cabalgada como la de "Airbag" para eliminar las impurezas acumuladas en la propia vida... Quizá sea un método un poco drástico, pero lo que quede sólo puede ser lo mejor de uno mismo.
Nada como una barbacoa con tus colegas sobre las cenizas del adosado y el 4x4.
miércoles, julio 08, 2009
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