Estoy convencido de que en algún momento de su juventud Michelangelo Antonioni debió leer a Georges Bataille.
Su presentación de unos personajes pertenecientes a la alta burguesía siempre en conflicto y desorientados frente a sí mismos, sus deseos, su aburrimiento, encaja muy bien con la descripción que el genial pensador francés hace de la burguesía dentro de un devenir histórico en el que Bataille pone especial énfasis en la transformación de la energía que inagotablemente irradia el sol en riqueza y, especialmente, en los excesos a los que inevitablemente conducen por naturaleza los procesos de producción y acumulación.
En "La parte maldita" y "La noción de gasto" Bataille introduce una heterodoxa visión biológica de la economía basada en el gasto como consecuencia inevitable de la también inevitable acumulación.
Para Bataille la descarga es inevitable forma parte de la naturaleza de las cosas y en este esquema, la aparición de la burguesía con su obsesión por la acumulación, por aguantar el gasto en la medida de lo posible... y también de lo imposible, con vistas a tener más y más supone la negación de una faceta más solar y jovial, que también forma parte de la vida y que es el disfrute de lo que se ha acumulado.
Esta negación de una parte constituyente de la naturaleza humana es lo que genera la psicología burguesa... y tal vez toda la psicología, una psicología que los freudianos supieron captar y narrar como nadie.
Bataille describe las raíces de la enfermedad y burguesa con una precisión no exenta de una ironía a veces cruel:
- "Semejante evolución de la riqueza, cuyos síntomas tienen el sentido de la enfermedad y el abatimiento, conduce a una vergüenza de sí mismo y, al mismo tiempo, a una mezquina hipocresía. Todo lo que era generoso, orgiástico y desmesurado ha desaparecido. Los actos de rivalidad, que continúan condicionando la actividad individual, se desarrollan en la oscuridad y se asemejan a vergonzosos regüeldos. Los representantes de la burguesía muestran un comportamiento pudoroso; la exhibición de riquezas se hace ahora en privado, conforme a unas convenciones enojosas y deprimentes".
- "El valor y la verdad se relacionan con la soledad de una vida privada, ciega y sorda a todo lo que ella no es (en realidad se relacionan con su independencia económica). En la base de la idea democrática (de la idea burguesa) de individuo, hay ciertamente añagaza, manipulación, avaricia y negación del hombre en tanto que elemento del destino (del juego universal de lo que es). La persona del burgués moderno aparece como la figura más mezquina que la humanidad ha adoptado..."
Esta negación de aquello que en el hombre no es trabajo, sacrifico y cálculo, la extralimitación de un aspecto en detrimento de la solaridad del disfrute, generan todo ese universo paralizado, desprovisto y ambiguo que Antonioni muestra tan bien, trasladando la metodología neorrealista desde la clase obrera hasta la burguesía.
Lo que Atonioni nos muestra es la aparición de lo inevitable, del deseo siempre relegado cuando no directamente ignorado en un mundo de convenciones que pretende la inmensa quimera de vivir a espaldas de él.
Sobre una superficie consciente de una vida cotidiana plana basada en la costumbre y la convención, esas atmósferas anodinas que Antonioni es un maestro a la hora de mostrar, surgen, desde la sombra, incontrolables brotes de deseo.
Y lo que Antonioni nos muestra con maneras de entomólogo es el modo en que los burgueses procesan esos episodios: su sorpresa, sus torpes esfuerzos por dominarlos para continuar dentro de la aburrida comodidad de ese mundo de convenciones, su casi siempre insatisfactoria consumación merced al poderoso sentimiento de culpa.
"Crónica de un amor" es la primera película de Antonioni. Rodada en 1950 ya están presentes en ella los principales elementos que configuran el mundo de Antonioni.
Un acaudalado industrial decide investigar el pasado de su hermosa y joven mujer. La indagación en el pasado de Paola, desigualmente interpretada por la hermosa Lucia Bosé, despertará su pasión por Guido (Massimo Girotti) con un extraño y ambiguo accidente que les implica a los dos de por medio.
La inseguridad del insudtrial, el conflicto entre la pasión y sus consecuencias que vive Paola, la necesidad de mantener las formas pero también el deseo de perderlas, la desorientación, la confusión, el ensimismamiento que no es otra cosa que la desasosegadora escucha del propio silencio interior, la más pura y metafísica impotencia de ser que deviene a pretenciosa melancolía... En definitiva, Antonioni en estado puro.
Brillante.
Su presentación de unos personajes pertenecientes a la alta burguesía siempre en conflicto y desorientados frente a sí mismos, sus deseos, su aburrimiento, encaja muy bien con la descripción que el genial pensador francés hace de la burguesía dentro de un devenir histórico en el que Bataille pone especial énfasis en la transformación de la energía que inagotablemente irradia el sol en riqueza y, especialmente, en los excesos a los que inevitablemente conducen por naturaleza los procesos de producción y acumulación.
En "La parte maldita" y "La noción de gasto" Bataille introduce una heterodoxa visión biológica de la economía basada en el gasto como consecuencia inevitable de la también inevitable acumulación.
Para Bataille la descarga es inevitable forma parte de la naturaleza de las cosas y en este esquema, la aparición de la burguesía con su obsesión por la acumulación, por aguantar el gasto en la medida de lo posible... y también de lo imposible, con vistas a tener más y más supone la negación de una faceta más solar y jovial, que también forma parte de la vida y que es el disfrute de lo que se ha acumulado.
Esta negación de una parte constituyente de la naturaleza humana es lo que genera la psicología burguesa... y tal vez toda la psicología, una psicología que los freudianos supieron captar y narrar como nadie.
Bataille describe las raíces de la enfermedad y burguesa con una precisión no exenta de una ironía a veces cruel:
- "Semejante evolución de la riqueza, cuyos síntomas tienen el sentido de la enfermedad y el abatimiento, conduce a una vergüenza de sí mismo y, al mismo tiempo, a una mezquina hipocresía. Todo lo que era generoso, orgiástico y desmesurado ha desaparecido. Los actos de rivalidad, que continúan condicionando la actividad individual, se desarrollan en la oscuridad y se asemejan a vergonzosos regüeldos. Los representantes de la burguesía muestran un comportamiento pudoroso; la exhibición de riquezas se hace ahora en privado, conforme a unas convenciones enojosas y deprimentes".
- "El valor y la verdad se relacionan con la soledad de una vida privada, ciega y sorda a todo lo que ella no es (en realidad se relacionan con su independencia económica). En la base de la idea democrática (de la idea burguesa) de individuo, hay ciertamente añagaza, manipulación, avaricia y negación del hombre en tanto que elemento del destino (del juego universal de lo que es). La persona del burgués moderno aparece como la figura más mezquina que la humanidad ha adoptado..."
Esta negación de aquello que en el hombre no es trabajo, sacrifico y cálculo, la extralimitación de un aspecto en detrimento de la solaridad del disfrute, generan todo ese universo paralizado, desprovisto y ambiguo que Antonioni muestra tan bien, trasladando la metodología neorrealista desde la clase obrera hasta la burguesía.
Lo que Atonioni nos muestra es la aparición de lo inevitable, del deseo siempre relegado cuando no directamente ignorado en un mundo de convenciones que pretende la inmensa quimera de vivir a espaldas de él.
Sobre una superficie consciente de una vida cotidiana plana basada en la costumbre y la convención, esas atmósferas anodinas que Antonioni es un maestro a la hora de mostrar, surgen, desde la sombra, incontrolables brotes de deseo.
Y lo que Antonioni nos muestra con maneras de entomólogo es el modo en que los burgueses procesan esos episodios: su sorpresa, sus torpes esfuerzos por dominarlos para continuar dentro de la aburrida comodidad de ese mundo de convenciones, su casi siempre insatisfactoria consumación merced al poderoso sentimiento de culpa.
"Crónica de un amor" es la primera película de Antonioni. Rodada en 1950 ya están presentes en ella los principales elementos que configuran el mundo de Antonioni.
Un acaudalado industrial decide investigar el pasado de su hermosa y joven mujer. La indagación en el pasado de Paola, desigualmente interpretada por la hermosa Lucia Bosé, despertará su pasión por Guido (Massimo Girotti) con un extraño y ambiguo accidente que les implica a los dos de por medio.
La inseguridad del insudtrial, el conflicto entre la pasión y sus consecuencias que vive Paola, la necesidad de mantener las formas pero también el deseo de perderlas, la desorientación, la confusión, el ensimismamiento que no es otra cosa que la desasosegadora escucha del propio silencio interior, la más pura y metafísica impotencia de ser que deviene a pretenciosa melancolía... En definitiva, Antonioni en estado puro.
Brillante.