viernes, julio 20, 2012

No hay democracia que valga en una sociedad compuesta por individuos cuyas vidas carecen de estabilidad en lo esencial y que no cuentan con la tranquilidad de una vida decente para poder construir un punto de vista sobre las cosas.

No sólo se trata de un tema económico... Es más, fundamentalmente no es un tema económico. Se trata de un tema eminentemente político.

Las políticas neoliberales generan sociedades desiguales basadas en la concentración de la mayor parte de la riqueza en manos de unos pocos. Esa utopía solo tiene un problema: en política, y en democracía, el voto de cualquier hombre vale lo mismo. Y los desheredados constituyen una mayoría política que en una situación de normalidad no va a ceder bienestar a cambio de inseguridad.

La única solución es desequilibrar esas sociedades, sumirlas en un caos que les lleva a tener que decidir entre el susto o la muerte.

O se hace ésto o no habrá dinero para pagar vuestras nóminas, porque ésta es la realidad, dicen los miserables capataces mientras sus dueños, las bestias humanas, asienten.

No hay otro camino para neoliberalizar: destruir y aprovechar la inseguridad para generar una espiral de miedo que salve las barreras democráticas.

Y si no hay crisis se producen con políticas basadas en los recortes y el estrangulamiento.

No es una crisis económica, es un complot contra las libertades.

El neoliberalismo es un vestigio del siglo XX.

La última de sus doctrinas totalitarias, más poderosa por haber sido perfeccionada tras aprender de los errores cometidos por sus predecesoras.

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