viernes, julio 20, 2012

The killing

Uno de los grandes temas del cine y la novela  negra es la ciudad en sí misma.

La ciudad concebida como un peligroso mecanismo integrado por una trama de intereses cuya existencia resulta invisible para una mayoría que vive en la ignorancia, confiada bajo el cielo azul de un sistema de garantías y libertades que hace posible su vida cotidiana.

No obstante, de cuando en cuando, se producen puntos de contacto entre esa superficie y la corriente profunda, inconsciente de intereses que realmente sustenta el mecanismo que, a su vez, sustenta esa superficie cotidiana.

De cuando en cuando alguna circunstancia de esa superficie interfiere en el desenvolvimiento natural de ese mecanismo casi animal de intereses y se produce el acto fallido, el crimen, un evento que debe ser investigado y es aquí cuando interviene la figura trágica del policía, quién como Sísifo está entregado a reestablecer el orden y el sentido de la justicia en una ciudad que en realidad está sostenida por ese mecanismo ciego, pura voluntad, para el que el bien y el mal no pasan de ser en el mejor de los casos incómodas etiquetas para definir actos que resultan necesarios por sí mismos.

En este sentido, resolver un crimen se convierte en una tarea peligrosa que lleva la luz del día a lugares que jamás han sido tocados por ella, una tarea que pone en peligro muchos intereses y que moviliza a ese sistema en la necesidad de evitar la molestia de tener que rendir cuentas a alguien que por su fuerza de voluntad a llevado demasiado lejos ese relato de ley y orden que sólo existe para mantener unido al rebaño,. allá en la superficie.

En cualquier caso, el esforzado gesto del héroe exige un precio, lo que pone de manifiesto en su esfuerzo por saber de esa profundidad ignorada exige un gesto como contrapartida que cierre la incómoda grieta abierta y devuelva la situación a su status quo inicial.

Hay un escenario que mantener, un escenario que precisamente justifica su existencia para ocultar la existencia de esa parte trasera.

La relato de la ley y el orden debe ser escenificado y un culpable debe ser ajusticiado para que la ciega maquinaria de intereses creados siga existiendo.

La segunda temporada de "The killing", sin ser nada del otro mundo, participa claramente de este estilema descrito: el hombre -en este caso mujer- contra esa ciudad que ha inmolado la vida de una inocente joven cuyo destino, en el instante y lugar equivocados, se ha puesto en el camino de un rizo de acción de esa mecánica.

Profundizar en el asesinato de Rosie Larsen es profundizar en esa descarnada trama de intereses que convierte la ciudad en un lugar desasosegador y peligroso, donde abundan personajes que resultan tan culpables como el que se revela como el asesino "de facto" de la adolescente, el eslabón más débil y prescindible de una interminable cadena de intereses que no cesa de moverse en un movimiento perpetuo basado en la voluntad y la necesidad.

The killing no es The wire, no es una obra maestra, pero merece la pena sumergirse en esa atmósfera gris y lluviosa de Seattle siguiendo los pasos de los agentes Linden y Holden en busca del misterioso asesino de Rosie Larsen.



No hay comentarios:

Publicar un comentario