viernes, marzo 15, 2013

JULES ET JIM

Dirigida por François Truffaut en 1962, "Jules et Jim" es el tercer largometraje del director francés, uno de los grandes nombres de la llamada "nouvelle vague".

La historia cuenta el desarrollo de un triangulo amoroso que dos hombres y una mujer mantienen en el periodo de tiempo que precede y antecede a la primera guerra mundial. Jules (Oskaer Werner) y Jim (Henri Serre), dos amigos artistas pertenecientes a  la bohemia parisina, conocen a la bella y fascinante Catharine (Jeanne Morau). Los dos caerán bajo su influjo y terminarán enamorándose de ella. Primero Jules y luego Jim, por indicación del anterior, configurando un triangulo amoroso a contracorriente y contratiempo.

"Jules et Jim" está basada en una novela homónima escrita por Henri-Pierre Roché en la que éste recuerda buena parte de su vida en los ambientes bohemios del Paris de los artistas y la Belle Epoque. Roché, un coleccionista de arte, devino a escritor en los últimos años de su vida, publicando dos novelas largas, ésta y "Deus anglaises et le continent", ambas filmadas por el director francés.

Hijo de una relación ilegitima y criado lejos de su madre, Truffaut tuvo una infancia difícil que se tradujo en delincuencia juvenil, frecuentes visitas a los correccionales e incluso la deserción del ejército francés. Afortunadamente el cine acabó atrapando al joven Truffaut convirtiendose las salas de cine en el auténtico hogar de un Truffaut siempre en relaciones conflictivas con lo emocional y sentimental.

Una de las consecuencias de esa forja del carácter del director francés es su constante interés por el amor, las relaciones afectivas y su deterioro progresivo cuando estas son sometidas al lento trabajo del tiempo. Todo el cine de Truffaut transpira una emocionante visión melancólica del amor y las relaciones humanas que, con el paso del tiempo y el olvido de todo aquel ruido coyuntural que fue la furia de la "Nouvelle Vague", se ha revelado como un aspecto esencial de su cine que le ha permitido perdurar en el tiempo.

Y en este sentido, se entiende perfectamente las razones por las que este texto de Roché capto el interés de Truffaut. "Jules et Jim" muestra como pocas historias esa visión melancólica del amor como paraíso perdido, como imposible mito deteriorado siempre por el paso del tiempo que tan presente está en su cine y que, como escribo, hace de Truffaut un autor más mayor de lo que muchos de los críticos de la nouvelle vague piensan.

Porque "Jules et Jim" muestra el paraíso y también su pérdida, pero también los esfuerzos que los tres personajes protagonistas hacen por amarse contra las circunstancias y el tiempo, esfuerzo que desemboca en un trágico final un instante antes de que se produzca la demoladora constatación de un fracaso.

Porque "Jules et Jim" huele a ese espíritu trágico del romanticismo entendido como el siempre condenado al fracaso esfuerzo del individuo por imponerse a los rigores de un destino que parece escrito para todos... Tal y como canta Catharine en Le Tourbillon, esa maravillosa canción que resume a los personajes y la historia, una canción que narra el amor de dos amantes que se encuentran y desencuentran en el torbellino de la vida y es la vida, y su dictado, lo que justo ninguno de ellos tiene en cuenta.



Para los que no tienen el amor, éste puede convertirse en un El Dorado, un escondido paraíso que encontrar... hasta que el buscador lo encuentra y descubre que, en cuanto se descuida, el tresoro ya no está y se convierte en un perdido paraíso que añorar... Y entre esos dos extremos, Truffaut sitúa su fascinación hacia el amor, su mirada melancólica dirigida hacia una entelequia que parece más nacido para ser contado, deseado o recordado que para ser tenido.

Por todo ésto, y pese a su escritura excesivamente efectista en algunos momentos, "Jules et Jim" me parece una de las mejores obras de Truffaut.

Imprescindible.

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