ALATRISTEMe gustó Alatriste.
Es una película desgarrada, oscura y melancólica.
La crónica de una decadencia, la de nuestro siglo de Oro.
La historia de un hundimiento en el que, y al final, al valiente soldado protagonista no le queda otro remedio que hundirse con el propio barco.
Le perdono sus defectos -que son unos cuantos y alguno de ellos bastante notable-, porque lo que me interesa de la película es la evolución de unos personajes que parecen atrapados en la telaraña de la historia y en los laberintos de sus propias pasiones.
Alatriste es una película de actores, de diálogos, de pasiones vividas hasta sus ultimas consecuencias.... que suelen ser momentos desesperados y desgarrados en los que los personajes terminan por perderse a sí mismos para siempre.
Este es para mí el corazón de una película que es mucho más deudora del melodrama romántico que de las grandes superproducciones de acción... aspecto sobre el que, por cierto, ha puesto demasiado énfasis la comunicación mediática de la película haciéndo a ésta un flaco favor: la generación en el público de unas expectativas que Alatriste ni por planteamiento ni por presupuesto puede satisfacer.
No hay más cera ardiendo que esa a lo largo de los aproximadamente 140 minutos de película
La película asume muchos riesgos que en absoluto la benefician:
- por un lado, el tratamiento de la historia.
En lugar de la simple aventura de capa y espada -que por lo visto es el contenido esencial de las novelas firmadas por Pérez Reverte- se opta por un contenido más oscuro buscando hacer una crónica de la decadencia de la españa del siglo de oro a través de las vivencias de Alatriste.
Este abandono de la aventura de capa y espada tiene también repercusiones en la propia trayectoria del personaje. En este sentido la historia de Alatriste es la historia melancólica y épica de un derrotado en el campo de batalla y en el amor que el personaje, magnificamente interpretado por Viggo Mortensen, lleva con seductora gallardía.
No es una película luminosa.
La oscuridad es total.
- por otro, se ha puesto excesivo énfasis en su carácter de superproducción del cine español y, como consecuencia, en una espectacularidad a la altura de las grandes superproducciones cinematográficas... y ésto no es así.
Alatriste es una película ambiciosa, pero intimista en la que las grandes escenas de acción se ven lastradas por la falta de presupueto.
Las grandes secuencias de acción de la película como el asalto al galeón flamenco o la batalla de Rocroi no están a la altura de la espectacularidad que se le supone a una gran superproducción.
Por ejemplo, en la batalla de Rocroi faltan las grandes panorámicas y planos generales que nos muestren que estamos en una gran batalla, con grandes movimientos de tropas y el derroche de polvora y sangre que uno espera ver en una supreproducción.
La secuencia empieza con el pelotón de Alatriste resistiendo desesperadamente a los franceses y uno tiene la sensación que Rocroi fue una escaramuza entre unos cuantos españoles y unos cuantos franceses, sin que la narración de la pelea de Alatriste y los suyos esté insertada en el contexto general de una gran batalla de la Guerra de los 30 años como fue la de Rocroi.
De todos modos, la secuencia está resuelta admirablemente.
Tiene mucha épica y uno olvida rápido esos defectos... quizá otros, que esperan ver una superproducción, no lo hagan.
Otro ejemplo.... La secuencia del asalto al galeón resulta demasiado teatral.
Se supone que el barco flota en el agua, pero ésta no aparece por ninguna parte.
Faltan planos que contextualicen la escena y la sitúen en el mar... un olvido "gordo" de planificación... Resulta poco creíble por ésto y también por una iluminación demasiado plana y sin matices. La luna llena no brilla tanto...
Rodar un combate nocturno y en el mar como dios manda es demasiado caro para una "superproducción" como Alatriste y se ha optado por soluciones, parches, que no terminan de funcionar.
Por último, y en las escenas costumbristas de Madrid o Cadiz, faltan grandes panorámicas de calles y vida.
La cámara se cierra mucho en torno a los personajes... Para ser la gran superproducción que dice ser, las escenas de vida en la calle no se diferencian mucho de cualquier otra que hayamos visto en series para televisión o en cualquier otra película que no va por la vida de superproducción: Planos de calles más o menos atestadas y la cámara siguiendo a los personajes. Un contenido rutinario.
Falta algo más, un extra de espectacularidad propio del cine.
En la mayor parte de las secuencias, y como ya he escrito, la cámara no abre campo. Se cierra en torno a los personajes pareciendo temerosa de mostrar más de lo necesario.
Así pues, Alatriste en teoría se ha presentado como una superproducción de acción en la que precisamente sus puntos flacos de cara a una razonable verosimilitud son precisamente las propias escenas de acción y de grandes multitudes.
Se lo ha puesto difícil y si uno va a verla buscando el tratamiento original del texto escrito, una gran superproducción de acción o las dos cosas terminará por sentirse decepcionado.
Pero, y aún así, yo me quedo con la épica desgarrada de los personajes, la trágica y desesperada intimidad de unos seres todos ellos abocados de una u otra forma a un concreto fracaso que será definitivo en sus vidas... y alrededor de todos ellos el aroma corrupto del fin de una época.
Esta y no otra cosa es la maravilla que encierra Alatriste.
No apreciarla es, desde luego, perderse algo muy importante.
Por sus indudables virtudes, yo le perdono sus defectos.
Y entre esas virtudes figura también el trabajo de la mayoría de los actores.
Viggo Mortensen está impecable... incluso uno le echa de menos cuando no sale y hasta llega a pensar que la película pierde gas.
Su composición de Alatriste es inteligente y desde la estólidez de un alma que ha visto y hecho ya demasiadas cosas, Mortensen se las arregla para transmitir el justo y minimal matiz que la situación o escena requieren. Un sutil trabajo de miradas y voz que me recuerda mucho al realizado por Alfredo Landa en Los Santos Inocentes.
Magnífico, sin estridencias, sobrio y medido en el hacer y el decir exactamente como el hidalgo pobre que Alatriste hubiera sido de existir.
Otros actores que están memorables son Javier Cámara, Antonio Dechent y Eduard Fernández.
Aprovechan ambos sus escasas escenas para transmitir con inteligencia y sensibilidad la particular homogeneidad de sus respectivos personajes.
En particular, Fernandez compone un personaje que está a la altura de los grandes secundarios de la época dorada del cine americano. Inolvidable.
Los demás están correctos... o debieron ser corregidos y sacados de la lista definitiva del casting... pero no voy a dar nombres. No fui educado en la delación.
Si hablaré por último de la travestida caracterización de Blanca Portillo como el inquisidor Bocanegra. Es cierto. Es perfecta... y lo es hasta que abre la boca. Entonces escucho su voz de mujer y no me la creo.
Bocanegra resulta demasiado femenina y los curas son afeminados, no femeninos.
Resumiendo y para terminar, Alatriste no es una película redonda, pero sus virtudes incuestionables me hacen perdonarle sus defectos.
Es una película valiente que me gusta.