“Por otra parte, el descubrimiento de Tocqueville de que la democracia liberal e igualitaria encerraba también grandes peligros para la libertad no es menor. Tocqueville mostró cómo el hombre originalmente individualista de las nuevas sociedades, especialmente la norteamericana, evolucionaba lentamente hacia un amor excesivo del bienestar, hasta corromper el bienestar mismo. Además, cree Tocqueville que el hombre moderno es víctima, cada vez más de la opinión de los demás y la sigue ciegamente. El ser individualista, ansioso de ser distinto, empeñado en labrarse su propia vida, que forjó la modernidad desde el Renacimiento y cuyo ideal hizo suyo la revolución liberal, corre ahora el riesgo de convertirse en un sensualista sin personalidad, en un ente adocenado, sin anhelo ni necesidad de vivir libremente”.
sábado, enero 24, 2015
Ciutat Morta
Me he quedado en el sitio viendo "Ciudad Morta".
No voy a hacer el chiste fácil y decir que me he quedado muerto, pero constatar una vez más que existe ese lobo de los intereses creados bajo esa piel de cordero que llamamos "democracia" o "estado social y democrático de derecho" o ·democracia de consumo" me resulta paralizantemente terrorífico.
Porque por encima del destino trágico que sufrió Patricia, junto con otros "miserables" (en el noble sentido que el novelista Victor Hugo utilizó en su monumental novela) y simplemente en el caso de aquella por llevar un peinado a la Cindy Lauper en el lugar y el momento inadecuados, este documental brilla precisamente por mostrar la tremenda impostura instrumental con la que en nuestras sociedades se utilizan conceptos como libertad y democracia.
En varios momentos del documental varias personas utilizan el calificativo "cínico" para definir este uso y no puedo estar más de acuerdo.
Poco a poco, esos conceptos de origen tan noble están siendo utilizados para respaldar algo mucho más innoble que es cargar de legitimidad los discursos y acciones que respaldan el ser, el estar y el hacer de esa tribu de la media aritmética en que nuestras flamantes y encantadas de conocerse sociedades están convirtiéndose..
Después de todo, no tiene ningún sentido ser tolerante y demócrata con los discursos y acciones respaldados por la mayoría.
Es algo obvio que van a ser tolerados y respetados.
Para el viaje de compartir el imaginario que sostiene aquello que se va a decir no hacen falta tantas alforjas.
Somos libres para decir lo que se puede decir, para hacer lo que se puede hacer.
Genial, ¿no?
Puedo hacer lo que en realidad puedo hacer. Y si quiero no lo hago, pero si me apètece puedo hacerlo y los demás tiene que aceptarlo porque estoy en mi derecho.
Es maravilloso! Y obvio.
Pero qué pasa con las notas discordantes.. pues que eso ya es otra historia
Y sin embargo, la capacidad para la libertad y la tolerancia deberían medirse precisamente por el modo en que son tratadas las excepciones, los discursos que se mueven en el extremo de la long tail cultural, extremos que incluso pueden lindar con los limites que para la convivencia fijan las leyes.
Ahí está la verdadera prueba.
Y lo que prueba un documental como "Ciudad Morta" es que nuestras democracias de consumo siguen suspendiendo.
El problema nunca está en el "nosotros", al final nunca se dirá o se hará nada que fuerce los límites que definen ese conjunto. No son necesarias las libertades y las tolerancias entre nosotros.
El problema siempre llega con los otros. con todos esos pequeños o grandes grupos de "ellos" que perturban en mayor o menor medida la comodidad del día a día de nuestro imaginario colectivo, los que okupan las casas vacías o quieren que sus mujeres vayan cubiertas en lo lugares públicos.
Como ese chiste de los argentinos, se comprásemos a las democracias occidentales por lo que realmente valen y las vendiesemos por los que esas mismas democracias dicen que valen nos haríamos millonarios.
Me viene ahora mismo a la mente la detención de un humorista francés por jugar con un chiste de Charlie Hebdo.
El semanario satítico publicó una portada en el que un islamista aparecía tiroteado. Las balas habían atravesado un ejemplar del Coran con el que el personaje intentaba protegerse. lógicamente, las balas lo atravesaban.
Un titular que decía que el Corán era una mierda porque no detenía las balas acompañaba esta escena.
Pues bien, el humorista francés se limitó a cambiar el protagonista de la escena. En lugar del musulmán dibujó al director del semanario satírico muerto en el atentado y puso en el texto que Charlie Hebdo era una mierda porque no detenía las balas.
Lógicamente para muchos, el dibujante ha sido detenido:
No para mí que me exijo el mismo "sentido del humor" a los míos que le demando a las musulmanes.
Y en este sentido, el dibujo y el documental muestran el modo en que el flamante discurso de derechos y libertades que envuelve las miserias de nuestro mundo es utilizado cínicamente como arma para mantener un orden establecido amparado en una objetividad que en realidad nunca es tal.
Porque en realidad esos derechos y libertades están ahí, pero no son para todos.
Tienes que tener dinero para pagártelos y no estar posicionado demasiado lejos de un core cultural para disfrutarlos,
El que se mueve no sale en la foto y siempre es culpa suya si se mueve porque la verdad sólo está en un sitio.
Y este corazón tan intolerante late poderoso en nuestro cínico mundo de derechos y libertades porque para los que se mueven, para los que no encajan todos los días se juega una siniestra lotería de desgracia y desastre.
El 4 de febrero de 2006, Patricia, Alfredo, Juan y seis personas más fueron los agraciados.
Patricia tuvo que poner su propia vida sobre la mesa convirtiendo en suicidio en el acto máximo de declaración de inocencia para que hoy en día hablemos de una tremenda injusticia y lo peor, lo más siniestro es que la máquina no puede detenerse.
Esto que llamamos vida y que nadie puede cuestionar porque se fundamenta en la libertad y la democracia sigue aspirando a convertirse en una máquina de incuestionable movimiento perpetuo.
Hay una fiesta en curso que nadie puede interrumpir, una fiesta que lo consume todo y que nos está consumiendo a todos empezando por eso que Benedetti llamaba los formales.
Un horror.
No voy a hacer el chiste fácil y decir que me he quedado muerto, pero constatar una vez más que existe ese lobo de los intereses creados bajo esa piel de cordero que llamamos "democracia" o "estado social y democrático de derecho" o ·democracia de consumo" me resulta paralizantemente terrorífico.
Porque por encima del destino trágico que sufrió Patricia, junto con otros "miserables" (en el noble sentido que el novelista Victor Hugo utilizó en su monumental novela) y simplemente en el caso de aquella por llevar un peinado a la Cindy Lauper en el lugar y el momento inadecuados, este documental brilla precisamente por mostrar la tremenda impostura instrumental con la que en nuestras sociedades se utilizan conceptos como libertad y democracia.
En varios momentos del documental varias personas utilizan el calificativo "cínico" para definir este uso y no puedo estar más de acuerdo.
Poco a poco, esos conceptos de origen tan noble están siendo utilizados para respaldar algo mucho más innoble que es cargar de legitimidad los discursos y acciones que respaldan el ser, el estar y el hacer de esa tribu de la media aritmética en que nuestras flamantes y encantadas de conocerse sociedades están convirtiéndose..
Después de todo, no tiene ningún sentido ser tolerante y demócrata con los discursos y acciones respaldados por la mayoría.
Es algo obvio que van a ser tolerados y respetados.
Para el viaje de compartir el imaginario que sostiene aquello que se va a decir no hacen falta tantas alforjas.
Somos libres para decir lo que se puede decir, para hacer lo que se puede hacer.
Genial, ¿no?
Puedo hacer lo que en realidad puedo hacer. Y si quiero no lo hago, pero si me apètece puedo hacerlo y los demás tiene que aceptarlo porque estoy en mi derecho.
Es maravilloso! Y obvio.
Pero qué pasa con las notas discordantes.. pues que eso ya es otra historia
Y sin embargo, la capacidad para la libertad y la tolerancia deberían medirse precisamente por el modo en que son tratadas las excepciones, los discursos que se mueven en el extremo de la long tail cultural, extremos que incluso pueden lindar con los limites que para la convivencia fijan las leyes.
Ahí está la verdadera prueba.
Y lo que prueba un documental como "Ciudad Morta" es que nuestras democracias de consumo siguen suspendiendo.
El problema nunca está en el "nosotros", al final nunca se dirá o se hará nada que fuerce los límites que definen ese conjunto. No son necesarias las libertades y las tolerancias entre nosotros.
El problema siempre llega con los otros. con todos esos pequeños o grandes grupos de "ellos" que perturban en mayor o menor medida la comodidad del día a día de nuestro imaginario colectivo, los que okupan las casas vacías o quieren que sus mujeres vayan cubiertas en lo lugares públicos.
Como ese chiste de los argentinos, se comprásemos a las democracias occidentales por lo que realmente valen y las vendiesemos por los que esas mismas democracias dicen que valen nos haríamos millonarios.
Me viene ahora mismo a la mente la detención de un humorista francés por jugar con un chiste de Charlie Hebdo.
El semanario satítico publicó una portada en el que un islamista aparecía tiroteado. Las balas habían atravesado un ejemplar del Coran con el que el personaje intentaba protegerse. lógicamente, las balas lo atravesaban.
Un titular que decía que el Corán era una mierda porque no detenía las balas acompañaba esta escena.
Pues bien, el humorista francés se limitó a cambiar el protagonista de la escena. En lugar del musulmán dibujó al director del semanario satírico muerto en el atentado y puso en el texto que Charlie Hebdo era una mierda porque no detenía las balas.
Lógicamente para muchos, el dibujante ha sido detenido:
No para mí que me exijo el mismo "sentido del humor" a los míos que le demando a las musulmanes.
Y en este sentido, el dibujo y el documental muestran el modo en que el flamante discurso de derechos y libertades que envuelve las miserias de nuestro mundo es utilizado cínicamente como arma para mantener un orden establecido amparado en una objetividad que en realidad nunca es tal.
Porque en realidad esos derechos y libertades están ahí, pero no son para todos.
Tienes que tener dinero para pagártelos y no estar posicionado demasiado lejos de un core cultural para disfrutarlos,
El que se mueve no sale en la foto y siempre es culpa suya si se mueve porque la verdad sólo está en un sitio.
Y este corazón tan intolerante late poderoso en nuestro cínico mundo de derechos y libertades porque para los que se mueven, para los que no encajan todos los días se juega una siniestra lotería de desgracia y desastre.
El 4 de febrero de 2006, Patricia, Alfredo, Juan y seis personas más fueron los agraciados.
Patricia tuvo que poner su propia vida sobre la mesa convirtiendo en suicidio en el acto máximo de declaración de inocencia para que hoy en día hablemos de una tremenda injusticia y lo peor, lo más siniestro es que la máquina no puede detenerse.
Esto que llamamos vida y que nadie puede cuestionar porque se fundamenta en la libertad y la democracia sigue aspirando a convertirse en una máquina de incuestionable movimiento perpetuo.
Hay una fiesta en curso que nadie puede interrumpir, una fiesta que lo consume todo y que nos está consumiendo a todos empezando por eso que Benedetti llamaba los formales.
Un horror.
jueves, enero 22, 2015
Trance
Lo reconozco.
Soy muy fan de Danny Boyle.
Principalmente porque el inglés siempre se las arregla para que sus películas tengan un toque único, especial, a veces innovador y esto es una cualidad difícil de conseguir en un entorno de cine comercial que prácticamente vive encerrado en el constante esfuerzo de repetirse, de evocarse a sí mismo.
Más vale repetir las claves del éxito conocido que jugarse el tipo con un vehiculo casi siempre caro como es el cine experimentando nuevos caminos para añadir más elementos de éxito dentro de ese relato que constantemente se conjura y repite.
En este contexto, Boyle es una "rara avis" cuyos proyectos siempre ambiciosos, también siempre cuentan, como comento, con ese elemento diferencial que los hace especiales.
Dentro de esta lógica, Boyle presenta "Trance", un thriller psicológico muy hitchcockiano rebosante de pasadizos y trampas, de enrevesados giros de guión y que, de algún modo, me recuerda bastante a esa joya llamada "Marnie la ladrona" que Hitchcock filmara en 1964.
En ambas realidad y ficción, lo consciente y lo inconsciente se entremezclan para construir un relato lleno de sorpresas en el que las cosas nunca terminan de ser lo que en realidad parece que son y en el que los papeles de cazador y presa son intercambiados entre los personajes con la misma verteginosa velocidad con la que se desarrolla la historia del robo de un cuadro.
El resultado es, a la par, interesante y fascinante.
Y Boyle se las arregla en la mejor línea del maestro Hitchcock para que la enrevesada complejidad del relato resulte verosímil y, por lo tanto, creíble mientras sucede. Otra cosa es que, y como sucede con todas las películas de Hitchcock, a uno le de por pensar en lo que acaba de ver.
Merece la pena ver "Trance".
Buena.
Soy muy fan de Danny Boyle.
Principalmente porque el inglés siempre se las arregla para que sus películas tengan un toque único, especial, a veces innovador y esto es una cualidad difícil de conseguir en un entorno de cine comercial que prácticamente vive encerrado en el constante esfuerzo de repetirse, de evocarse a sí mismo.
Más vale repetir las claves del éxito conocido que jugarse el tipo con un vehiculo casi siempre caro como es el cine experimentando nuevos caminos para añadir más elementos de éxito dentro de ese relato que constantemente se conjura y repite.
En este contexto, Boyle es una "rara avis" cuyos proyectos siempre ambiciosos, también siempre cuentan, como comento, con ese elemento diferencial que los hace especiales.
Dentro de esta lógica, Boyle presenta "Trance", un thriller psicológico muy hitchcockiano rebosante de pasadizos y trampas, de enrevesados giros de guión y que, de algún modo, me recuerda bastante a esa joya llamada "Marnie la ladrona" que Hitchcock filmara en 1964.
En ambas realidad y ficción, lo consciente y lo inconsciente se entremezclan para construir un relato lleno de sorpresas en el que las cosas nunca terminan de ser lo que en realidad parece que son y en el que los papeles de cazador y presa son intercambiados entre los personajes con la misma verteginosa velocidad con la que se desarrolla la historia del robo de un cuadro.
El resultado es, a la par, interesante y fascinante.
Y Boyle se las arregla en la mejor línea del maestro Hitchcock para que la enrevesada complejidad del relato resulte verosímil y, por lo tanto, creíble mientras sucede. Otra cosa es que, y como sucede con todas las películas de Hitchcock, a uno le de por pensar en lo que acaba de ver.
Merece la pena ver "Trance".
Buena.
sábado, enero 17, 2015
Socrates
Al final de su larga carrera, Roberto Rosellini terminó trabajando para la televisión.
A partir de la década de los sesentas filmó y escribió documentales, mini-series y películas para televisión inspirado por un concepto de la televisión como servicio público, como agente de transmisión y divulgación cultural.
Muerto en 1977, no sé qué pensaría el viejo Rosellini de su televisión, convertida poco más en que en un siniestro terminal de reproducción y control.
En cualquier caso, parte del esfuerzo del maestro italiano estuvo relacionado con una serie de películas centradas en personajes clave de la filosofía como Descartes, Pascal o Socrates, la película que nos ocupa.
Rodada integramente en España, en Patones de Arriba y lo que quedaba en pie de los estudios Bronston, "Socrates" nos muestra los últimos días del filósofo griego en una Atenas sometida por los espartanos cuyas murallas estos ordenan derribar en un claro monumento a su victoria.
En esta situación, Esparta interviene el orden político de la ciudad imponiendo una estructura de gobierno basada en la tiranía y ante ella se rebela Socrates no sólo como defensor del libre pensamiento sino de la democracia, que es una consecuencia inevitable de ese hombre pensante que eñ filósofo preconizaba,
Su defensa del pensamiento, de la capacidad critica que el raciocinio aporta para perfeccjonarlo, frente a una tiranía sellará su destino y su condena a muerte.
En este contexto, el "Socrates" de Rosellini nos muestra al filósofo entre sus amigos y su familia, por las calles de una Atenas pequeña, casi neorrealista, muy alejada de la imagen grandiosa que el cine nos transmite del mundo clásico, que todavía no es el el imperio marítimo que terminará siendo.
Y en este contexto, la palabra de Socrates es la protagonista.
Me gusta mucho esa Atenas que pinta Rosellini, un escenario inteligente para presentar este retrato hagiográfico de un Socrates independiente y libre como consecuencia de su confianza en el entendimiento y la razon.
Todo un modelo seguir... que nuestra sociedad por supuesto ha rechazado.
Interesante.
A partir de la década de los sesentas filmó y escribió documentales, mini-series y películas para televisión inspirado por un concepto de la televisión como servicio público, como agente de transmisión y divulgación cultural.
Muerto en 1977, no sé qué pensaría el viejo Rosellini de su televisión, convertida poco más en que en un siniestro terminal de reproducción y control.
En cualquier caso, parte del esfuerzo del maestro italiano estuvo relacionado con una serie de películas centradas en personajes clave de la filosofía como Descartes, Pascal o Socrates, la película que nos ocupa.
Rodada integramente en España, en Patones de Arriba y lo que quedaba en pie de los estudios Bronston, "Socrates" nos muestra los últimos días del filósofo griego en una Atenas sometida por los espartanos cuyas murallas estos ordenan derribar en un claro monumento a su victoria.
En esta situación, Esparta interviene el orden político de la ciudad imponiendo una estructura de gobierno basada en la tiranía y ante ella se rebela Socrates no sólo como defensor del libre pensamiento sino de la democracia, que es una consecuencia inevitable de ese hombre pensante que eñ filósofo preconizaba,
Su defensa del pensamiento, de la capacidad critica que el raciocinio aporta para perfeccjonarlo, frente a una tiranía sellará su destino y su condena a muerte.
En este contexto, el "Socrates" de Rosellini nos muestra al filósofo entre sus amigos y su familia, por las calles de una Atenas pequeña, casi neorrealista, muy alejada de la imagen grandiosa que el cine nos transmite del mundo clásico, que todavía no es el el imperio marítimo que terminará siendo.
Y en este contexto, la palabra de Socrates es la protagonista.
Me gusta mucho esa Atenas que pinta Rosellini, un escenario inteligente para presentar este retrato hagiográfico de un Socrates independiente y libre como consecuencia de su confianza en el entendimiento y la razon.
Todo un modelo seguir... que nuestra sociedad por supuesto ha rechazado.
Interesante.
miércoles, enero 14, 2015
“La energía del vacío parece una contradictio in termini. El vacío es espacio vacío. Por definición está vacío, así que ¿cómo puede tener energía alguna? La respuesta está en la extrañeza que trae al mundo la mecánica cuántica, la extraña incertidumbre, la extraña granulación y la extraña agitación incesante. Incluso el espacio vacío tiene sus «agitaciones cuánticas». Los físicos teóricos están acostumbrados a considerar que el vacío está lleno de partículas que aparecen y desaparecen tan rápidamente que no podemos detectarlas en condiciones normales. Estas fluctuaciones del vacío son como un ruido de muy alta frecuencia que está mucho más allá de lo que el oído humano puede detectar. Pero las fluctuaciones del vacío tienen un efecto sobre los átomos que, como los perros, están mucho mejor sintonizados a las altas frecuencias. Los niveles precisos de energía del átomo de hidrógeno pueden medirse con exquisita precisión y los resultados son sensibles a la presencia del mar fluctuante de electrones y positrones en el vacío… Estas partículas cuánticas de corta vida que llenan el vacío se denominan partículas virtuales, pero sus efectos pueden ser muy reales. En concreto, hacen que el vacío tenga energía. El vacío no es el estado de energía cero. Es simplemente un estado de mínima energía”.
martes, enero 13, 2015
“En resumen, ¿qué nos dicen esos experimentos, estudios y encuestas? Lo primero es que el dinero no da la felicidad. Si bien la pobreza genera desesperanza, el aumento de riqueza, una vez logrado un nivel mínimo de comodidad, también genera desesperación. Segundo, el materialismo desenfrenado no hace que la gente sea más feliz y es causa de marginación, temor, desconfianza y soledad.
En tercer lugar, el ser humano no se guía por el deseo insaciable de posesiones materiales como los economistas quieren hacernos creer, sino por el deseo de formar vínculos sociales. Lo que nos hace felices, una vez satisfechos los requisitos mínimos para el bienestar, es la camaradería y el afecto.”
En tercer lugar, el ser humano no se guía por el deseo insaciable de posesiones materiales como los economistas quieren hacernos creer, sino por el deseo de formar vínculos sociales. Lo que nos hace felices, una vez satisfechos los requisitos mínimos para el bienestar, es la camaradería y el afecto.”
lunes, enero 12, 2015
Los unos y los otros
Por encima de todo, "Los unos y los otros" es una película edificante que utiliza como fórmula el cine como espectáculo.
A lo largo de tres horas de duración, la película describe el tránsito desde la dividida Europa de la II Guerra Mundial a la unificada Europa de la década de los ochentas del siglo pasado, expresando esa unión en una memorable representación del Bolero de Ravel con los Campos Eliseos como fondo. Este tránsito es encarnado por las sucesivas generaciones de cuatro familias: una francesa, otra rusa, otra alemana y otra norteamericana.
Para mi gusto, "Los unos y los otros" es una de las películas más personales de su director Claude Lelouch, judío de raza, quién se describe a sí mismo en muchas ocasiones como un superviviente de una guerra que podría haberle matado en cualquier momento.
Y su razón de ser quizá sea hacer desaparecer de una vez por todas los fantasmas de enfrentamientos que convivieron y alimentaron los días y las noches de varias generaciones de europeos.
En este sentido, toda las historias que se nos cuentan culminan en ese final mágico con la música de Ravel como fondo y en el que no hay lugar para nada más que el disfrute y la reconciliación.
"Los unos y los otros" se mueve con soltura en lo macro pero también en lo micro, descendiendo al detalle de cada una de las historias, de cada uno de los personajes quienes cuentan sin excepción con su momento de contribución a la llegada de ese final apoteósico con el que la película termina.
Y uno puede sentir en cada instante de la película la mirada agradecida de Lelouch, una mirada humanista y poderosa que no pierde de vista lo esencial del esfuerzo del ser humano en el tiempo.
Nada ha sido en vano y todo es para bien tanto para los unos como para los otros.
Así, Lelouch sintoniza con ese sentimiento de final de la historia tan característico de los ochentas del siglo pasado, una de las máscaras de la revolución neoliberal que Lelouch entiende desde su lado más positivo: el triunfo de lo constructivo como consecuencia del trabajo de los individuos en el tiempo.
Un emocionante mensaje intergeneracional que Lelouch refuerza haciendo que los mismos actores interpreten a padres y a hijos.
Eran buenos tiempos.
Eran otros tiempos.
Imprescindible.
A lo largo de tres horas de duración, la película describe el tránsito desde la dividida Europa de la II Guerra Mundial a la unificada Europa de la década de los ochentas del siglo pasado, expresando esa unión en una memorable representación del Bolero de Ravel con los Campos Eliseos como fondo. Este tránsito es encarnado por las sucesivas generaciones de cuatro familias: una francesa, otra rusa, otra alemana y otra norteamericana.
Para mi gusto, "Los unos y los otros" es una de las películas más personales de su director Claude Lelouch, judío de raza, quién se describe a sí mismo en muchas ocasiones como un superviviente de una guerra que podría haberle matado en cualquier momento.
Y su razón de ser quizá sea hacer desaparecer de una vez por todas los fantasmas de enfrentamientos que convivieron y alimentaron los días y las noches de varias generaciones de europeos.
En este sentido, toda las historias que se nos cuentan culminan en ese final mágico con la música de Ravel como fondo y en el que no hay lugar para nada más que el disfrute y la reconciliación.
"Los unos y los otros" se mueve con soltura en lo macro pero también en lo micro, descendiendo al detalle de cada una de las historias, de cada uno de los personajes quienes cuentan sin excepción con su momento de contribución a la llegada de ese final apoteósico con el que la película termina.
Y uno puede sentir en cada instante de la película la mirada agradecida de Lelouch, una mirada humanista y poderosa que no pierde de vista lo esencial del esfuerzo del ser humano en el tiempo.
Nada ha sido en vano y todo es para bien tanto para los unos como para los otros.
Así, Lelouch sintoniza con ese sentimiento de final de la historia tan característico de los ochentas del siglo pasado, una de las máscaras de la revolución neoliberal que Lelouch entiende desde su lado más positivo: el triunfo de lo constructivo como consecuencia del trabajo de los individuos en el tiempo.
Un emocionante mensaje intergeneracional que Lelouch refuerza haciendo que los mismos actores interpreten a padres y a hijos.
Eran buenos tiempos.
Eran otros tiempos.
Imprescindible.
La importancia de Ciudadanos
Marhuenda tiene razón cuando dice que el centro-derecha español no va a votar a Podemos.
Por muy transversal que sea la procedencia de la intención de voto hacia la nueva formación política está claro que el partido de Iglesias no va a restar gran cantidad de votos a los Populares.
Al final, la psicología electoral también existe y para un votante del PP no es lo mismo la fantasía que el acto, decir que se va a votar a Podemos que efectivamente hacerlo.
En este sentido, el eje izquierda-derecha todavía puede tener su peso en el sentido de explicar un resultado electoral.
La derecha sigue estando mucho menos dividida que la izquierda...
O lo estaba.
Tan relevante como el éxito en las encuestas de Podemos es el reciente crecimiento de Ciudadanos, el nuevo rostro de la derecha española.
O mucho me equivoco o de Ciudadanos depende buena parte del éxito de Podemos.
Sólo ellos pueden restar votos al Partido Popular que Podemos jamás podrá soñar con quitar: el voto conservador que por definición rechazan los grandes riesgos y las grandes aventuras. Un voto que se puede movilizar desde la abstención en el momento crucial ante un escenario de caos y desorden para volver a votar con la nariz tapada al Partido Popular como mal menor.
Una fuerte presencia de Ciudadanos puede poner en entredicho el cheque en blanco del voto oculto con el que todavía cuenta el Partido Popular para cambiar la mala suerte que le otorgan las encuestas.
Y quizá en Podemos está faltando visión política al no reconocer en Ciudadanos a ese interlocutor natural porque, y aunque con evidentes diferencias de posicionamiento, ambos forman parte del mismo cambio generacional.
Por muy transversal que sea la procedencia de la intención de voto hacia la nueva formación política está claro que el partido de Iglesias no va a restar gran cantidad de votos a los Populares.
Al final, la psicología electoral también existe y para un votante del PP no es lo mismo la fantasía que el acto, decir que se va a votar a Podemos que efectivamente hacerlo.
En este sentido, el eje izquierda-derecha todavía puede tener su peso en el sentido de explicar un resultado electoral.
La derecha sigue estando mucho menos dividida que la izquierda...
O lo estaba.
Tan relevante como el éxito en las encuestas de Podemos es el reciente crecimiento de Ciudadanos, el nuevo rostro de la derecha española.
O mucho me equivoco o de Ciudadanos depende buena parte del éxito de Podemos.
Sólo ellos pueden restar votos al Partido Popular que Podemos jamás podrá soñar con quitar: el voto conservador que por definición rechazan los grandes riesgos y las grandes aventuras. Un voto que se puede movilizar desde la abstención en el momento crucial ante un escenario de caos y desorden para volver a votar con la nariz tapada al Partido Popular como mal menor.
Una fuerte presencia de Ciudadanos puede poner en entredicho el cheque en blanco del voto oculto con el que todavía cuenta el Partido Popular para cambiar la mala suerte que le otorgan las encuestas.
Y quizá en Podemos está faltando visión política al no reconocer en Ciudadanos a ese interlocutor natural porque, y aunque con evidentes diferencias de posicionamiento, ambos forman parte del mismo cambio generacional.
Alabama Monroe
Es una película extraña "Alabama Monroe".
Situada en los Paises Bajos actuales cuenta la imposible historia de amor y muerte que viven un hombre y una mujer, Didier y Elise. Dos espíritus libres unidos por sus afinidades, los tatuajes y la música "bluegrass", pero cuya libertad colisionará con las limitaciones que las circunstancias y el destino les impondrán.
De alguna forma la eterna dialéctica lacaniana entre la realidad y lo real.
La realidad como ese espacio donde el interior se proyecta y las fantasías resultan visibles, perceptibles, para quien mira y lo real como aquello que se resiste a nuestras proyecciones, que no se deja moldear, que tiene su propio criterio, que se niega, que nos dice no, que nos mira.
En "Alabama Monroe" la realidad se convierte en real para sus dos protagonistas y el espectador asiste sobrecogido a un tremendo espectáculo de luto y perdida en el que nada puede quedar, ni siquiera los nombres, porque Didier terminará llamandose Monroe y Elise, Alabama.
Y la tragedia que se nos cuenta es precisamente la que sucede cuando lo real se impone a la realidad y no se deja reescribir, moldear.
Y el drama está en el dramático esfuerzo aniquilador que los dos protagonistas hacen, paradojicamente, por generar un escritura, por construir un sentido que permita ocultar con toneladas de palabras la evidencia incuestionable de eso que llamamos real.
La búsqueda de sentido presentada como una desesperada huida hacia delante que los dos protagonistas emprenden huyendo de la inevitabilidad incuestionable de lo real en busca de un espacio para la cordura.
La búsqueda de sentido no para conocer el mundo, para apropiarse de él, que suele ser el punto de vista tópico sobre el sentido, sino justo lo contrario, como delirio, como huida de algo que esencialmente es y será incomprensible.
Y a lo largo de ese proceso descubrirán que por salvarse nada podrán salvar, que esa aniquiladora huida lo que antes estaba unido, terminará separado para siempre.
Así, la historia que nos cuenta la película se convierte en la letra de una de esas canciones que ellos mismos cantan.
El circulo se cierra y, como ese azul cielo protector del que nos hablaba Paul Bowles, brillan las palabras para protegernos del verdadero y profundo sinsentido contra el que las prenunciamos, como quien enciende una hoguera en la noche buscando que la oscuridad no le alcance.
El complejo y nada tranquilizador misterio de lo humano una vez más presentado en su laberinto.
La vida es así de compleja para nosotros: no sólo se resiste a que la vivamos sino que además tiene sus propias ideas, nos quiere vivir.
Es una película extraña y muy interesante "Alabama Monroe".
Me gusta.
Situada en los Paises Bajos actuales cuenta la imposible historia de amor y muerte que viven un hombre y una mujer, Didier y Elise. Dos espíritus libres unidos por sus afinidades, los tatuajes y la música "bluegrass", pero cuya libertad colisionará con las limitaciones que las circunstancias y el destino les impondrán.
De alguna forma la eterna dialéctica lacaniana entre la realidad y lo real.
La realidad como ese espacio donde el interior se proyecta y las fantasías resultan visibles, perceptibles, para quien mira y lo real como aquello que se resiste a nuestras proyecciones, que no se deja moldear, que tiene su propio criterio, que se niega, que nos dice no, que nos mira.
En "Alabama Monroe" la realidad se convierte en real para sus dos protagonistas y el espectador asiste sobrecogido a un tremendo espectáculo de luto y perdida en el que nada puede quedar, ni siquiera los nombres, porque Didier terminará llamandose Monroe y Elise, Alabama.
Y la tragedia que se nos cuenta es precisamente la que sucede cuando lo real se impone a la realidad y no se deja reescribir, moldear.
Y el drama está en el dramático esfuerzo aniquilador que los dos protagonistas hacen, paradojicamente, por generar un escritura, por construir un sentido que permita ocultar con toneladas de palabras la evidencia incuestionable de eso que llamamos real.
La búsqueda de sentido presentada como una desesperada huida hacia delante que los dos protagonistas emprenden huyendo de la inevitabilidad incuestionable de lo real en busca de un espacio para la cordura.
La búsqueda de sentido no para conocer el mundo, para apropiarse de él, que suele ser el punto de vista tópico sobre el sentido, sino justo lo contrario, como delirio, como huida de algo que esencialmente es y será incomprensible.
Y a lo largo de ese proceso descubrirán que por salvarse nada podrán salvar, que esa aniquiladora huida lo que antes estaba unido, terminará separado para siempre.
Así, la historia que nos cuenta la película se convierte en la letra de una de esas canciones que ellos mismos cantan.
El circulo se cierra y, como ese azul cielo protector del que nos hablaba Paul Bowles, brillan las palabras para protegernos del verdadero y profundo sinsentido contra el que las prenunciamos, como quien enciende una hoguera en la noche buscando que la oscuridad no le alcance.
El complejo y nada tranquilizador misterio de lo humano una vez más presentado en su laberinto.
La vida es así de compleja para nosotros: no sólo se resiste a que la vivamos sino que además tiene sus propias ideas, nos quiere vivir.
Es una película extraña y muy interesante "Alabama Monroe".
Me gusta.
sábado, enero 10, 2015
Dos días, una noche
Uno de los grandes triunfos del sistema capitalista de consumo es desmontar todos los mecanismos de solidaridad que podrían generar vínculos entre las personas en función de su similar posición en las relaciones de producción.
Ahora cada individuo está solo, ocupa el vértice inferior de una enorme pirámide invertida a través del cual el sistema se reproduce.
Buena prueba de ellos son estas publicidades de loterías y quinielas en las que las personas ya sólo desean para sí mismas. Llama la atención de que ninguno de esos deseos incluyan a los demás. Parece como si estuviera fuera de lo que es razonable construir con la quiniela de 14 una red de comedores para niños malnutridos en los barrios periféricos de la ciudad. Todo son viajes a Cancún, coches, escapadas.
En este sentido, y ya lo he escrito alguna vez, la derrota de las fuerzas políticas y sociales de lo que podríamos llamar izquierda es total. Incluso, en un alarde de fracaso, se contempla con total tranquilidad la posibilidad de que se pueda ser socialista y rico.
La última película de los hermanos Dardenne, "Dos días, una noche", explora ese espacio de derrota mostrando el modo en que un conjunto de trabajadores se enfrentan a una situación perversa: renunciar al bono anual para que una persona, la Sandra que protagoniza la película, no sea despedida.
A lo largo de hora y media veremos cómo Sandra habla uno a uno con sus compañeros, y cada uno de ellos expone sus razones para apoyarla o no, mostrando un delicado panorama de pauperización en el que la necesidad del dinero se convierte en la regla que define lo que es correcto o no.
Vaya por delante que los abuelos de estos trabajadores no se hubieran detenido un segundo a valorar las opciones. Los mecanismos de solidaridad de clase habrían actuado y este es uno de los aspectos que brilla en esta estupenda película de los hermanos Dardenne: el predominio de los intereses individuales y la ausencia de planteamientos colectivos.
No obstante, y esta es la segunda cosa más relevante de la película, es el progresivo afloramiento entre algunos de vínculos de solidaridad; especialmente, en Sandra quién al final de su búsqueda renunciará a aquello que empezó persiguiendo precisamente por no perjudicar a otro compañero.
Y todo contado con el habitual realismo, apegado al territorio y a la luz natural, que caracteriza al cine de los Dardenne; un cine de ficción pero que no puede evitar su alma de documental.
Brillante.
Ahora cada individuo está solo, ocupa el vértice inferior de una enorme pirámide invertida a través del cual el sistema se reproduce.
Buena prueba de ellos son estas publicidades de loterías y quinielas en las que las personas ya sólo desean para sí mismas. Llama la atención de que ninguno de esos deseos incluyan a los demás. Parece como si estuviera fuera de lo que es razonable construir con la quiniela de 14 una red de comedores para niños malnutridos en los barrios periféricos de la ciudad. Todo son viajes a Cancún, coches, escapadas.
En este sentido, y ya lo he escrito alguna vez, la derrota de las fuerzas políticas y sociales de lo que podríamos llamar izquierda es total. Incluso, en un alarde de fracaso, se contempla con total tranquilidad la posibilidad de que se pueda ser socialista y rico.
La última película de los hermanos Dardenne, "Dos días, una noche", explora ese espacio de derrota mostrando el modo en que un conjunto de trabajadores se enfrentan a una situación perversa: renunciar al bono anual para que una persona, la Sandra que protagoniza la película, no sea despedida.
A lo largo de hora y media veremos cómo Sandra habla uno a uno con sus compañeros, y cada uno de ellos expone sus razones para apoyarla o no, mostrando un delicado panorama de pauperización en el que la necesidad del dinero se convierte en la regla que define lo que es correcto o no.
Vaya por delante que los abuelos de estos trabajadores no se hubieran detenido un segundo a valorar las opciones. Los mecanismos de solidaridad de clase habrían actuado y este es uno de los aspectos que brilla en esta estupenda película de los hermanos Dardenne: el predominio de los intereses individuales y la ausencia de planteamientos colectivos.
No obstante, y esta es la segunda cosa más relevante de la película, es el progresivo afloramiento entre algunos de vínculos de solidaridad; especialmente, en Sandra quién al final de su búsqueda renunciará a aquello que empezó persiguiendo precisamente por no perjudicar a otro compañero.
Y todo contado con el habitual realismo, apegado al territorio y a la luz natural, que caracteriza al cine de los Dardenne; un cine de ficción pero que no puede evitar su alma de documental.
Brillante.
viernes, enero 09, 2015
Un toque de violencia
Sin duda lo más interesante de "Un toque de violencia" es el espacio donde sucede.
Se trata de una zona intermedia entre los dos paisajes que pueden resultar más familiares de la nueva China: el melodramático y atrasado campo y la moderna y complicada ciudad.
De algún modo, el director retorna a ese descampado tan frecuente al neorrealismo italiano en el que campo y ciudad se confundíian, generalmente para mal. Hablamos de un no lugar en el que la naturaleza se ve asaltada por monumentales obras públicas a medio terminar y enormes fábricas tendidas sobre la tierra enyermada como auténticos leviatanes. También hay tremendos rios que conectan arrabales de calles polvorientas con construcciones chabolistas nacidas al borde de las ciudades donde la interminable fiesta del capitalismo de consumo ya se celebra desde hace unos cuantos años.
En este escenario Jian Zangkhe nos presenta una narración en la que se suceden cuatro episodios protagonizados por personajes que progresivamente pierden el control cuando son puestos a prueba al quedarse a las puertas de esa fiesta.
El resultado final son situaciones de desesperada violencia infringida bien contra otros, bien contra ellos mismos, que, inevitablemente, nos muestran, como se suele decir, un retrato nada complaciente de la moderna China.
Y en cada episodio parece que Zangkhe toca un tema diferente siempre dentro de esa visión general desangelada que marca el tono narrativo del relato.
En el primero, claramente, el centro es la corrupción de las estructuras sociales y políticas que vertebran China. Protagonizado por un trabajador que reclama su parte de un negocio, una parte que le corresponde y que se le niega mientras otros se enriquecen.
En el segundo, para mi gusto, el tema es el desarraigo y la delincuencia como consecuencia de la perdida de un horizonte de valores y sentido. Protagonizado por vagabundo y pequeño delincuente al que seguimos a lo largo de su vida persona y "profesional"
En el tercero, la imposibilidad de la esperanza y las poco socialistas desigualdades hombre-mujer. Protagonizado por una recepcionista de un prostibulo de la que los hombres abusan, empezando por su amante que nunca se divorcia.
Y en el cuarto, el más interesante de todos, el perverso proceso de cosificación y alienación. Protagonizado por un adolescente al que seguimos en su difícil vida de esclavo asalariado.
A lo largo de la película algunas historias se cruzan con otras generando una ligera sensación de unicidad que no le viene mal a la película.
"Un toque de violencia" es muy sociológica pero también muy poética, a su manera deshábrida y malencarada, profundizando en un proceso de progresiva deshumanización que inevitablemente conduce a sus protagonistas a la desesperación que les lleva a reaccionar de una manera que les conduce inevitablemente a la destrucción.
La película tiene interés, pero, y como digo, predomina el efecto "cara nueva" de ver situaciones narrativas no demasiado novedosas en un paisaje hasta ahora desconocido para la mirada del espectador.
En China también hay crónicas de motel... pero, a su manera.
Interesante.
Se trata de una zona intermedia entre los dos paisajes que pueden resultar más familiares de la nueva China: el melodramático y atrasado campo y la moderna y complicada ciudad.
De algún modo, el director retorna a ese descampado tan frecuente al neorrealismo italiano en el que campo y ciudad se confundíian, generalmente para mal. Hablamos de un no lugar en el que la naturaleza se ve asaltada por monumentales obras públicas a medio terminar y enormes fábricas tendidas sobre la tierra enyermada como auténticos leviatanes. También hay tremendos rios que conectan arrabales de calles polvorientas con construcciones chabolistas nacidas al borde de las ciudades donde la interminable fiesta del capitalismo de consumo ya se celebra desde hace unos cuantos años.
En este escenario Jian Zangkhe nos presenta una narración en la que se suceden cuatro episodios protagonizados por personajes que progresivamente pierden el control cuando son puestos a prueba al quedarse a las puertas de esa fiesta.
El resultado final son situaciones de desesperada violencia infringida bien contra otros, bien contra ellos mismos, que, inevitablemente, nos muestran, como se suele decir, un retrato nada complaciente de la moderna China.
Y en cada episodio parece que Zangkhe toca un tema diferente siempre dentro de esa visión general desangelada que marca el tono narrativo del relato.
En el primero, claramente, el centro es la corrupción de las estructuras sociales y políticas que vertebran China. Protagonizado por un trabajador que reclama su parte de un negocio, una parte que le corresponde y que se le niega mientras otros se enriquecen.
En el segundo, para mi gusto, el tema es el desarraigo y la delincuencia como consecuencia de la perdida de un horizonte de valores y sentido. Protagonizado por vagabundo y pequeño delincuente al que seguimos a lo largo de su vida persona y "profesional"
En el tercero, la imposibilidad de la esperanza y las poco socialistas desigualdades hombre-mujer. Protagonizado por una recepcionista de un prostibulo de la que los hombres abusan, empezando por su amante que nunca se divorcia.
Y en el cuarto, el más interesante de todos, el perverso proceso de cosificación y alienación. Protagonizado por un adolescente al que seguimos en su difícil vida de esclavo asalariado.
A lo largo de la película algunas historias se cruzan con otras generando una ligera sensación de unicidad que no le viene mal a la película.
"Un toque de violencia" es muy sociológica pero también muy poética, a su manera deshábrida y malencarada, profundizando en un proceso de progresiva deshumanización que inevitablemente conduce a sus protagonistas a la desesperación que les lleva a reaccionar de una manera que les conduce inevitablemente a la destrucción.
La película tiene interés, pero, y como digo, predomina el efecto "cara nueva" de ver situaciones narrativas no demasiado novedosas en un paisaje hasta ahora desconocido para la mirada del espectador.
En China también hay crónicas de motel... pero, a su manera.
Interesante.
martes, enero 06, 2015
Nostalghia
Realizada en 1983, Nostalghia es la penúltima película del maestro Andrei Tarkovski. Sólo posteriormente, realizará en 1986 muy poco antes de morir la extraordinaria y maravillosa "Sacrificio".
A mi entender, ambas están inextricablemente relacionadas, especialmente en la preocupación que el último Tarkovski sentía por un mundo que a su entender cada vez estaba más centrado en lo material y como consecuencia de ello estaba cada vez más lejos de todo lo que tiene que ver con sentimientos altruistas y de sacrificio.
En este sentido, "Nostalghia" se centra en un poeta ruso que, de viaje por Italia, siente nostalgia de todo ese sentimiento profundo de ciega creencia en lo intangible y que de algún modo le conecta con el perdido hogar (que sólo recupera en sueños). Sólo a través de un loco ermitaño llamado Domenico, el poeta recuperará su capacidad para relacionarse con lo intangible en una hermosa secuencia final en el que el poeta. para salvar el mundo, deberá atravesar una piscina vacía sin que una pequeña vela se apague.
Posteriormente, en "Sacrificio", recuperará esta temática de una manera aún más profunda e intensa manteniendo al actor sueco Erland Josephson, que interpreta a Domenico, como el protagonista de una historia en la que su personaje acabará convirtiéndose en un loco como Domenico a cambio de evitar el fin del mundo que será el final de su familia.
Ambas películas reflejan el esfuerzo de Tarkovski por mostrar a través del cine, y en sus propias palabras recogidas en una entrevista realizada en 1983, los más imperceptibles movimientos del alma humana; imperceptibles movimientos que para el ruso siempre estaban en relación con lo invisible y lo trascendente.
La espiritualidad es fundamental en la concepción que Tarkovski tiene del alma humana y, precisamente, a su entender el hombre se está construyendo a pulso la infelicidad en este mundo tan materialista .
Al final, la nostalgia de Tarkovski es la nostalgia de la fe en un sentido amplio y, por extensión, la nostalgia de un aspecto esencial en lo antropológico del hombre como animal.
En "Nostalgia" de una manera sutil y maravillosa Tarkovski nos muestra el grave peso que ejerce ese vacío sobre el protagonista, convirtiendo sus recuerdos de la infancia en la encarnación metafórica de esa claridad ausente porque para Tarkovski infancia y capacidad de creer en lo que no puede se visto están directamente relacionadas.
Y al final lo que se nos cuenta es algo tan complejo como la expresión de la necesidad de lo inefable y el imposible hecho real del encuentro con eso que es extraordinario.
Casi nada.
Extraordinaria.
A mi entender, ambas están inextricablemente relacionadas, especialmente en la preocupación que el último Tarkovski sentía por un mundo que a su entender cada vez estaba más centrado en lo material y como consecuencia de ello estaba cada vez más lejos de todo lo que tiene que ver con sentimientos altruistas y de sacrificio.
En este sentido, "Nostalghia" se centra en un poeta ruso que, de viaje por Italia, siente nostalgia de todo ese sentimiento profundo de ciega creencia en lo intangible y que de algún modo le conecta con el perdido hogar (que sólo recupera en sueños). Sólo a través de un loco ermitaño llamado Domenico, el poeta recuperará su capacidad para relacionarse con lo intangible en una hermosa secuencia final en el que el poeta. para salvar el mundo, deberá atravesar una piscina vacía sin que una pequeña vela se apague.
Posteriormente, en "Sacrificio", recuperará esta temática de una manera aún más profunda e intensa manteniendo al actor sueco Erland Josephson, que interpreta a Domenico, como el protagonista de una historia en la que su personaje acabará convirtiéndose en un loco como Domenico a cambio de evitar el fin del mundo que será el final de su familia.
Ambas películas reflejan el esfuerzo de Tarkovski por mostrar a través del cine, y en sus propias palabras recogidas en una entrevista realizada en 1983, los más imperceptibles movimientos del alma humana; imperceptibles movimientos que para el ruso siempre estaban en relación con lo invisible y lo trascendente.
La espiritualidad es fundamental en la concepción que Tarkovski tiene del alma humana y, precisamente, a su entender el hombre se está construyendo a pulso la infelicidad en este mundo tan materialista .
Al final, la nostalgia de Tarkovski es la nostalgia de la fe en un sentido amplio y, por extensión, la nostalgia de un aspecto esencial en lo antropológico del hombre como animal.
En "Nostalgia" de una manera sutil y maravillosa Tarkovski nos muestra el grave peso que ejerce ese vacío sobre el protagonista, convirtiendo sus recuerdos de la infancia en la encarnación metafórica de esa claridad ausente porque para Tarkovski infancia y capacidad de creer en lo que no puede se visto están directamente relacionadas.
Y al final lo que se nos cuenta es algo tan complejo como la expresión de la necesidad de lo inefable y el imposible hecho real del encuentro con eso que es extraordinario.
Casi nada.
Extraordinaria.
“Recordemos que hasta principios del siglo XX el verbo tenía connotaciones negativas porque estaba muy asociado a los efectos de la tuberculosis. Incluso en los diccionarios de hoy vemos que entre sus primeras acepciones se define como . Pero en la década de 1920, con la aparición de la publicidad moderna, perdió estas connotaciones negativas y pasó a designar una aspiración social. La industria publicitaria reorientó la psique popular y acabó con la muy antigua tradición de la moderación a favor de una cultura nueva que celebraba el derroche y despreciaba el ahorro. Consumir se convirtió en una señal de éxito, en el ideal de lo que significaba ser moderno. En la segunda mitad del siglo XX, la sociedad de consumo acabó desplazando a la sociedad civil como comunidad primaria en la que forjar la identidad social y a la que rendir tributo.”
lunes, enero 05, 2015
The imitation game
Tiene gracia que después de ver la película no me quedase claro cómo diablos funcionaba la máquina que Turing construyó en las instalaciones de Bletchey Park.
Como soy un tipo curioso me he documentado:
- La máquina de Turing no es la única en su género. Se llamaban "bombas criptográficas" y fueron los polacos quienes empezaron con el tema
- Este tipo de máquinas emulaban el funcionamiento de varias Enigma a la vez, comparando un texto sin cifrar que se creía que se correspondía con el interceptado para averiguar en qué configuración estaban funcionando las máquinas Enigma ese día.
- La bombe iba probando y probando combinaciones de los discos y cables hasta que daba con una posición que podía ser válida, posición que servía a los analistas humanos para seguir trabajando en el análisis, ya que las bombe no podían indicar exactamente cual era la posición correcta de los discos sino descartar aquellas que no tenían sentido.
(Más información)
No resulta demasiado difícil de explicar, pero, y por increíble que parezca, a lo largo de toda la película brilla por su ausencia una línea de diálogo que de sentido de contexto al trabajo que durante toda la película realiza Turing y su equipo.
"The imitation game" se queda fuera de este tema como de otros tantos limitándose a mostrar desde el exterior todas las diferentes facetas que componen este relato en torno a Turing.
Como buen producto que es sólo necesita acercarse lo suficiente al horizonte de no retorno más allá del cual la historia se define y puede resultar controvertida; lo suficiente como para generar el efecto emocional preciso para continuar sosteniendo la mirada del espectador a lo largo del hilo de la historia, lo justo como para colocar a Turing en el pedestal que sin duda merece.
No obstante, se desaprovecha mucha riqueza, se aplanan demasiadas aristas en busca de un gran público al que sin duda se teme aburrir, molestar u ofender.
Para mi gusto, Turing da para mucho más, para hablar largo y tendido sobre temas como la inteligencia, la injusticia, la homosexualidad, la historia, el olvido, la soledad de una manera más larga y comprometida.
Sin embargo, "The imitation game" salta de uno a otro utilizando lo justo de la energía que contiene la candencia de cada uno de esos temas para hacer que la película avance sin dejar de mantener enganchado al espectador por lo emocional en su variante más baja que es lo sensiblero.
Simplemente los utiliza a conveniencia.
"The imitation game" es un buen ejemplo del cine como producto en su variante más pretenciosa, una variante que busca parecer que es algo mucho más serio de lo que en realidad es.
La manera más rápida de llegar a los prenios, pero la historia de Turing da para mucho, mucho más.
Decepcionantemente correcta.
Como soy un tipo curioso me he documentado:
- La máquina de Turing no es la única en su género. Se llamaban "bombas criptográficas" y fueron los polacos quienes empezaron con el tema
- Este tipo de máquinas emulaban el funcionamiento de varias Enigma a la vez, comparando un texto sin cifrar que se creía que se correspondía con el interceptado para averiguar en qué configuración estaban funcionando las máquinas Enigma ese día.
- La bombe iba probando y probando combinaciones de los discos y cables hasta que daba con una posición que podía ser válida, posición que servía a los analistas humanos para seguir trabajando en el análisis, ya que las bombe no podían indicar exactamente cual era la posición correcta de los discos sino descartar aquellas que no tenían sentido.
(Más información)
No resulta demasiado difícil de explicar, pero, y por increíble que parezca, a lo largo de toda la película brilla por su ausencia una línea de diálogo que de sentido de contexto al trabajo que durante toda la película realiza Turing y su equipo.
"The imitation game" se queda fuera de este tema como de otros tantos limitándose a mostrar desde el exterior todas las diferentes facetas que componen este relato en torno a Turing.
Como buen producto que es sólo necesita acercarse lo suficiente al horizonte de no retorno más allá del cual la historia se define y puede resultar controvertida; lo suficiente como para generar el efecto emocional preciso para continuar sosteniendo la mirada del espectador a lo largo del hilo de la historia, lo justo como para colocar a Turing en el pedestal que sin duda merece.
No obstante, se desaprovecha mucha riqueza, se aplanan demasiadas aristas en busca de un gran público al que sin duda se teme aburrir, molestar u ofender.
Para mi gusto, Turing da para mucho más, para hablar largo y tendido sobre temas como la inteligencia, la injusticia, la homosexualidad, la historia, el olvido, la soledad de una manera más larga y comprometida.
Sin embargo, "The imitation game" salta de uno a otro utilizando lo justo de la energía que contiene la candencia de cada uno de esos temas para hacer que la película avance sin dejar de mantener enganchado al espectador por lo emocional en su variante más baja que es lo sensiblero.
Simplemente los utiliza a conveniencia.
"The imitation game" es un buen ejemplo del cine como producto en su variante más pretenciosa, una variante que busca parecer que es algo mucho más serio de lo que en realidad es.
La manera más rápida de llegar a los prenios, pero la historia de Turing da para mucho, mucho más.
Decepcionantemente correcta.
domingo, enero 04, 2015
Y no sólo un sacerdote, también un socialista…
“Un sacerdote opulento es un contrasentido. El sacerdote tiene que estar cerca de los pobres. Ahora bien, ¿es acaso posible estar, de día y de noche, en contacto con todos los desamparos, con todos los infortunios, con todas las indigencias sin llevar encima algo de esta santa miseria, como se lleva encima el polvo del trabajo? ¿Es concebible que un hombre que esté junto a una hoguera no tenga calor? ¿Es concebible que un obrero trabaje continuamente en un horno y no tenga ni un cabello quemado, ni una uña ensangrentada, ni una gota de sudor, ni una mota de ceniza en la cara?”
“Un sacerdote opulento es un contrasentido. El sacerdote tiene que estar cerca de los pobres. Ahora bien, ¿es acaso posible estar, de día y de noche, en contacto con todos los desamparos, con todos los infortunios, con todas las indigencias sin llevar encima algo de esta santa miseria, como se lleva encima el polvo del trabajo? ¿Es concebible que un hombre que esté junto a una hoguera no tenga calor? ¿Es concebible que un obrero trabaje continuamente en un horno y no tenga ni un cabello quemado, ni una uña ensangrentada, ni una gota de sudor, ni una mota de ceniza en la cara?”
I saw the devil
Trepidante y truculenta.
"I saw the devil" es una de esas películas que te llevan a pensar si "gustar" es el término adecuado para expresar una valoración.
Básicamente, la película nos cuenta un tremendo choque de trenes.
Para empezar tenemos a un desalmado y violento asesino en serie que se dedica a secuestrar, violar y descuartizar mujeres, magnificamente encarnado por el fantástico Min-sik Choi. La película empieza con el descarnado asesinato de la última de sus victimas y es aquí cuando la historia cobra un inesperado giro puesto que la mujer es la pareja de un agente de gobierno que poco a poco se revelará como una suerte de implacable y violento James Bond coreano.
A partir de entonces "I saw the devil" se convierte en un tremendo "tour de force", un sádico juego de caza en el que el agente se dedicará a perseguir al asesino buscando infringirle un imposible daño mayor que la muerte.
Este juego además se llevará por delante todo lo que encuentre a su paso en un bestial proceso de animalización en el que al final sólo podrá quedar en pie uno de los dos.
Todas las películas de venganzas que has visto se quedarán cortas si las comparas con esta "I saw the devil".
Siempre se ha hablado de los americanos, pero, no se, los coreanos y, en general, los orientales tienen una relación muy especial, casi natural, con la violencia, muy -por así decirlo- naturalista que convierte todas sus historias que recurren a ella en poderosos espectáculos sobrecogedores en el que la carne acuchillada y los huesos machacados siempre suenan de una manera muy real.
Y eso que su tradición cultural es la budista.
Pero esa es otra historia de la que no estoy lo suficientemente preparado como para tener una opinión.
En cualquier caso, "I saw the devil" es una muy buena película que empieza lentamente y que poco a poco va cogiendo una enloquecida velocidad que terminará dejándote con la boca abierta y con alguna salpicadura de sangre en la camisa.
Muy recomendable.
"I saw the devil" es una de esas películas que te llevan a pensar si "gustar" es el término adecuado para expresar una valoración.
Básicamente, la película nos cuenta un tremendo choque de trenes.
Para empezar tenemos a un desalmado y violento asesino en serie que se dedica a secuestrar, violar y descuartizar mujeres, magnificamente encarnado por el fantástico Min-sik Choi. La película empieza con el descarnado asesinato de la última de sus victimas y es aquí cuando la historia cobra un inesperado giro puesto que la mujer es la pareja de un agente de gobierno que poco a poco se revelará como una suerte de implacable y violento James Bond coreano.
A partir de entonces "I saw the devil" se convierte en un tremendo "tour de force", un sádico juego de caza en el que el agente se dedicará a perseguir al asesino buscando infringirle un imposible daño mayor que la muerte.
Este juego además se llevará por delante todo lo que encuentre a su paso en un bestial proceso de animalización en el que al final sólo podrá quedar en pie uno de los dos.
Todas las películas de venganzas que has visto se quedarán cortas si las comparas con esta "I saw the devil".
Siempre se ha hablado de los americanos, pero, no se, los coreanos y, en general, los orientales tienen una relación muy especial, casi natural, con la violencia, muy -por así decirlo- naturalista que convierte todas sus historias que recurren a ella en poderosos espectáculos sobrecogedores en el que la carne acuchillada y los huesos machacados siempre suenan de una manera muy real.
Y eso que su tradición cultural es la budista.
Pero esa es otra historia de la que no estoy lo suficientemente preparado como para tener una opinión.
En cualquier caso, "I saw the devil" es una muy buena película que empieza lentamente y que poco a poco va cogiendo una enloquecida velocidad que terminará dejándote con la boca abierta y con alguna salpicadura de sangre en la camisa.
Muy recomendable.
sábado, enero 03, 2015
Blue Jasmine
Me sorprende que nadie haya detectado la multitud de similitudes que la Jasmine que protagoniza esta película de Woody Allen tiene con la Blance Du Bois que protagoniza la gran obra teatral "Un tranvía llamado deseo" de Tennessee Williams.
Recordemos que Blanche llega a Nueva Orleans para visitar a su hermana menor como Jasmine llega a San Francisco.
Como Blanche, Jasmine es una mujer arruinada que ha perdido a su esposo por un suicidio y que claramente procede de una clase más alta. Al igual que a Jasmine el entorno tosco y bajo en que vive su hermana encarnado en su marido Stanley Kowalski le produce a Blanche un gran rechazo.
Pero los parecidos no terminan aquí.
Blanche tiene una historia romántica en la que proyecta desde la mentira un mundo de la clase alta que ha perdido y que se va al traste cuando su pretendiente conoce la verdad.
Blanche se comporta presuntuosamente. No parece comprender que ya no está en el mundo que ha perdido y envenena la relación de su hermana Stella con su marido Stanley.
Blanche es insegura y alcohólica.
Blanche tiene un colapso mental ante el desmoronamiento de su ilusoria construcción aspiracional y acaba loca.
Todas estas cosas están en "Blue Jasmine" que, por otra parte, y obviando las evidentes intertextualidades, es para mi gusto es una de las mejores películas de este último y decadente Woody Allen.
Lo cual tampoco es mucho.
En cualquier caso, su mérito en "Blue Iguana" es saber escoger el tema, conseguir disfrazarlo sin estropearlo y lograr contar "Un tranvía llamado deseo" a través de "Blue Jasmine" para beneficiarse de la fuerza arrasadora de su conflictuado y desde el principio fracasado protagonista principal, contando para ello por supuesto con la imprescindible ayuda de una gran actriz como Cate Blanchet.
Nada que objetar
Cada vez estoy más convencido que la necesidad de hacer películas está en Allen por encima de la real necesidad de contar, cosa que es fatal para alguien cuyo éxito tiene que ver con su condición de autor, pero también le reconozco una enorme capacidad para construir, con mayor o menor fortuna, artefactos narrativos de manera premeditada y consciente, del mismo modo en que los grandes estudios de Hollywood construyen Transformers 5, pero que contradictoriamente intentan reproducir una ya la perdida condición de autor de su responsble desde hace ya diez años desde su mera condición de copias.
Las películas de Allen, con alguna honrosa excepción como "Match Point" son puros productos que hacen del cine de Allen una marca comercial.
Allen no es más un autor, es una empresa que vende cada años su producto.
¿Para cuando una revisión de Annie Hall o, mucho mejor, una nueva versión calcada plano a plano?
Comparada con "Magic in the moonlight", y también sin comparar, "Blue Jasmine" es una de las mejores películas del último y zombie Allen que parece no saber que como autor lleva bastantes años muerto.
Recordemos que Blanche llega a Nueva Orleans para visitar a su hermana menor como Jasmine llega a San Francisco.
Como Blanche, Jasmine es una mujer arruinada que ha perdido a su esposo por un suicidio y que claramente procede de una clase más alta. Al igual que a Jasmine el entorno tosco y bajo en que vive su hermana encarnado en su marido Stanley Kowalski le produce a Blanche un gran rechazo.
Pero los parecidos no terminan aquí.
Blanche tiene una historia romántica en la que proyecta desde la mentira un mundo de la clase alta que ha perdido y que se va al traste cuando su pretendiente conoce la verdad.
Blanche se comporta presuntuosamente. No parece comprender que ya no está en el mundo que ha perdido y envenena la relación de su hermana Stella con su marido Stanley.
Blanche es insegura y alcohólica.
Blanche tiene un colapso mental ante el desmoronamiento de su ilusoria construcción aspiracional y acaba loca.
Todas estas cosas están en "Blue Jasmine" que, por otra parte, y obviando las evidentes intertextualidades, es para mi gusto es una de las mejores películas de este último y decadente Woody Allen.
Lo cual tampoco es mucho.
En cualquier caso, su mérito en "Blue Iguana" es saber escoger el tema, conseguir disfrazarlo sin estropearlo y lograr contar "Un tranvía llamado deseo" a través de "Blue Jasmine" para beneficiarse de la fuerza arrasadora de su conflictuado y desde el principio fracasado protagonista principal, contando para ello por supuesto con la imprescindible ayuda de una gran actriz como Cate Blanchet.
Nada que objetar
Cada vez estoy más convencido que la necesidad de hacer películas está en Allen por encima de la real necesidad de contar, cosa que es fatal para alguien cuyo éxito tiene que ver con su condición de autor, pero también le reconozco una enorme capacidad para construir, con mayor o menor fortuna, artefactos narrativos de manera premeditada y consciente, del mismo modo en que los grandes estudios de Hollywood construyen Transformers 5, pero que contradictoriamente intentan reproducir una ya la perdida condición de autor de su responsble desde hace ya diez años desde su mera condición de copias.
Las películas de Allen, con alguna honrosa excepción como "Match Point" son puros productos que hacen del cine de Allen una marca comercial.
Allen no es más un autor, es una empresa que vende cada años su producto.
¿Para cuando una revisión de Annie Hall o, mucho mejor, una nueva versión calcada plano a plano?
Comparada con "Magic in the moonlight", y también sin comparar, "Blue Jasmine" es una de las mejores películas del último y zombie Allen que parece no saber que como autor lleva bastantes años muerto.
viernes, enero 02, 2015
Carlito's Way
Hay muchos paralelismos entre el cine del maestro Hitchcock y el cine de Brian de Palma: el thriller como principal medio de expresión, las tramas mórbidas que abundan en relaciones complejas entre los personajes que las protagonizan y especialmente sus sombras en el sentido jungiano del término, el virtuosismo en el manejo de la cámara para expresar situaciones y estados de ánimo de manera estrictamente cinematográfico.
Y aunque relativamente olvidado Brian de Palma sigue siendo un director interesante especializado en mostrar a través del suspense y el thriller la perversidad que anida en lo más inconfesable de las relaciones humanas.
Dirigida en 1993, "Carlito's way" es uno de sus puntos culminantes en su carrera como director.
Basada en un par de novelas escritas por Edwin Torres, un fiscal del distrito y juez del estado de Nueva York metido a novelista, "Carlito's way" nos muestra la refinada perversidad de un hombre, Carlito, el protagonista, que se empeña en seguir con lealtad a sí mismo y a los demás su propio código moral en un mundo depravado y amoral.
He leído las novelas de Torres, que si las encuentras te recomiendo, y en ellas Torres muestra, desde una buena escritura, un afinado sentido antropológico para describir la vida de los gangsteres boricuas en la ciudad de Nueva York.
Brian de Palma está más interesado en mostrar cómo alguien que debería ser un héroe hace una victima de sí mismo al empeñarse en seguir contra viento y marea su propio código moral en un mundo que ha cambiado y en el que la amoralidad y el interés están a la orden del día.
Por eso la película es cíclica, empieza como termina, con la muerte del protagonista.
Lo importante no es el qué sino el cómo.
De Palma nos revela el final porque el objetivo es mostrar la radical indefensión de su protagonista ante un mundo que le rebasa, que ha cambiado sin que él lo haya hecho en la medida precisa para sobrevivir.
En un alarde muy radical del sentido del suspense que tenía Hitchcock, el espectador sabe lo que va a suceder al personaje protagonista mientras éste se esfuerza por escapar
Y también en un alarde de sadismo muy hitchcockiano el espectador va descubriendo los esfuerzos por salir adelante de Carlito, sus planes, deseos, aspiraciones y esperanzas, sabiendo de antemano que están condenados al fracaso.
Bajo un celofán de sensiblera poética del perdedor, De Palma despliega el lento, perverso y masoquista proceso de construcción de una victima desde sí misma, jugando con la fantasía del espectador incapaz de dejar de intuir posibilidades de escape antes de abocar su mirada a la verdadera dimensión del trágico final que sólo ha vislumbrado al inicio de la historia.
La tela de araña se vuelve más y más densa.
El circulo se cierra.
Como gran parte de los delincuentes que inspiran a Edwin Torres sus novelas, Carlito Brigante no puede escapar a un destino que parece estar escrito en alguna parte sobre piedra.
La difícil y dura épica de la jungla de asfalto.
Brillante.
Y aunque relativamente olvidado Brian de Palma sigue siendo un director interesante especializado en mostrar a través del suspense y el thriller la perversidad que anida en lo más inconfesable de las relaciones humanas.
Dirigida en 1993, "Carlito's way" es uno de sus puntos culminantes en su carrera como director.
Basada en un par de novelas escritas por Edwin Torres, un fiscal del distrito y juez del estado de Nueva York metido a novelista, "Carlito's way" nos muestra la refinada perversidad de un hombre, Carlito, el protagonista, que se empeña en seguir con lealtad a sí mismo y a los demás su propio código moral en un mundo depravado y amoral.
He leído las novelas de Torres, que si las encuentras te recomiendo, y en ellas Torres muestra, desde una buena escritura, un afinado sentido antropológico para describir la vida de los gangsteres boricuas en la ciudad de Nueva York.
Brian de Palma está más interesado en mostrar cómo alguien que debería ser un héroe hace una victima de sí mismo al empeñarse en seguir contra viento y marea su propio código moral en un mundo que ha cambiado y en el que la amoralidad y el interés están a la orden del día.
Por eso la película es cíclica, empieza como termina, con la muerte del protagonista.
Lo importante no es el qué sino el cómo.
De Palma nos revela el final porque el objetivo es mostrar la radical indefensión de su protagonista ante un mundo que le rebasa, que ha cambiado sin que él lo haya hecho en la medida precisa para sobrevivir.
En un alarde muy radical del sentido del suspense que tenía Hitchcock, el espectador sabe lo que va a suceder al personaje protagonista mientras éste se esfuerza por escapar
Y también en un alarde de sadismo muy hitchcockiano el espectador va descubriendo los esfuerzos por salir adelante de Carlito, sus planes, deseos, aspiraciones y esperanzas, sabiendo de antemano que están condenados al fracaso.
Bajo un celofán de sensiblera poética del perdedor, De Palma despliega el lento, perverso y masoquista proceso de construcción de una victima desde sí misma, jugando con la fantasía del espectador incapaz de dejar de intuir posibilidades de escape antes de abocar su mirada a la verdadera dimensión del trágico final que sólo ha vislumbrado al inicio de la historia.
La tela de araña se vuelve más y más densa.
El circulo se cierra.
Como gran parte de los delincuentes que inspiran a Edwin Torres sus novelas, Carlito Brigante no puede escapar a un destino que parece estar escrito en alguna parte sobre piedra.
La difícil y dura épica de la jungla de asfalto.
Brillante.
jueves, enero 01, 2015
¿Feliz 2015?
A Marhuenda no hay que decirle las cosas. Por eso no hay nada que le irrite más que se le acuse de ser una terminal mediática del Partido Popular.
El tema es mucho más sutil y eficiente: Si Marhuenda está ahí es precisamente porque no hay que decirle nada. Sólo dice lo que sabe que tiene que decir, incluso a veces sin saberlo.
Ese es su valor, el de la falsa autenticidad del hombre unidimensional cuya verdad es la verdad del sistema que le hace ser lo que es.
Así, uno de los principales atributos del poder hoy en día precisamente es saber elegir en este sentido.
El poder en las democracias de consumo se comporta así.
Ya no estamos en el siglo XX.
En el siglo XXI todo el mundo es consciente de lo que está en juego y, si quiere jugar, el que quiere jugar sabe que hay unas reglas que seguir y respetar.
En nuestros días, el poder puede adoptar un comportamiento blando, difuso que enmascare su pura y dura realidad coercitiva para adaptarlo a la más amable realidad de las democracias de consumo.
El poder se enmascara dentro de un civilizado consenso corrupto sobre aquello que se debe y no se debe hacer.
Amablemente las consignas se transmiten a través de los medios de comunicación que son los primeros que saben su lugar y el papel esencial que se les reserva: el FMI respeta la decisión que los griegos puedan adoptar en el próximo referendum pero insinúa que existen opciones incorrectas, el ministro de Guindos nos dice que ahora los españoles han perdido el miedo a perder el trabajo... Constantemente, el sistema nos ofrece los discursos que componen esa zona de confortabilidad que define el lugar que debe ocupar la voluntad pòpular dentro de este sistema corrupto llamado democracia de consumo.
Discursos que traslucen la subordinación de la voluntad popular y de las personas que la componen a la gran lotería diaria en que se ha convertido lo económico.
Y ese lugar tiene que ver con no hacer olas, con no molestar ni estropear la fiesta de aquellos para los que verdadera y únicamente va a ser con toda seguridad el 2015 un año feliz e indudablemente mejor que el anterior.
Los demás, los que nos deseamos un 2015 mejor en el que indudablemente, y si hacemos lo que nos dicen que hagamos (no votar a Syritza o no tener miedo a perder el trabajo), contribuiremos a que el 2015 sea efectivamente un año muy feliz para ellos, tendremos que conformarnos con que la lotería de la tranquilidad nos siga tocando sin saber por cuanto tiempo, sabiendo como Marhuenda cuál es nuestro lugar dentro de esta tragicomedia llamada democracia de consumo, alimentando con nuestro tiempo y nuestra sangre a la bestia que quizá durante este 2015 que comienza nos devore.
El viaje de la modernidad termina aquí, en la Saló de Pasolini.
La orquesta del Titanic regresa desde el fondo del oceano para tocar para nosotros cada año nuevo.
¿Feliz 2015?
¿Es que no escuchas las carcajadas que llegan desde arriba cada vez que lo deseas?
Esto no va a ir a mejor, por lo menos no como antes de una manera más igualitaria que nos permitía a todos beneficiarnos como sociedad del progreso económico.
Ahora toda va a ser más injusto, más desigual.
Y dentro de ese contexto, a los de arriba siempre les va a ir bien, especialmente si sabes cuál es tu lugar y haces y dices lo que se espera de tí que hagas y digas, pero, a ti... bueno, te deseo lo mejor en esa lotería diaria de la supervivencia que será el 2015.
El tema es mucho más sutil y eficiente: Si Marhuenda está ahí es precisamente porque no hay que decirle nada. Sólo dice lo que sabe que tiene que decir, incluso a veces sin saberlo.
Ese es su valor, el de la falsa autenticidad del hombre unidimensional cuya verdad es la verdad del sistema que le hace ser lo que es.
Así, uno de los principales atributos del poder hoy en día precisamente es saber elegir en este sentido.
El poder en las democracias de consumo se comporta así.
Ya no estamos en el siglo XX.
En el siglo XXI todo el mundo es consciente de lo que está en juego y, si quiere jugar, el que quiere jugar sabe que hay unas reglas que seguir y respetar.
En nuestros días, el poder puede adoptar un comportamiento blando, difuso que enmascare su pura y dura realidad coercitiva para adaptarlo a la más amable realidad de las democracias de consumo.
El poder se enmascara dentro de un civilizado consenso corrupto sobre aquello que se debe y no se debe hacer.
Amablemente las consignas se transmiten a través de los medios de comunicación que son los primeros que saben su lugar y el papel esencial que se les reserva: el FMI respeta la decisión que los griegos puedan adoptar en el próximo referendum pero insinúa que existen opciones incorrectas, el ministro de Guindos nos dice que ahora los españoles han perdido el miedo a perder el trabajo... Constantemente, el sistema nos ofrece los discursos que componen esa zona de confortabilidad que define el lugar que debe ocupar la voluntad pòpular dentro de este sistema corrupto llamado democracia de consumo.
Discursos que traslucen la subordinación de la voluntad popular y de las personas que la componen a la gran lotería diaria en que se ha convertido lo económico.
Y ese lugar tiene que ver con no hacer olas, con no molestar ni estropear la fiesta de aquellos para los que verdadera y únicamente va a ser con toda seguridad el 2015 un año feliz e indudablemente mejor que el anterior.
Los demás, los que nos deseamos un 2015 mejor en el que indudablemente, y si hacemos lo que nos dicen que hagamos (no votar a Syritza o no tener miedo a perder el trabajo), contribuiremos a que el 2015 sea efectivamente un año muy feliz para ellos, tendremos que conformarnos con que la lotería de la tranquilidad nos siga tocando sin saber por cuanto tiempo, sabiendo como Marhuenda cuál es nuestro lugar dentro de esta tragicomedia llamada democracia de consumo, alimentando con nuestro tiempo y nuestra sangre a la bestia que quizá durante este 2015 que comienza nos devore.
El viaje de la modernidad termina aquí, en la Saló de Pasolini.
La orquesta del Titanic regresa desde el fondo del oceano para tocar para nosotros cada año nuevo.
¿Feliz 2015?
¿Es que no escuchas las carcajadas que llegan desde arriba cada vez que lo deseas?
Esto no va a ir a mejor, por lo menos no como antes de una manera más igualitaria que nos permitía a todos beneficiarnos como sociedad del progreso económico.
Ahora toda va a ser más injusto, más desigual.
Y dentro de ese contexto, a los de arriba siempre les va a ir bien, especialmente si sabes cuál es tu lugar y haces y dices lo que se espera de tí que hagas y digas, pero, a ti... bueno, te deseo lo mejor en esa lotería diaria de la supervivencia que será el 2015.
miércoles, diciembre 31, 2014
Unbroken
Es peor película de lo que parece "Unbroken".
Demasiado ocupada en mostrar las sucesivas peripecias por las que Zamperini, el protagonista, se ve obligado a vivir a lo largo de la Segunda Guerra Mundial y no tanto en la profundización psicológica que debería mostrar la forja de ese carácter que ni los japoneses ni las circunstancias pudieron doblegar.
Teniendo en cuenta este aspecto, "Unbroken" se me queda un poco corta de miras, demasiado superficial, centrada en el sensacionalismo de los diferentes episodios, convertida en un "tour de force" de desgracias que bien pudiera presentar Jorge Javier Vazquez.
Pero me faltan los "porqués".
La excelencia de "Unbroken" hubiera estado en su capacidad para mostrar esa diferencia que se establece entre los que no se abandonan a un destino que parece escrito y los que sí lo hacen.
Sin embargo, en "Unbroken", mientras otros no lo consiguen, Zamperini sobrevive y aguanta porque sí, porque es el protagonista de una historia basada en hechos reales en la que su protagonista sobrevive. Y no diría nada si precisamente uno de los puntos fuertes de la historia no fuese relevante el hecho de que en la supervivencia de Zamperini intervienen otros factores además de la inevitable suerte, elementos que le hacen irrompible como expresa de manera inequívoca el titulo original de esa película.
Todo esto brilla por su ausencia a lo largo de toda la película que confunde la plana ilustración que suponen los apuntes meramente biográficos con los matices intimistas que añaden siempre a lo meramente descriptivo que es lo biográfico la profundización psicológica que da cuenta de la forja de un carácter que posteriormente será puesto a prueba.
Probablemente, en algún momento, alguien pensó que dedicar espacio narrativo a la profundización psicológica supondría una mayor duración de la película o una disminución del peso del sensacionalismo dentro del producto manteniendo la duración y "Unbroken" quedó así: de impecable factura en su salto de drama en drama que Zamperini realiza a lo largo y ancho del Pacífico pero con unos pies de barro que hacen que la película no termine de traspasar, de llegar demasiado lejos en la mirada del espectador.
Al final, "Unbroken" se traiciona a sí misma trivializando la excepcionalidad de la supervivencia de Zamperini.
Aceptable.
Demasiado ocupada en mostrar las sucesivas peripecias por las que Zamperini, el protagonista, se ve obligado a vivir a lo largo de la Segunda Guerra Mundial y no tanto en la profundización psicológica que debería mostrar la forja de ese carácter que ni los japoneses ni las circunstancias pudieron doblegar.
Teniendo en cuenta este aspecto, "Unbroken" se me queda un poco corta de miras, demasiado superficial, centrada en el sensacionalismo de los diferentes episodios, convertida en un "tour de force" de desgracias que bien pudiera presentar Jorge Javier Vazquez.
Pero me faltan los "porqués".
La excelencia de "Unbroken" hubiera estado en su capacidad para mostrar esa diferencia que se establece entre los que no se abandonan a un destino que parece escrito y los que sí lo hacen.
Sin embargo, en "Unbroken", mientras otros no lo consiguen, Zamperini sobrevive y aguanta porque sí, porque es el protagonista de una historia basada en hechos reales en la que su protagonista sobrevive. Y no diría nada si precisamente uno de los puntos fuertes de la historia no fuese relevante el hecho de que en la supervivencia de Zamperini intervienen otros factores además de la inevitable suerte, elementos que le hacen irrompible como expresa de manera inequívoca el titulo original de esa película.
Todo esto brilla por su ausencia a lo largo de toda la película que confunde la plana ilustración que suponen los apuntes meramente biográficos con los matices intimistas que añaden siempre a lo meramente descriptivo que es lo biográfico la profundización psicológica que da cuenta de la forja de un carácter que posteriormente será puesto a prueba.
Probablemente, en algún momento, alguien pensó que dedicar espacio narrativo a la profundización psicológica supondría una mayor duración de la película o una disminución del peso del sensacionalismo dentro del producto manteniendo la duración y "Unbroken" quedó así: de impecable factura en su salto de drama en drama que Zamperini realiza a lo largo y ancho del Pacífico pero con unos pies de barro que hacen que la película no termine de traspasar, de llegar demasiado lejos en la mirada del espectador.
Al final, "Unbroken" se traiciona a sí misma trivializando la excepcionalidad de la supervivencia de Zamperini.
Aceptable.
martes, diciembre 30, 2014
The Mahabharata
Debe ser complicado pretender domesticar un texto que es cuatro o cinco veces más largo que la Biblia, un texto que además vehicula la religión hindú a millones de personas desde hace más de 2000 años y sin embargo ese fue el ambicioso objetivo que se propuso el director teatral británico Peter Brook con la ayuda del gran novelista y guionista cinematográfico francés Jean Claude Carriere.
El resultado fue un espectáculo teatral de nueve horas de duración estrenado en 1985 que cuatro años después fue reducido a seis horas para ser convertido en una serie de televisión.
El Mahabharata cuenta una lucha interna dentro del clan de los Bharatas en un tiempo mítico y en una tierra mítica situada entre los ríos Ganges y Yamuna, al Norte de la India.
Esta lucha interna será protagonizada por los cinco virtuosos hermanos Pandavas y los no tan virtuosos hermanos Kauravas, los primeros situados del lado del bien y la luz mientras los segundos protagonizan el mal y la oscuridad.
Los diferentes eventos que viven los Pandavas en su enfrentamiento con los Kauravas se convierten en puntos a través de los cuales transmitir lo esencial de la religión hindú.
No voy a entrar en un debate para el que no estoy preparado: si esta adaptación recoge con fidelidad lo esencial de uno de los textos más antiguos de la historia de la humanidad. Por lo visto, y desde una perspectiva "natural born" hindi la versión de Brook deja mucho que desear. A este respecto he leído alguna metáfora preciosa como "meter un águila dentro de una jaula", pero, y como digo, no voy a entrar, aunque sospecho que mucha verdad hay, especialmente en temas como el peso que tiene el entramado de castas en las relaciones que se dan entre los personajes y su influencia decisiva en el drama.
En cualquier caso, y como espectáculo, "The Mahabharata" es un evento extraordinario y brillante protagonizado por un elenco interracial y en el que el poderoso texto escrito por el mítico Vyasa (su Homero) tiene espacio para brillar con toda la pureza de los conceptos milenarios que vehicula, concepto que son la base que rige la moral y la vida de buena parte de la humanidad.
La `puesta en escena es eminentemente teatral, pero no se trata de teatro filmado pues hay planificación y ritmo.
Y en ese escenario que la cámara fragmenta, todo está al servicio del texto que, como escribo, brilla en las presencias de un elenco que no sólo usa la voz sino también todo el cuerpo y lo que no es verbal en una interpretación que en bastantes momentos linda con la danza, especialmente las luchas de la batalla de 19 días que decide la suerte del bien y del mal en la obra.
Merece la pena verla.
El resultado fue un espectáculo teatral de nueve horas de duración estrenado en 1985 que cuatro años después fue reducido a seis horas para ser convertido en una serie de televisión.
El Mahabharata cuenta una lucha interna dentro del clan de los Bharatas en un tiempo mítico y en una tierra mítica situada entre los ríos Ganges y Yamuna, al Norte de la India.
Esta lucha interna será protagonizada por los cinco virtuosos hermanos Pandavas y los no tan virtuosos hermanos Kauravas, los primeros situados del lado del bien y la luz mientras los segundos protagonizan el mal y la oscuridad.
Los diferentes eventos que viven los Pandavas en su enfrentamiento con los Kauravas se convierten en puntos a través de los cuales transmitir lo esencial de la religión hindú.
No voy a entrar en un debate para el que no estoy preparado: si esta adaptación recoge con fidelidad lo esencial de uno de los textos más antiguos de la historia de la humanidad. Por lo visto, y desde una perspectiva "natural born" hindi la versión de Brook deja mucho que desear. A este respecto he leído alguna metáfora preciosa como "meter un águila dentro de una jaula", pero, y como digo, no voy a entrar, aunque sospecho que mucha verdad hay, especialmente en temas como el peso que tiene el entramado de castas en las relaciones que se dan entre los personajes y su influencia decisiva en el drama.
En cualquier caso, y como espectáculo, "The Mahabharata" es un evento extraordinario y brillante protagonizado por un elenco interracial y en el que el poderoso texto escrito por el mítico Vyasa (su Homero) tiene espacio para brillar con toda la pureza de los conceptos milenarios que vehicula, concepto que son la base que rige la moral y la vida de buena parte de la humanidad.
La `puesta en escena es eminentemente teatral, pero no se trata de teatro filmado pues hay planificación y ritmo.
Y en ese escenario que la cámara fragmenta, todo está al servicio del texto que, como escribo, brilla en las presencias de un elenco que no sólo usa la voz sino también todo el cuerpo y lo que no es verbal en una interpretación que en bastantes momentos linda con la danza, especialmente las luchas de la batalla de 19 días que decide la suerte del bien y del mal en la obra.
Merece la pena verla.
lunes, diciembre 29, 2014
The Newsroom
Me declaro fan absoluto no tanto de las historias que cuenta Aaron Sorkin sino de los personajes que construye sobre todo en su obra maestra "El ala Oeste de la Casa Blanca" y en esta "The Newsroom". Inteligentes, rápidos, sagaces, con sentido del humor, como recién salidos de la mejor screwball comedy de Howard Hawks.
También soy 100% partidario de la apuesta de Sorkin por convertir a sus protagonistas de "The Newsroom" en unos seres aspiracionales en los que la ética es un elemento esencial de su comportamiento. Y comprendo en que en un mundo tan decadente en el que nos encontramos, un mundo en el que los modelos de conducta están más en la línea del Gordon Gecko de "Wall Street", sus actitudes y decisiones resulten para muchos demasiado marcianas.
Pero me parece esencial que alguien se haya atrevido ha reivindicar la ética como elemento esencial para definir una línea de conducta, convirtiendo su "The Newsroom" en una historia que bien podría haber firmado el viejo Frank Capra en el sentido de reivindicación de lo esencialmente humano que hay en nosotros.
En todo este sentido, "The Newsroom" es un producto concebido a contracorriente que trae consigo lo mejor de lo poco que queda de los valores de una intelligentsia cultural norteamericano que se remonta a los padres de la constitución, Thomas Jefferson incluído, terminando en Roosevelt y su New Deal.
Valores que se reducen a un único mandamiento: no puede haber democracia sin una ética individual asociada y en consonancia con los valores democráticos.
En este sentido, el Josiah Bartlett que protagonizaba "El Ala Oeste de la Casa Blanca" y este Will McAvoy que protagoniza "The Newsroom" son el mismo personaje, un personaje que resume el esfuerzo de Sorkin por mostrar la manera correcta de desempeñar dos de los cuatro poderes teniendo en cuenta lo mejor de la manera de ser americana.
Ambas series tienen un alto contenido político protagonizadas por héroes de acción de cuello blanco.
No obstante, "The Newsroom" ademas de no contar ya con el factor sorpresa con que contaba "El Ala Oeste de la Casa Blanca" se ve lastrada por algunos problemas de foco que han ido creciendo desde la segunda temporada, problemas de foco en que la concepción de internet como una amenaza para el buen periodismo se manfiesta como arrollador síntoma.
Para Sorkin, Internet es un canal que debe ser controlado y en el que falta el criterio del profesional como interpretante del enorme marasmo informativo que genera. Y en parte Sorkin tiene razón, pero olvida también que la deslegitimación de la propia profesión periodística como consecuencia precisamente de esa falta de ética profesional ha conferido a internet de propiedades seguramente no buscadas.
Así, el planteamiento de Sorkin es superficial, perjudicando además a la propia idea que inspira "The Newsroom" porque reduce de manera desligitimante su propuesta a una simple y vacía reivindicación institucional, carente de profundidad, de la profesión periodística.
Porque tan problemático es el ruido que genera internet como el que se genera en los consejos de administración y en este aspecto "The Newsroom" se queda muy roma en su crítica.
El personaje de la señora Lansing, propietaria de la cadena, recuerda mucho a la señora Pynchon de "Lou Grant" hace cuarenta años y eso es lo malo, porque su manera de ver las cosas en absoluto tiene que ver con los verdaderos propietarios de las cadenas de televisión y los periódicos en la actualidad: grandes grupos económicos que convierten sus medios de comunicación en terminales mediaticas destinadas a vehicular discursos amables de dominación.
Ahora no hay separación entre los intereses económicos y los políticos.
Y lo más seguro es que Will McAvoy hubiera sido despedido a mediados de la segunda temporada.
Por aquí falla "The Newsroom", quedándose a las puertas de lo relevante y reduciéndolo todo a un tema de ética individual.
En cualquier caso, resulta más fácil poner la carga de la prueba sobre Internet y hacer una reivindicación institucional del periodismo que hacer una crítica al papel que en nuestros días juega la institución en sí, aspecto en el que he echado de menos ver con más frecuencia el despacho de los jefazos y la sala de consejos, lugares que tienen más peso que Internet a la hora de definir el periodismo de nuestros días.
Y me gustaría haber visto como gestiona Sorkin desde su inmensa inteligencia un propietario más en la línea neoliberal de un hoy en día en el que la falta de ética es la ética dominante.
Asi, Sorkin se aleja de manera incoherente del público que podría sentirse atraído por su serie y parece más preocupado en mostrar los aspectos criticables de las posiciones más afines que por mostrar los aspectos manifiestamente mejorables de aquellos que están en frente y cuya falta de ética como ética está generando el mundo contra el que lucha sus personajes de la ACN.
Por todo esto, "The Newsroom" tiene un punto "fake" que me desagrada... hasta que alguno de sus personajes abre la boca y empieza a hablar.
La inteligencia me seduce.
También soy 100% partidario de la apuesta de Sorkin por convertir a sus protagonistas de "The Newsroom" en unos seres aspiracionales en los que la ética es un elemento esencial de su comportamiento. Y comprendo en que en un mundo tan decadente en el que nos encontramos, un mundo en el que los modelos de conducta están más en la línea del Gordon Gecko de "Wall Street", sus actitudes y decisiones resulten para muchos demasiado marcianas.
Pero me parece esencial que alguien se haya atrevido ha reivindicar la ética como elemento esencial para definir una línea de conducta, convirtiendo su "The Newsroom" en una historia que bien podría haber firmado el viejo Frank Capra en el sentido de reivindicación de lo esencialmente humano que hay en nosotros.
En todo este sentido, "The Newsroom" es un producto concebido a contracorriente que trae consigo lo mejor de lo poco que queda de los valores de una intelligentsia cultural norteamericano que se remonta a los padres de la constitución, Thomas Jefferson incluído, terminando en Roosevelt y su New Deal.
Valores que se reducen a un único mandamiento: no puede haber democracia sin una ética individual asociada y en consonancia con los valores democráticos.
En este sentido, el Josiah Bartlett que protagonizaba "El Ala Oeste de la Casa Blanca" y este Will McAvoy que protagoniza "The Newsroom" son el mismo personaje, un personaje que resume el esfuerzo de Sorkin por mostrar la manera correcta de desempeñar dos de los cuatro poderes teniendo en cuenta lo mejor de la manera de ser americana.
Ambas series tienen un alto contenido político protagonizadas por héroes de acción de cuello blanco.
No obstante, "The Newsroom" ademas de no contar ya con el factor sorpresa con que contaba "El Ala Oeste de la Casa Blanca" se ve lastrada por algunos problemas de foco que han ido creciendo desde la segunda temporada, problemas de foco en que la concepción de internet como una amenaza para el buen periodismo se manfiesta como arrollador síntoma.
Para Sorkin, Internet es un canal que debe ser controlado y en el que falta el criterio del profesional como interpretante del enorme marasmo informativo que genera. Y en parte Sorkin tiene razón, pero olvida también que la deslegitimación de la propia profesión periodística como consecuencia precisamente de esa falta de ética profesional ha conferido a internet de propiedades seguramente no buscadas.
Así, el planteamiento de Sorkin es superficial, perjudicando además a la propia idea que inspira "The Newsroom" porque reduce de manera desligitimante su propuesta a una simple y vacía reivindicación institucional, carente de profundidad, de la profesión periodística.
Porque tan problemático es el ruido que genera internet como el que se genera en los consejos de administración y en este aspecto "The Newsroom" se queda muy roma en su crítica.
El personaje de la señora Lansing, propietaria de la cadena, recuerda mucho a la señora Pynchon de "Lou Grant" hace cuarenta años y eso es lo malo, porque su manera de ver las cosas en absoluto tiene que ver con los verdaderos propietarios de las cadenas de televisión y los periódicos en la actualidad: grandes grupos económicos que convierten sus medios de comunicación en terminales mediaticas destinadas a vehicular discursos amables de dominación.
Ahora no hay separación entre los intereses económicos y los políticos.
Y lo más seguro es que Will McAvoy hubiera sido despedido a mediados de la segunda temporada.
Por aquí falla "The Newsroom", quedándose a las puertas de lo relevante y reduciéndolo todo a un tema de ética individual.
En cualquier caso, resulta más fácil poner la carga de la prueba sobre Internet y hacer una reivindicación institucional del periodismo que hacer una crítica al papel que en nuestros días juega la institución en sí, aspecto en el que he echado de menos ver con más frecuencia el despacho de los jefazos y la sala de consejos, lugares que tienen más peso que Internet a la hora de definir el periodismo de nuestros días.
Y me gustaría haber visto como gestiona Sorkin desde su inmensa inteligencia un propietario más en la línea neoliberal de un hoy en día en el que la falta de ética es la ética dominante.
Asi, Sorkin se aleja de manera incoherente del público que podría sentirse atraído por su serie y parece más preocupado en mostrar los aspectos criticables de las posiciones más afines que por mostrar los aspectos manifiestamente mejorables de aquellos que están en frente y cuya falta de ética como ética está generando el mundo contra el que lucha sus personajes de la ACN.
Por todo esto, "The Newsroom" tiene un punto "fake" que me desagrada... hasta que alguno de sus personajes abre la boca y empieza a hablar.
La inteligencia me seduce.
domingo, diciembre 28, 2014
El Resplandor
Sin duda, y para mi gusto, "El Resplandor" es una de las mejores películas del Kubrick en color.
El principal hallazgo de la película es la progresiva irrupción del horror en un entorno normal y cotidiano que, poco a poco, Kubrick convierte en amenazador mediante la introducción de una serie de decisiones técnicas brillantes.
Por un lado, la fotografía de los espacios con un objetivo gran angular cuyo principal atractivo es el ofrecer una vista panorámica de aquello que se quiere mostrar. Desde un punto de vista narrativo, el uso de la vista panorámica permitió a Kubrick mostrar a los actores dentro de un espacio en el que todo tiene el mismo nivel de importancia.
El actor es un elemento más de un paisaje que conforme el terror va haciéndose más evidente lo envuelve y se convierte en un protagonista más de la historia desde el momento en que la mirada del espectador lo escrutina en busca de una nueva amenaza.
Por otro lado, el uso de la steadycam, invento tecnológico que permitía el rodaje cámara en mano sin transmitir a la imagen la incómoda vibración propia del movimiento del brazo que la sustenta.
La steadycam fue el complemento perfecto de la metafísica expresada a través del gran angular puesto que permitió a Kubrick y al espectador seguir con incertidumbre a los actores en su avanzar e internarse por ese espacio amenazador en busca del terror.
Nadie que haya visto "El Resplandor" puede olvidar los paseos en triciclo del niño protagonista, esa visión casi subjetiva proyectada hacia una profundidad de campo dentro de un espacio que encierra desconfianza para la mirada.
Y finalmente el uso dramático de la música.
Las partituras de Berlioz, Bartok, Ligeti y Penderecki aportan el necesario nivel de turbiedad a los espacios tan iluminados, tan inicialmente poco terroríficos del hotel.
En este sentido, la música es un personaje más en "El Resplandor", un personaje que con su presencia aporta el oculto y/o transparente nivel de lo que no se dice y/o lo que no se ve.
Hay un texto subyacente a las imágenes que se nos muestran que la música interpreta convertida casi en la amenazante voz del hotel y los fantasmas que lo habitan.
La confluencia de estos tres aspectos genera esa inevitable y adictiva sensación de desasosiego que acompaña la visión de "El Resplandor", una película en la que lo que no se ve es mucho más importante que lo que el espectador ve.
Y ahí está para mi gusto el principal éxito de "El Resplandor": en buscar la sensación de horror en el espectador no sólo dentro de la pantalla sino también, y lo que es más importante, en la mente del espectador.
Nada queda explicado, cerrado de alguna tranquilizadora manera racional, lo único evidente es la radical e incomprensible exigencia de ese espacio maldito hacia los personajes que lo habitan.
Extraordinaria.
El principal hallazgo de la película es la progresiva irrupción del horror en un entorno normal y cotidiano que, poco a poco, Kubrick convierte en amenazador mediante la introducción de una serie de decisiones técnicas brillantes.
Por un lado, la fotografía de los espacios con un objetivo gran angular cuyo principal atractivo es el ofrecer una vista panorámica de aquello que se quiere mostrar. Desde un punto de vista narrativo, el uso de la vista panorámica permitió a Kubrick mostrar a los actores dentro de un espacio en el que todo tiene el mismo nivel de importancia.
El actor es un elemento más de un paisaje que conforme el terror va haciéndose más evidente lo envuelve y se convierte en un protagonista más de la historia desde el momento en que la mirada del espectador lo escrutina en busca de una nueva amenaza.
Por otro lado, el uso de la steadycam, invento tecnológico que permitía el rodaje cámara en mano sin transmitir a la imagen la incómoda vibración propia del movimiento del brazo que la sustenta.
La steadycam fue el complemento perfecto de la metafísica expresada a través del gran angular puesto que permitió a Kubrick y al espectador seguir con incertidumbre a los actores en su avanzar e internarse por ese espacio amenazador en busca del terror.
Nadie que haya visto "El Resplandor" puede olvidar los paseos en triciclo del niño protagonista, esa visión casi subjetiva proyectada hacia una profundidad de campo dentro de un espacio que encierra desconfianza para la mirada.
Y finalmente el uso dramático de la música.
Las partituras de Berlioz, Bartok, Ligeti y Penderecki aportan el necesario nivel de turbiedad a los espacios tan iluminados, tan inicialmente poco terroríficos del hotel.
En este sentido, la música es un personaje más en "El Resplandor", un personaje que con su presencia aporta el oculto y/o transparente nivel de lo que no se dice y/o lo que no se ve.
Hay un texto subyacente a las imágenes que se nos muestran que la música interpreta convertida casi en la amenazante voz del hotel y los fantasmas que lo habitan.
La confluencia de estos tres aspectos genera esa inevitable y adictiva sensación de desasosiego que acompaña la visión de "El Resplandor", una película en la que lo que no se ve es mucho más importante que lo que el espectador ve.
Y ahí está para mi gusto el principal éxito de "El Resplandor": en buscar la sensación de horror en el espectador no sólo dentro de la pantalla sino también, y lo que es más importante, en la mente del espectador.
Nada queda explicado, cerrado de alguna tranquilizadora manera racional, lo único evidente es la radical e incomprensible exigencia de ese espacio maldito hacia los personajes que lo habitan.
Extraordinaria.
sábado, diciembre 27, 2014
No es verdad que seamos egoístas por naturaleza…
“Su investigación contradecía la afirmación de Hardin de que todo procomún estaba condenado a la ruina a causa de los ventajistas, y ponía en entredicho el dogma tan repetido por los economistas –desde los tiempos de Adam Smith- de que los seres humanos miran únicamente por su interés personal e inmediato en el mercado.
Al contrario, Ostrom encontró que al gestionar recursos comunes –pastos para ganado, zonas de pesca, sistemas de irrigación, bosques, etcétera- lo más frecuente era que cada persona antepusiera el interés de la comunidad a su interés personal, y que priorizara la conservación a largo plazo del recurso común frente a sus circunstancias personales, aunque fueran muy difíciles”
“Su investigación contradecía la afirmación de Hardin de que todo procomún estaba condenado a la ruina a causa de los ventajistas, y ponía en entredicho el dogma tan repetido por los economistas –desde los tiempos de Adam Smith- de que los seres humanos miran únicamente por su interés personal e inmediato en el mercado.
Al contrario, Ostrom encontró que al gestionar recursos comunes –pastos para ganado, zonas de pesca, sistemas de irrigación, bosques, etcétera- lo más frecuente era que cada persona antepusiera el interés de la comunidad a su interés personal, y que priorizara la conservación a largo plazo del recurso común frente a sus circunstancias personales, aunque fueran muy difíciles”
Los Siete Samurais
Siempre se dice que Akira Kurosawa es el maestro japonés más influenciado por la cultura occidental. En un alarde occicentrista se considera que éste es un viaje que implica un camino de un sólo sentido, pero una de las cosas que me ha quedado claro en mi nueva revisión de "Los Siete Samurais", uno de sus más grandes clásicos, es que hay un segundo sentido: el de vuelta, de Japón para Occidente.
No tengo la menor duda que directores del nuevo Hollywood como Peckinpah o Penn encontraron en el maestro japonés un coadyuvante esencial para la constitución del propio estilo y de la propia voz. Desde aspectos tácticos como el uso de la cámara lenta para las escenas de violencia, algo que es seña de identidad en el cine de Peckinpah hasta un concepto más amplio y nihilista que define la posición del héroe dentro de la historia y que los samurais que protagonizan esta película encarnan de manera paradigmática.
¿Cómo concretar ese concepto?
La irrupción de un sentido absurdo de la vida, un absurdo a cuya luz la acción que emprende el héroe y que compone la troncalidad de la historia cobra un valor más oscuro, menos luminoso.
Los samurais de Kurosawa son un antecedente claro de todos esos héroes errantes y desencantados que protagonizaran las grandes películas del western convertido en un género revisado por esa nueva generación de directores procedentes de la televisión.
Héroes oscuros y románticos enfrentados a los límites de su esfuerzo por imponer un criterio a un mundo complejo y con tendencia al absurdo, límites que siempre implican la muerte física o la social, el eterno errar por los caminos.
En ese maravilloso final en el que los samurais sobrevivientes consideran que es una derrota lo que aparentemente es una victoria está el germen de ese anti-heroe profundo y poético que protagonizará grandes películas como "Grupo Salvaje" o "El Zurdo".
Y al final toda acción que intenta oponerse al natural fluir del mundo, un natural fluir que no siempre está relacionado con algo tan racional como la justicia, está encaminada a largo plazo al fracaso que implica un coste siempre para el héroe que, obligado por esa misma condición, no puede evitar ejercerlas.
Un sentimiento que se resume en una frase muy repetida en el cine de Peckinpah: los tiempos cambian pero yo no.
Por otro lado, "Los siete samurais" es una buena prueba de que en el cine no es necesario hablar. Es más. El buen cine implica comunicar a través de la imagen, sin recurrir a la pornografía de la palabra.
En este sentido, hay un par de secuencias formidables, secuencias que tienen el carácter de prueba irrefutable.
Una es el encuentro de Kanbei, el samurai que organiza la partida, con Kyuzu, el samurai cuya única obsesión es el perfeccionar constantemente su técnica.
Kanbei presencia el modo en que Kyuzu intenta no pelear con otro samurai fanfarrón.
El modo en que Kanbei mira la escena que el espectador presencia en un magistral juego de planos y contraplanos en que la mirada de Kanbei parece mirar aquello que sólo un experto samurai puede apreciar en la actitud de Kyuzu define el final de la secuencia y al mismo tiempo la aprobación de Kyuzu por parte de Kanbei.
Magistral, como escribo.
En definitiva, "Los siete samurais" es una de esas películas que de pronto uno se encuentra disfrutándola y deseando que no acabe nunca.
No sucede demasiadas veces esa sensación ante una obra maestra cinematográfica que encierra la riqueza de un texto casi literario.
Y esta vez no es ni la primera ni la segunda ni la tercera que la veo.
De obligatoria visión.
No tengo la menor duda que directores del nuevo Hollywood como Peckinpah o Penn encontraron en el maestro japonés un coadyuvante esencial para la constitución del propio estilo y de la propia voz. Desde aspectos tácticos como el uso de la cámara lenta para las escenas de violencia, algo que es seña de identidad en el cine de Peckinpah hasta un concepto más amplio y nihilista que define la posición del héroe dentro de la historia y que los samurais que protagonizan esta película encarnan de manera paradigmática.
¿Cómo concretar ese concepto?
La irrupción de un sentido absurdo de la vida, un absurdo a cuya luz la acción que emprende el héroe y que compone la troncalidad de la historia cobra un valor más oscuro, menos luminoso.
Los samurais de Kurosawa son un antecedente claro de todos esos héroes errantes y desencantados que protagonizaran las grandes películas del western convertido en un género revisado por esa nueva generación de directores procedentes de la televisión.
Héroes oscuros y románticos enfrentados a los límites de su esfuerzo por imponer un criterio a un mundo complejo y con tendencia al absurdo, límites que siempre implican la muerte física o la social, el eterno errar por los caminos.
En ese maravilloso final en el que los samurais sobrevivientes consideran que es una derrota lo que aparentemente es una victoria está el germen de ese anti-heroe profundo y poético que protagonizará grandes películas como "Grupo Salvaje" o "El Zurdo".
Y al final toda acción que intenta oponerse al natural fluir del mundo, un natural fluir que no siempre está relacionado con algo tan racional como la justicia, está encaminada a largo plazo al fracaso que implica un coste siempre para el héroe que, obligado por esa misma condición, no puede evitar ejercerlas.
Un sentimiento que se resume en una frase muy repetida en el cine de Peckinpah: los tiempos cambian pero yo no.
Por otro lado, "Los siete samurais" es una buena prueba de que en el cine no es necesario hablar. Es más. El buen cine implica comunicar a través de la imagen, sin recurrir a la pornografía de la palabra.
En este sentido, hay un par de secuencias formidables, secuencias que tienen el carácter de prueba irrefutable.
Una es el encuentro de Kanbei, el samurai que organiza la partida, con Kyuzu, el samurai cuya única obsesión es el perfeccionar constantemente su técnica.
Kanbei presencia el modo en que Kyuzu intenta no pelear con otro samurai fanfarrón.
El modo en que Kanbei mira la escena que el espectador presencia en un magistral juego de planos y contraplanos en que la mirada de Kanbei parece mirar aquello que sólo un experto samurai puede apreciar en la actitud de Kyuzu define el final de la secuencia y al mismo tiempo la aprobación de Kyuzu por parte de Kanbei.
Magistral, como escribo.
En definitiva, "Los siete samurais" es una de esas películas que de pronto uno se encuentra disfrutándola y deseando que no acabe nunca.
No sucede demasiadas veces esa sensación ante una obra maestra cinematográfica que encierra la riqueza de un texto casi literario.
Y esta vez no es ni la primera ni la segunda ni la tercera que la veo.
De obligatoria visión.
jueves, diciembre 25, 2014
The Hunger Games
Como decirlo... Todo lo que no es la historia del follón en que la protagonista Katniss se mete por proteger a su hermana pequeña me resulta interesante en "The Hunger Games".
Panem, la distopía en que sucede la historia tiene mucho atractivo: un mundo cruel y desigual en el que unos pocos disfrutan de lo mucho que tiene sumidos en una sociedad opulenta, basada en el espectáculo y los muchos se las arreglan para sobrevivir en entornos que recuerdan a la sociedad de la Gran Depresión.
Por otro lado, está la televisión y ese juego, un verdadero reality en el que la vida está en juego que se convierte en la primera fuente de legitimación ideológica y política del sistema político que vertebra Panem, un sistema que es una mezcla interesante entre una sociedad aristocrática de corte clásico y nuestras democracias de consumo.
Todo tiene su punto, pero, y aunque se cuenta muy bien, la película funciona perfectamente como mecanismo narrativo, la historia que se nos cuenta es demasiado raquítica y previsible.
No es demasiado sorprendente lo que sucede.
El héroe hace lo que se le supone y tanto los coadyuvantes como los oponentes aparecen en el momento justo para cumplir con sus respectivos papeles facilitadores o dificultadores... y tampoco es que resulte demasiado emocionante porque la historia, siendo coherente con su carácter de producto, opta por el sentimentalismo en cuanto tiene la ocasión.
Recuerdo que Oscar Wilde definía a los sentimentales como los cínicos del corazón y en "The Hunger Games" abunda la ambición de emocionar, aspecto que resulta incomodamente evidente en la aparición de esa concursante pequeña que desde que el espectador la ver intuye que está ahí para intentar arrancarle una lagrimita más adelante.
En este sentido, se le ven bastante las intenciones a "The Hunger Games" y uno intuye que debajo de la experiencia que se propone hay un mecanismo, hay un producto dispuesto a funcionar ya sea por lo civil, ya sea por lo penal.
Se le transparentan las intenciones.
No obstante, y si uno se olvida de la trampa y el cartón, la propuesta que ofrece "The Hunger Games" se mueve mucho tiempo dentro de lo entretenido.
Aceptable.
Panem, la distopía en que sucede la historia tiene mucho atractivo: un mundo cruel y desigual en el que unos pocos disfrutan de lo mucho que tiene sumidos en una sociedad opulenta, basada en el espectáculo y los muchos se las arreglan para sobrevivir en entornos que recuerdan a la sociedad de la Gran Depresión.
Por otro lado, está la televisión y ese juego, un verdadero reality en el que la vida está en juego que se convierte en la primera fuente de legitimación ideológica y política del sistema político que vertebra Panem, un sistema que es una mezcla interesante entre una sociedad aristocrática de corte clásico y nuestras democracias de consumo.
Todo tiene su punto, pero, y aunque se cuenta muy bien, la película funciona perfectamente como mecanismo narrativo, la historia que se nos cuenta es demasiado raquítica y previsible.
No es demasiado sorprendente lo que sucede.
El héroe hace lo que se le supone y tanto los coadyuvantes como los oponentes aparecen en el momento justo para cumplir con sus respectivos papeles facilitadores o dificultadores... y tampoco es que resulte demasiado emocionante porque la historia, siendo coherente con su carácter de producto, opta por el sentimentalismo en cuanto tiene la ocasión.
Recuerdo que Oscar Wilde definía a los sentimentales como los cínicos del corazón y en "The Hunger Games" abunda la ambición de emocionar, aspecto que resulta incomodamente evidente en la aparición de esa concursante pequeña que desde que el espectador la ver intuye que está ahí para intentar arrancarle una lagrimita más adelante.
En este sentido, se le ven bastante las intenciones a "The Hunger Games" y uno intuye que debajo de la experiencia que se propone hay un mecanismo, hay un producto dispuesto a funcionar ya sea por lo civil, ya sea por lo penal.
Se le transparentan las intenciones.
No obstante, y si uno se olvida de la trampa y el cartón, la propuesta que ofrece "The Hunger Games" se mueve mucho tiempo dentro de lo entretenido.
Aceptable.
miércoles, diciembre 24, 2014
Magic in the moonlight
La imagen que me queda de "Magic in the moonlight" no procede de la película en sí.
Es la imagen de un cine repleto que, después de lo que se supone es un mágico final romántico, reacciona con confusa torpeza cuando las luces se encienden. Intentando procesar en un espeso y pesado silencio el bodrio que acaba de ver, componiendo una especie de improvisado velatorio del talento de Woody Allen, preocupados ya por intentar sacar algo bueno del desastre sin paliativos al que acaban de enfrentarse y sin saber demasiado por dónde empezar.
De la cuidadosa observación de ese silencio casi de tanatorio que profesaban mis compañeros espectadores en una infausta tarde de Invierno saqué la conclusión de que no estaba sólo: acababa de ver una auténtica mierda.
Nadie salía recordando con una sonrisa o una carcajada algún chiste o momento afortunado, que la película alguno tiene. No demasiados, casi ninguno, pero alguno tiene.
Nada.
Cero.
Y es comprensible porque estoy convencido de que "Magic in the moonlight" jamás habría salido a la luz de no estar amparada por el nombre de Woody Allen.
Todo es manifiestamente mejorable en una historia en la que Allen se mueve con evidente torpeza entre las claves de comedia burguesa de Noel Coward y el cinematográfico melodrama romántico que gente como Mitchell Leisen pudiera haber rodado en la época clásica de Hollywood.
De hecho, el titulo se me antoja muy Mitchell Leisen y uno se imagina que ese mago al que tan tibiamente da vida un Colin Firth, que parece no creerse nada de lo que tiene que decir, bien pudiera ser el estupendo Charles Boyer.
En fin, con el crédito ya agotado en los Estados Unidos, poco a poco Allen empieza a agotar su crédito en Europa perpetrando bodrios como este, con cero autocrítica, ligeramente pedantes e incluso mal planificados: ausencia total de planos medios en las interminables escenas de diálogo que quedan reducidas a un esclerótico juego de plano-contraplano en el que parece que los actores no se dirigen a nadie... ni siquiera el público.
Por no hablar del inmotivado giro hacia el amor que pega el personaje protagonista que pasa, en un alarde de bipolaridad, de la criticona desconfianza hacia la medium a convertirse en un enamorado profesor Higgins (quizá las líneas de diálogo en esta frase sean lo mejor de la película) pasando por un enloquecido momento de euforia por el descubrimiento de lo mágico... El espectador no sabe ni cuando se enamora ni por qué, falta algún plano sutil, una palabra precisa, cine de verdad; simplemente el personaje se enamora porque sí, quedando la historia desprovista de uno de sus mayores puntos de interés porque el que se pretende emocionante y mágico final se basará en ese amor.
Y podría seguir.
Los buenos momentos, que los tiene, no compensan este absurdo general en el que Allen también demuestra que tampoco tiene nada nuevo que contar sobre la vida y la muerte o, por lo menos, nada que Corin Tellado no supiera.
En definitiva, no hay por donde coger "Magic in the moonlight", que afortunadamente no es demasiado larga ahorrando al espectador mayores sufrimientos.
Hasta de pena ver el trailer.
Ni magic ni moonlight ni in the.
El rey está desnudo.
Mala y punto.
Es la imagen de un cine repleto que, después de lo que se supone es un mágico final romántico, reacciona con confusa torpeza cuando las luces se encienden. Intentando procesar en un espeso y pesado silencio el bodrio que acaba de ver, componiendo una especie de improvisado velatorio del talento de Woody Allen, preocupados ya por intentar sacar algo bueno del desastre sin paliativos al que acaban de enfrentarse y sin saber demasiado por dónde empezar.
De la cuidadosa observación de ese silencio casi de tanatorio que profesaban mis compañeros espectadores en una infausta tarde de Invierno saqué la conclusión de que no estaba sólo: acababa de ver una auténtica mierda.
Nadie salía recordando con una sonrisa o una carcajada algún chiste o momento afortunado, que la película alguno tiene. No demasiados, casi ninguno, pero alguno tiene.
Nada.
Cero.
Y es comprensible porque estoy convencido de que "Magic in the moonlight" jamás habría salido a la luz de no estar amparada por el nombre de Woody Allen.
Todo es manifiestamente mejorable en una historia en la que Allen se mueve con evidente torpeza entre las claves de comedia burguesa de Noel Coward y el cinematográfico melodrama romántico que gente como Mitchell Leisen pudiera haber rodado en la época clásica de Hollywood.
De hecho, el titulo se me antoja muy Mitchell Leisen y uno se imagina que ese mago al que tan tibiamente da vida un Colin Firth, que parece no creerse nada de lo que tiene que decir, bien pudiera ser el estupendo Charles Boyer.
En fin, con el crédito ya agotado en los Estados Unidos, poco a poco Allen empieza a agotar su crédito en Europa perpetrando bodrios como este, con cero autocrítica, ligeramente pedantes e incluso mal planificados: ausencia total de planos medios en las interminables escenas de diálogo que quedan reducidas a un esclerótico juego de plano-contraplano en el que parece que los actores no se dirigen a nadie... ni siquiera el público.
Por no hablar del inmotivado giro hacia el amor que pega el personaje protagonista que pasa, en un alarde de bipolaridad, de la criticona desconfianza hacia la medium a convertirse en un enamorado profesor Higgins (quizá las líneas de diálogo en esta frase sean lo mejor de la película) pasando por un enloquecido momento de euforia por el descubrimiento de lo mágico... El espectador no sabe ni cuando se enamora ni por qué, falta algún plano sutil, una palabra precisa, cine de verdad; simplemente el personaje se enamora porque sí, quedando la historia desprovista de uno de sus mayores puntos de interés porque el que se pretende emocionante y mágico final se basará en ese amor.
Y podría seguir.
Los buenos momentos, que los tiene, no compensan este absurdo general en el que Allen también demuestra que tampoco tiene nada nuevo que contar sobre la vida y la muerte o, por lo menos, nada que Corin Tellado no supiera.
En definitiva, no hay por donde coger "Magic in the moonlight", que afortunadamente no es demasiado larga ahorrando al espectador mayores sufrimientos.
Hasta de pena ver el trailer.
Ni magic ni moonlight ni in the.
El rey está desnudo.
Mala y punto.
martes, diciembre 23, 2014
El Hobbit: La batalla de los cinco ejércitos
Teniendo en cuenta que la primera película de las dos trilogías, "El señor de los anillos" se estrenó en 2001, puede uno escribir sin temor a equivocarse que Peter Jackson y su compañía del anillo Fran Walsh, Philippa Boyens o Howard Shore) llevan por lo menos metidos quince años en la Tierra Media.
Por el momento, ésta "La batalla de los cinco ejércitos" pone fin a la aventura de la compañía que Jackson ha formado y lo hace manteniendo los estándares de calidad que caracterizan a la saga.
En este sentido, y sin alcanzar los niveles de excelencia que caracterizaban a "El Retorno del Rey", la película que ponía espectacular colofón a la primera trilogía, "La batalla de los cinco ejércitos" ofrece un grandioso espectáculo cinematográfico que en absoluto decepcionará al espectador.
La espectacularidad de las grandes escenas de combates magníficamente planificados y rodados, la emocionalidad de las relaciones entre los personajes, la composición casi pictórica de muchos de los planos (algo de lo que algún día alguien debería hablar), la épica de las decisiones sublimes... Nada falta en "La batalla de los cinco ejércitos" que un espectador no espere encontrar en alguna de las películas que componen estas dos trilogías.
En cualquier caso, esta película supone una clara mejora con respecto a su predecesora, sin duda la principal damnificada del esfuerzo por sacar de ·El Hobbit", un libro claramente de menor ambición y tamaño el mismo partido que Jackson sacó de la trilogía literaria de "El señor de los anillos".
Y sin duda el principal éxito de Jackson es conseguir clonar la experiencia que para el espectador supuso ver "El retorno del rey" en esta "La batalla de los cinco ejércitos" que tiene todo lo bueno que tienen las buenas copias de magníficos originales.
Pero no esperes encontrar nada más... ni nada menos.
Será tu problema si no tienes suficiente con todo este "demasiado".
Excelente.
Por el momento, ésta "La batalla de los cinco ejércitos" pone fin a la aventura de la compañía que Jackson ha formado y lo hace manteniendo los estándares de calidad que caracterizan a la saga.
En este sentido, y sin alcanzar los niveles de excelencia que caracterizaban a "El Retorno del Rey", la película que ponía espectacular colofón a la primera trilogía, "La batalla de los cinco ejércitos" ofrece un grandioso espectáculo cinematográfico que en absoluto decepcionará al espectador.
La espectacularidad de las grandes escenas de combates magníficamente planificados y rodados, la emocionalidad de las relaciones entre los personajes, la composición casi pictórica de muchos de los planos (algo de lo que algún día alguien debería hablar), la épica de las decisiones sublimes... Nada falta en "La batalla de los cinco ejércitos" que un espectador no espere encontrar en alguna de las películas que componen estas dos trilogías.
En cualquier caso, esta película supone una clara mejora con respecto a su predecesora, sin duda la principal damnificada del esfuerzo por sacar de ·El Hobbit", un libro claramente de menor ambición y tamaño el mismo partido que Jackson sacó de la trilogía literaria de "El señor de los anillos".
Y sin duda el principal éxito de Jackson es conseguir clonar la experiencia que para el espectador supuso ver "El retorno del rey" en esta "La batalla de los cinco ejércitos" que tiene todo lo bueno que tienen las buenas copias de magníficos originales.
Pero no esperes encontrar nada más... ni nada menos.
Será tu problema si no tienes suficiente con todo este "demasiado".
Excelente.
Piketty y Stiglitz se unen:
“El dinero que se regala a los de arriba no sólo no se dedica necesariamente a la creación de puestos de trabajo y a la innovación; una parte de ese dinero se dedica a distorsionar nuestra política… Lo que hemos presenciado muy claramente es que un uso frecuente de la riqueza es conseguir ventajas en la búsqueda de rentas y perpetuar las desigualdades a través del proceso político”
“El dinero que se regala a los de arriba no sólo no se dedica necesariamente a la creación de puestos de trabajo y a la innovación; una parte de ese dinero se dedica a distorsionar nuestra política… Lo que hemos presenciado muy claramente es que un uso frecuente de la riqueza es conseguir ventajas en la búsqueda de rentas y perpetuar las desigualdades a través del proceso político”
lunes, diciembre 22, 2014
American Hustle
Basada en hechos reales, "American Hustle" nos cuenta la historia de un timador llamado Irving Rosenfeld y el modo en que este se ve implicado en un complejo asunto de corrupción política del que forma parte la Mafia.
Atrapado en unos de sus timos por Richie DiMasso un policía con muchas ganas de promocionar, Rosenfeld tendrá que servir de cebo para proporcionar a Di Masso algunas de piezas de caza mayor a las que procesar. Como consecuencia de esto, acabarán implicados con la Mafia y la administración norteamericana en una operación para volver a llevar el juego a Atlantic City gracias a los petrodólares que proporcionará un jeque de pega.
Por encima de todo, "American Hustle" nos muestra la piscina de pirañas en que la ambición y el dinero pueden transformar cualquier aspecto de la vida humana, esa jungla de asfalto descrita de manera descarnada y desenfrenada.
En "American Hustle" se presenta una guerra por la supervivencia en donde, y como en todas las guerras, la verdad es la primera victima. Todos y cada uno de los personajes intentan manipular a los demás para conseguir sus respectivos y diferentes objetivos, algunas veces coincidentes, otras veces contrapuestos, y siempre recurriendo a la distancia más corta, una línea recta que atraviesa la división entre lo que está mal de lo que está fatal.
El resultado es una piscina de pirañas, una jaula de monos, una carrera de ratas, un retablo de ruido y furia en el que lo peor de la naturaleza humana forman parte del orden del día y mantener la cordura supondrá a los protagonistas una gran esfuerzo casi nunca recompensado por el éxito.
Y todo por conseguir el primer premio, sea el que sea, diferente para cada uno respectivamente sumido en un ensimismado delirio en el que los demás son sólo variables dependientes, elementos para usar y tirar que no dan más que problemas por resistirse, por tener su propio plan.
"American Hustle" es un retrato irónico del mundo descompuesto del capitalismo de consumo, de su desorden esencial: un mundo en el que, y como comenta el Rosenfeld que Christian Bale interpreta con eminencia, cada uno cree en lo que quiere creer.
La utopía del neoliberalismo es pensar que de esa multiplicidad de intereses contrapuestos puede surgir algo muy diferente a un caos en el que el animal que todos llevamos dentro se encuentra como pez en el agua.
Magnífica.
Atrapado en unos de sus timos por Richie DiMasso un policía con muchas ganas de promocionar, Rosenfeld tendrá que servir de cebo para proporcionar a Di Masso algunas de piezas de caza mayor a las que procesar. Como consecuencia de esto, acabarán implicados con la Mafia y la administración norteamericana en una operación para volver a llevar el juego a Atlantic City gracias a los petrodólares que proporcionará un jeque de pega.
Por encima de todo, "American Hustle" nos muestra la piscina de pirañas en que la ambición y el dinero pueden transformar cualquier aspecto de la vida humana, esa jungla de asfalto descrita de manera descarnada y desenfrenada.
En "American Hustle" se presenta una guerra por la supervivencia en donde, y como en todas las guerras, la verdad es la primera victima. Todos y cada uno de los personajes intentan manipular a los demás para conseguir sus respectivos y diferentes objetivos, algunas veces coincidentes, otras veces contrapuestos, y siempre recurriendo a la distancia más corta, una línea recta que atraviesa la división entre lo que está mal de lo que está fatal.
El resultado es una piscina de pirañas, una jaula de monos, una carrera de ratas, un retablo de ruido y furia en el que lo peor de la naturaleza humana forman parte del orden del día y mantener la cordura supondrá a los protagonistas una gran esfuerzo casi nunca recompensado por el éxito.
Y todo por conseguir el primer premio, sea el que sea, diferente para cada uno respectivamente sumido en un ensimismado delirio en el que los demás son sólo variables dependientes, elementos para usar y tirar que no dan más que problemas por resistirse, por tener su propio plan.
"American Hustle" es un retrato irónico del mundo descompuesto del capitalismo de consumo, de su desorden esencial: un mundo en el que, y como comenta el Rosenfeld que Christian Bale interpreta con eminencia, cada uno cree en lo que quiere creer.
La utopía del neoliberalismo es pensar que de esa multiplicidad de intereses contrapuestos puede surgir algo muy diferente a un caos en el que el animal que todos llevamos dentro se encuentra como pez en el agua.
Magnífica.
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