Si algo ha aportado a la franquicia Bond el ciclo que protagoniza Daniel Craig es una cierta densidad dramática con la que engordar la habitual combinatoria de personajes, escenas y gadgets que mediante variaciones, combinaciones y permutaciones permitía construir un nuevo producto cinematográfico de la saga,
Esto, sin duda, ha sido un éxito habiendo conseguido atraer a nuevos públicos permitiendo la continuidad del personaje en los comienzos del siglo XXI.
Con Daniel Craig, Bond adquiere una dimensión de cierta profundidad y deja de ser ese poster plano de machista masculinidad definido siempre por dos parámetros esenciales del ocio de nuestra cultura occidental: el sexo y la violencia.
Al final, y como decía el viejo Fabrizio Corbera, Príncipe de Salina, en "El Gatopardo", el producto Bond lo ha cambiado todo para que todo siga igual.
No obstante, con esta nueva, larga y un poco aburrida "Spectre", el modelo Craig empieza a mostrar señales de agotamiento... o bien, de falta de creatividad por parte del nutrido equipo de SEIS guionistas implicados en el guión.
Porque si algo tiene esta "Spectre" es el irritante sabor de intentar prolongar algo que ya estaba terminado o, mejor dicho, de seguir dando vueltas en torno a un mismo árbol cuyos frutos parecen haberse agotado con un ridículo giro argumental a ese pasado que, como no podía ser de otra manera, no deja de perseguir a Bond.
En este sentido, "Spectre" carece de esa densidad argumental que aportaban las anteriores entregas, convirtiéndose en una especie de spin-off de "Skyfall", la anterior, tampoco especialmente bien resuelto.
Y lo que nos queda es el Bond de siempre sólo que convertido en un rutinario investigador de un pasado que, para desgracia de la historia, no termina de resultar ni lo suficientemente interesante ni fascinante pese a los esfuerzos del estupendo Christoph Waltz por intentar evitar que su Stavro Vlomfeld no resulte directamente ridiculo.
Si a ésto se le añade que alguna secuencia de acción, especialmente la primera, con la que tradicional y espectacularmente se abren las películas de Bond, no funciona, terminamos por tener la peor entrega de todas las que Craig ha protagonizado... y con mucho.
La sensación de repetición, de forzada vuelta a las mismas situaciones buscando poder contarlas una vez más se impone sobre cualquier otra.
No me ha gustado "Spectre", claramente supone un retroceso con respecto a las anteriores.
Hacen falta nuevos guionistas... y quizás un nuevo Bond.
Claramente, hace falta un cambio... o corremos el riesgo de que el próximo villano de Bond sea su tío de Liverpool.
Esto, sin duda, ha sido un éxito habiendo conseguido atraer a nuevos públicos permitiendo la continuidad del personaje en los comienzos del siglo XXI.
Con Daniel Craig, Bond adquiere una dimensión de cierta profundidad y deja de ser ese poster plano de machista masculinidad definido siempre por dos parámetros esenciales del ocio de nuestra cultura occidental: el sexo y la violencia.
Al final, y como decía el viejo Fabrizio Corbera, Príncipe de Salina, en "El Gatopardo", el producto Bond lo ha cambiado todo para que todo siga igual.
No obstante, con esta nueva, larga y un poco aburrida "Spectre", el modelo Craig empieza a mostrar señales de agotamiento... o bien, de falta de creatividad por parte del nutrido equipo de SEIS guionistas implicados en el guión.
Porque si algo tiene esta "Spectre" es el irritante sabor de intentar prolongar algo que ya estaba terminado o, mejor dicho, de seguir dando vueltas en torno a un mismo árbol cuyos frutos parecen haberse agotado con un ridículo giro argumental a ese pasado que, como no podía ser de otra manera, no deja de perseguir a Bond.
En este sentido, "Spectre" carece de esa densidad argumental que aportaban las anteriores entregas, convirtiéndose en una especie de spin-off de "Skyfall", la anterior, tampoco especialmente bien resuelto.
Y lo que nos queda es el Bond de siempre sólo que convertido en un rutinario investigador de un pasado que, para desgracia de la historia, no termina de resultar ni lo suficientemente interesante ni fascinante pese a los esfuerzos del estupendo Christoph Waltz por intentar evitar que su Stavro Vlomfeld no resulte directamente ridiculo.
Si a ésto se le añade que alguna secuencia de acción, especialmente la primera, con la que tradicional y espectacularmente se abren las películas de Bond, no funciona, terminamos por tener la peor entrega de todas las que Craig ha protagonizado... y con mucho.
La sensación de repetición, de forzada vuelta a las mismas situaciones buscando poder contarlas una vez más se impone sobre cualquier otra.
No me ha gustado "Spectre", claramente supone un retroceso con respecto a las anteriores.
Hacen falta nuevos guionistas... y quizás un nuevo Bond.
Claramente, hace falta un cambio... o corremos el riesgo de que el próximo villano de Bond sea su tío de Liverpool.