LA AVENTURA DEL POSEIDÓN
El cine de catastrofes, seguramente inaugurado por esta película, es un inevitable hijo de su época.
La década de los setentas del siglo pasado fué una década de incertidumbre y crisis económica para un primer mundo que basaba su crecimiento en un producto, el petróleo, que estaba en su mayor parte controlado por declarados enemigos del estado de Israel, uno de los principales aliados de los Estados Unidos.
En su momento, el petróleo se convirtió en un arma política de presión económica contra Estados Unidos y su mundo que descubrió conceptos como paro, inflación o déficit a la gente de la calle que hasta entonces había vivido en el mejor de los mundos de la opulenta sociedad de la década de los sesentas.
En este sentido, el público norteamericano encontró en este género una suerte de verbalización visual para su angustia colectiva. No en vano, en dos películas padres de éste género como la que nos ocupa y "El coloso en llamas", la catastrofe se declara durante una fiesta (año nuevo e inauguración de un rascacielos que esconde muchos defectos y problemas) y sus protagonistas pasan de la más despreocupada alegría a tener que luchar por sus vidas en un entorno cruel que no está dispuesto a perdonarles el menor error.
Desde ese momento el género propone el desencadenamiento de una escalada de situaciones a cada cual más peligrosa que debe afrontar el grupo de personajes en su empeño casi biológico de escapar, escalada que se convierte en un body count que va mermando las filas de ese grupo en una especie de darwinismo narrativo y aleatorio en la que casi ninguno tiene la garantía de supervivencia conferida al héroe. Para muestra el destino del predicador maravillosamente interpretado por Gene Hackman obsesionado por sacar a su rebaño de las entrañas del Poseidón.
Merece la pena destacar el discurso teológico que este sacerdote pone en práctica como energía inspiradora en toda su escapada barco arriba: Dios no ayuda a quienes no se ayudan a sí mismos. Mensaje absolutamente calvinista y que sin duda debió encontrar algún tipo de eco en el inconsciente colectivo del público norteamericano, ya que en él se basa buena parte del edificio de su moral grupal:
"Reverend Frank Scott: So what resolution should we make for the new year? It's to let God know that you have the guts and the will to do it alone. Resolve to fight for yourselves, and for others, for those you love. And that part of God within you will be fighting with you all the way."
Por lo demás, por si misma y aunque haya pasado el tiempo por algunos de sus efectos especiales, "La aventura del Poseidón" es una gran película de acción contada en la clave de ritmo perfecta por su director , el británico Ronald Neame, responsable de las maravillosas "I could go on singing" y "Tunes of glory" a principio de la década de los sesentas del siglo pasado... Además de magníficamente interpretada por su elenco principal presidido por la eterna tensión entre dos grandes de la acción como Gene Hackman y Ernest Borgnine... Dos actores que siempre están bien.
Estas cualidades intrínsecas de "La aventura del Poseidón", que hacen de ella una gran película por sí misma, han hecho que sobreviva a su tiempo y a las razones extrínsecas que llevaron a su éxito para convertirse en un magnífico referente del cine de acción y quizá la mejor película dentro de su ya extinto género.