De vez en cuando me sucede.
En realidad, casi nunca, pero la brasileña "Tropa de élite" vuelve a suscitar en mi esa excepción.
De vez en cuando, no se si una película me ha gustado o no y esta es la impresión que sigo teniendo un día después de haber visto este duro y descarnado relato de la lucha quienes defienden la ley en el sólo aparentemente desordenado mundo de las favelas de Rio de Janeiro.
Desde luego, lo mejor que puedo decir de "Tropa de élite" es que resulta desasosegante y turbadora en fondo y forma. En este aspecto, la primera obra de ficción de José Padilha es de una heterodoxia total arrancando al espectador de la tranquila paz de su asiento para abismarle en un mundo extremo donde la vida no vale nada aunque haya que luchar por ella todos los días. Voces, gritos, violencia extrema, disparos, cámara en mano que salta y se mueve constantemente, rostros sudorosos, rostros desencajados, ejecuciones, brutalidades de todo tipo, ... No hay respiro y uno sale del cine con la adrenalina disparada necesitando, como cualquiera de los personajes, salir de esas emociones ya.
"Tropa de élite" consigue, como muy pocas películas, agarrar al espectador por la pechera y asomarle al nada complaciente espejo del mundo en que vivimos donde, por mucho que no queramos admitirlo, nadie es inocente.
En este sentido, "Tropa de élite" transmite de mensaje visceral, narrado en primera persona, el testimonio de un individuo, el Capitán Nascimento, implicado en primera línea en la lucha por preservar la ley y el orden. Desgastado y cansado de un trabajo interminable, casi siempre condenado al fracaso porque al día siguiente otro narco mandará en la misma favela, Nascimento sólo piensa en escapar de ese mortal y sanguinario sinsentido para estar con su mujer y su hijo no sin antes dejar un sustituto que esté a la altura de sus expectativas. Porque aunque él esté cansado, Nascimento considera que la lucha debe seguir. No es un estratega. Sólo un hombre de acción que ha llegado al límite de sus fuerzas.
Y este es el segundo aspecto que más me agrada.
Con esa impactante visceralidad (que es lo mejor de la pélícula), "Tropa de élite" abunda en el sinsentido de pelear por restablecer una ley y un orden que el propio sistema, la propia sociedad subvierte. Y lo hace con un discurso de fondo similar a la fenomenal serie "The wire". Los policías de Baltimore que protagonizan esta serie sienten la misma decepción que siente Nascimento.
Después de todo, al día siguiente y si su trabajo ha sido un éxito, volverán a tener a alguien nuevo que atrapar.
Algo no funciona y ellos están para intentar taponar los agujeros de una via de agua que crece y crece.
Como diría Rifkyn, el mercado, que no entiende de moralidad, ha penetrado todos los aspectos de lo social y esa sociedad resultante ha generado una dinámica paralela de lucro y beneficio que va más allá de lo legal. Así el policía se convierte en un tonto util condenado a un interminable trabajo condenado al fracaso, porque, y después de todo, esa propia sociedad necesita la escenificación de un orden establecido para poder seguir sosteniendo un estado de naturaleza,de lucha de todos contra todos, basado en el lucro, en obtener la mayor cantidad de ganancia posible a costa de la debilidad del otro.
"The wire" lo hace de una forma más inteligente y cerebral, "Tropa de élite" de una forma visceral y brutal, lanzando sangre, sudor y saliva sobre el espectador que preferiría ver la película de pie... pero el mensaje es el mismo.
Pero "Tropa de élite" va mucho más allá y es aquí donde curiosamente empieza el escándalo, como siempre en la anécdota y no en la esencia de una crítica social de primer orden del excesivamente mundo mercantilizado que entre todos estamos construyendo.
La historia es contada desde el punto de vista de un combatiente de primera línea, con todas las ventajas y todos los inconvenientes que esta perspectiva plantea. Principalmente, el constante riesgo de cruzar la raya que separa lo moralmente aceptable ¿el fin justifica los medios? ¿dónde está el límite? Y es aquí donde la podrida izquierda tan encantada de mirarse a un espejo que en realidad es un retrato de Dorian Gray.
En "Tropa de élite" hay tortura policial, asesinatos, violencia incontrolada por parte de las fuerzas del orden, como parte aceptada del diario mecanismo de lucha... Un chollo para desempolvar las viejas palabras de siempre como, por ejemplo, la palabra fascista.
Esta falta de perspectiva crítica no me gusta, pero tampoco me gusta ver gente con la cabeza metida en una bolsa de plástico, pugnando por un imposible respirar.
Me produce rechazo la nueva y pornográfica constatación de que el trabajo de alcantarillas existe. La victoria y la derrota no dependen de la bondad o maldad de la causa que se defienda. Descansan en la mayor o menor pericia de quienes defienden uno u otro bando. Y en este sentido, el bien puede perfectamente ser derrotado por el mal.. Por eso, quizá, el fin deba justificar los medios y el trabajo en primera línea encierre esos terribles secretos que quienes tenemos las manos limpias y disfrutamos de esa paz residencial con que "The wire" cierra su cuarta temporada no queremos conocer.
No me gusta que me lo recuerden.
Soy un hipócrita, pero el secreto existe porque también cumple una funcíón social. El secreto es una caja negra que nos devuelve, de un problema, una solución, pero cuando se descubre la salud de una sociedad descansa en interpretar a la perfección el espectáculo de la ley y el orden. Smiley lo entendería perfectamente: condenar, desde nuestra perspectiva, a aquellos que han incumplido nuestros principios de convivencia y condenar, desde la suya, a aquellos que han sido lo suficientemente descuidados como para dejar al descubierto aspectos de la intolerable e inmoral mecánica que sostiene nuestra paz perpetua.
Otra contradicción más que "Tropa de élite" en su heterodoxia muestra de forma pornográfica, casi documental... No hay condena para el Capitán Nascimento que además es un ejemplo para su tropa y quienes le sustituirán.
Pero la película no sólo muestra contradicciones sino que las encierra en si misma... y ésto es lo que también me distancia de la película.
Por un lado, y siguiendo un esquema narrativo la maravillosa "El FBI contra el imperio del crimen", "Tropa de élite" encierra un componente hagiográfico de la BOPA que se contradice con el mensaje de corrupción total... bueno... Todos son corruptos menos nosotros los de la BOPA que nos vamos dos semanas a torturar a los aspirantes para depurarlos y esto garantiza nuestra inmunidad.
Mensaje infantil que ataca la credibilidad de toda la película pudiendo reducirla a un mero pastiche de acción con componentes documentales y convirtiéndola en parte de esa escenificación de la ley y el orden que mantiene la credibilidad del sistema corrupto.
Todo está mal, pero tenemos a la BOPA que son unos héroes incorruptibles que no tienen las mismas necesidades humanas que llevan al resto de los mortales a la corrupción.
Tranquilos.
Por otro, el tratamiento que reciben los estudiantes universitarios y, por ende, cualquier discurso intelectual-sociológico estratégico que intente entender lo que sucede.
Al final, y de llegar, las soluciones definitivas nunca vendrán de parte del capitán Nascimento sino de alguno de aquellos estudiantes, llamados "porreros". La solución siempre será estratégica y no táctica, pero en el discurso de Nascimento anida, realmente, un cierto discurso extremo que anatematiza todo lo intelectual.
De una forma maniquea, el aspecto de consumidores finales de los estudiantes les invalida para aportar cualquier otro tipo de planteamientos o puntos de vista.
No me gustan nada estos dos aspectos de la personalidad de Nascimento que éste vehicula en sus palabras sin que el autor haya contextualizado sus palabras en el marco de un debate encarnado en las opiniones de otros personajes que, o bien no existen, o bien callan, cuando el gran macho alfa policial se expresa.
Y es aquí donde "Tropa de élite" se pasa de frenada en su heterodoxia incurriendo en contradicciones que me hacen dudar.
De vez en cuando me sucede.