Me ha sorprendido favorablemente este nuevo intento de franquicia que la industria cinematográfica lanza bajo el nombre de "El llanero solitario". Para mi gusto, y hasta donde recuerdo en el momento en que escribo, el mejor de los productos que Hollywood me ha vendido este verano.
Este jinete enmascarado es un heredero directo de todo un universo cinematográfico constituido por los héroes apolíneos del maniqueo mundo del westerns del cine mundo cuyo evidente mascarón de proa es Tom Mix,
El Llanero Solitario aparece en la década de los treintas en las sucursales mediáticas de radio y televisión para prolongar, de una manera más industrializada-warholaniana, la presencia de esta manera de entender el western hasta convertirlo en lo que fue: todo un icono cultural-generacional de la cultura americana de mediados del siglo XX.
Después de todo, este icono del jinete impoluto heredaba de géneros cinematográficos propios del cine mundo como el maniqueo y esquemático enfrentamiento del bien contra el mal, sin dejar el mínimo resquicio para la presencia de los grises que más tarde llegarían desde la Europa despavorida por los extremos de los ismos políticos.
En este sentido esos impolutos y nacarados jinetes encaramados en sus caballos blancos, inaccesibles al dolor o a la mancha en forma de sangre o barro y cuya figura jamás se veía demediada representaban de una manera metafórica la inaccesibilidad de la idea del bien, sus carácter intacto y especial frente a las mil y un acechanzas del mal encarnadas en las incesantes y perversas maquinaciones llevadas a cabo por los siempre oscuros villanos a los que se enfrentaban.
El Western se convertía así en una de las fuentes de las que incesantemente brotaban imágenes que sustentaban el mito de lo americano.
Es en este contexto en el que hay que entender a este jinete enmascarado, aspecto que esta película de Gore Verbinski tiene presente en la génesis del personaje, mostrándonoslo sin la máscara como un inocente fiscal que cree en la omnipotencia de la justicia en un territorio sin ley.
Pero tampoco nos chupemos las pollas demasiado, como diría el inolvidable personaje del Señor Lobo de "Pulp Fiction", "El Llanero Solitario" es sólo un producto comercial que la industrial del cine rescata, en su desesperado afán de nuevas imágenes, buceando en viejas y olvidadas imágenes del pasado.
Todo lo que hasta el momento has leído lo pone mi cabeza.
"El llanero solitario" es un producto comercial que, ´únicamente y a diferencia del resto de sus congéneres lanzados a lo largo de este verano, está sorprendentemente mejor calibrado, más afinado. Incorpora algo más de inteligencia encapsulando las cabalgadas del llanero y su fiel compañero Tonto (En el mundo hispanohablante Toro por razones obvias) dentro de otra historia que no es otra cosa que un cuento infantil contado mucho tiempo después por un matusalénico Tonto a un niño vestido como su leal compañero.
Esta capa superior inyecta a la historia un plus de emocionalidad convirtiendo ese relato en una suerte de última cabalgada de Tonto con su joven fiel compañero, manteniendo la historia en un terreno confuso entre la ensoñación y la realidad que conecta con muchas tomas de corriente emocionales dentro del sentir del público.
La infancia no es sólo Tom Sawyer, también lo es este jinete enmascarado con todo lo que ello implica de paraíso irrecuperable y definitivamente perdido, de pura melancolía de un mundo que tenía las cosas muy claras y encarnaba su sentir en toda esta serie de héroes apolíneos, que sin la menor de las dudas podían trazar la línea que separaba lo correcto de lo que no.
Seguramente, vivimos en una época en que nos empiezan a sobrar los realistas y los pragmáticos y nos empiezan a faltar los héroes apolíneos que empiecen a trazar por alguna parte esa mágica línea que separa el mal del bien. Porque aquella ha terminado borrándose de tanto ir y venir, de tanto cruzar de un lado a otro.
Pero esta es otra historia.
Sin dejar de ser un producto, "El Llanero solitario" se las ha arreglado como se las arreglan Kurosawa o Antonioni para que me la lleve a casa y ésto es un mérito que le reconozco.
Por lo demás, la fórmula de incorporar la comedia con la acción que ya le funcionó a Verbinbski con "Piratas del Caribe" sigue funcionando en esta película haciendo que en mi mente el nombre de Gore Verbinski, el director, quede subrayado para cuando tenga que hacer una lista de directores de cine comercial realmente interesantes.
En algunos momentos, como la secuencia de la persecución de los dos trenes, la película huele a puro slapstick de cine mudo... y huele muy bien.
Y por supuesto, Johnny Depp, grandioso actor, todo un maestro del disfraz y cómico a la vieja usanza, con el talento y la inteligencia suficiente para situarse por encima de estos personajes siempre esquemáticos y dotarlos de una vida superior.
Junto a él un reparto de buenos actores como Tom Wilkinson, Helena Bonham-Carter, Barry Pepper, William Fichtner o el propio -y desconocido para mi- Armie Hammer, capaces de encarnar, cuando no crear, y luego transmitir una emoción de manera veraz. Contar con buenos actores, además de con los mejores efectos especiales, es algo que Verbinsky tiene muy claro y que claramente es parte del éxito de sus películas.
Los buenos actores aportan siempre un valor diferencial.
En fin, bien.
Este jinete enmascarado es un heredero directo de todo un universo cinematográfico constituido por los héroes apolíneos del maniqueo mundo del westerns del cine mundo cuyo evidente mascarón de proa es Tom Mix,
El Llanero Solitario aparece en la década de los treintas en las sucursales mediáticas de radio y televisión para prolongar, de una manera más industrializada-warholaniana, la presencia de esta manera de entender el western hasta convertirlo en lo que fue: todo un icono cultural-generacional de la cultura americana de mediados del siglo XX.
Después de todo, este icono del jinete impoluto heredaba de géneros cinematográficos propios del cine mundo como el maniqueo y esquemático enfrentamiento del bien contra el mal, sin dejar el mínimo resquicio para la presencia de los grises que más tarde llegarían desde la Europa despavorida por los extremos de los ismos políticos.
En este sentido esos impolutos y nacarados jinetes encaramados en sus caballos blancos, inaccesibles al dolor o a la mancha en forma de sangre o barro y cuya figura jamás se veía demediada representaban de una manera metafórica la inaccesibilidad de la idea del bien, sus carácter intacto y especial frente a las mil y un acechanzas del mal encarnadas en las incesantes y perversas maquinaciones llevadas a cabo por los siempre oscuros villanos a los que se enfrentaban.
El Western se convertía así en una de las fuentes de las que incesantemente brotaban imágenes que sustentaban el mito de lo americano.
Es en este contexto en el que hay que entender a este jinete enmascarado, aspecto que esta película de Gore Verbinski tiene presente en la génesis del personaje, mostrándonoslo sin la máscara como un inocente fiscal que cree en la omnipotencia de la justicia en un territorio sin ley.
Pero tampoco nos chupemos las pollas demasiado, como diría el inolvidable personaje del Señor Lobo de "Pulp Fiction", "El Llanero Solitario" es sólo un producto comercial que la industrial del cine rescata, en su desesperado afán de nuevas imágenes, buceando en viejas y olvidadas imágenes del pasado.
Todo lo que hasta el momento has leído lo pone mi cabeza.
"El llanero solitario" es un producto comercial que, ´únicamente y a diferencia del resto de sus congéneres lanzados a lo largo de este verano, está sorprendentemente mejor calibrado, más afinado. Incorpora algo más de inteligencia encapsulando las cabalgadas del llanero y su fiel compañero Tonto (En el mundo hispanohablante Toro por razones obvias) dentro de otra historia que no es otra cosa que un cuento infantil contado mucho tiempo después por un matusalénico Tonto a un niño vestido como su leal compañero.
Esta capa superior inyecta a la historia un plus de emocionalidad convirtiendo ese relato en una suerte de última cabalgada de Tonto con su joven fiel compañero, manteniendo la historia en un terreno confuso entre la ensoñación y la realidad que conecta con muchas tomas de corriente emocionales dentro del sentir del público.
La infancia no es sólo Tom Sawyer, también lo es este jinete enmascarado con todo lo que ello implica de paraíso irrecuperable y definitivamente perdido, de pura melancolía de un mundo que tenía las cosas muy claras y encarnaba su sentir en toda esta serie de héroes apolíneos, que sin la menor de las dudas podían trazar la línea que separaba lo correcto de lo que no.
Seguramente, vivimos en una época en que nos empiezan a sobrar los realistas y los pragmáticos y nos empiezan a faltar los héroes apolíneos que empiecen a trazar por alguna parte esa mágica línea que separa el mal del bien. Porque aquella ha terminado borrándose de tanto ir y venir, de tanto cruzar de un lado a otro.
Pero esta es otra historia.
Sin dejar de ser un producto, "El Llanero solitario" se las ha arreglado como se las arreglan Kurosawa o Antonioni para que me la lleve a casa y ésto es un mérito que le reconozco.
Por lo demás, la fórmula de incorporar la comedia con la acción que ya le funcionó a Verbinbski con "Piratas del Caribe" sigue funcionando en esta película haciendo que en mi mente el nombre de Gore Verbinski, el director, quede subrayado para cuando tenga que hacer una lista de directores de cine comercial realmente interesantes.
En algunos momentos, como la secuencia de la persecución de los dos trenes, la película huele a puro slapstick de cine mudo... y huele muy bien.
Y por supuesto, Johnny Depp, grandioso actor, todo un maestro del disfraz y cómico a la vieja usanza, con el talento y la inteligencia suficiente para situarse por encima de estos personajes siempre esquemáticos y dotarlos de una vida superior.
Junto a él un reparto de buenos actores como Tom Wilkinson, Helena Bonham-Carter, Barry Pepper, William Fichtner o el propio -y desconocido para mi- Armie Hammer, capaces de encarnar, cuando no crear, y luego transmitir una emoción de manera veraz. Contar con buenos actores, además de con los mejores efectos especiales, es algo que Verbinsky tiene muy claro y que claramente es parte del éxito de sus películas.
Los buenos actores aportan siempre un valor diferencial.
En fin, bien.