A punto estuvo el régimen soviético de conseguir su objetivo de impedir la publicación de esta monumental obra literaria. En la década de los ochentas del pasado siglo, pasó el telón de acero convertido en un microfilm cuidadosamente fotografiado de un olvidado manuscrito por el físico disidente Andrei Sajarov. Posteriormente, y en Suiza, las fotografías fueron también cuidadosamente mecanografiadas y convertidas en el texto que nunca debió dejar de ser.
Y uno, cuando lee las más de mil páginas que componen esta inmensa obra épica, entiende el por qué de su prohibición... El propósito de "Vida y destino" es global. Su objetivo es contarnos desde Stalin y Hitler hasta el último de los soldados alemanes y rusos un momento crucial en el desarrollo del frente Este europeo y de la segunda guerra mundial en general: la derrota total del sexto ejército alemán en Stalingrado.
Su propósito es contarnos a través de decenas de personajes el esfuerzo de carne y sangre que supuso esta victoria, pero también relatarnos la monstruosidad del régimen al que se derrota y, lo que es más importante, la monstruosidad también del régimen vencedor encarnado en el estalinismo.
Y le principal atractivo del libro a mi entender es el punto de vista desde el que se hace, un punto de vista estrictamente humano, íntimo, emocional y profundo. Pese a su carácter total y monumental, el libro de Vassili Grossman está lleno de momentos conmovedores de enfrentamiento entre la pequeña y débil fuerza de voluntad del individuo frente a la todopoderosa capacidad de dominación de los regímenes totalitarios. Momentos en que determinados seres humanos se ven enfrentados a los crueles designios de un poder que en absoluto les tiene en cuenta como tales sino como piezas necesarias, que hay que usar, o defectuosas, que hay que retirar, dentro de una mecánica desalmada y calculadora.
La mayor parte de los personajes que aparecen en el libro de Grossman se encuentran solos ante la crueldad, la injusticia o el absurdo y luchan con desigual suerte por no verse aplastados, por mantener un cierto sentido y un determinado nivel de cordura.
Cuando el libro termina uno tiene la impresión de que, a pesar de haberse producido una victoria que llevará al Ejército Rojo hasta Berlin, hay una derrota general del ser humano, una especie de muerte global de la belleza de la que la guerra es una simple manifestación exterior, la punta del "iceberg" de algo mucho más terrible y oscuro: la aniquilación del ser humano.
Algunos de los personajes como el comisario Krímov o el científico Shtrum intentan mantener una integridad en contra de esa dinámica, pero terminan, de diferente manera, arrastrados por una fuerza que es superior a ellos y que encarna esta dinámica global de aniquilación. Ambos, personajes ejemplares en su presente y en su pasado, de repente, se convierten en impotentes víctimas de tramas de intereses palaciegos y espúreos. Ambos encarnan lo mejor de los ideales del estado soviético y, subitamente, terminan convertidos en parias obligados a traicionarse a si mismos, a pervertirse, por un sistema que no puede tolerarles en su pureza.
Mención especial merecen todos los capítulos dedicados a los campos de concentración, rebosantes de oscura belleza y en los que la presencia de esa dinámica anuladora y trituradora no necesita esconderse, resultando más que evidente la indefensión y debilidad del individuo ante instituciones dimanadas de un poder omnímodo y destinadas a dominarle, a anularle, cuando no a eliminarle fisicamente.
En general, es emocionante el modo en que algunos personajes mantienen su entereza, la capacidad de ser fieles a si mismos aun cuando fuerzas muy poderosas les empujan hacia el abismo y a uno no le queda más remedio que amarles en su granítica pureza. En este sentido, resultan muy emocionantes el modo en que Sofia Osipovna se dirige a la cámara de gas o la manera en que el comisario Krímov resiste los crueles interrogatorios en la prisión de Lubyanka. Todos resultan emocionantes en el espectáculo de la fortaleza con que enfrentan la propia debilidad de individuos sometidos a un poder omnímodo que les declara culpables.
Para Grossman, hay un derrotado y es el hombre.
Su critica al estalinismo no se realiza desde la política sino desde el máss puro humanismo filosófico.
Sobre el Stalingrado real, sobre la sangre de los héroes reales, el estalinismo edifica su propio Stalingrado con héroes a medida, adaptando el hecho real e incontrolable de la batalla a sus propias necesidades y convirtiéndolo en una pieza más dentro de su engranaje de intereses. Los comisarios políticos ajustician a los soldados, los héroes son depurados...
Así, la pequeña ciudad industrial a orillas del Don se convierte en el lugar donde un monstruo derrota a otro. Cambian las palabras y las banderas, pero las maneras desde el poder son las mismas... y aun así la mirada de poeta de Grosmann tiene tiempo para conmoverse con todas esas vidas pequeñas y hacer que nos emocionemos con todas sus pequeñas y grandes tragedias, como la de ese inolvidable soldado alemán que todas las noches cantaba opera desde su trinchera para recordarse y recordar que, además de toda aquella muerte y destrucción, también había en aquel mundo de barro y sangre un lugar para la belleza.
"Vida y destino" es un libro lleno de verdad y vida.
No es un libro cualquiera.