martes, marzo 04, 2008
domingo, marzo 02, 2008
No hay tiempo que perder,
vivamos deprisa,
que nos desborden en la boca los momentos
y nos empapen los instantes la camisa blanca,
que vestimos apresuradamente,
a medio planchar,
en el mismo quicio de la mañana,
sabiendo que ya se nos hace tarde,
mientras todo comienza de nuevo.
Muy pronto, regresaremos.
Olvidaba destacar que uno de los grandes momentos del último documental de Michael Moore es protagonizado por el viejo lider laborista Tony Benn.
Benn fue uno de los máximos representantes de la corriente más izquierdista del laborismo británico durante las décadas 70 y 80 del pasado siglo.
Hoy retirado el viejo político ofrece, desde su punto de vista, una visión crítica de nuestra sociedad actual, a mi entender, muy lúcida que se resume en esta frase:
- "Mantener a la gente sin esperanza y pesimista. Hay dos formas básicas de control de las personas: atemorizarlas y, después, desmoralizarlas. Una nación educada, saludable y confiada es más difícil de gobernar."
No me gusta el personaje que Michael Moore ha creado sobre sí mismo. Lo digo de entrada.
Me parece que en todo su trabajo hay un punto perverso en el que el problema que denuncia siempre pasa a un segundo plano, desaparece tras su enorme figura.
Michael Moore acaba haciendo que nuestra atención se dirija hacia el dedo que señala y no a la cosa señalada. Y ésto no me gusta nada y sucede también en este estremecedor documental sobre los desastres que la sanidad privada está produciendo en l sociedad norteamericana.
Al final, y tras 123 minutos de rabia, asco y pasmo, todo se reduce a Michael Moore. La película termina con él, con sus gestos, actos y actitudes.
El desastre de la sanidad norteamericana termina convirtiéndose en una excusa para que hablemos hablando de él.
No me gusta... pero es sólo una opinión.
Dicho ésto he de decir que la película sobrecoge por la intrínseca maldad de la situación que describe.
Testimonios escalofriantes de jóvenes afectados de cáncer a quienes se les ha denegado el tratamiento porque estadísticamente están fuera de los grupos y edades de riesgo o ancianos que literalmente son expulsados de los hospitales por carecer de dinero para continuar pagando su tratamiento o personas que tienen que vender todo lo que tienen para poder ser tratadados convenientemente.
La salud como negocio y los límites del mercado claramente puestos al descubierto.
Alguién tiene que cuidar de aquellos que no pueden cuidar de sí mismos. Si buscamos esa diferencia, esa actitud debería diferenciarnos claramente de los animales.
Somos seres sociales y debemos cuidamos de los nuestros cueste lo que cueste. No es una cuestión de dinero, sino de dignidad humana.
No quiere tenerla.
Deja que el tiempo se le caiga de las manos, como arena, como agua, en un consciente acto de autodestrucción.
Por lo menos le queda éso.
La libertad en el empleo de esos minutos y segundos que, después de todo y al final, se traducirán en irrecuperables latidos de su cansado corazón.
No tiene prisa.
No quiere tenerla.
Le pregunto a G. si sabe el nombre del árbitro que nos va a pitar el partido que vamos a jugar contra el Barcelona.
G. no lo sabe. No tiene una respuesta clara para mí. Lo único puede ofrecerme es su absoluta certeza de que será un auténtico hijo de puta.
Puede sonar fuerte, pero la verdad es que una las mayores diferencias que he notado entre los partidos del Real Madrid y del Atlético de Madrid es la actuación de los árbitros.
Mientras en los partidos del equipo blanco la figura del árbitro es una presencia secundaria que apenas se limita a regular el tráfico del partido con mayor o menos acierto, en los partidos del Atlético la figura del árbitro es una alargada sombra que se extiende amenazadora por todo el verde campo.
El árbitro importa mucho en los partidos del Atlético de Madrid. Puede dar, pero sobre todo puede quitar.
Hay que estar encima de él, vigilándole, anotando mentalmente en un cuaderno imaginario la invisible contabilidad de sus decisiones... una contabilidad que casi siempre arrojará un saldo deudor.
No es un capricho.
Me ha bastado un partido como el de hoy para empezar a sospechar... y éso que nos ha pitado un penalty... pero lo cierto es que su comportamiento ha sido extraño, como caprichoso. Generoso con las tarjetas para los jugadores del atlético y rácano para con los jugadores del Barcelona en situaciones que desde la grada parecían similares.
Entiendo perfectamente a G.
Quedando apenas un par de minutos para la finalización del partido y con una diferencia de dos goles en el marcador, el trencilla saca una tarjeta al portero atlético por presunta pérdida de tiempo. Corre a saltitos, como una gacela entrada en kilos, con la tarjeta en la mano, desplazando consigo la apestosa nube de no haber expulsado el jugador del Barcelona en el penalty.
Es verdad.
Algo pasa con los árbitros y el Atlético de Madrid.
El experimento continúa quemando inflexible sus fases. Hoy, el Atlético de Madrid juega contra el Barcelona en el Vicente Calderón.
Todos los indicios apuntaban a una victoria clara del equipo catalán en clara remontada de resultados y juego dentro de la liga, pero las leyes de la euclidiana física de los resultados no rigen en el Calderón. Aquí manda la sorprendente y adictiva física cuántica de lo inesperado.
En éste, más que en ningún otro partido, el Atlético tiene que ganar. Como novia chunga que es, nos lanzará el cariño de una victoria cuando ya menos lo esperamos, para continuar con su femenino juego de manipuladora violencia pasiva y conseguir la promesa de nuestro amor para siempre.
Así lo pensaba antes de que comenzara el partido, mientras subía las empinadas cuestas del Calderón acompañando a G. y a T., mucho más atléticos que yo, pero que en absoluto pensaban que semejante milagro fuera a suceder.
Había anidado en mí la fe del converso. La peor de todas, la que me hacía llegar mucho más lejos que el mejor de los atléticos en mi deseo de victoria.
El experimento estaba resultando un éxito. Firmamente creía en una victoria que terminó produciéndose de manera arrolladora pese al timorato planteamiento de Javier Aguirre. Una inexplicable estrategia que retrasaba al equipo y lo colocaba en dos filas cerca de su área dejando abandonados a su suerte a los delanteros, Forlán y Aguero.
Como casi ningún jugador del Barcelona sabe tocar la bola, lo mejor era esperarles atrás, con la defensa de mantequilla y un poco border-line que componen Pablo y Perea, y dejarles todo el campo a Iniesta, Xavi y compañía para que pudiesen pensar la mejor forma de taladrarnos el corazón con la fina aguja de sus pases.
El desastre se anunciaba y no tardó en llegar de la mano del perdido Ronaldinho que aparecío de forma fulgurante para encontrarse durante un mágico instante con un bonito gol de chilena... y sólo en el área, a mil kilómetros de cualquier camiseta rojiblanca, con el tiempo suficiente para componer su descompuesta figura y convertirse en un pasajero fantasma de temporadas pasadas.
0-1
La debacle se acercaba, pero, y por encima del desastre, se erigió la pequeña figura del "Kun" Agüero para despachar de forma pasmosa al Barcelona con dos goles, un penalty forzado y un mágico pase con el exterior.
4-1
La física cuántica de lo inesperado en el microclima épico del Calderón. El pie de Etto apenas pudo estropear el delirio.
4-2
La profecía se cumplía. El Atlético ganaba el partido que menos se esperaba que pudiera ganar. No le den más vueltas. No hay forma racional de entenderlo.
El experimento avanza. Hoy quiero más que ayer... No se lo que sentiré mañana. Lo único cierto es que no me importó demasiado que el Real Madrid consiguiera ganar en Huelva.
viernes, febrero 29, 2008
Lo reconozco.
Tengo por debilidad por el cine de Terry Gilliam. Desde "Brazil" hasta "Miedo y asco en Las Vegas" y pasando siempre por esta maravillosa película en la que los planteamientos heterodoxos de Gilliam encuentran en el magnífico guión de Richard Le Gravenesse la mejor forma de manifestarse.
En todas sus películas, Gilliam gusta de situar a todos sus personajes en entornos alargados y monumentales, enormes catedrales que arquitectónicamente caen con todo su gravedad sobre la pequeñez de los individuos que se encuentran bajo la alargada sombra de su peso. También recurre mucho a distorsionantes contrapicados que redundan en ese efecto insano y opresivo dibujando un incomparable marco para el delirio y los comportamientos descentrados de sus personajes.
En todo el cine de Gilliam hay una preferencia clara por los personajes descentrados y heterodoxos que, a su manera y como pueden, dan una respuesta diferente a esa presión arquitectónica y estructural que se cierne sobre ellos.
En Gilliam, la locura se convierte en un acto de pura humanidad. La desesperada respuesta de un individuo sometido a una incesante presión que termina por superarle. Una ruptura a las barreras que impone la racionalidad en favor de una libre carrera campo a través por la interminable pradera de la irracionalidad.
Después de todo, y en el caso de "El Rey Pescador", toda la película es una crónica de una locura anunciada, la que lleva a Jack Lucas a realizar ese acto aparentemente tan absurdo de asaltar ese castillo en la Quinta Avenida en busca del Santo Grial... un acto que en realidad resultaría absurdo si no supiéramos la historia humana que hay detrás, una historia que justifica completamente esa locura y que hace de nosotros, los espectadores que nos emocionamos con el triunfo del Rey Pescador, en una suerte de locos emocionados y silenciosos.
Todo lo demás es melodrama... que tampoco está mal.
lunes, febrero 25, 2008
domingo, febrero 24, 2008
Después de haber visto últimamente tan buen cine, tengo que confesar que esperaba un poco más de esta película que cuenta la sorprendente influencia que un congresista tejano tuvo en el final de la guerra fría.
Aunque la película tiene buenos momentos, la mayoría de ellos protagonizados por el personaje que tan ajustadamente interpreta Pehillip Seymour Hoffmann, en general no termina de prender, de agarrar, permaneciendo la mayor parte de su tiempo en un tono frío y anodino que en nada beneficia a una historia que hubiera necesitado en los ojos del narrador y del guionista buena parte de la mala leche que derrocha el personaje de Hoffmann.
En nada ayuda además, la interpretación vacía de Tom Hanks cuyo personaje carece de la intensidad y penetración que debiera tener. Hanks parece incómodo en la piel de un personaje tan libertino e inmoral. Es incapaz de dotarle de la necesaria aura de fascinación que sospecho el congresista Wilson podía tener, pareciendo echar de menos una película con Meg Ryan en algunos momentos.
De todos modos, la película no es en absoluto despreciable.
Se sigue con atención e incluso encierra en su final una tibia condena a la política de los Estados Unidos en Afganistán, aunque nada tiene que ver con los valores intrínsecos de la película si bien se añade en su final y uno tiene la sensación de haber recibido un mensaje de provecho.. que por cierto es bastante obvio si uno ha leído suficientes periódicos desde aquel entonces.
Pero ofrece mucho menos de lo que sospecho hubiera podido dar si no se hubiera optado por tratar la evidente incorrección política de Charlie Wilson y su entorno de una forma tan políticamente correcta.
¿Que habría conmovido más al verdadero Charlie Wilson? ¿El campo de refugiados con todas sus tragedias o el personaje de Julia Roberts saliendo de la piscina?
El resultado fue el mismo para los afganos, pero -creo- que los espectadores de hoy en día habríamos visto una película muy diferente.
sábado, febrero 23, 2008
viernes, febrero 22, 2008
Ya no es curioso.
Escucho las fundadas opiniones de los portavoces de los principales periódicos del país acerca del debate que han mantenido Solbes y Pizarro y ninguna se ha salido del guión. En general, todos han encontrado una buena razón para situarse en la trinchera donde se les supone estar.
La diaria pelea entre titulares y cesantes no cesa. La derecha montaraz, la izquierda irreverente y ultramontana.
Deberían verse los unos a los otros.
Con mucho, lo peor de la política española son los periodistas.
Con los políticos, como con las mujeres según decía Bukowsky, ya se sabe... Lo de los periodista estamos empezando a saberlo.
jueves, febrero 21, 2008
Empiezo a entender esa extraña e inexplicable emoción que los atléticos llaman "sentimiento atlético".
No suelo acertar, pero ésta es mi quiniela...
- Mejor película: No country for old men
- Mejor director: Los hermanos Cohen
- Mejor actor: Tommy Lee Jones o Johnny Depp (aquí me juego un doble)
- Mejor actriz: Ellen Page
- Mejor actor secundario: Javier Bardem (temo su discurso)
- Mejor actriz secundaria: Cate Blanchett
--- ¿Es que uno se puede casar con una tía?. --- Preguntó él, asombrado.
--- No sólo se puede --- Le contestó un soldado. --- sino que estamos haciendo esta guerra contra los curas para que uno se pueda casar con su propia madre."
(Cien años de soledad, Gabriel García Márquez)
¡Viva la revolución!
La mayor de las utopías... si uno le da al psicoanálisis.
JUNO
Inteligente, divertida, muy bien dialogada, emocionante y rebosante de buen rollo.
Todos estos aspectos son cualidades de las que rebosa esta película norteamericana que apuesta por una historia y por unos personajes hechos a medida de la misma.
Es el efecto especial del talento el que brilla en esta crónica de las andanzas de una adolescente que descubre que ha quedado embarazada.
Dejando de lado el brillante tono general de una película que hasta cierto punto resulta heterodoxa y diferente tanto por el planteamiento mismo de la historia como por el desarrollo de la misma, un desarrollo que cuando no es directamente divertido es emocionante, lo que más me interesa de Juno es la inteligente contraposición de dos mundos. Por un lado el optimismo y la esperanza de los que empiezan a vivir y por otro el descreimiento escéptico de los adultos que ya llevan unos cuantos años viviendo.
Y todo contemplado de una forma inteligente y positiva.
Merece la pena verla, aunque sólo sea para ver a Ellen Page interpretar su personaje de irónica adolescente viviendo día a dia el milagro de su embarazo.
El buen rollo, y alguna lágrima dulce, están asegurados.
martes, febrero 19, 2008
Lo estoy intentando.
Mis amigos G. y A. siempre han pensado que por trayectoria personal y planteamientos vitales debería ser del Atlético de Madrid y no el maldito madridista que soy. Seguramente tienen razón y por eso lo estoy intentando.
La primera lección es no ver ciertos partidos como los jugados contra el Bolton y el Athletic de Bilbao. Hay una cierta intuición atlética que te aparta de su visión para evitar sufrimientos innecesarios, una intuición que yo no tengo (el Real Madrid suele ganar muchos más partidos) y que, por carecer de él, no me impidió sentarme ante esos dos delitos futbolísticos de primer grado.
Debe doler preparar el partido durante toda la semana y luego salir al campo y que pasen esas cosas tan inexplicables: errores defensivos, expulsiones, penalties no forzados... Imagino que no lo harán a propósito.
Seguramente, en el vestuario del atleti, ese que desde la época de Jesus Gil sigue triturando grandes futbolistas y convirtiéndoles en mediocres, hay un polo energético de magia negra o algo así que ejerce su negativo influjo sobre el entendimiento de los futbolistas que lo habitan.
No se me ocurre otra explicación irracional plausible.
Si algo he aprendido es que lo racional no tiene cabida en el "sentimiento atlético". Cada partido es como una carga de la brigada ligera contra un destino que se empeña en poner las cosas difíciles cuando precisamente parece que se han puesto mejor... Por ejemplo, el equipo está jugando bien, figura en puestos de Copa de Europa y de pronto desaparece.
Una experiencia sadomasoquista en primer grado.
No team for old men.
Seguiré intentándolo.
lunes, febrero 18, 2008
domingo, febrero 17, 2008
Veo un reportaje sobre la nueva edición de ARCO y escucho cómo varios entrevistados valoran las obras que ven en función de si podrían ponerlas en su casa o no.
Y me da que pensar.
Ya no se trata de ponerlas en tu vida, porque te aportan u ofrecen el descubrimiento de una verdad trascendente, sino de ponerlas en tu casa. Que no desentonen con el resto de los objetos, puro valor simbólico, de cambio en el sistema de mis objetos, de las cosas que poseo.
Nada de valor de uso intelectual, inspirador de poderosas verdades eternas.
Un objeto más degradado al efecto de llamar la atención en el bosque de objetos que le rodean y que también buscan llamar la atención.
Reclamo y publicidad.
Puro mercado con una coartada en mayor o menor medida intelectual.
Arte disminuido a la condición de pura mercancía, para poner o para coleccionar.
Sensación, no impresión.
Opinión, no discurso.
Industria.
Palabra efímera que se pretende así porque deben existir muchas más palabras que pronunciar el año que viene.
Con una imaginería de pintura romántica, asistimos al pausado desarrollo de la perfecta metáfora de una decadencia.
La traducción se manifiesta en espacios brumosos, como paralizados en un eterno instante de dejadez.
Rodeada de abandono, aún brilla una luz que poco a poco se apaga.
Plano a plano, el espectador se acerca a ese agonizante brillar.
Llega a tiempo para escuchar de sus labios la lacónica enunciación del misterio que siempre será Kane.
Rosebud.
sábado, febrero 16, 2008
Todo un descubrimiento esta película japonesa del año 1973 que pasa por ser -y quizá lo sea- una de las mejores películas del cine japonés.
La investigación de un aparentemente vulgar asesinato conduce de una forma cuidadosa al descubrimiento de una terrible historia encerrada en el corazón del asesino.
"El castillo de arena" combina lo policial con el melodrama de una forma precisa y sabia, como si las preguntas pertenecieran a un lado y las respuestas al otro.
Y al final el propio destino es lo que uno ha sido, lo que uno es. No hay vuelta de hoja a ese respecto.
La cosa es tan sencilla o tan compleja como queramos verla, pero el melodrama siempre está ahí, en el esfuerzo de las almas que luchan, que se rebelan.
Mucho se ha escrito sobre esta brillante primera película realizada por Orson Welles, pero cada vez que la veo tengo más claro que el personaje de Kane es un trasunto del propio Welles.
Me decanto por esta escuela de pensamiento... si es que existe.
Después de todo, y como se comenta en algún momento de la película, el esfuerzo por conocer la realidad de Kane es un complejo puzzle que quizá jamás tenga resolución. Entre otras cosas, porque no hay un patrón que reproducir y sobre el que colocar las piezas.
Siempre que me acerco a "Ciudadano Kane", el sentimiento que en mayor prendida prende en mi es la sensación de que, siempre, todos somos un misterio los unos para los otros. Nos observamos, sacamos conclusiones, esperamos conductas, suponemos comportamientos, pero la sorpresa siempre existe en las relaciones humanas. Probablemente, porque los primeros en la cola de nuestro propio misterio somos nosotros mismos.
Muchas veces la identidad y la racionalidad son una esforzada muralla contra la que percute todo aquello que dejamos fuera, precisamente para poder construir un interfaz razonable, practicable para los otros... pero lo cierto es que también somos aquello que dejamos fuera y que constantemente intenta manifestarse. El psicoanálisis se construye precisamente sobre ese eterno intento de regreso, sobre sus esporádicas y extrañas manifestaciones en el trillado y medido terreno de la conciencia.
Pero esa es otra historia...
Lo importante es que en "Citizen Kane" asistimos a la investigación de un misterio, el misterio de una persona fascinante y especial a la que las fascistas llaman comunista y los comunistas, fascista.
Todos los personajes que son entrevistados por el periodista se debaten entre la frustración y la impotencia de no haber podido comprender. Charles Foster Kane será siempre como un puñado de arena que inexorablemente se les escapa de las manos.
Y por encima de todo Kane es Welles: Un heterodoxo, un superdotado que constantemente presenta a los demás el desafío de decisiones y actuaciones misteriosas e incomprensibles, un eterno misterio para sí mismo y para los demás porque -y principalmente- la materia con la que está construída su éxito social es su propio fracaso personal.
Y por encima de todo "Citizen Kane" es un sadomasoquista monumento a esa diferencia erigido a mayor gloria del propio Welles, aspecto que por cierto -creo- es una constante en todo su cine:
La reivindicación de si mismo en su diferencia.
En sus propias películas o en las de otros, Welles es una presencia que siempre se pretende brillante, genial; que siempre busca seducirnos con imágenes atractivas y heterodoxas o con interpretaciones suntuosas y "granguiñolescas".
La principal obra de Welles es su personaje cinematográfico, un diletante e inconformista genio como Kane.
La grua final sobrevolando el inmenso desierto de objetos muertos que Kane ha venido acumulando a lo largo de su vida ya terminada es también una vuelta atrás en el tiempo en busca de Rosebud, una especie de respuesta que busca un cierre emocional sobre la superficie ardiente de un trineo.
El guiño final que cierra el cuidadosamente construído círculo de nuestra propia seducción.
viernes, febrero 15, 2008
Son pocos los finos hilos que nos atan a esa ficción compartida que llamamos realidad (mientras de soslayo nos miramos desconfiados los unos a los otros deseando que no surjan heterodoxas disensiones inoportunas).
Es más. Ni siquiera sabemos cuáles.
La respuesta siempre esa posteriori.
Cuando de un preciso parpadeo se cortan en un sólo momento de absurdo.
lunes, febrero 11, 2008
domingo, febrero 10, 2008
BAND OF BROTHERS
Producida por Steven Spielberg y Tom Hanks, y sin lugar a dudas sirviéndose de toda la estructura de producción que generó la maravillosa "Saving private Ryan", "Band of brothers" es -apara mi gusto- una de las mejores series de ficción de toda la historia de la televisión.
Utilizando como soporte las estructuras simbólicas del género de hazañas bélicas que tuviera su mejor momento en la década de los 40 y 50 del siglo pasado con obras como "Sands of Iwo-Jima" (Allan Dwan) o "A walk in the sun" (Lewis Milestone), "Band of brothers" nos cuenta la historia de los hombres de la compañía Easy, perteneciente al 506 regimiento de la 101 división aerotransportada norteamericana. Desde el Dia-D hasta la toma de Berteschgaden, el refugio favorito de Hitler, los hombres de la compañía Easy vivirán de primera mano los principales hitos del frente oeste en la guerra contra los alemanes.
Los personajes que interpretan los actores son hombres de carne y hueso que al principio de cada uno de los diez capítulos aparecen para introducir las historias con su punto de vista. Es muy conmovedor comprobar cómo alguno de ellos se siguen emocionando cuarenta años después al son de determinados recuerdos.
Como si para algunas cosas el tiempo jamás pudiera pasar y permanecieran indelebles en su memoria de ancianos por encima de la riada de años vividos con posterioridad.
La intensa experiencia de la guerra les unió y quizá no haya otra verdad más potente e importante para el ser humano que el silencioso acuerdo de las almas por seguir adelante juntos y ante las pruebas que la vida va poniendo.
Al final, el carácter social del hombre le lleva a la pulsión de buscarse y encontrarse en los otros, a generar un grupo, una banda de hermanos en cuyo elemenatal calor de visceras y sangre refugiarse del frío exterior... from this day to the ending of the world.
" And Crispin Crispian shall never go by,
From this day to the ending of the world,
But we in it shall be remember;
We few, we happy few, we band of brothers;
For he to-day that sheds his blood with me
Shall be my brother; be he never so vile,
This day shall gentle his condition:
And gentlemen in England now a-bed
Shall think themselves accursed they were not here,
And hold their manhoods cheap whiles any speaks
That fought with us upon Saint Crispin's day. "
(Enrique V, Acto IV, Escena 3. William Shakespeare)
Aquel que derrame su sangre a mi lado será para siempre mi hermano.
Nada tan hermoso, pero también nada tan precario como ese lugar donde entre los otros, los iguales, encontramos una cierta paz.
"La Escuela de Francfort no niega la utilidad y la necesidad de la razón instrumental. Forma parte de la condición humana. Razonar y actuar eficazmente, inventar herramientas e instrumentos, determinar la vía más segura y más rápida con vistas al resultado, trabajar y organizar: todo eso es indispensable en un mundo que no es un paraiso. La supervivencia de la humanidad tiene ese precio. Pero la simple y pura supervivencia no basta para definir una vida verdaderamente humana. Garantizar las condiciones de la supervivencia no dice nada acerca del sentido de la vida ni de los fines de la existencia. Ahora bien, los representantes de la Escuela de Francfort comprueban que hoy en día la razón y la actividad instrumental se han extendido a tal extremo que ya no dejan espacio a otras formas de pensamiento y acción"
2
"Lo característico de la razón instrumental es que sólo versa sobre el cálculo de medios. Se trata de una delimitación sensata mientras no aspire a reducir a ella toda la razón, como si ésta sólo pudiera ocuparse legitimamente de los medios. El triunfo de la razón instrumental es peligroso porque excluye la razón de discursos y prácticas que no versan de los medios sino sobre los fines, los valores, las elecciones y las decisiones. Si se confina la razón a la cuestión de cómo realizar, ¿qué instancia definirá qué debemos realizar y por qué?"
3
"Se acepta como evidente que el desarrollo tecnológico tiene como finalidad el progreso humano y que fuera de él no hay salvación. La verdad es que en una civilización tecnológica ya no queda espacio para discutir racionalmente sobre fines y valores"
(La Escuela de Fráncfort: teoría crítica y filosofía de la comunicación)
Parece una tontería, pero el hombre ha desaparecido tras su capacidad para el progreso tecnológico. Una parte de él, la capacidad de fabricarse instrumentos y tecnologías que le permitan habitar con más confortabilidad un mundo lleno de peligros, incluso intentar dominarlo, ha eclipsado otras, las que podían dar razón del por qué, para qué o hacia dónde debe llevarnos ese progreso.
La razón instrumental no nos va a servir de nada cuando tengamos que afrontar temas como el agotamiento al que nuestro progreso tecnológico esta sometiendo al planeta o el agotamiento que las estructuras organizativas sociales subsumidas al esfuerzo productivo ciego están produciendo en el propio ser humano... Ya empezamos a tener que afrontar el problema.
La consigna es crecer y crecer, producior y producir, trabajar y trabajar, consmuir y consumir, pero cuál es el límite.
Por ahora, sigue funcionando la apelación a las indudables mejoras que el progreso tecnológico ha introducido en nuestras vidas. Es cierto que nuestras vidas están llenas de aparatos, organizaciones e instrumentos que hacen mucho más fáciles y cómodas nuestras vidas. La razón instrumental nos ha funcionado para hacernos un lugar más cómodo en el mundo, pero el debate no debe terminar ahí.
El ser humano es mucho más que la fantástica suma de objetos de los que ha sabido dotarse.
Hay preguntas que responder.
Preguntas tan difíciles como ¿cuál es el propósito o el sentido de todo ésto? o ¿hasta dónde podemos llegar en el esfuerzo de crecimiento? ¿podemos ser todos igual de ricos o debemos ser todos igual de pobres? ¿el mundo puede sostenernos? ¿es un buen sitio para el hombre el mundo que estamos construyendo?
Tenemos muchas cosas, muchos objetos, pero carecemos de grandes ideas que estructuren intelectual y mentalmente ese proceso, que le den un sentido y un lugar.
La ciencia y la tecnología no tienen respuestas para éso.
sábado, febrero 09, 2008
La figura del pistolero errante es una figura relevante dentro del altar iconográfico del western.
"Raíces profundas", dirigida por George Stevens en 1953, ha contribuido como ninguna otra en la generación de este personaje que siempre llega de ninguna parte para regresar a esa misma nada de la que un día surgió como un espectro.
En la figura de este personaje late el lado oscuro del sueño americano, que reta al individuo a dar lo mejor de sí mismo en el afán de ser el mejor, de conseguir triunfar y hacerse un lugar en el mundo.
No hay paz tampoco en el éxito.
Una vez que el pistolero consigue llegar arriba a golpes de revolver y la fama le precede, ésta se convierte en su más infatigable y cruel perseguidora. El pistolero se convierte en el rival a batir porque todos saben que derrotando al número uno se accede a ese lugar de forma natural.
La sucesión está clara.
Así, todos quieren ser el hombre que consiguió matar al hombre más rápido del territorio y la vida se convierte en un continuo e interminable duelo en el que el pistolero defiende su lugar en la cumbre... Y será cuestión de tiempo el que aparezca alguién más rápido y todo acabe con la misma rapidez con que empezó.
Así, el pistolero errante deviene como Shane en un vagabundo que escapa de su propia fama en busca de un lugar donde pueda encontrar esa paz.
Shane incluso intentará cambiar de vida en ese valle perdido donde los primeros colonos sufren las iras de los ganaderos, pero las cosas no funcionarán. Terminará comprendiendo la más triste lección de todas, que no se puede dejar de ser tan fácilmente quién es.
Seguramente, cuando era adolescente Shane soñaba con ser la pistola más rápida del territorio. Se propuso serlo y lo consiguió, pero, y como escribe Truman Capote, a veces no hay nada peor que una plegaria atendida.
Quizá ya es demasiado tarde para cambiar y Shane se encuentra definitivamente atrapado en sus propias circunstancias de modo, tiempo y lugar
"Raíces profundas" es mucho más que un western.
Una pesadillesca sombra de existencialismo arrojada sobre la inagotable luz idealista que emana del sueño americano.
Las mismas botellas que otros abrieron para saciar el insoportable dolor con el cálido aliento del encerrado licor son ahora las mismas cuyas últimas gotas él apura como si estuviera sediento.
Sabe que no se terminará nunca.
Sin ir más lejos, y de la mano de su personal e intransferible dolor nuevo de hoy, otras nuevas no tardarán en ser abiertas.
viernes, febrero 08, 2008
Tampoco estaba mal "All that jazz".
Sobre todo esta apoteósica secuencia final que escenifica en todos los sentidos la muerte del protagonista, un "alter ego" del propio Fosse que por aquel entonces ya estaba sumido en una intensa espiral vital que no tardaría en acabar con él.
Fosse ya había sufrido algún que otro problema coronario y el genial coreógrafo se encontraba en una encrucijada. Su cuerpo ya no podía seguirle en un brutal ritmo vital y profesional. De esa asumida angustia y de una decisión tomada de continuar adelante hasta donde su cuerpo le llevase, surge "All that jazz" con todo su poder de desesperado nihilismo.
Joe Gideon: To be on the wire is life. The rest is waiting.
Gideon como Fosse decide seguir.
No quiere sentarse a esperar entre medicinas y médicos, prefiere hacer que las cosas le sucedan y una de esas cosas que llegarán será su propia muerte encarnada en esa apoteósis de música y baile.
No debe ser tan terrible morirse si la gente que te quiere está ahí para aplaudirte, Ben Vereen está ahi para bailar y animar el cotarro, la banda sabe tocar y la muerte te sonríe al final del tunel... o, al menos, éso era lo Fosse creía.
"Al menos ya no tendré que mentirte nunca más", le dice Joe Gideon en la apoteósis de la despedida a su pareja.
Joe Gideon: [Joe is dying] Hey, at least I won't have to lie to you any more.
El brutal nihilismo de "All that jazz" se hace hermoso en un par de brillantes segundos que revelan la magia del cine en toda su intensidad.
Fosse era también un autor y, a su entender, el espectáculo estaba terminando para él. Y nadie mejor que el genio de Fosse para saber cómo hacer que una obra termine... Ese glorioso baile de Ben Vereen y sus dos orgánicas birmettes es un buen comienzo.
Muchas cosas tiene en su contra este último trabajo del checo-americano Milos Forman y, a mi entender, la principal de ellas es no estar en absoluto a la altura de su muy ambicioso propósito.
En "Los fantasmas de Goya" el protagonista no es el pintor, sino los seres que habitan sus cuadros. El objetivo es situar al autor en su época y entre sus personajes para convertirlo en un progresivamente desesperanzado espectador de su destino.
De alguna parte han tenido que salir las brutales imágenes que pueblan los cuadros del pintor aragonés. Cuando no enteras, sí fragmentos, oscuros destellos, que la mente del creador pueda combinar para producir sus obras maestras.
El asunto de la película es intentar mostrar a esos fantasmas existiendo justo en el momento en que con su presencia inquietante debieran dejar la necesaria huella en la mente del pintor.
El problema es que las buenas intenciones no culminan en unos hechos que lleguén a mostrarlas en todo su teórico interés.
La posible fuerza de la película se diluye en el transcurrir de una historia muy previsible y también demasiado ambiciosa por querer también convertirse en el retrato de una época, una historia que quizá hubiera necesitado de un punto de vista más concentrado y exhaustivo a la hora de construir el guión.
Los fantasmas debieran haber sido lo primero.
Nuestros ojos debieran haber asistido al espectáculo de su materialización ante los ojos del pintor.
Los cuadros o fragmentos de los cuadros debieran haber desfilado ante nuestra mirada espectadora como piezas de un puzzle que el genial aragonés más adelante debiera componer.
Este hubiera sido el atractivo poder de una pélícula que por contra y tímidamente se queda a demasiado camino de muchas cosas. Y los fantasmas terminan por palidecer con la misma intensidad con que se desvanece la imagen del propio Goya, todos perdidos en un relato que no se sabe muy bien qué es lo que quiere contar.
Una pena.
jueves, febrero 07, 2008
(Leído en Mondo Brutto)
M-A-R-A-V-I-L-L-O-S-O
Ni Jack Kerouac en sus mejores momentos de escritura automática.
Dios bendiga este virus que me ha hecho perder cuatro kilos, pero que me ha permitido volver a ver Band of Brothers en toda su emocionante inmensidad.
La compañía Easy como metáfora de la amistad me mantiene alucinadamente despierto, ahogándome una y otra vez en todo el mar de sugerencias maravillosas que encierra.
Por encima de todo, "Rumble Fish" es un lírico y nihilista canto sobre la adolescencia entendida, no como una necesaria etapa en la vida, sino como una forma de ser, de entender aquella.
Declararse eternamente adolescente quizá sea una forma extrema de rebeldía, una trágica batalla perdida de antemano contra el tiempo, una locura tan loca como pretender controlar los azares de la vida y construir un proyecto de estar en el mundo.... Pero, algo especial tiene ese momento. Según dicen los científicos, y conforme nos vamos haciendo mayores, los recuerdos más vívidos son precisamente ésos, los de esa época en que todas las cosas nos pasan por primera vez.
Allí terminamos quedándonos pensemos lo que pensemos, digamos lo que digamos, hagamos lo que hagamos... Y una tarde, mojando una magdalena en el café, nos descubrimos sintiendo qué es mucho más real el sabor de cualquiera de aquellos recuerdos que el inmediato y presente sabor de la magdalena.
En este sentido, el Chico de la Motocicleta que reina eternamente en ese barrio de ninguna parte donde sucede Rumble Fish es una suerte de oscuro Peter Pan que aguarda con triste tranquilidad el castigo por su osadía de rebelarse contra el tiempo.
Y cualquiera que lleve leyendo este blog un cierto tiempo ya sabrá que para mi en ese aspecto de rebeldía reside lo esencialmente humano.
Los animales nacen, crecen, se reproducen, envejecen... En cada momento de su vida hacen lo que se supone que deben hacer, pero sólo el hombre guiado por los fantasmas, dioses y demonios que habitan su conciencia decide saltarse esa cadena y decidir quedarse a luchar contra el tiempo y la propia naturaleza en alguna colina perdida de su vida.
Se llama locura y es el ámbito más propio del hombre. En la mitología griega los seres humanos debían aceptar el precario dictado de unos dioses también demasiado humanos (como Nieztsche escribía), pero a veces unos pocos se negaban a aceptarlo... y sólo aquellos recalcitrantes que se revelaban eran tenidos por héroes.
Por eso el Chico de la Motocicleta debe reinar siempre... para recordarnos quiénes somos y, lo que es más importante, la locura que siempre podríamos ser.
Como bien dice el personaje que interpreta Dennis Hopper en la película:
"Father:Every now and then, a person comes along, has a different view of the world than does the usual person. It doesn't make them crazy. I mean... an acute perception, man... that doesn't, that doesn't make you crazy.
Rusty James: Could you talk normal?
Father: However sometimes... it can drive you crazy, acute perception. "
Así, y como un Icaro cuyas alas se derriten por el frio calor de los neones de la ciudad que le vió ser lo único que es, el Chico de la Motocicleta es un cansado heterodoxo que duda de la propia verdad del camino que ha seguido. Sus espaldas se quiebran por el peso de la propia leyenda en que se ha convertido, que duda lleno de tristeza (otra gran cualidad intrínseca al ser humano) y que no quiere ser el cliché de nadie.
Lo que queda de su vida se ha convertido en un silencioso diálogo con el propio fracaso que, para su desgracia, solo él puede escuchar.
Y todo antes de desvanecerse en la nada a la que, por mucho que nos cueste asumirlo, pertenece y pertenecemos.
Maravilloso personaje.
Maravillosa película.
lunes, febrero 04, 2008
domingo, febrero 03, 2008
PARTIDAZO
El partido ya prometía desde el día anterior.
El entrenador neozelandés del equipo galés había hecho un planteamiento testosterónico. Nada de pizarras ni de sistemas. Pura fuerza bruta contra el equipo de la rosa.
La más perfecta y descarnada invocación del flamente y embarrado espíritu de la épica. Una invocación que surtió efecto de una forma pasmosa porque ayer la épica estuvo presente en Twickenham vestida con los colores rojos de Gales.
En la primera parte, la potente y guapa Inglaterra pasó por encima de los galeses cuyo ataque apenas existió limitándose a contener como mejor pudo a un equipo lleno de músculo y capaz de un rugby muy versatil (juego al pie, a la mano, drops, ....).
La delantera galesa se las vió y se las deseó para contener una y otra vez los poderosos ataques de su contrincante y el partido tenía toda la pinta de convertirse en un paseo triunfal para el equipo de la rosa... pero los dragones aguantaron al filo del abismo marchándose con un resultado de 16-6 que, y a la vista del juego exhibido por los ingleses, pudo haber sido mucho peor.
Nadie esperaba nada de la segunda parte... salvo el equipo galés cuya delantera exhibió un talante diferente, casi enloquecido, lanzándose a muerte contra el muro inglés y consiguiendo derribarlo en una remontada histórica.
Nada de táctica, nada de estrategia.
Inexplicablemente la delantera inglesa fue desfondándose ante los continuos embates galeses y por si ésto fuera poco los jugadores de su defensa cometieron un par o tres de errores críticos (el fallo de Balshaw en el despeje fue el peor de todos) que pusieron a los dragones muy arriba en el marcador. Errores en su mayoría forzados por el entusiasmo de los dragones cuyos jugadores siempre estaban lo suficientemente cerca como para salir beneficiados.
2o años llevaban los galeses sin ganar en Inglaterra y terminaban haciendolo con un 19-26 en el marcador. 3-2o en el parcial de la segunda parte.
Inglaterra se borró del partido, quizá se creyeron un miserable equipo de fútbol y se pensaron que ya lo tenían todo hecho, pero ante ellos tenían un auténtico y puro equipo de rugby que les dió una lección de sangre y sudor.
Estas derrotas hacen daño y los ingleses deberían hacerselo mirar.
EN EL VALLE DE ELAH
Una llamada telefónica cambiará la vida del veterano de guerra Hank Deerfield (Tommy Lee Jones). Su hijo Mike, también soldado, no se ha presentado en su unidad cuando debía hacerlo.
La investigación de Deerfield en busca de su hijo se convertirá para éste en un descenso a los infiernos del nihilismo y la aniquilación moral del individuo producida por la guerra que pondrá a prueba las firmes creencias de aquel.
"En el valle de Elah" es una película intensa y emocionante que se sigue en todo momento con interés.
Deerfield es un representante sociológico de la américa de las convicciones profundas en su propio credo de democracia y libertad. El progresivo descubrimiento de la verdad que se esconde tras la desaparición de su hijo irá prendiendo en su convencido ánimo de acero un profundo sentimiento de duda y culpa.
En un determinado momento, Deerfield le cuenta al hijo de la detective Sanders (Charlize Theron) la historia del enfrentamiento de David contra Goliath en el valle de Elah. Allí, el enorme Goliath se lanzó contra el pequeño David dispuesto a destrozarle.
David aguantó. Afrontó ese demonio el tiempo suficiente como para lanzarle una piedra y abrirle la cabeza.
El nuevo demonio que Deerfield deberá afrontar será el de su hijo enbrutecido y animalizado por la guerra, convertido en un desconocido para su propio padre, un David destrozado en lo más profundo por el Goliath de la guerra
Será entonces cuando para Deerfield cobren sentido aquellas desesperadas llamadas telefónicas desde Irak.
Será entonces cuando se introduzca la palabra "miedo" en ese relato del enfrentamiento de David contra Goliath, la intra-historia de esa bíblica hazaña bélica que Deerfield jamás ha contado a sus propios hijos enviando a ambos entre las ensangrentadas fauces del monstruo de la guerra.
Pero será ya demasiado tarde.
Para Deerfield, ahora sólo resta la amarga culpa de no haber dicho toda la verdad, de haber repetido las mismas cosas que a él mismo le dijeron cuando marchó a la guerra de Vietnam.
Porque la verdad que no se cuenta siempre está allí, esperando en el valle de Elah a todos los que alegremente descienden sus laderas con la cabeza llena de grandes palabras.
Nada es gratis en la vida.
Magnífica película.
sábado, febrero 02, 2008
(La Escuela de Fráncfort: Teoría crítica y filosofía de la comunicación. Gilbert Hottois)
(La escuela de frankfurt: teoría crítica y filosofía de la comunicación. Gilbert Hottois)
miércoles, enero 30, 2008
UNA MENTE MARAVILLOSA
Siempre me resulta placentera la visión de esta maravillosa y emocionante historia de superación personal.
La prodigiosa mente de Nash era capaz de ver sentido incluso allá donde no existía. Del mismo modo que descubre para el Pentágono la clave numérica que delata a una operación soviética de espionaje, también es capaz de percibir sentido en la combinación de palabras y letras de los periódicos y revistas.
Esa es la raíz de su locura.
En el cielo estrellado su inteligencia le permite descubrir la forma de una paraguas o de un pulpo. Y en cierto sentido, una hoja escrita se asemeja a ese cielo estrellado. Encierra formas, sentidos, que Nash descubre y asocia a incesantes conspiraciones soviéticas.
Cada letra es un punto de luz susceptible de ser conectado con otros. Es el grado cero del sentido. Donde todo es susceptible de significar cualquier cosa.
La mente de Nash se convierte así en una incontrolable máquina generadora de relatos, de significados que acaban apoderándose del propio creador con su aplastante lógica descubierta. Y en la inconsciente fuente generadora de ese sentido subyace la irracionalidad de todos los traumas y miedos de un ser diferente en un mundo de iguales.
Como a veces sucede a los héroes de las historias de siempre, su principal poder se convierte en su principal debilidad. Pero Nash, haciendo gala de esa heroica condición, consigue superar esas circunstancias utilizando su propia mente.
Primero, comprendiendo que la niña no puede ser real porque no envejece.
Finalmente, ignorando a esos fantasmas. Convirtiéndose en un loco para sus propias alucinaciones que le seguirán de por vida sin dar crédito.
Maravillosa mente la de Nash.
Ante el logro de conseguir que los demonios te persigan asombrados y en silencio, todas sus teorías palidecen y se desvanecen en el cielo.
domingo, enero 27, 2008
Todo un descubrimiento este western rodado en el años 2005 sobre un guión del cantante Nick Cave en los desiertos del interior de Australia.
De una forma intensa y excesiva, entran en colisión un capitan de policía británico (Ray Winstone) que quiere llevar la civilización a las salvajes tierras del interior y una familia de tres hermanos forajidos, uno de cuyos integrantes (Guy Pearce) recibirá por parte del capitán la propuesta de salvar la vida del hermano más joven a cambio de la vida del peligroso hermano mayor (Danny Huston).
A partir de ahí, "La promesa" se constituye en un relato descarnado y brutal, donde la violencia excesiva campa a sus anchas. Una historia asfixiante y sin ninguna concesión, que sucede bajo la onmipotente luz de un sol que todo lo consume.
Ante un inmenso atardecer, Arthur Burns (Danny Huston) le comenta a su hermano que ya piensa en matarle que allí, donde están, termina todo. No puede haber nada más hacia delante. Han ido demasiado lejos. Han llegado al final del mundo.
Este diálogo me parece clave a la hora de entender esta historia que, contra todo riesgo, se mueve en el filo de la navaja de muchos límites.
La civilización queda muy lejos, a miles de kilómetros a sus espaldas. Allí, entre la tierra quemada y la hierba seca, sólo quedan hombres a solas con sus propios demonios, los mismos que les han llevado tan lejos.