CIUDADANO KANEMucho se ha escrito sobre esta brillante primera película realizada por Orson Welles, pero cada vez que la veo tengo más claro que el personaje de Kane es un trasunto del propio Welles.
Me decanto por esta escuela de pensamiento... si es que existe.
Después de todo, y como se comenta en algún momento de la película, el esfuerzo por conocer la realidad de Kane es un complejo puzzle que quizá jamás tenga resolución. Entre otras cosas, porque no hay un patrón que reproducir y sobre el que colocar las piezas.
Siempre que me acerco a "Ciudadano Kane", el sentimiento que en mayor prendida prende en mi es la sensación de que, siempre, todos somos un misterio los unos para los otros. Nos observamos, sacamos conclusiones, esperamos conductas, suponemos comportamientos, pero la sorpresa siempre existe en las relaciones humanas. Probablemente, porque los primeros en la cola de nuestro propio misterio somos nosotros mismos.
Muchas veces la identidad y la racionalidad son una esforzada muralla contra la que percute todo aquello que dejamos fuera, precisamente para poder construir un interfaz razonable, practicable para los otros... pero lo cierto es que también somos aquello que dejamos fuera y que constantemente intenta manifestarse. El psicoanálisis se construye precisamente sobre ese eterno intento de regreso, sobre sus esporádicas y extrañas manifestaciones en el trillado y medido terreno de la conciencia.
Pero esa es otra historia...
Lo importante es que en "Citizen Kane" asistimos a la investigación de un misterio, el misterio de una persona fascinante y especial a la que las fascistas llaman comunista y los comunistas, fascista.
Todos los personajes que son entrevistados por el periodista se debaten entre la frustración y la impotencia de no haber podido comprender. Charles Foster Kane será siempre como un puñado de arena que inexorablemente se les escapa de las manos.
Y por encima de todo Kane es Welles: Un heterodoxo, un superdotado que constantemente presenta a los demás el desafío de decisiones y actuaciones misteriosas e incomprensibles, un eterno misterio para sí mismo y para los demás porque -y principalmente- la materia con la que está construída su éxito social es su propio fracaso personal.
Y por encima de todo "Citizen Kane" es un sadomasoquista monumento a esa diferencia erigido a mayor gloria del propio Welles, aspecto que por cierto -creo- es una constante en todo su cine:
La reivindicación de si mismo en su diferencia.
En sus propias películas o en las de otros, Welles es una presencia que siempre se pretende brillante, genial; que siempre busca seducirnos con imágenes atractivas y heterodoxas o con interpretaciones suntuosas y "granguiñolescas".
La principal obra de Welles es su personaje cinematográfico, un diletante e inconformista genio como Kane.
La grua final sobrevolando el inmenso desierto de objetos muertos que Kane ha venido acumulando a lo largo de su vida ya terminada es también una vuelta atrás en el tiempo en busca de Rosebud, una especie de respuesta que busca un cierre emocional sobre la superficie ardiente de un trineo.
El guiño final que cierra el cuidadosamente construído círculo de nuestra propia seducción.