THE BASEBALLS
Umbrella...
viernes, agosto 05, 2011
jueves, agosto 04, 2011
"Este es el punto en el que adquiere todo su sentido económico e ideológico la psicofuncionalidad que acabamos de analizar. El cuerpo hace vender. La belleza hace vender. El erotismo hace vender. Y esta no es la menor de las razones que, en última instancia, orientan todo el proceso histórico de «liberación del cuerpo». Aquí hay cuerpos, como en la fuerza laboral, cuerpos que deben ser «liberados, emancipados» para poder ser explotados racionalmente con fines productivos. Del mismo modo en que es necesario hacer participar la libre determinación y la libertad individual del trabajador para que la fuerza laboral pueda transformarse en demanda salarial y valor de intercambio, es necesario que el individuo pueda redescubrir su cuerpo e investirlo narcisistamente —principio formal del placer— para que la fuerza del deseo pueda transformarse en demanda de objetos/signos manipulables racionalmente. Es necesario que el individuo se tome a sí mismo como objeto, como el más bello de los objetos, como el más precioso material de intercambio, para que pueda instituirse, en el nivel del cuerpo deconstruido, de la sexualidad deconstruida, un proceso económico de rentabilidad.
(La sociedad de consumo: sus mitos, sus estructuras. Jean Baudrillard)
(La sociedad de consumo: sus mitos, sus estructuras. Jean Baudrillard)
miércoles, agosto 03, 2011
LA DOCTRINA DEL SHOCK
Después de dirigir la más que estimable y desapercibida "Génova", un drama familiar intimista con el desarraigo como agente acelerante, el camaleónico Michael Winterbottom se centró en un documental de denuncia del neoliberalismo basado en el libro homónimo de Naomí Klein.
El documental indaga en la sórdida historia de los esfuerzos por imponer el capitalismo salvaje y aborda la figura de Milton Friedman, gran figura de la escuela monetarista de Chicago y principal suministrador de la coartada teórica de la que se ha valido esta forma brutal de gestión de la economía para imponerse a lo largo de los años.
Uno de los principales puntos de la película es el hecho incontrovertible de que el sistema económico que propone la economía monetarista genera sociedades desiguales en las que el dinero se concentra en pocas manos y la distancia entre ricos y pobres crece. Las sociedades monetaristas instauran una suerte de darwinismo económico en el que el fuerte lo tiene todo mientras que el débil debe conformarse con las migajas. Se instaura una mentira estadística de riqueza macroeconómica que oculta una microrealidad desigual y conflictiva.
Y ante esa realidad Friedman se enfrenta de un modo teórico, casi fascista, que pide cuentas a la realidad frente a la pureza cristalina de una teoría confortable en su abstracción autoexplicativa. Friedman siempre practicaba una huida hacia delante que achacaba las contradicciones a la no existencia de un modelo neoliberal 100% puro. Reclamaba más veneno convencido siempre de estar en la verdad, convertido en un fundamentalista ayatollah de su propio pensamiento.
Y la crisis global que todavía vivimos mucho tiene que ver con todos esos hijos de Friedman que confunden realidad con teoría y reclaman libre mercado olvidando que el ser humano no es una máquina utilitarista sino un animal cuyos instintos no siempre son fáciles de someter.
Para los monetaristas el egoismo individual, la persecución del propio beneficio, genera el bienestar colectivo. Recuerdan esa mano invisible de la que hablaba Adam Smith, pero olvidan que otro gran economista clásico como fue David Ricardo en absoluto estaba de acuerdo con ese idealismo de Smith y consideraba la posibilidad de intervención de los mercados... precisamente porque estaban constituidos por seres humanos y del mismo modo que había policías en las calles también debería haber algún tipo de control en los mercados, un espacio especialmente abonado para esa avaricia que rompe el saco y que nos está llevando a todos por ese agujero convertido en sumidero.
También olvidan que el pensamiento de Smith se cierra con un pequeño librito llamado "Teoría de los sentimientos morales" en el que el escocés desarrolla y profundiza en ese concepto de mano invisible haciéndolo no precisamente en una dirección que a Friedman y a sus hijos les parecería aceptable. Para Smith no hay sociedad posible sin empatía, sin la capacidad psicológica de ponerse en el lugar del otro. Y uno tiene la impresión de que el hombre ideal de Smith podría dejar de ganar dinero por juzgar que está ganando demasiado, por valorar que está comprometiendo de forma innecesaria la situación de otros o por considerar que puede estar perjudicando ganancias futuras.
Planteamientos y actitudes morales de este calado son los que hacen posible la existencia de esa mano invisible. Cada individuo, desde la cordura racional, es el garante de la propia riqueza pero también de la de los otros.
Planteamientos que seguro provocarían carcajadas en esos atildados ejecutivos de Merryll Lynch que ya van por la cuarta casa de campo en Staten Island y que pronuncian con enorme seriedad y concentración los mantras de esta gran mentira de nuestro tiempo que es el liberalismo, pura y absoluta coartada para que lo peor de los instintos del ser humano tengan lugar.
Sólo esa brutal ignorancia animal, casi siempre revestida del celofán de la más exquisita de las educaciones, explica la triunfante existencia de individuos que aspiran a disfrutar de su enorme riqueza en burbujas de bienestar aisladas de un mundo esquilmado y deprimido.
Se trata del pasmoso espectáculo pornográfico de la falta de racionalidad de una ideología que precisamente se vanagloria de lo contrario, una ideología que nunca ha sido otra cosa que la coartada para que el animal económico campe por sus respetos, un Jeckyll que ha conseguido convencer a Hyde de que no debe ser controlado.
La realidad es el enriquecimiento irresponsable a cualquier precio.
Todo esto y más en un interesante documental que Winterbottom rueda con su habitual maestría.
Imprescindible.
Después de dirigir la más que estimable y desapercibida "Génova", un drama familiar intimista con el desarraigo como agente acelerante, el camaleónico Michael Winterbottom se centró en un documental de denuncia del neoliberalismo basado en el libro homónimo de Naomí Klein.
El documental indaga en la sórdida historia de los esfuerzos por imponer el capitalismo salvaje y aborda la figura de Milton Friedman, gran figura de la escuela monetarista de Chicago y principal suministrador de la coartada teórica de la que se ha valido esta forma brutal de gestión de la economía para imponerse a lo largo de los años.
Uno de los principales puntos de la película es el hecho incontrovertible de que el sistema económico que propone la economía monetarista genera sociedades desiguales en las que el dinero se concentra en pocas manos y la distancia entre ricos y pobres crece. Las sociedades monetaristas instauran una suerte de darwinismo económico en el que el fuerte lo tiene todo mientras que el débil debe conformarse con las migajas. Se instaura una mentira estadística de riqueza macroeconómica que oculta una microrealidad desigual y conflictiva.
Y ante esa realidad Friedman se enfrenta de un modo teórico, casi fascista, que pide cuentas a la realidad frente a la pureza cristalina de una teoría confortable en su abstracción autoexplicativa. Friedman siempre practicaba una huida hacia delante que achacaba las contradicciones a la no existencia de un modelo neoliberal 100% puro. Reclamaba más veneno convencido siempre de estar en la verdad, convertido en un fundamentalista ayatollah de su propio pensamiento.
Y la crisis global que todavía vivimos mucho tiene que ver con todos esos hijos de Friedman que confunden realidad con teoría y reclaman libre mercado olvidando que el ser humano no es una máquina utilitarista sino un animal cuyos instintos no siempre son fáciles de someter.
Para los monetaristas el egoismo individual, la persecución del propio beneficio, genera el bienestar colectivo. Recuerdan esa mano invisible de la que hablaba Adam Smith, pero olvidan que otro gran economista clásico como fue David Ricardo en absoluto estaba de acuerdo con ese idealismo de Smith y consideraba la posibilidad de intervención de los mercados... precisamente porque estaban constituidos por seres humanos y del mismo modo que había policías en las calles también debería haber algún tipo de control en los mercados, un espacio especialmente abonado para esa avaricia que rompe el saco y que nos está llevando a todos por ese agujero convertido en sumidero.
También olvidan que el pensamiento de Smith se cierra con un pequeño librito llamado "Teoría de los sentimientos morales" en el que el escocés desarrolla y profundiza en ese concepto de mano invisible haciéndolo no precisamente en una dirección que a Friedman y a sus hijos les parecería aceptable. Para Smith no hay sociedad posible sin empatía, sin la capacidad psicológica de ponerse en el lugar del otro. Y uno tiene la impresión de que el hombre ideal de Smith podría dejar de ganar dinero por juzgar que está ganando demasiado, por valorar que está comprometiendo de forma innecesaria la situación de otros o por considerar que puede estar perjudicando ganancias futuras.
Planteamientos y actitudes morales de este calado son los que hacen posible la existencia de esa mano invisible. Cada individuo, desde la cordura racional, es el garante de la propia riqueza pero también de la de los otros.
Planteamientos que seguro provocarían carcajadas en esos atildados ejecutivos de Merryll Lynch que ya van por la cuarta casa de campo en Staten Island y que pronuncian con enorme seriedad y concentración los mantras de esta gran mentira de nuestro tiempo que es el liberalismo, pura y absoluta coartada para que lo peor de los instintos del ser humano tengan lugar.
Sólo esa brutal ignorancia animal, casi siempre revestida del celofán de la más exquisita de las educaciones, explica la triunfante existencia de individuos que aspiran a disfrutar de su enorme riqueza en burbujas de bienestar aisladas de un mundo esquilmado y deprimido.
Se trata del pasmoso espectáculo pornográfico de la falta de racionalidad de una ideología que precisamente se vanagloria de lo contrario, una ideología que nunca ha sido otra cosa que la coartada para que el animal económico campe por sus respetos, un Jeckyll que ha conseguido convencer a Hyde de que no debe ser controlado.
La realidad es el enriquecimiento irresponsable a cualquier precio.
Todo esto y más en un interesante documental que Winterbottom rueda con su habitual maestría.
Imprescindible.
martes, agosto 02, 2011
"En cambio, llamamos «Emboscado» a quien, privado de patria por el gran proceso y transformado por él en un individuo aislado, acaba viéndose entregado al aniquilamiento. Este destino podría ser el destino de muchos y aun el de todos — no es posible dejar de añadir, por lo tanto, una precisión y ésta consiste en lo siguiente: el emboscado está decidido a ofrecer resistencia y se propone llevar adelante la lucha; una lucha que acaso carezca de perspectivas. Un emboscado es, pues, quien posee una relación originaria con la libertad. Vista en el plano temporal, esa relación se exterioriza en el hecho de que el emboscado piensa oponerse al automatismo y piensa no sacar la consecuencia ética de éste, a saber, el fatalismo."
(La emboscadura. Ernst Jünger)
(La emboscadura. Ernst Jünger)
sábado, julio 30, 2011
ENTRE LOS MUROS
Tiene un punto de película bélica "Entre los muros".
Con un planteamiento y desarrollo sencillos, la película nos cuenta la lucha diaria de un profesor de lengua francesa con su variopinto universo de alumnos, todos de distinta procedencia pero que comparten una clara actitud de desencanto con la escuela y lo que representa.
Y este es el principal atractivo de esta estupenda película del francés Laurent Cantet, "Entre los muros" nos muestra el día a día en el frente de la guerra contra el desencanto que los jóvenes sienten con una escuela que es su principal y única experiencia den una estructura social que les somete a una dinámica de desesperanza y carencia de expectativas.
En este sentido, la figura del profesor Marin -y la del resto de profesores- se convierte en una suerte de figura dramática que se debate sin demasiadas ayudas entre una realidad de desesperanza y un ideal de institución educativa destinada a la producción de personas que esa misma realidad con sus inclemencias y servidumbres se empeña en desmentir.
El resultado es la impotencia ante el drama de cada vida de alumno que se queda en el camino, que se pierde hundida bajo el inmenso peso de una diaria conspiración de circunstancias.
Merece la pena ver "Entre los muros".
miércoles, julio 27, 2011
martes, julio 26, 2011
BEGINNERS
Pasado y futuro conviven de forma armónica en "Beginners" para componer un relato lineal, lleno de interés en el que Oliver, su protagonista, encuentra el impulso necesario para apostar una vez más por la ilusión.
El pasado es la relación que Oliver mantiene con su padre, interpretado por un magnífico Christopher Plummer; un padre que a sus casi ochenta años tiene el valor de volver a empezar dando una última verdad a lo que cree que es la verdad de sí mismo aceptando su homosexualidad y empezando una nueva vida que no durará demasiado. Sobre la base del fascinado recuerdo de ese ejemplo, Oliver establecerá un diálogo consigo mismo que le servirá para enfrentar de manera constructiva la posibilidad de una nueva relación sentimental.
Seguramente, las inquietudes que se presentan no sean del todo originales, pero lo importante es la manera en que"Beginners" nos lo cuenta. La crisis existencial de Oliver es presentada en un tono imaginativo, entre agriducle y naif que seduce con una simpleza casi infantil mientras aborda temas hondos como el envejecimiento, el aislamiento, la soledad o el miedo al compromiso.
Y en este sentido, "Beginners" opta por la ilusión, por la esperanza, por la capacidad de entusiasmo ante una vida concebida como una aventura llena de eventos hermosos e irrepetibles pareciendo contada por un narrador que claramente ha tomado partido por esa opción que se presenta en la historia.
Interesante.
lunes, julio 25, 2011
Puede sentir cómo el tiempo
le atraviesa el cuerpo vestido de brisa.
La corriente de los instantes pasando,
desgastando su ser de manera inexorable
y todas esas cosas que sangran tanta palabra vana.
Incluso se imagina con desgana como una de esas rocas
que, pese a su firmeza, el viento erosiona, desgasta
justo cuando el sol roza la línea del horizonte
en su impecable y silencioso descenso
sobre la reflectante superficie casi sólida
del inmenso y desmemoriado oceano en calma.
le atraviesa el cuerpo vestido de brisa.
La corriente de los instantes pasando,
desgastando su ser de manera inexorable
y todas esas cosas que sangran tanta palabra vana.
Incluso se imagina con desgana como una de esas rocas
que, pese a su firmeza, el viento erosiona, desgasta
justo cuando el sol roza la línea del horizonte
en su impecable y silencioso descenso
sobre la reflectante superficie casi sólida
del inmenso y desmemoriado oceano en calma.
"Lo que Letelier no podía saber entonces era que Chile bajo el gobierno de la Escuela de Chicago ofrecía un avance del futuro de la economía global, una pauta que se repetiría una y otra vez, de Rusia a Sudáfrica y a Argentina: una burbuja urbana de especulación frenética y contabilidad
dudosa que generaba enormes beneficios y un frenético consumismo, y rodeada por fábricas fantasmagóricas e infraestructuras en desintegración de un pasado de desarrollo; aproximadamente la mitad de la población excluida completamente de la economía; corrupción y amiguismo fuera de control; aniquilación de las empresas públicas grandes y medianas; un enorme trasvase de riqueza del sector público al privado, seguido de un enorme trasvase de deudas privadas a manos públicas. En Chile, si estabas fuera de la burbuja de riqueza, el milagro se parecía a la Gran Depresión, pero dentro de su caparazón estanco los beneficios fluían tan libre y rápidamente que el dinero fácil que las reformas estilo terapia de shock hace posible se ha convertido desde entonces en la cocaína de los mercados financieros. Y es por eso por lo que el mundo financiero no respondió a las obvias contradicciones del experimento chileno reevaluando las premisas básicas del laissez-faire. En lugar de ello, reaccionó como reacciona un drogadicto: se preguntó dónde conseguir la siguiente dosis."
(La doctrina del shock. Naomi Klein)
dudosa que generaba enormes beneficios y un frenético consumismo, y rodeada por fábricas fantasmagóricas e infraestructuras en desintegración de un pasado de desarrollo; aproximadamente la mitad de la población excluida completamente de la economía; corrupción y amiguismo fuera de control; aniquilación de las empresas públicas grandes y medianas; un enorme trasvase de riqueza del sector público al privado, seguido de un enorme trasvase de deudas privadas a manos públicas. En Chile, si estabas fuera de la burbuja de riqueza, el milagro se parecía a la Gran Depresión, pero dentro de su caparazón estanco los beneficios fluían tan libre y rápidamente que el dinero fácil que las reformas estilo terapia de shock hace posible se ha convertido desde entonces en la cocaína de los mercados financieros. Y es por eso por lo que el mundo financiero no respondió a las obvias contradicciones del experimento chileno reevaluando las premisas básicas del laissez-faire. En lugar de ello, reaccionó como reacciona un drogadicto: se preguntó dónde conseguir la siguiente dosis."
(La doctrina del shock. Naomi Klein)
CIUDAD DE VIDA Y MUERTE
Antes de atacar Pearl Harbor en 1941 y enfrentarse a los Estados Unidos abriendo, el imperialismo japonés desarrolló un expansionismo agresivo hacia Oriente ocupando China y Manchuria en los últimos años de la década de los treintas. Allí llegó a tener casi dos millones de soldados ocupados, incluso cuando los Estados Unidos les acorralaban y derrotaban expulsándoles de una isla del Pacífico detrás de otra.
Los chinos no guardan un buen recuerdo de aquella época y buena parte de la animadversión que sienten por los japoneses viene de entonces, un momento en el que fueron víctimas de un auténtico genocidio en el que los nipones exterminaron a alrededor de diez millones de chinos.
"Ciudad de vida y muerte" sucede en uno de los puntos nodales de aquella guerra genocida de ocupación, en la masacre de Nanking sucedida en diciembre de 1937.
"Ciudad de vida y muerte" es una película coral que narra sin concesiones, con gran dureza y dramatismo los acontecimientos que sucedieron tras la ocupación de la ciudad.
Rodada en un poderoso blanco y negro y con los medios de una superproducción, "Ciudad de vida y muerte" consigue el milagro de que sean los rostros y las miradas quienes protagonicen la historia... o mejor dicho las historias de muerte y dramatismo que afectan a todos los personajes. Por increíble que parezca "Ciudad de vida y muerte" descansa en las expresiones de los personajes.
Los rostros no se pierden en la masa, en el alto nivel del acontecimiento histórico y de ahí, de la importancia del sentir, la película extrae toda su fuerza, una fuerza inmensa que no deja indiferente al espectador ante el bestial espectáculo de la masacre indiscriminada.
Y uno cree poder ver el tremendo y ponzoñoso daño que esa brutal destrucción de cuerpos y vidas ejerce sobre el ser y estar de quienes lo viven, especialmente en el maravilloso personaje que es el soldado japonés Kadokawa cuya mirada pura, poco a poco corrompida por los horrores que ve, casi protagoniza la historia -especialmente el final de la misma-.
Obra maestra.
domingo, julio 24, 2011
Magnífico post en "Mi mesa cojea".
Camps y la banalidad del mal...
"En el ensayo, Arendt sostiene que Eichmann jamás se planteó que sus acciones eran terribles porque, en aquel contexto, no lo eran. Aquello estaba bien. Era lo que había que hacer, lo que todo el mundo hacía. Era su trabajo, y él lo llevó a cabo –en esto insistió mucho durante la vista– con extrema diligencia.
En base a lo que vio y escuchó en el juicio, Arendt llegó a la conclusión de que la mayor parte de la gente obraría igual en una situación semejante. A ese fenómeno, a esa capacidad individual para prescindir de la moral cuando la sociedad prescinde de ella la llamó “banalidad del mal”. En otras palabras: todos somos capaces de las más crueles acciones si el contexto nos abriga.
Este concepto fue –es– enormemente polémico, ya que implica que la mayor parte de quienes colaboraron en la Solución Final no eran monstruos. No más que tú o yo. El monstruo era la sociedad."
(Leer más)
Camps y la banalidad del mal...
"En el ensayo, Arendt sostiene que Eichmann jamás se planteó que sus acciones eran terribles porque, en aquel contexto, no lo eran. Aquello estaba bien. Era lo que había que hacer, lo que todo el mundo hacía. Era su trabajo, y él lo llevó a cabo –en esto insistió mucho durante la vista– con extrema diligencia.
En base a lo que vio y escuchó en el juicio, Arendt llegó a la conclusión de que la mayor parte de la gente obraría igual en una situación semejante. A ese fenómeno, a esa capacidad individual para prescindir de la moral cuando la sociedad prescinde de ella la llamó “banalidad del mal”. En otras palabras: todos somos capaces de las más crueles acciones si el contexto nos abriga.
Este concepto fue –es– enormemente polémico, ya que implica que la mayor parte de quienes colaboraron en la Solución Final no eran monstruos. No más que tú o yo. El monstruo era la sociedad."
(Leer más)
"Pero, lo esencial es que esa reinvestidura narcisista, orquestada como mística de la liberación y del logro personal, en realidad, siempre es simultáneamente una inversión que tiende a ser eficaz, competitiva, económica. El cuerpo así «reapropiado» lo es de entrada en función de objetivos «capitalistas»: en otras palabras, si se lo inviste, si se invierte en él, es para hacerlo fructificar. Esa reapropiación del cuerpo no se hace atendiendo a las finalidades autónomas del sujeto, sino siguiendo un principio normativo de goce y de rentabilidad hedonista. Según una obligación de instrumentalidad directamente evaluada de acuerdo con el código y las normas de una sociedad de producción \ de consumo dirigido. Por decirlo de otro modo: uno administra su cuerpo, lo acondiciona como un patrimonio, lo manipula como uno de los múltiples significantes del estatus social."
(La sociedad de consumo: sus mitos, sus estructuras. Jean Baudrillard)
(La sociedad de consumo: sus mitos, sus estructuras. Jean Baudrillard)
ARRÁSTRAME AL INFIERNO
Del olimpo de las superproducciones hollywoodienses y con los deberes hechos, Sam Raimi regresa a sus raíces de sangre y sustos con ésta más que estimable "Arrastrame al infierno".
Una ambiciosa empleada de una entidad bancaria verá su vida complicada con las poderosas fuerzas de lo oculto al negar una ampliación de hipoteca a una vieja gitana. La terrible maldición de la Lamia, una fuerza maligna que devora almas y las arrastra al infierno, la perseguirá de manera inflexible haciendo de su vida el eterno infierno que potencialmente la amenaza.
Asi, la película no cuenta otra cosa que los esfuerzos de la protagonista por escapar de la maldición que se cierne inflexible sobre ella. Una historia sin mayores pretensiones que permite a Raimi su talento casi Hitchcockiano para narra historias aparentemente increíbles desde la verosimilitud.
Raimi siempre ha sido un director muy dotado, seguramente infravalorado por la falta de pretensiones del territorio cinematográfico extremo en el que se encuentra a gusto, pero aquí está "Arrástrame al infierno" para dar prueba de ese talento una vez más.
"Arrastrame al infierno" es un producto entretenido, sin pretensiones, que, pese a lo sumario y simple de su argumento, mantiene en todo momento la atención del espectador, llevándole de susto en susto, de asco en asco, hasta un previsible final cuya evidencia sólo el talento de Raimi consigue revalorizar.
Entretenida.
WIN WIN
Un abogado de Nueva Jersey, interpretado por Paul Giamatti, se encuentra al borde la ruina. Para evitarla, decide convertirse en tutor de un anciano para el que ha sido incapaz de encontrar un familiar que pueda hacerse cargo de él. Pero, y enseguida, aparecerá Alex, el nieto del anciano, para complicarle las cosas... y más adelante, facilitárselas, puesto que, por casualidades del destino, Alex es una promesa de la lucha libre y puede integrarse en el fracasado equipo que entrena el abogado para hacerles mejorar.
En lo que, creo, debiera ser una escena clave de la película el abogado pregunta a Alex por cómo se siente siendo el mejor y supongo que la película intenta desarrollar un discurso del éxito y el fracaso, tan afín al ideal sueño americano, con el pie a tierra de la vida cotidiana que habitan los distintos personajes de la película.
A lo largo de la misma, el espectador asiste a una suerte de dinámica de grupo en la que los personajes se esfuerzan -o no- por lidiar con una serie de situaciones que complican sus vidas en busca de la solución más satisfactoria, de ese "ganar" que aparece presente por dos veces en el titulo de la película.
Y al final se llegará a un acuerdo que establecerá una situación de equilibrio en la que todos parecen ganar un poco.
Todo eso está muy bien, pero la película resulta demasiado fría, carente de fuerza, resultando en algún momento anecdótica e inane, lo que hace que la película no termine de llegar y se quede en alguna parte, a medio camino entre la pantalla y el espectador.
"Win win" no llega a funcionar del todo insertándose como un ladrillo más en el cada vez más sospechoso muro de esa cosa llamada cine independiente americano, quizá principalmente independiente de esa oscura realidad de la vida norteamericana que aspira a mostrar.
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