La sovietización del bienestar: cuando la ficción aspiracional sustituye a la realidad
La dieta perfecta, la felicidad permanente, la autooptimización infinita. Todo ello forma hoy una ficción aspiracional que no describe la vida real. Igual que en la URSS tardía, nuestra sociedad mantiene un discurso desconectado de las condiciones materiales. Y para entenderlo, hay que volver a Yurchak.
En el artículo anterior usé la alimentación saludable como ejemplo de una paradoja evidente: se exige a la población un estilo de vida que sus condiciones materiales no permiten. La dieta sana, la productividad infinita, la felicidad permanente, la resiliencia emocional… todo ese discurso suena cada vez más general, más insistente y más desconectado de la realidad.
Pero ese ejemplo no era el tema: era un síntoma.
La cuestión de fondo es otra: nuestro discurso público se ha convertido en una ficción que ya no describe la vida real, del mismo modo que ocurrió en la URSS tardía.
Y para entenderlo hay que volver a Alexei Yurchak.
1. ¿Qué descubrió Yurchak en la URSS tardía?
En Everything Was Forever, Until It Was No More, Yurchak describe un fenómeno que sirve para entender no solo a la URSS, sino a cualquier sociedad en decadencia discursiva:
- La forma del discurso se vuelve obligatoria. Las consignas, rituales y la retórica oficial deben mantenerse.
- El contenido deja de importar. Puede ser falso o absurdo; la forma persiste igual.
- El sistema sobrevive gracias a la ficción performativa. La gente sigue repitiendo el discurso “como si” fuera verdad.
- La vida real se desplaza fuera del sistema. Yurchak lo llama vnesistema: la vida material se organiza al margen.
En esa fase, la sociedad no colapsa porque la gente crea, sino porque nadie se toma el discurso en serio pero todos lo reproducen.
Ese mecanismo, hoy, lo estamos repitiendo.
2. El capitalismo tardío ha privatizado la ficción
En la URSS la ficción la producía el Estado.
En la sociedad digital, la produce un ecosistema mucho más eficaz:
- influencers,
- coaches de bienestar,
- gurús de productividad,
- medios,
- marcas,
- plataformas,
- algoritmos.
Ya no es “creed en el socialismo”, sino “creed en vosotros mismos”.
Pero la estructura es la misma: la forma (autooptimización) domina sobre el contenido (vida real).
Y el discurso aspiracional es obligatorio y omnipresente:
- Come sano.
- Sé disciplinado.
- Gestiona tu estrés.
- Mejora tu cuerpo.
- No pongas excusas.
Es la versión neoliberal del performative shift.
3. La dieta sana es solo un ejemplo de la ficción general
Comer sano es difícil para millones, pero no por falta de información:
- salarios reales estancados,
- precios disparados,
- pobreza estructural,
- tiempo libre insuficiente,
- barrios saturados de comida barata.
Sin embargo, la ficción sigue repitiéndose: “solo tienes que organizarte mejor”.
No se trata de salud: se trata de reproducir un ideal aspiracional.
Lo mismo ocurre con:
- la productividad,
- la disciplina emocional,
- el fitness,
- el emprendimiento,
- la autoexplotación convertida en virtud.
4. El emprendimiento como ficción obligatoria
La consigna es conocida:
- Crea tu proyecto.
- Sé tu propio jefe.
- Monetiza tu pasión.
La realidad:
- el 80% de los negocios cierra en cinco años,
- la mayoría carece de capital, red o colchón,
- la “libertad” es precariedad disfrazada.
Pero la forma se mantiene. Igual que en la URSS.
5. Los nuevos comisarios políticos: influencers, marcas y algoritmos
Hoy los comisarios del capitalismo son digitales:
- influencers con vidas irreales,
- creadores que monetizan la ansiedad,
- algoritmos que amplifican la ficción.
No necesitan ideología formal: necesitan estética, deseo y repetición.
“Una vida perfecta es posible. Si tú no la tienes, el problema eres tú.”
6. ¿Por qué es correcto hablar de sovietización?
- La forma es estable, el contenido colapsa: URSS, abundancia imaginaria; Occidente, bienestar imaginario.
- La ficción es obligatoria: allí rituales; aquí productividad, felicidad, autooptimización.
- La vida real ocurre fuera del discurso: allí *vnesistema*; aquí precariedad y ansiedad.
- El fracaso sistémico se convierte en culpa individual.
- El sistema se mantiene por inercia, no por creencia.
7. España como espejo material de la ficción
Los datos son claros:
- salarios reales estancados,
- inflación alimentaria que golpea más abajo,
- precariedad estructural,
- pobreza de tiempo,
- burnout generalizado.
La ficción aspiracional exige una vida que la mayoría no puede sostener.
Cuando la forma ya no puede contener la realidad, la ficción empieza a romperse: ese es el colapso semiótico del que hablaba Yurchak.
Conclusión: todo era para siempre, hasta que dejó de serlo
La URSS tardía no cayó porque la economía colapsara, sino porque su discurso dejó de funcionar incluso como ritual.
Hoy, la ficción del bienestar vive una tensión similar:
- la forma se intensifica,
- el contenido se degrada,
- la culpa se privatiza,
- la realidad se vuelve innegable.
Eso es sovietización: sostener un ideal que la vida ya no puede acompañar.
La pregunta no es si el bienestar es real, sino cuánto tiempo puede seguir funcionando la ficción.
Y, como toda ficción performativa: todo era para siempre… hasta que dejó de serlo.


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