Oro al alza, dólar bajo sospecha
El fin del refugio perfecto
Durante décadas, el dólar ha sido algo más que una moneda: ha sido la garantía última del sistema financiero mundial. Cuando todo fallaba, se corría al dólar y a los bonos del Tesoro. Ese automatismo parece haberse resquebrajado. El oro marca máximos históricos en un contexto que debería favorecer al dólar, y los bancos centrales —especialmente los emergentes— acumulan reservas del metal a ritmos que no se veían desde la Guerra Fría.
¿Estamos ante una fuga del dólar?
No.
Lo que está ocurriendo es más preciso: el dólar ha dejado de ser un refugio perfecto.
No hablamos de colapso, sino de pérdida de invulnerabilidad.
1. El oro sube, pero no porque el dólar caiga
Un colapso real del dólar mostraría señales claras:
- desplome en la demanda de Treasuries,
- caída sostenida del dólar en mercados de divisas,
- sustitución operativa por otra moneda global.
Nada de eso está ocurriendo.
El dólar sigue siendo la columna vertebral del sistema: domina pagos internacionales, deuda, liquidez y comercio. No existe un sustituto funcional. El yuan no es plenamente convertible; el euro carece de unión fiscal; los BRICS no tienen moneda común.
Entonces, ¿cómo se explica que el oro suba si los Treasuries siguen siendo comprados?
Una frase basta para resolver la contradicción:
Los Treasuries se compran porque siguen siendo el activo más líquido del mundo; el oro se acumula porque la confianza absoluta en Estados Unidos ya no existe.
La compra de uno no invalida la compra del otro. Indica que el sistema combina funcionalidad (dólar) con cobertura estructural (oro).
El oro es el seguro.
El dólar sigue siendo la infraestructura.
2. Esto es cíclico, pero esta vez el ciclo deja cicatrices
Hasta aquí, todo podría parecer un patrón clásico: miedo, refugio, ciclo.
Pero hay un cambio histórico importante que confirma que esta vez no es solo ruido:
Después de cada ciclo de miedo, los bancos centrales ya no venden oro. Lo mantienen. Y luego compran más.
En los años 80, 90 y 2000, el patrón era claro: pasada la turbulencia, se deshacía el oro y se recompraban Treasuries.
Desde 2022, el patrón se ha invertido con una claridad incómoda:
- En 2022, los bancos centrales compraron unas 1.082 toneladas de oro, el mayor volumen anual en décadas.
- En 2023, añadieron 1.037 toneladas más, apenas por debajo del récord del año anterior.
- En 2024, volvieron a superar las 1.000 toneladas, con alrededor de 1.045 toneladas adicionales.
Son más de 3.000 toneladas en tres años, y no en manos especulativas, sino en los balances de bancos centrales.
China es el caso más visible: en 2023 añadió en torno a 225 toneladas a sus reservas oficiales, su mayor incremento anual en al menos cuatro décadas. Polonia, Turquía, India y varios bancos centrales de Asia Central han seguido trayectorias similares, reforzando sus reservas de forma consistente.
Este detalle es decisivo. Indica que el oro ha dejado de ser puramente táctico.
A la vez, los factores cíclicos siguen presentes —tipos reales a la baja, expectativas sobre la Fed, episodios de debilidad táctica del dólar—, pero ahora operan sobre un terreno más frágil, donde la confianza estructural ya no es infinita.
Cada ciclo deja una grieta.
Cada grieta se convierte en hábito defensivo.
3. El papel del dólar cambia: no desaparece, pero pierde invulnerabilidad
El sistema global no puede funcionar sin dólares.
Y seguirá siendo así durante mucho tiempo.
Pero el mundo ha dejado de asumir que el dólar es políticamente neutral.
Tres factores explican este punto:
1) Weaponization del dólar
El uso del dólar como herramienta de política exterior se ha intensificado dramáticamente desde 2014.
Después de la anexión de Crimea, Estados Unidos y sus aliados empezaron a utilizar el sistema SWIFT y el acceso al dólar como arma sancionatoria. El proceso se aceleró tras la invasión de Ucrania en 2022:
- Rusia fue excluida parcialmente del sistema SWIFT;
- se congelaron en torno a 300.000 millones de dólares en activos del Banco Central de Rusia;
- las sanciones secundarias amenazaron a entidades de terceros países que intermediaran con Rusia usando el dólar.
El mensaje fue claro: el acceso al dólar no es un derecho, es un privilegio revocable.
Esta weaponization no afecta solo a adversarios geopolíticos. También genera incertidumbre entre aliados:
- ¿Podría Arabia Saudita sufrir sanciones si su política energética diverge de Washington?
- ¿Podría India ser penalizada por mantener relaciones comerciales con Rusia?
- ¿Hasta qué punto el dólar es una herramienta económica y hasta qué punto es un instrumento de control político?
El resultado es predecible: los bancos centrales que pueden diversificar, diversifican.
No es paranoia. Es gestión de riesgo soberano.
2) Riesgo fiscal estadounidense
La deuda federal estadounidense supera ya los 30 billones de dólares y se dirige hacia cifras cada vez más difíciles de gestionar sin tensiones políticas ni monetarias. El servicio de la deuda se ha disparado con los tipos de interés más altos y empieza a competir en tamaño con partidas presupuesto clave como defensa.
No estamos ante una quiebra inminente, pero sí ante un riesgo estructural que ya nadie serio puede ignorar: sostener una deuda creciente con tipos reales bajos tensiona la credibilidad de la moneda a largo plazo.
Los Treasuries siguen siendo seguros en términos de liquidez y riesgo de impago formal.
Pero existe un riesgo creciente de dilución: la pérdida sostenida de poder adquisitivo del dólar con el paso del tiempo.
3) Diversificación prudente
Los datos de reservas oficiales muestran una tendencia suave, pero clara:
- La cuota del dólar en las reservas globales estaba en torno al 59 % en 2020.
- A finales de 2024, se situaba alrededor del 58 %, tras episodios intermedios de descenso algo más acusado.
No es un desplome. Es una erosión lenta, con ligeras fases de recuperación, sobre una tendencia de fondo descendente desde finales de los años noventa.
Mientras tanto, el oro ha ganado peso en las reservas globales, y otras divisas —como el euro, el yuan o algunas monedas menores— han ido captando pequeñas porciones adicionales. Ninguna de ellas es todavía una alternativa sistémica, pero todas apuntan a la misma dirección: menos dependencia absoluta del dólar.
No se abandona al dólar.
Pero ya no se deposita en él la fe incondicional del pasado.
4. El oro como termómetro, no como alternativa
El oro no sustituye al dólar.
No sirve para pagar comercio internacional, ni financiar déficits, ni mover liquidez global.
Pero mide algo fundamental: el grado de confianza en el emisor hegemónico.
Cuando la confianza es total, el oro baja.
Cuando la confianza se resquebraja, el oro sube.
Cuando la confianza deja de ser incuestionable, el oro marca récords.
Ese es el punto exacto en el que estamos: confianza parcial.
No es fuga, pero sí vigilancia.
El oro no compite con el dólar en funcionalidad. Pero cuando rompe máximos en términos nominales y reales, lo que señala no es miedo transitorio: es recalibración estructural.
5. El comienzo de una decadencia: cuando el dólar deja de ser incuestionable
Lo que estamos viendo no es la caída del dólar.
Pero sí el inicio visible de una fase histórica distinta: la desaparición de la confianza absoluta.
Las hegemonías no comienzan a caer con sustituciones abruptas.
Empiezan a caer cuando sus aliados dejan de asumir que son eternas.
Hoy vemos:
- compras persistentes de oro incluso en periodos de calma,
- reducciones lentas pero constantes del peso del dólar en reservas,
- búsqueda de alternativas de pago fuera de la órbita estadounidense (CIPS, acuerdos en monedas locales),
- desconfianza creciente en la sostenibilidad fiscal a largo plazo.
Ninguno de estos factores destruye la hegemonía.
Pero todos minan la fe.
El dólar sigue en el centro, pero el mundo ya no gira ciegamente a su alrededor.
Ese es el primer síntoma de cualquier decadencia prolongada: no un derrumbe, sino una vigilancia permanente.
La historia ofrece pistas. La libra esterlina mantuvo su estatus durante décadas después del inicio del declive británico. La transición al dólar tomó desde 1914 hasta aproximadamente 1950.
En un mundo más interconectado, esa transición podría ser más rápida.
O más lenta, si no emerge un sustituto creíble.
Lo relevante no es la velocidad, sino el punto de inflexión:
hemos pasado de la confianza incuestionable a la vigilancia activa.
6. ¿Qué invalidaría esta tesis?
Tres señales claras:
- Que los bancos centrales vendieran oro en periodos de estabilidad, lo que indicaría que su acumulación no era estructural.
- Que la cuota del dólar en reservas globales repuntara de forma sostenida (volviendo de manera estable hacia el entorno del 59 % o más durante varios trimestres).
- Que China, India y los BRICS volvieran a aumentar masivamente su exposición a Treasuries.
Mientras estos indicadores no se cumplan simultáneamente, la lectura dominante sigue siendo la actual: pérdida de invulnerabilidad, no colapso.
Conclusión: no es el fin del dólar. Es el fin del dólar perfecto.
El repunte del oro no anuncia un mundo post-dólar.
Anuncia un mundo donde los actores globales ya no depositan en Estados Unidos la confianza absoluta que depositaron durante décadas.
El dólar sigue mandando.
Pero ha dejado de ser indiscutible.
El oro no reemplaza al dólar.
Lo vigila.
Una pregunta final queda abierta:
¿Durante cuánto tiempo puede funcionar un sistema cuando todos lo usan por necesidad, no por convicción?
La respuesta determinará si estamos ante una transición gradual o ante el preludio de algo más abrupto.
Bibliografía
- World Gold Council (2024) — Central Bank Gold Reserves Survey 2024
- IMF COFER Database (Q4 2023, actualizaciones 2024) — Currency Composition of Official Foreign Exchange Reserves
- Bloomberg (15 abril 2024) — “Central Banks Buy Most Gold Since 1967 as Diversification Accelerates”
- J.P. Morgan Private Bank (marzo 2024) — Dollar Diversification: Why Now?
- Congressional Budget Office (febrero 2024) — The 2024 Long-Term Budget Outlook
- AP News (enero 2025) — “La deuda de Estados Unidos alcanza los 38 billones de dólares”
- Financial Times (8 marzo 2024) — “Weaponisation of the dollar: how sanctions are reshaping global finance”
- Bladex Economic Research (2024) — El oro no encuentra techo, pero la hegemonía del dólar no está en riesgo
- ADVFN (2024) — “La demanda de oro por parte de los bancos centrales se duplica y lleva los precios a niveles récord”



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