El falso milagro económico del franquismo

El mito económico del franquismo: propaganda, nostalgia y falsificación histórica

Cada 20 de noviembre resurge la misma narrativa: Franco modernizó España y sentó las bases del bienestar. La memoria selectiva convierte propaganda en historia. Pero los datos cuentan otra cosa.

Hoy es 20 de noviembre, una fecha que reactiva discursos, nostalgias y relatos simplificados sobre el pasado reciente de España. Basta escuchar algunas de las afirmaciones que circulan estos días para entender que la memoria es una cualidad frágil: no reproduce, sino que reorganiza; no conserva, sino que selecciona; y, con demasiada frecuencia, convierte el pasado en un relato hecho a medida de las necesidades del presente.

Como han mostrado autores como Maurice Halbwachs o Tony Judt, la memoria colectiva no es un archivo: es una construcción cultural que cada época reescribe según sus urgencias políticas y emocionales. Por eso los mitos sobreviven: porque dan certezas donde los hechos resultan incómodos.

En este contexto reaparece un mensaje insistente: que Franco tomó una España pobre y devastada y la convirtió en una “octava potencia mundial”, creadora de vivienda social, industria fuerte y derechos sociales.

Es un relato simple, emocional y falso. Y se desmonta en cuanto se mira la evidencia.

1. Autarquía: dos décadas de hambre, atraso y estancamiento

El franquismo no sacó a España del atraso: la hundió más. Tras la Guerra Civil, la economía quedó atrapada en un modelo autárquico que generó escasez crónica, inflación, racionamiento, improductividad y monopolios ineficientes.

España no recuperó el PIB per cápita de 1935 hasta 1954–1955. Veinte años perdidos solo para volver al punto de partida.

Mientras Europa vivía su mayor expansión económica, España permanecía aislada y empobrecida. La autarquía destruyó capacidad productiva y profundizó el atraso relativo.

2. El Plan de Estabilización de 1959: evitar el aislamiento definitivo

A finales de los 50, España estaba en bancarrota técnica: sin divisas, sin competitividad y sin capacidad de importar tecnología. La autarquía había agotado el país.

La salida fue el Plan de Estabilización de 1959, diseñado bajo supervisión del FMI y la OECE.

Lo que hizo realmente el Plan

  • Rompió con la autarquía: liberalización, disciplina presupuestaria, apertura exterior, control de la inflación.
  • Permitió acceder a financiación internacional: el “peaje” para recibir créditos del FMI y del Banco Mundial.
  • Abrió la economía a los motores del crecimiento: remesas, turismo, inversión extranjera, importaciones tecnológicas.
  • Evitó quedar fuera del boom europeo: permitió a España engancharse —dos décadas tarde— al ciclo de crecimiento occidental.

El llamado “milagro español” no fue franquista: fue un rebote provocado por abandonar el modelo franquista.

3. La “octava potencia mundial”: el engaño estadístico

La propaganda repite que España llegó a ser la octava economía del mundo. El truco es simple: se usa el PIB total, que crece con la población, no con el bienestar.

El indicador que importa —PIB per cápita— muestra lo contrario:

  • En 1975, el español medio tenía aprox. el 60% de la renta del francés.
  • Italia tenía un nivel de vida superior pese a un PIB total menor.
  • Alemania Occidental duplicaba la riqueza individual española.

Comparar tamaños agregados sin medir bienestar es propaganda, no análisis.

4. Vivienda franquista: cantidad sí, calidad no

Es cierto que entre 1960 y 1975 se construyeron millones de viviendas. Pero la mayoría eran promoción privada protegida, no vivienda pública moderna.

  • Se levantaron deprisa, sin urbanismo digno ni servicios adecuados.
  • Surgieron para contener la migración rural y evitar conflicto social.
  • Funcionaron como mecanismos de control espacial y político.

Los polígonos periféricos del tardofranquismo —hacinados, deficitarios y mal urbanizados— lo muestran con claridad.

5. Industria franquista: volumen sin modernidad

Aunque la industria llegó a un tercio del PIB, su estructura era débil:

  • Empresas estatales deficitarias (INI, ENSIDESA, SEAT).
  • Productividad industrial aprox. la mitad de la alemana en 1975.
  • Dependencia tecnológica y escasa innovación.
  • Gasto en I+D prácticamente inexistente.

La reconversión industrial en democracia fue dura porque la industria heredada era obsoleta y sobredimensionada. El declive industrial no es un fenómeno español: es global.

6. Derechos sociales: no existían como tales

El franquismo no creó un Estado del bienestar. Construyó un sistema corporativo:

  • Prestaciones ligadas al empleo y a la obediencia política.
  • Sindicato Vertical que impedía la negociación libre.
  • Cobertura limitada y no universal.
  • Asistencia social usada como propaganda falangista.

La universalización real llegó con la democracia, especialmente con la Ley General de Sanidad de 1986.

7. Cómo se fabrica el mito

El mito económico del franquismo se sostiene sobre cuatro distorsiones:

  • Usar indicadores agregados para ocultar pobreza individual.
  • Idealizar políticas improvisadas como grandes logros.
  • Confundir volumen industrial con modernidad.
  • Apropiarse del bienestar democrático para proyectarlo hacia atrás.

Es un relato político, no histórico.