La división de poderes: un mito político tan poderoso como el mito del mercado
Lo que se presenta como un pilar de la democracia —la división de poderes— ha sido, en realidad, un dispositivo para mantener intacto el orden social y económico. Detrás de su apariencia neutral, el poder judicial actúa como guardián de límites que la voluntad popular no puede cruzar. Pocas ideas han tenido tanta fuerza en la construcción del mundo político moderno como la división de poderes. Desde que Montesquieu formuló su célebre teoría en El espíritu de las leyes (1748), hemos aprendido a verla como el corazón mismo de la democracia liberal: el mecanismo que impide el abuso del poder, protege la libertad y garantiza el equilibrio entre las instituciones del Estado. Se nos enseña que dividir el poder es un acto de neutralidad, una garantía universal contra la tiranía. Pero ¿y si no lo fuera? ¿Y si, más allá de su apariencia técnica y su lenguaje jurídico, la división de poderes fuera, en realidad, otro mito fundador del orden burgués , tan ideológicamente cargado como la idea del...