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Mostrando las entradas etiquetadas como Identidad

La insoportable gravedad del Este: Kaja Kallas como síntoma

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La pesadumbre histórica del Este convertida en brújula política y militar de Occidente. El nacionalismo báltico no es un fenómeno reciente ni un capricho político: es el legado de un territorio moldeado por la inestabilidad y el miedo. Kaja Kallas expresa esa tradición con una pureza casi quirúrgica, y la OTAN ha decidido convertirla en brújula estratégica. El resultado: una alianza nuclear pilotada por los traumas de sus miembros más inquietos. En el Este de Europa las fronteras nunca han sido líneas, sino heridas. Movidas, partidas, borradas, rehechas una y otra vez según el imperio de turno. Esa inestabilidad dejó una huella política compartida: nacionalismos inseguros, reivindicativos y siempre atentos a la amenaza del vecino más grande. No es una intuición contemporánea: es un diagnóstico histórico sólido. El politólogo Timothy Snyder describe la región como “tierra de sangre”, un espacio donde la autoridad estatal nunca ...

Portugal como espejo del imperio español

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  En la entrada anterior analizábamos cómo la historia del 12 de octubre ha sido distorsionada por siglos de nacionalcatolicismo, que transformaron una empresa política, económica y geoestratégica en una epopeya espiritual. Según ese relato, España no fue un imperio más, sino el instrumento elegido por Dios para evangelizar el mundo, redimir pueblos y fundar una comunidad mestiza única. La evangelización —mostrábamos allí— no fue el motor de la expansión, sino el lenguaje inevitable en el que toda empresa de poder debía expresarse en la Europa preilustrada. Ahora bien, hay un argumento que refuerza aún más esa conclusión: nada de lo que hizo España fue exclusivo suyo . Las prácticas que hoy se presentan como pruebas de una “misión singular” —la evangelización, la protección jurídica de los pueblos sometidos, el mestizaje, la fundación de instituciones educativas o la reinversión parcial de recursos en los territorios coloniales— no fueron fruto de una vocación irrepetible. Todo e...

La cruz como coartada: lo que de verdad fue la conquista

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Cada 12 de octubre ocurre lo mismo. Las redes sociales se llenan de mensajes enfervorecidos que celebran “el proyecto civilizador” de España en América, exaltan la evangelización como la gran misión de la Monarquía Católica y describen la conquista como el inicio de una historia de unidad, justicia y progreso. En muchos de esos mensajes se repiten frases como “llevamos la fe y la civilización donde no existían” o “a diferencia de otros imperios, España protegió a los pueblos originarios bajo las mismas leyes”. Esta narrativa no es nueva. Es heredera directa del romanticismo del siglo XIX y del nacionalcatolicismo del siglo XX, que convirtieron la colonización en mito providencial. Según este relato, España no fue un imperio entre otros, sino el instrumento elegido por Dios para evangelizar al mundo y fundar una civilización mestiza única. El problema es que esa imagen épica poco tiene que ver con la realidad histórica. La empresa colonial española no fue una misión altruista ni un ge...

De ‘vicio privado’ a derecho sanitario: el aborto frente a la moral del deseo

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Abortar se ha abortado siempre. Ninguna sociedad, por restrictiva que haya sido, ha conseguido eliminarlo. Ya en la literatura clásica española encontramos su rastro: en La Celestina (1499), la alcahueta sabe preparar brebajes para “remediar la preñez” y ayudar a mujeres que no desean ser madres. El aborto era un hecho conocido —aunque clandestino y moralmente condenado— en la España del siglo XV. Durante siglos, esa ha sido la lógica dominante: el aborto como desgracia íntima , un drama que debía permanecer oculto. Especialmente desde la sensibilidad conservadora y católica, se toleraba su existencia como algo vergonzante pero privado, nunca convertido en cuestión pública. Cuando el aborto dejó de ser un secreto y pasó a tratarse como un problema de salud pública —porque supone riesgo físico y emocional para millones de mujeres y porque la clandestinidad mata—, la incomodidad estalló. Lo insoportable no es tanto que exista el aborto, que lo es, sino que se haga visible y se quiera ...

Israel: el último proyecto colonial, sobreviviendo por lo civil y casi siempre por lo penal

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En publicaciones anteriores vimos que Israel no es una democracia plena ni para todos sus ciudadanos judíos ni, mucho menos, para la población árabe. También analizamos cómo su construcción estatal se apoyó en una élite ashkenazí ilustrada y occidentalizada que asumió sobre sí una misión civilizadora : modernizar, homogeneizar y “redimir” al resto de los judíos —sefardíes, mizrajíes, etíopes, tradicionales— considerados atrasados o improductivos. Esta autopercepción supremacista, nacida en la Europa ilustrada y nacionalista del siglo XIX, no era distinta del discurso con el que los imperios justificaban su dominio sobre otros pueblos: la mission civilisatrice francesa, el white man’s burden británico. Cuando esa élite construyó el Estado de Israel, la lógica interna de “civilizar” a los propios judíos se proyectó con aún más fuerza sobre la población árabe palestina. Si dentro del judaísmo el ashkenazí secular era el modelo a imitar, frente a los árabes el proyecto sionista asumió...