Sirat o cuando el camino se desvanece
Hay títulos que funcionan como trampas, como esas flores carnívoras cuyo color atrae a la presa que será devorada. Sirat es uno de ellos. El espectador llega buscando lo que el nombre promete: el puente islámico del juicio final, una parábola sobre el tránsito entre mundos, quizá alguna forma de redención o de sentido. Pero la película le ofrece otra cosa: la disolución de todo relato posible. En ese sentido, el título replica la estructura misma del filme: promete un camino y lo retira. Los europeos que protagonizan esta historia penetran en el desierto marroquí persiguiendo cada uno su propia fantasía: el padre, la esperanza improbable de encontrar a una hija desaparecida; los jóvenes, la ilusión de una autenticidad que creen que una rave en mitad de la nada puede ofrecerles. Todos llegan convencidos de que el desierto es un escenario disponible para su relato. Confunden el desierto real con el desierto imaginado; interpretan el territorio ...