Las falsas raíces rojas del fascismo
Cada cierto tiempo alguien reaparece, con más valor que vergüenza y con la misma tesis: el fascismo nació de la izquierda. Las pruebas son siempre las mismas: Mussolini fue socialista; el partido de Hitler se llamaba “nacionalsocialista”; la Falange tomó sus colores —rojo y negro— de los anarquistas. Todo eso es cierto. Y, a la vez, profundamente engañoso. Porque la biografía, el nombre o los símbolos no definen la ideología: lo que importa es el sentido que se les dio. La ilusión superficial Mussolini militó en el Partido Socialista Italiano, sí, pero su ruptura con la izquierda llegó cuando abrazó el nacionalismo intervencionista en 1914. Aquello no fue evolución, sino traición: el paso del internacionalismo obrero al mito de la nación. Desde entonces, la guerra sustituyó a la revolución y la jerarquía militar ocupó el lugar de la igualdad. El “socialismo” del NSDAP fue aún más hueco. Hitler usó la palabra como señuelo para atraer a obreros descontentos, pero su ideología ...