Cuando Roma temía a los bárbaros y vivía gracias a ellos
Una de las paradojas más notables del Imperio romano tardío fue la relación con los llamados barbari . Por un lado, se los necesitaba desesperadamente: para repoblar territorios vacíos, para cultivar la tierra, y sobre todo para sostener unas legiones cada vez más vacías de ciudadanos romanos. Por otro, se los despreciaba, se los temía, se los señalaba como amenaza cultural y política.  El término barbarus  no era neutro. No designaba solo a un extranjero, sino a alguien “incivilizado”, ajeno a la romanitas . Incluso cuando luchaban y morían por el imperio, seguían siendo tachados de “otros”. El racismo romano no siempre se manifestaba como odio frontal: muchas veces era más sutil, una tolerancia condescendiente , una integración vigilada donde el bárbaro podía hablar latín, vestir la toga, servir en la guardia imperial… pero nunca dejar de ser recordado como extranjero.  Ya en el siglo IV, el historiador Amiano Marcelino observa con crudeza la transformación del ejército:   “La antigu...