La decepción siempre está ahí, flotando por debajo de nuestro interaccionar con el mundo. Como mínimo, cada uno de nosotros, casi siempre somos la principal víctima de nuestro propio ideal, unos auténticos expertos en el aprendizaje de la decepción.
Lo demás, lo realmente importante viene siempre por descontado. Cuando menos lo esperamos y generalmente en el espacio vacío que ha dejado la irreparable muerte de un sueño.
La contingencia nos hace siempre libres y felices.
Lo hace siempre, pero jamás confiamos en ella. Preferimos entregarnos a la volatil levedad imposible de nuestros sueños.
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Mostrando entradas de junio, 2004
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"La vejez llega cuando uno se limita a hacer las cosas a las que se es proclive.
Mientras el vigor persiste, uno puede ir en contra de esta inclinación; cuando él se debilita, las verdaderas tendencias aparecen y nos perturban. Existen diferentes manifestaciones de este estado pero, alcanzados los sesenta años, nadie escapa a ello."
(Hagakure)
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Apuntes sobre el deporte rey en un país de siervos
1
El fútbol forma parte del delirio colectivo de lo español y se basta por sí solo para representar de forma metafórica la relación que los españolitos tenemos con ésto que se llama España.
La sensación que tenemos de nuestra selección siempre es inmejorable: Tenemos la mejor liga, los mejores jugadores, toda una nueva generación de talentos, esta vez sí, etc... ; pero, y también siempre, la realidad (en este caso Portugal, Grecia y Rusia) vuelven a ponernos en nuestro lugar, superadas las frases previas de asombro y decepción (siempre en este orden)
Algo parecido pasa cuando escucho a un español decir que en este país se vive como en ninguna otra parte del mundo... Tenemos la misma equivocada impresión de nuestro país que de nuestra selección.
2
No logro entender en razón de cuales criterios consideramos que nuestra selección es aspirante a los más altos premios del mundo futbolístico... Bueno... Miento. Si olvido la capacid...
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De cara a este fin de semana que, como Godot, se le espera pero nunca termina de llegar:
"Mí presencia aquí no fue elección mía;
A mi pesar el destino me acosa
para que me vaya.
Levántate, envuelve un trapo
a tu cintura, mi SakÍ,
Y embriágate para alejar la miseria
de este mundo."
(Omar Jayyam. Ruba-i-yyat)
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Para el buen entendedor, pocas palabras son necesarias...
"Todos tus días y todas tus noches te roban un pedazo de vida.
¿Por qué te aventuras en el abismo sin fin de la pena?
Confíate al destino porque para ti
Lo que trazó el pincel permanece indeleble.
Amigo: ¿De qué te sirve preocuparte con el origen del ser?
¿Por qué maceras tu alma con pensamientos ociosos?
Vive feliz. Pasa tu tiempo alegremente.
No te han pedido tu opinión para construir lo que existe.
Líbrate a la alegría porque la pena es inmensa.
Las estrellas volverán a citarse en sus lugares de siempre
Y los ladrillos que cocerán con tu cuerpo
Servirán para edificar el hogar de otros hombres"
(Omar Jayyam. Ruba-i-yyat, extracto)
Estoy seguro de que mi cuerpo servirá para edificar una casa junto al mar.
Estoy seguro de que su refrescante espuma anegará las venas de sus habitantes.
Y en mi olvido beberán las fuentes de otras memorias nada eternas.
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La derecha es mentalmente sana.
No experimenta contradicciones ni disonancias cognoscitivas, porque vive en un mundo que poco a poco está creándose a su imagen y semejanza. Y todo ello como consecuencia de su victoria tanto real como simbólica sobre aquel bloque alternativo que se escondía tras el telón de acero, en una época en que había otros mundos posibles y estaban en éste.
La izquierda esta loca. Vive en un mundo que no es el suyo. Ha perdido la guerra de las alternativas y las posibilidades y aún no lo sabe. Su neurosis la devora en mil y una contradicciones que se estrellan contra la monolítica postura de quién se sabe en posesión del mando de la plaza.
El siglo XX no ha pasado en vano y, como ya aventuraba Alejo Carpentier en su magnífica "La Consagración de la Primavera", las utopías han volado en mil pedazos a su paso redoblado de maquinaria capitalista. Ha dejado su huella y es muy duro despertarse chupando un palo y sentado encima de una calabaza.
Ahora ya s...
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GRAN, GRAN PLANTEAMIENTO!!!
"Y llegados a este punto, creo que la iglesia (sobre todo la católica, que siempre le gustó mucho el rollo de las imagenes) debería tomar nota y dirigir sus campañas de marketing hacía una divinzación del cuerpo más moderna y acojonar a su fieles diciendo que el pecado engoda una barbaridad y que casi es mejor ser bueno para a estar más guapo y gustar más a Dios y a la gente. Entre los fieles occidentales volveria a germinar la semilla de la fé y entre los pobres del cono sur como más morenos y rechonchos sería una autentica revolución. Imaginense: sentimientos hipocaloricos: piedad, perdón, generosidad...."
(Ruth Drácula. Mondo Brutto)
Lentamente, el futuro emerge de las ajadas raíces del presente ante mis ojos de perro azul que ya lo temen.
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De cara al fin de semana:
"Se fueron las nieves, ya vuelve la hierba a los campos y al árbol su cabellera;
cambia de modos la tierra y los ríos decrecen corriendo de nuevo por los cauces de siempre;
la Gracia y las Ninfas, hermanas gemelas, desnudas se atreven a dirigir sus coros.
NO ESPERES NADA INMORTAL aconsejan el año y las horas que al nuevo día raptan."
(Horacio. Odas y epodos)
De cara a todos los días del resto de tu vida:
"El hombre no ha nacido para ser secuestrado por la muchedumbre y el que otra cosa predique no tendrá eternidad suficiente para pagar".
(El Harabi. Místico Sufí)
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Me gusta.
El niño que todos llevamos dentro -vivo o muerto- aún no ha muerto en mí. De vez en cuando me asalta, en mi propio ensimismamiento de trabajador concentrado.
Intenta atraer mi atención.
Impertinente, tira de los faldones de mi camisa.
Sin miramientos, se agarra a la punta de mis labios.
Quiere que me pare.
Busca que yo la eche de menos.
Pretende dar tiempo al tiempo con la esperanza de que me brote el acuciente sentimiento de levantarme y correr hacia ella.
Desea que inconscientemente de la espalda a la realidad y me disuelva en lo importante, en su abrazo redondo y perfecto que me envuelve herméticamente, la delgada línea que separa lo que necesito de lo que quiero.
Aspero mundo para los dos, pues.