¡jajjajajajjaajjajjajjajaj!
Lo escuché ayer y aún no dejo de reirme.
El discurso de Mercedes Sampietro, la presidenta de todo el cine español, merece formar parte de la antología del disparate. En la fiesta anual de un sector endogámico y guay, que en absoluto es capaz de conectar con la realidad de la España que les rodea, asisto a la lectura de un manifiesto quijotesco en el que los gigantes son las multinacionales americanas y los piratas del top manta. Más de lo mismo y llevamos... He perdido la cuenta ya.
La enfermedad social del guay se ha convertido en epidemia dentro de un sector politizado y absolutamente ensimismado en la absorvente visión del propio ombligo (seguramente -y pese a la seda que viste a la mona- lleno de pelotillas y pelusa). La culpa es siempre de los otros, del capital y del imperio... (que su parte de culpa tienen, por supuesto)... Y la realidad es siempre un lugar muy lejano para nuestro cine.
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Mostrando entradas de enero, 2005
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Viernes.
Mientras escribo escucho música.
He cambiado a Sonny Rollins por Claude Debussy, en concreto, por un recopilatorio de sus trabajos de piano.
No soy un experto en música clásica y no sabría decir si las composiciones para piano son la mejor parte de la obra del músico francés. Me suda la polla si lo son o no lo son. Lo único que importa es que me gustan, que Rollins iba demasiado rápido para mi.
Me viene mejor apuntarme a uno de esos, aparentemente -pienso-, erráticos paseos de unos dedos germánicos (¿alguien conoce a Walter Gieseking?) francesamente inspirados sobre el teclado de un piano inglés.... (La puta unión europea en persona).
Estoy cansado.
No quiero correr.
Prefiero pasear camino del sueño.
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Me gusta mucho Steve Mc Queen en "El coloso en llamas". Su interpretación es física y poderosa, directa y llena de fuerza, creíble y eficaz... Y todavía tengo que escuchar que Mc Queen no era un buen actor.
Como si esas historias, las que no tienen otra pretensión que entretenernos, no tuvieran que ser interpretadas y bastará cualquier presencia para hacerlas creíbles.... ¡Tópicos! Como si fueran ratas los tópicos a veces nos comen.
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No se si ya he escrito en algún momento sobre este tema.
No lo recuerdo y tampoco me importa mucho repetirme porque cuando escribo ésto albergo la nada secreta esperanza de que nadie vaya a leerlo.
Como estaba escribiendo, desconozco si ya he tocado este tema en algún otro momento pero la definición de locura que más me gusta de todas las que he léido no aparece en ningún tratado científico o académico sino en una pequeña poesía.
El texto en cuestión forma parte de las "Crónicas de motel" de Sam Shepard y viene a sugerir que la locura es la forma más extrema de sinceridad. Un no poder o no querer ocultar la enorme distancia que separa al loco en su apartada isla del inmenso continente de normalidad en el que los demás se encuentran.
La locura es una aberración estadística alejada de los grandes números de la normalidad, una excepción que hace daño a quién la siente única y exclusivamente por dotarle de unas reglas y un código diferente para jugar a un juego -el de l...
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JAJAJAJAJAJAJJAJA!
El Pentágono estudió fabricar un arma que despertaría la homosexualidad entre sus enemigos
BBC16/01/05, 22.36 horas
El Ejército estadounidense estudió fabricar un arma química para que los soldados enemigos encontraran sexualmente irresistibles a sus compañeros de armas. Según un documento del Departamento norteamericano de Defensa recientemente desclasificado, el armamento propuesto contendría una fuerte sustancia química afrodisíaca. Su objeto era provocar un comportamiento homosexual generalizado y desmoralizar a las tropas enemigas. La idea se incluyó en un proyecto presentado por el Laboratorio Wright de la Fuerza Aérea de Estados Unidos en 1994, que duraría seis años, a un coste de 7,5 millones de dólares (5,72 millones de euros).
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Tumbado en el sofá contemplo las frías llamas que arden dentro de mi televisor.
Rostros, imágenes, palabras, acciones se suceden sin el menor interés ante mis ojos que vueltos hacia dentro asisten impávidos al silencioso espectáculo de un vacío.
Un vacío que quizá sólo sea cansancio o puede que se trate de yo mismo, de mi propio aburrimiento buscando algún cabo al que agarrarse. Dejándose arrastrar por esa nada que todos llevamos dentro y que constantemente deseamos acallar rodeandonos -desesperadamente o no- de otras voces y de otros ámbitos.
Una nada que es un silencio y un silencio que en realidad es el atronador sonar del cruel y preciso mecanismo de la vida. El constante soplar de una brisa eterna que nos llena la vela del pecho para conducirnos en una singladura singular e irrepetible desde el cada vez más lejano naciente al cada vez más cercano poniente... y entre medias... la nada... o el todo, siempre dependiendo del cristal con que quiera mirarse la misma botella medio l...