Ya decía el filosofo presocrático Parménides que la guerra es el arte de destruir a los hombres.
"Fury", la nueva película de David Ayer, se dedica a mostrar esa destrucción, una destrucción que no sólo se produce por fuera, con la muerte física, sino también por dentro, mediante la reducción del ser humano a una suerte de animalidad que se manifiesta de manera transversal en la tripulación del blindado de la clase Sherman que da titulo a la película.
Porque el entramado narrativo esencial es el proceso de educación, nada sentimental, que el sargento Collier, interpretado por Brad Pitt, realiza de manera concienzuda sobre el soldado Ellison para situarle en la bestial onda de supervivencia que la situación que están viviendo requiere.
En este sentido, "Fury" despliega un importante componente sádico por el que Collier pisotea la inocencia del recién llegado Ellison buscando convertirle en la embrutecida máquina de matar que necesita para que todos los miembros de su tripulación cumplan con lo que se espera de ellos y así su tanque no sea vulnerable al enemigo.
"Fury" cuenta muy bien este paradójico proceso de educación en la barbarie por el que Ellison pasa a ser un miembro del grupo que lidera Collier y lo hace dentro de un contexto de película bélica, con todas las de la ley, de impecable factura cinematográfica que hace que una historia tan desapacible y desasosegante pueda ser vista con atención por parte del espectador en una tranquila tarde de verano.
"Fury" está muy bien rodada y contada por David Ayer... pero también escrita pues los cinco personajes que componen la tripulación del tanque tienen el suficiente peso, personalidad y entidad como para que la película traspase la mera superficialidad de una hazaña bélica y se convierta en algo más interesante, poderoso y emocional.
Y están estupendamente interpretados por un elenco de actores muy solvente.
Porque si por algo brilla "Fury" es por el hecho de mostrarnos a hombres convertidos en bestias que de cuando en cuando lamentan en lo que se ha convertido, la situación donde están. A este respecto, el proceso de educación que Collier aplica a Ellison parece tener un efecto demoledor sobre el primero quién parece llegar al límite de sus fuerzas proponiendo a su equipo una última resistencia frente a un enemigo superior que convertirá el final de la película en una bestial y violenta orgía de fuego y sangre.
Aparecen entonces el heroísmo y la épica.
Y es entonces cuando "Fury" multiplica su interés presentando un retrato del apolíneo y noble acto de heroísmo asentado firmemente sobre lo que de manera muy elocuente se presenta al espectador que nunca ha peleado una guerra ni por supuesto ha sido héroe como su realidad: la decisión altruista de un carácter forjado en la barbarie.
Ni banderas ni patrias, el hermano soldado que quedará abandonado a su suerte si la tripulación del tanque que lidera Collier no cumple con su tarea asignada.
Los cobardes siempre ponen por delante sus propios intereses a los de la colectividad.
Los valientes siempre acaban arreglandoselas para dominar al egoista animal que todos llevamos dentro, ese que quiere vivir a costa de que otros mueran.
Hay maneras y maneras de acabar siendo destruido por la guerra.
Está muy bien "Fury".
"Fury", la nueva película de David Ayer, se dedica a mostrar esa destrucción, una destrucción que no sólo se produce por fuera, con la muerte física, sino también por dentro, mediante la reducción del ser humano a una suerte de animalidad que se manifiesta de manera transversal en la tripulación del blindado de la clase Sherman que da titulo a la película.
Porque el entramado narrativo esencial es el proceso de educación, nada sentimental, que el sargento Collier, interpretado por Brad Pitt, realiza de manera concienzuda sobre el soldado Ellison para situarle en la bestial onda de supervivencia que la situación que están viviendo requiere.
En este sentido, "Fury" despliega un importante componente sádico por el que Collier pisotea la inocencia del recién llegado Ellison buscando convertirle en la embrutecida máquina de matar que necesita para que todos los miembros de su tripulación cumplan con lo que se espera de ellos y así su tanque no sea vulnerable al enemigo.
"Fury" cuenta muy bien este paradójico proceso de educación en la barbarie por el que Ellison pasa a ser un miembro del grupo que lidera Collier y lo hace dentro de un contexto de película bélica, con todas las de la ley, de impecable factura cinematográfica que hace que una historia tan desapacible y desasosegante pueda ser vista con atención por parte del espectador en una tranquila tarde de verano.
"Fury" está muy bien rodada y contada por David Ayer... pero también escrita pues los cinco personajes que componen la tripulación del tanque tienen el suficiente peso, personalidad y entidad como para que la película traspase la mera superficialidad de una hazaña bélica y se convierta en algo más interesante, poderoso y emocional.
Y están estupendamente interpretados por un elenco de actores muy solvente.
Porque si por algo brilla "Fury" es por el hecho de mostrarnos a hombres convertidos en bestias que de cuando en cuando lamentan en lo que se ha convertido, la situación donde están. A este respecto, el proceso de educación que Collier aplica a Ellison parece tener un efecto demoledor sobre el primero quién parece llegar al límite de sus fuerzas proponiendo a su equipo una última resistencia frente a un enemigo superior que convertirá el final de la película en una bestial y violenta orgía de fuego y sangre.
Aparecen entonces el heroísmo y la épica.
Y es entonces cuando "Fury" multiplica su interés presentando un retrato del apolíneo y noble acto de heroísmo asentado firmemente sobre lo que de manera muy elocuente se presenta al espectador que nunca ha peleado una guerra ni por supuesto ha sido héroe como su realidad: la decisión altruista de un carácter forjado en la barbarie.
Ni banderas ni patrias, el hermano soldado que quedará abandonado a su suerte si la tripulación del tanque que lidera Collier no cumple con su tarea asignada.
Los cobardes siempre ponen por delante sus propios intereses a los de la colectividad.
Los valientes siempre acaban arreglandoselas para dominar al egoista animal que todos llevamos dentro, ese que quiere vivir a costa de que otros mueran.
Hay maneras y maneras de acabar siendo destruido por la guerra.
Está muy bien "Fury".