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Desde el jueves pasado, me pregunta mi amigo J. cuál es la receta para seguir adelante cuando la vida te golpea (y a él le ha golpeado un poco) y recordándole en su apañado desconcierto me vienen a la mente los "21 gramos" de Alejandro Iñárritu, esa magna obra de ficción edificada en torno al improbo esfuerzo real por continuar, por seguir adelante... ¿Cuál es la receta? No lo se. Quizás, concentrarse y dar un paso hacia delante. Luego dar otro. Luego dar otro y otro y otro con los dientes apretados, agarrados al tenue hilo de una casi invisible esperanza, confiando en que el viscoso abrazo no querido de la oscuridad se acabe y ante nuestra mirada aterida se encuentre la inmensa extensión azul de un mar, quizá -y con un poco de suerte- el de nuestro concierto. No hay más secreto ni misterio que ponerse en marcha y continuar. Escribía Cela que el que resiste siempre vence. La vida es un camino y nuestro oficio como seres vivientes no es otro que andar, aunque sólo pod...
Hace tiempo que no me enfrentaba al blanco virtual (y también nuclear) de mi weblog. He estado muy ocupado trabajando e intentando descansar, adaptando estas las viejas ruinas de mi inteligencia a una nueva rutina laboral.... Pero ya estoy de vuelta e intentando recordar todas las entradas que en algún momento -y durante todo este tiempo de ausencia- pergueñé unicamente de pensamiento. Tal y como dijo Homero, seré breve: 1 Sobre "La pelota vasca" Tanta polémica, tanta indignación y crítica, para luego encontrarme con una película IMPRESCINDIBLE tanto por sus valores intrínsecos como película documental como por sus aportaciones extrínsecas: la presentación de todos los posibles discursos que existen en torno al "inexistente problema vasco" (los doscientos y pico mil que no se sienten españoles que se jodan). No pasa nada por escuchar a los demás. Los discursos que se escuchan se acreditan o se desacreditan a si mismos en función de la propia opinión qu...
He ido a votar, pero no he votado a nadie. He llegado hasta el colegio, me he buscado en las listas censales, pero no me he encontrado en ninguna papeleta (ni siquiera en la de Ciudadanos Agobiados y Cabreados). Ella sonreía mientras le explicaba por qué nos ibamos a marchar sin dejar ninguna papeleta en ninguna urna, por qué no me gusta ninguno de ellos, por qué odio este juego de quitar y poner etiquetas en que se ha convertido la política en nuestras occidentales sociedades decadentes. Demasiado ruido. La fiesta de la democracia no me necesita, continúa sin mí. Y ella me sigue sonriendo mientras los primeros rayos de un confortable sol de primavera se prenden en sus ojos, enciendendo aún más el brillo de su mirada.
Para matar siempre hay tiempo. Sin embargo, y en lo que al amor respecta, siempre buscamos deseperadamente un lugar acordado, un imposible momento de consenso -que generalmente deviene a tachón, a cita anulada- por nuestras vacías agendas.
Veo por primera vez "They were expendable" (1945) de John Ford y Robert Montgomery, una de las últimas muestras del cine de propaganda norteamericano durante la II Guerra Mundial, en Turner Classic Movies. Tenía ganas de verla y no me ha decepcionado. La historia que cuenta es la historia de una derrota, la de las tropas norteamericanas en las Filipinas a manos del ejército japonés, y, al mismo tiempo, la historia de una esperanza, le de algún día regresar victoriosos. Alrededor de dos horas y veinte dura este relato que uno sigue con absoluto interés hasta su maravilloso final en dondese nota la mano genial del maestro John Ford. El avión donde viajan el teniente Brickley (Robert Montgomery) y el teniente Ryan (John Wayne) es el último vehículo para escapar de las tropas japonesas. Sólo hay lugar para 30 pasajeros y muchos quedan fuera. Los que se quedan contemplan con esperanza el vuelo del avión desde su derrota y apresamiento seguro. Esperanza que el maestro Ford refle...
La soledad, como la política, engendra extraños compañeros de cama. Bob Harris es una vieja estrella cinematográfica de los 70 que, a esas alturas de su vida, prefiere la publicidad al teatro. Charlotte es una estudiante de filosofía recién graduada y casada con un hombre nada filosófico. Las sobrevenidas soledades de ambos coincidirán por los pasillos y salones de un lujoso (y seguramente céntrico) hotel de Tokio en 'Lost in translation', la última película de Sofía Coppola. De sus respectivas esperas, la de él entre evento y evento, entre rodaje y rodaje, la de ella entre trabajo y trabajo de su ocupado y espídico marido, nacerá el regusto amargo de una soledad traicionera que a ambos les sorprende en medio de lo que pensaban era su propia y rica vida. Lo restante será el reconocimiento del alma gemela en un lugar neutro, muy parecido a un aeropuerto, y el esfuerzo por la imprescindible compañía que, con un poco de suerte, les ayude a superar el sinsentido en que de pr...
"Hace unas décadas asistí en Mission (Dakota del Sur) a un entierro en un cementerio cristiano. Cuando el difunto ya estaba en la tumba y los asistentes permanecían en pie, delante, una anciana se adelantó y depositó una naranja en la sepultura. El sacerdote espiscopaliano que había celebrado el oficio se acercó rápidamente y retiró la naranja diciendo: ¿Cuándo crees que vendrá el difunto a comer la naranja? Uno de los sioux presentes dijo: Cuando venga el alma a oler las flores ” VINE DELORIA Jr (sioux oglala)