Ensaya una y otra vez, incansablemente se pregunta la respuesta incómoda, incansablemente se responde la respuesta correcta, a solas, ante el espejo, meticulosamente se examina en la persistente transparencia delatora de su expresión; todavía está demasiado lejos de borrar la verdad del fondo del vaso en que se ha convertido su rostro; aún no consigue engañarse del todo pese a los innegables progresos que se desvanecen enseguida, como exhalado humo de sus poros. Ensaya una y otra vez, incansablemente.