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La filosofia de Martin Heidegger, A. de Waelhens

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“El Dasein se ve entonces en su finitud radical, una finitud que le inspirará la más completa y generosa tolerancia. Sólo el Dasein auténtico tendrá fuerza para dejar a los otros ser lo que son, porque sólo él está persuadido de la infinita vanidad del ser. El que se hace ilusiones sobre el valor del ser y de su ser tendrá siempre la tendencia a inmiscuirse y a tiranizar, porque no puede aceptar que el otro sea de distinta manera de como es él, o que se haga cosa distinta de lo que él mismo juzga digno de ser o de hacerse. Si, por el contrario, poseo la revelación de la precaria indignidad de todo lo que es, entonces toleraré fácilmente que el otro sea como mejor le parezca. Incluso en el mismo aislamiento de Ja existencia auténtica, hay todavía una existencia en común, auténtica también, y es el dejar a cada uno ser lo que es.”

Nuestra obsoleta mentalidad de mercado, Karl Polanyi

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“El mito del salvaje individualista fue derribado hace mucho tiempo. No existe ninguna prueba del egoísmo primitivo, ni de la apócrifa propensión al trueque, al intercambio o al comercio, ni tampoco de la tendencia a abastecerse a sí mismo. También quedó desacreditada la leyenda de la psicología comunista del salvaje, de su presunta indiferencia a sus intereses personales. (En esencia, el hombre ha sido idéntico en todas las épocas. Si se consideran sus instituciones no aisladamente sino en su interrelación, se constata que el hombre se comportaba en una forma completamente comprensible para nosotros). Lo que parecía "comunismo" era el hecho de que el sistema productivo o económico estaba organizado en tal forma que ningún individuo quedaba expuesto a la amenaza de la indigencia. Cada quien tenía asegurado su lugar alrededor de la lumbre y su cuota de recursos comunes, cualquiera que hubiese sido su contribución a la caza, al pastoreo, al cultivo de la tierra o a la hortic...

La filosofia de Martin Heidegger, A. de Waelhens

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“Estos datos se reducen a tres datos capitales: el Dasein se manifiesta como una existencia ya arrojada y abandonada en el mundo, derelicción ante la cual el Dasein experimenta la angustia». En segundo lugar, esta misma existencia se manifiesta como obligada a elegir entre dos posibilidades fundamentales: o asumir un destino personal (cuya naturaleza está todavía por precisar) o bien ocultarse esta posibilidad abandonándose al mundo inmediato. La angustia nos revela el ser-en-el-mundo ante todo como un poder-ser, un In-der-Welt-seinkónnen”

Unidad territorial

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No es la primera vez que nuestro rey emérito, cada vez más gordo, cada vez más a punto de reventar de vicio en la mejor línea de algunos borbones, apunta que el dictador Franco tenía la unidad de España como máxima preocupación en su lecho de muerte. Y esto ya debería dar que pensar desde una posición de honestidad intelectual. Si suponemos que nuestro rey emérito no miente (lo cual cada vez es más "demasiado suponer" conforme más sabemos de él) y si damos por hecho también que en su lecho de muerte (y por lo que sea) los humanos tendemos a no mentir, resulta cuando menos curioso que la última preocupación del dictador no tuviese nada que ver con seguir buscando lo mejor para sus españoles. No, la última preocupación del dictador tuvo que ver con la indirecta constatación de una diferencia que, pese a su victoria en los campos de batalla, no ha sido realmente vencida y contra cuya emergencia el heredero del trono debe estar vigilante. La emergencia de una realidad ...

Ley y referendum

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No creo que a estas alturas de la película quepa la menor duda de lo que mola la valiente Rosa Parks. Bueno... Después de lo sucedido hoy, no sabría qué decir. El caso es que Rosa ocupó los asientos de la parte media del autobús, que estaban vacíos y que, aunque estaban del lado definido para los blancos, eran una zona fronteriza que podía ser ocupada por los negros si ningún blanco los reclamaba. Lo que pasó es que los asientos delanteros se llenaron y siguieron subiendo blancos, tantos que podían quedarse en pie mientras había negros sentados en la zona definida para los blancos. Inconcebible. Ilegal. Y así fue que el solícito conductor consideró que el orden del mundo no debía quebrarse, que la ley tenía que ser cumplida y pidió a Rosa que se levantara, que cediera su sitio a un joven blanco que ni siquiera exigió su derecho. Fue entonces, cuando ella se negó, cuando empezó la épica. E imagino que, si le preguntaran a nuestro Mariano Rajoy si Rosa Parks hizo bien,...

Nada personal, James Baldwin (III)

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"Hace más de veinte años que no oigo cantar a nadie por las calles de Nueva York. Por cantar, entiendo de alegría, porque sí. No me refiero a los maullidos borrachos y solitarios de las cuatro de la mañana, que son sólo el gemido de una pobre alma que intenta vomitar su angustia y se atraganta en ella. Donde la gente puede cantar, el poeta puede vivir, y vale también decirlo al revés: donde el poeta puede cantar, la gente puede vivir. Cuando una civilización trata a sus poetas con el desprecio con que tratamos a los nuestros, no puede estar lejos el desastre; no puede estar lejos la matanza de los inocentes. Todo el mundo corre, Dios sabe adonde, y todo el mundo está buscando Dios sabe qué, pero es evidente que nadie es feliz aquí y que algo se ha perdido."

Nada personal, James Baldwin (II)

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"Ha sido siempre mucho más fácil (porque siempre ha parecido menos arriesgado) dar un nombre al mal exterior que localizar el terror interno. Y sin embargo, este terror interno es mucho más verdadero y mucho más poderoso que cualquiera de nuestras etiquetas: las etiquetas cambian, el terror es constante. Y este terror tiene algo que ver con el abismo insalvable que separa el yo que uno se inventa —el yo que uno se atribuye, que es, sin embargo, y por definición, un yo provisional— y el yo, indescubrible, que siempre tiene el poder de hacer añicos al yo provisional. Es perfectamente posible —y no está fuera de lo común— irse a la cama una noche, despertarse una mañana, o sencillamente cruzar el umbral de una puerta que se conoce de toda la vida, y descubrir, en el tiempo de un suspiro, que aquel yo tejido con tanto esfuerzo no es más que harapos, algo inaprovechable, se ha esfumado. ¿Y con qué materia prima vamos a construir otro yo?"