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Julius von Bismarck ...
Las cosas sólo empezarán a cambiar cuando nos dejemos de creer los relatos que nos dicen que somos algo y que ese algo es realmente importante. Las cosas sólo empezarán a cambiar cuando nos demos cuenta de que somos el centro de la fiesta pero no en la manera en que lo imaginamos, que no estamos sentados alrededor de la mesa sino que formamos parte de ella y que en la cena que se hace en nuestro honor tenemos la importancia evidente que tiene lo que va a ser comido porque es la cena misma.
"Es difícil liberar a los locos de las cadenas que veneran" (Voltaire)
La codicia de la banca propició la concesión de hipotecas a insolventes... Y tras decirnos que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, argumento que muchos políticos han hecho suyo, ejercen su poder para intentar evitar asumir su parte de responsabilidad trasladandole ese coste al más débil: ese cliente al que sonreían y llamaban de usted. "Sin embargo, lo que no admiten con facilidad es que muchos de sus clientes eran trabajadores con contratos temporales a los que se les vendió pisos con créditos que suponían deudas enormes en relación con sus ingresos. Y esto no cumple el manual de las buenas prácticas bancarias, pese a que nadie —ni el Banco de España ni los auditores— lo denunciaron nunca." ( Leer más )
Llegarán puntuales nuestros Idus de Marzo y acabaremos en la nada primigenia, enterrados inevitablemente , todos, bajo un montón de cosas muertas, sin poder borrar de los rostros ya abandonados de intención, de propósito y de fuerza una indeleble, por última, expresión de sorpresa. Nosotros, todos, que nos la prometíamos tan felices soñando el interminable sueño del progreso, Accediendo, como impostores. por la fuerza, a la inventada quimera del trono del centro del universo considerado pertenencia propia por naturaleza. Nosotros, los invencibles hijos de todos los dioses, finalmente vulnerables, sorprendidos en las escalinatas del foro de nuestro concierto, definitivamente asesinados por los monstruos que el sueño de la razón engendró en el mismo seno de nuestra inteligencia. Sin entender, sin comprender. agotadas todas las prórrogas, ignorados todos los presagios y terminadas todas las cuentas. Experimento fallido de la que creíamos sabia naturaleza, im...
Que nadie toque a los fetos, acurrucados, calladitos, tan formales y tan indefensos... Todos deben vivir. Ni siquiera hay que hablar de moral ni derecho. Las elementales reglas del sentimentalismo no toleran la violación de su rosado templo. Otra cosa bien distinta es cuando nacen, abren los ojos y crecen,. echan a andar y cuando se les llama ni se vuelven, Otra cosa bien distinta es cuando no comen, desarrollan ideas propias, no se conforman, se vuelven contestones, piden la palabra y ante el más que seguro hecho de que no se les de, intentan tomársela. Cierto. Otra cosa bien distinta es. Cada caso debe ser estudiado. Tiene que demostrar su inocencia y a veces ni siquiera basta con la conforme presentación de la acreditación de lo que es justo. Ya no conmueve tanto el color morado del que no se calla, seguramente apesta, no se calla, no se conforma, no se calle, quiere más, no se calla, se levanta de la mesa, no se calla, protesta. No caben se...
Vienen bien en este país siempre los muertos. Pacientes, formales, callados, dispuestos sirven a los vivos en cualquier disputa proporcionando la distancia más corta hacia la verdad desde el argumento. Obedientes acuden cuando se les llama, escuchan sin interrumpir y saben como nadie guardar el secreto de la verdadera causa de su presencia. Metódicos disponen el congelado chillido reseco de su carne y su sangre  abusadas sobre la abarrotada mesa de los desacuerdos. Solícitos permiten que el alfiler del discurso les ensarte en el lugar y momento adecuado respaldando la causa invocada con el silencio de la abandonada cáscara de sus ensartados huesos. No necesitarían hablar aunque pudieran. Su opinión siempre se presume, su inexistente voz otorga. Su sola existencia sirve de prueba. Es lo que tienen los muertos.