No hay culpa. La tragedia no te afecta ni te pertenece. No es de tu mundo. Ya lo dice por la tele un señor con ademán entre compungido y severo puntualmente a cada hora en punto. El desastre es un espectaculo que sucede muy lejos, a gente demasiado pequeña, por su mala cabeza nacida para el defecto y el error. Porque, y por el momento, y mientras no se te comunique lo contrario el mundo está en tus manos. Aún puedes pagarlo comodamente a plazos, sin llamarte a ningún error. Mañana quién sabe, ese empleado fiel que algunos llaman "Dios" dirá.
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La dislocada ala se desgarra despavorida contra el helado ardor de los barrotes que de pronto la encierran y, de ese desesperado frotar que nadie escucha, destellan oscuras manchas de abismo, pedazos desgajados de alma que se quiebran a solas, a espaldas de la fiesta perpetua, ante el helado juicio solitario del alfeizar, una vez perdida para siempre la eterna gracia del vuelo, del azul. Nadie escucha el silencio cuando se arroja por la ventana. Nadie escucha cómo la nada se rompe en mil pedazos contra el suelo. Es mejor mirar para otro lado, hacer como si nada hubiera sucedido mientras se sueña otro deseo que, como siempre, ya se escapa de las manos. Por encima de todo, por encima de todos los cadáveres, la fiesta debe continuar.
L'atlantide
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Georg Wilhelm Pabst es uno de los grandes nombres del cine de la República de Weimar (el nombre que se dio el estado alemán cuando ya no le dejaron ser más Prusia tras la Primera Guerra Mundial y antes de que decidiera llamarse Alemania). Y también es uno de mis favoritos. Su cine se caracteriza por un marcado carácter social y realista y capta muy bien el atribulado latido de la sociedad alemana de la inmediata postguerra, devorada por la inflación y la pobreza. Pero, y al mismo tiempo, tiene al sexo y al erotismo como principal gatillo que dispara las relaciones entre sus personajes, casi siempre conflictivas y excesivas como no podía ser de otra forma cuando se trata de ese oscuro objeto del deseo. Cuando Pabst rueda "L'atlantide" lo mejor de su carrera ya había pasado. Ya había filmado por ejemplo su mejor película, "Lulú o la caja de Pandora" basada en la obra de Franz Wedekind y que hizo de la americana Louise Brooks uno de los primeros mitos er...
The spectacle of skill. Robert Hughes,
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"La fuga de capital especulativo hacia el mercado del arte ha hecho más por alterar y distorsionar la forma en que experimentamos la pintura y la escultura en los últimos veinte años que cualquier estilo, movimiento y polémica... Ninguna obra de arte tiene un valor intrínseco, del mismo modo que lo tiene un ladrillo o un coche. Su precio no puede, por supuesto, ser discutido en los términos de la teoría del valor-trabajo. El precio de una obra de arte es un indicador de deseo puro, irracional; y nada es más manipulable que el deseo"
Monsieur Verdoux
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No tengo la menor duda de que cuando se valora positivamente "Monsieur Verdoux" se está teniendo en cuenta de manera global la figura de Charles Chaplin. Algo así como si fuese inconcebible que este creador capital dentro de la historia del cine no pudiera hacer las cosas mal. Es la única explicación que encuentro para quienes hablan con entusiasmo de esta película que aun no había visto y cuya visión me he decepcionado grandemente. Por lo visto, y en su origen, "Monsieur Verdoux" es uno de esos tantos proyectos inacabados de Orson Welles; en concreto el proyecto tenía que ver con un personaje real, Landru, un honorable padre de familia que además fue un asesino de mujeres. El tema no salió adelante pero Chaplin se quedó con la idea y la llevó a la práctica en 1947, siete años después de que firmara "El Gran Dictador". Estoy seguro que "Monsieur Verdoux" representó muchas cosas para Chaplin quién, tras la segunda guerra mundial y un...
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Aún debiera ser posible la virtud de esperar O, por lo menos, la exhibicion ostentosa del inmenso vacío que representa su ausencia, como si fuese algo, una especie de fiesta de guardar en honor de algún dios ya lleva siglos bien muerto. Aún debiera ser posible, pero no. El tiempo arrecia al otro lado de la puerta, crepita impaciente como lluvia en la ventana. y sabes que ningún mal dura cien años, incluidos tus errores y tú, su supremo hacedor.
Truman
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No hay que dar más vueltas al tema. La base del encanto de esta magnífica película filmada y escrita por el barcelonés Cesc Gay es tan vieja como Gilgamesh. En "Truman" no hay ni trampa ni cartón, sólo una muy buena historia contada con talento y sensibilidad, una historia que se desarrolla mediante personajes creíbles, llenos de vida y que además están interpretados por magníficos actores. Nada más... ni, por supuesto, nada menos. "Truman" nos habla de la amistad ante la muerte. También nos habla de un legado, un perro que da nombre a la película y que resume de manera metafórica el vinculo que une a Julián (Ricardo Darin) y Tomás (Javier Cámara). El contexto es la visita que, desde la lejana Canadá, Tomás hace al enfermo Julián. Una visita que durará cinco días que conmoverán a ambos personajes mutuamente, de manera profunda y convirtiendo poco a poco, la película en un hermoso canto a la amistad, a esa familia no de sangre y que uno elije mientras...